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La mano milagrosa de Santa Teresa que Franco tuvo en su mesita de noche
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TODAVÍA HACE ‘MILAGROS’ DESDE EL CONVENTO DE RONDA

La mano milagrosa de Santa Teresa que Franco tuvo en su mesita de noche

Peregrinos de todo el mundo siguen llegando a Ronda en busca del milagro. Allí está el llamado Brazo Incorrupto de Santa Teresa, que en realidad es

Foto: La mano milagrosa de Santa Teresa que Franco tuvo en su mesita de noche
La mano milagrosa de Santa Teresa que Franco tuvo en su mesita de noche

Peregrinos de todo el mundo siguen llegando a Ronda en busca del milagro. Allí está el llamado Brazo Incorrupto de Santa Teresa, que en realidad es la mano izquierda de la monja abulense. Miles de creyentes acuden a venerarlo al Convento de las Carmelitas de Ronda.

 

La Mano Incorrupta, que permaneció cuarenta años en el dormitorio del Generalísimo Franco como su talismán de la suerte, regresó a esta localidad malagueña tras la muerte del dictador. Desde entonces, nueve hermanas, encabezadas por la madre Priora, Sor María de la Paz, custodian con auténtica devoción esta reliquia que muchos consideran ya su talismán más preciado.

Mujeres estériles son las que con más devoción acuden a la mano de la doctora de la Iglesia, que se exhibe todos los días a la hora de la misa, en una hornacina, a los pies de la Virgen, y el resto del día en una capilla, cerca del torno, donde las hermanas venden mantecados, membrillos, pastas, teresitas, borrachuelos y un sinfín de dulces.

"Tuvimos el caso, un día, de un matrimonio de Granada. La esposa que estaba embarazada sufría unas hemorragias y los médicos le diagnosticaron la pérdida del niño -recuerda Sor María Paz-. Dio la casualidad que por la tele salió un reportaje de la Mano de la Santa y la esposa se encomendó con fervor a ella. Meses más tarde, el matrimonio venía por el convento con el niño en sus brazos. Era el crío más bonito que he visto en mi vida".

Peregrinos para besar la mano a Ronda

Pero no sólo las mujeres con deseos de ser madre acuden en busca del milagro. Centenares de personas, de todas las nacionalidades, llegan a diario hasta el convento para pedir clemencia. "Otro caso que nos llamó poderosamente la atención, fue el de una niña de poco más de un año afectada por leucemia. Los médicos temían por su vida y sus padres, que son muy creyentes, vinieron al convento para que rezáramos a la Mano de Santa Teresa por ella. La niña se ha salvado".

Los milagros de la Santa se han conocido en todo el mundo y no hay peregrino que llegue a Ronda y se quede sin visitar el retablo del Brazo Milagroso. Para Sor María Paz, uno de los casos más entrañables es el de su sobrina Eloísa. "Los médicos le habían dicho que sus órganos genitales no se habían desarrollado y habían diagnosticado su infertilidad. Ella es muy creyente y nos encomendamos a la Mano de la Santa. Ahora tiene tres hijos y la pequeña se llama Teresita, como nuestra patrona."

Pero los rondeños no han disfrutado siempre del privilegio de tener el Brazo Santo en sus altares. Al estallar la Guerra Civil, la mano, considerada un tesoro por estar revestida por un guante de plata con dedos engalanados por piedras preciosas y semipreciosas, fue requisada al convento por unos milicianos de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), que la depositaron en Málaga junto a otras joyas. En febrero del 37, la Santa Mano fue encontrada en el cuartel de Guardias de Asalto de Málaga por una brigada de falangistas que dieron cuenta del hallazgo a sus superiores. Así, tras varias vicisitudes, fue trasladada a Salamanca, donde llegó a poder de Franco.

A partir de entonces se produce un doloroso epistolario entre las monjas de Ronda, que trataron de recuperarla, sin fortuna, durante cuarenta años, el Obispo de Málaga y Franco, que se negaba a desprenderse de ella. El caudillo consideró en todo momento que la mano había llegado a su poder "de una forma milagrosa", y ordenó que construyeran en su dormitorio del Palacio del Pardo un mueble oratorio de palo santo, sobre el cual estaba la reliquia metida en una urna y con la puertecillas abiertas.

 

Franco regaló diamantes para el guante

Para el que fue jefe del estado español durante cuarenta años, la reliquia era su talismán de la suerte y cuando se desplazaba de vacaciones estivales a La Coruña o San Sebastián, siempre pedía que la mano de la Santa viajara junto a él, para que la depositaran en el Pazo de Meiras o en el Palacio de Ayete.

Las constantes reclamaciones de la priora carmelita de Ronda, María de Cristo, dieron como fruto el compromiso de que la reliquia se entregaría al convento de las madres Carmelitas de Ronda una vez que falleciera el caudillo. Así, el 21 de enero de 1976 la viuda Carmen Polo y su hija Carmen Martínez Bordiú devolvían el guante santo con un regalo que Franco siempre quiso que portara la Santa en su mano: una insignia militar de oro y brillantes, la cruz laureada de San Fernando, que el Generalísimo lucía frecuentemente en su solapa.

El día que se verificó la entrega de la reliquia, Ronda se vistió de fiesta. Cuando los diez coches de la comitiva santa se acercaron por la serranía, el pueblo en masa salió a la carretera a esperar la Mano de la Santa. "La entrada a la Plaza de la Merced se puede considerar como una apoteosis -recuerdan las monjas-. Dos nutridas filas de Carmelitas y sacerdotes, mujeres, niños y hombres querían acercarse a la santa reliquia. Desde entonces siempre ha permanecido aquí".

Ahora, el lugar de asentamiento del Brazo Santo es una diminuta capilla del convento y todo aquel visitante que quiere contemplarlo, sólo tiene que pedir la llave en el torno y encomendarse a los favores de la monja más andariega.

Peregrinos de todo el mundo siguen llegando a Ronda en busca del milagro. Allí está el llamado Brazo Incorrupto de Santa Teresa, que en realidad es la mano izquierda de la monja abulense. Miles de creyentes acuden a venerarlo al Convento de las Carmelitas de Ronda.