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La re-evolución francesa
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La re-evolución francesa

Una re-evolución francesa que ha acabado este miércoles con el absolutismo injusto, inútil e inexplicable de algunos supuestos reyezuelos de estos pagos

Foto: El diestro francés Sebastián Castella sale por la puerta grande de Las Ventas. (EFE)
El diestro francés Sebastián Castella sale por la puerta grande de Las Ventas. (EFE)

Plaza de toros deLas Ventas. 20º festejo de la Feria de San Isidro.

Lleno de "No hay billetes". Cartel de máxima expectación de la feria.

Seis toros deAlcurrucén de 525 a 564 kilosen general bien presentados y más en tipo que sus hermanos lidiados hace unos días en esta misma plaza. El tercero dio un juego espectacular en la muleta y fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, lo que una minoría muy ruidosa protestó con fuerza.

Morante de la Puebla, de azul pavo y oro:silencio y silencio.

El Juli, de azul marino y oro:silencio y silencio.

Sebastián Castella, tabaco y oro:dos orejas y silencio. Salió por la puerta grande.

Cuarta puerta grande de Sebastián Castella. Torero francés que no suele irse nunca a la francesa de esta plaza.Torero evolucionado, que no revolucionario, que ha sabido explicar en el aula más difícil del mundo su tauromaquia, con la ventaja de tener incorporado a su vocabulario corporal y artístico el lenguaje universal y esperanto de la quietud, la sinceridad, el temple y el convencimiento de lo trascendental de sus mensajes.

Una conversación de trece orejas –con las dos de este miércoles–con la afición más a la contra del mundo (y de la historia)acreditala clarividencia de sus explicaciones, la comprensión generada en la mayoría de los aficionados y demuestraque a buen entendedor pocos muletazos bastan. Un torero francés que hare-evolucionadoconsiguiendopulir algunos acentos y dejes que hacían que ciertas expresiones de su toreo recordaran otros lenguajes taurinos, que siempre le sirvieron de referencia pero que afectaban y escondían el fondo de su mensaje y la autenticidad de sus verdaderos sentimientos de los que este miércolesha dejado muy buena muestra.

Unare-evoluciónfrancesa que ha acabado este miércoles con el absolutismo injusto, inútil e inexplicable de algunos supuestos reyezuelos de estos pagos. De esa especie defeudalismo anacrónicoque se ha implantado en algunos territorios de este país que son Las Ventas y que empezaban a justificar con su actitud, con lo sonoro y molesto del ejercicio de su poder soberano algunas reacciones más contundentes y ejemplarizantes que los olés sinceros que se daban hoy a Castella y la, probablemente excesiva, petición de vuelta al ruedo para el tercer toro que tuvo el mérito principal de facilitar la gesta de la puerta grande con su embestida larga, noble y alegre.

Me pareció detectar cierta carga de venganza en esa petición de vuelta al ruedo contra los feudalillos esclavizados en su propia rigidez y esclavizadoresdel resto de voluntades que, abusando del silencio respetuoso de la mayoría, marcan con sus exabruptos un ambiente molesto y pesimista que tiende a silenciar lo bueno,arruinar lo excelso y desesperar figuras del toreo históricascomo han hecho toda la tarde con Morante y el Juli. Figurones históricos del toreo que dejaron muestra de su clase, su temple y su buen gusto en el caso del de la Puebla y la casta, la técnica, el valor y la profundidad de un torero de época en el caso del madrileño.

Pero saltó la chispa en el tercero. Una pequeña chispa que puede incendiar Bastillas y reemplazar hasta al clero. La clave y el comienzo de la revoluciónestuvo en el impresionante inicio de faena de Sebastián. En los medios y atornillado al suelo, una decena de muletazos por todos los flancos posibles de su anatomía rematados con tres ayudados por bajo consecutivos intercalados por profundos pases del desprecio desataron un delirio de tal volumen que tapópor completo las protestas de esa supuesta aristocracia rancia e involucionista. No es que no protestaran, es que no se les oía... y a partir de ahí, en un ambiente normal y razonable de una corrida de toros, con la presencia, es verdad, de la mejor expresión de los dos protagonistas principales, toro y torero, estos facilitaron una faena a más y unos olés a mucho más que crecían proporcionales a la longitud de los muletazos de Castella, a la extensión de sus series, a la profundidad de sus consecutivos cites y lo hacían inversamente proporcional a la distancia que iba quedando en cada giro entre los acaramelados pitones de Jabatillo, el toro homenajeado, y la taleguilla del ilustrado y enciclopedista torero francés.

Un toro que repite es un toro que tapa bocas. Y si no las tapa las silencias con la contraparte del olésincero y alegre del que no viene a la plaza a demostrar que en sus dominios no se triunfa sin su permiso ni demuestra enorgullecerse de podercastigar a la plebe con una y otra tarde sin trofeos hasta que ellos y solo ellos decidan...

Se impuso la revolución burguesa de sombra, el empuje pasional y popular de sol y tras la estocada culminó en la celebración unánime y asamblearia del triunfo de la belleza, la alegría y la felicidad de ver a un toro embistiendo por derecho y a un torero dominarlo con cojones y con arte de principio hasta el final. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro como exhibición del triunfo sobre el absolutismo absurdo como razonable colofón a la mejor faena hasta este miércolesde la feria... Una chispa, y un toro y un torero, que permitieroncomprobar lo bueno y necesario que, a veces, resulta una revolución a tiempo.

Plaza de toros deLas Ventas. 20º festejo de la Feria de San Isidro.

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