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¿Qué puede hacer Trump con Corea del Norte? Las opciones son pocas y arriesgadas
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"Nos obliga a rehacer todos los cálculos"

¿Qué puede hacer Trump con Corea del Norte? Las opciones son pocas y arriesgadas

La confirmación de que el régimen lanzó con éxito un misil balístico intercontinental evidencia lo limitadas que son las opciones de Washington para frenar a Kim Jong-un

Foto: El líder norcoreano, Kim Jong-un, reacciona tras un ensayo balístico, en una imagen difundida por la Agencia KCNA. (Reuters)
El líder norcoreano, Kim Jong-un, reacciona tras un ensayo balístico, en una imagen difundida por la Agencia KCNA. (Reuters)

Kim Jong-un ha puesto sobre la mesa el mayor reto hasta la fecha para la Administración Trump. La confirmación de que el régimen norcoreano lanzó con éxito un misil balístico intercontinental (ICBM) capaz de alcanzar territorio estadounidense no solo constata el avance del programa armamentístico de Corea del Norte y representa “una nueva escalada” en la amenaza para EEUU y sus aliados; también evidencia lo limitadas que son las opciones de Washington para frenar a Pyongyang.

Corea del Norte ha dado un paso gigantesco, según expertos en tecnología militar, con un misil que podría alcanzar Alaska. Los continuos ensayos balísticos ordenados por Kim Jong-un indican que una demostración más contundente de que puede alcanzar EEUU es una posibilidad no tan lejana, incluso aunque tenga lugar años antes de que el régimen norcoreano pueda incorporar una cabeza nuclear a sus cada vez más poderosos misiles, señala 'The New York Times'.

“Para Trump y su equipo de seguridad nacional, el hito tecnológico de este martes enfatiza el futuro dilema estratégico”, añade el diario neoyorquino.

La respuesta inmediata de EEUU y Corea del Sur se ha limitado a unos ejercicios militares conjuntos, centrados en el uso del Sistema de Misiles Táctico estadounidense (ATACMS) y el modelo surcoreano Hyunmoo II para mostrar su “capacidad de fuego”, después de que el secretario de Estado Rex Tillerson llamase a una “acción global” para detener la “amenaza mundial” que representa Corea del Norte. Por el momento, EEUU anuncia “medidas más fuertes para responsabilizar” al régimen de Kim Jong-un y amenaza a “cualquier país que proporciona beneficios económicos o militares o no aplica plenamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU” contra Pyongyang.

"Tenemos que enfrentarnos al hecho de que ninguna de nuestras tácticas tiene ya el mismo valor"

El hecho de que Corea del Norte pueda alcanzar territorio estadounidense con sus misiles -“Washington debe asumir que (Pyongyang) puede alcanzarnos con un misil balístico”, dijo hace ya un mes el director de la Agencia de Defensa contra Misiles, el vicealmirante James D. Syring- obliga a rehacer todos los cálculos.

“Una pregunta muy compleja es si Trump siente que está contra las cuerdas y que no tiene muchas más opciones aparte de iniciar una guerra. Creo que en Washington tendremos que enfrentarnos al hecho de que ninguna de nuestras tácticas tiene ya el mismo valor”, explica Adam Mount, del Center for American Progress, a la CNN. Mount subraya que Trump tiene pocas opciones válidas para responder a Corea del Norte.

El temor no es que Kim Jong-un lance un ataque preventivo sobre la Costa Oeste; la acción supondría un suicidio y si algo ha demostrado el dictador durante sus años en el poder es que está dispuesto a todo para mantenerse en el 'cargo'. Pero si Kim Jong-un tiene la capacidad de contraatacar puede condicionar las iniciativas de Trump -y sus sucesores en la presidencia- para defender a sus aliados en la región.

El ensayo balístico de este martes, el más exitoso hasta la fecha, desató las especulaciones sobre la capacidad de los misiles norcoreanos de alcanzar territorio de EEUU, cuando algunos expertos en tecnología militar afirmaron que el misil podría haber logrado una distancia de 6.700 kilómetros, suficiente para alcanzar Alaska, si hubiera sido disparado con una trayectoria estándar. El avance del régimen norcoreano, destaca un ex alto mando de la Inteligencia, pone una enorme presión sobre los sistemas de defensa antimisiles de EEUU, que pocos expertos consideran efectivos.

Foto: Piezas de artillería disparan durante un ejercicio militar, en una imagen difundida por la agencia oficial norcoreana en marzo de 2016. (Reuters)

¿Cuáles son, entonces, las opciones?

En primer lugar, la clásica estrategia de contención: limitar la capacidad del adversario para expandir su influencia, tal y como hizo EEUU contra un enemigo mucho más poderoso, la Unión Soviética. Obviamente, esta opción no resuelve el problema, es únicamente una manera de sobrellevar la amenaza.

Trump puede endurecer las sanciones y aumentar el despliegue naval en la región, además de acelerar el programa de sabotaje informático para impedir el lanzamiento de misiles. No obstante, “si dicha combinación de 'magia' tecnológica e intimidación hubiera sido un éxito, Kim Jong-un no habría realizado el ensayo de este martes”, opina el 'NYT'.

En los últimos años, Corea del Norte ha fabricado demasiados misiles para que un ataque preventivo valga la pena

El presidente de EEUU también podría optar por amenazar con un ataque preventivo si Washington detecta un lanzamiento inminente de un misil intercontinental. Según los expertos, esta opción tampoco es buena. En los últimos once años, Corea del Norte ha fabricado demasiados misiles, y de una enorme variedad, para que un ataque de ese naturaleza valga la pena. Por ejemplo, ha realizado pruebas con una nueva generación de misiles de alcance intermedio y alimentados con combustible sólido (el Pukguksong-12) que pueden ocultarse fácilmente en cuevas y activarse con rapidez.

A ello se suma otra herramienta 'de castigo' de Kim Jong-un: Corea del Norte mantiene unidades de artillería en el límite de la Zona Desmilitarizada con capacidad para alcanzar la capital de Corea del Sur, Seúl, y sus diez millones de habitantes. Tal y como publicó este diario, Trump parece haber llegado a la misma conclusión que sus predecesores en la Casa Blanca: un ataque militar contra Pyongyang provocaría tal devastación para los aliados de EEUU que, en la práctica, no es una opción real.

Lo anterior conduce a una última opción, que el nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, trató con Trump el pasado viernes: negociar. Moon llegó al poder en mayo con una voluntad de acercamiento a Pyongyang que ha minado las últimas pruebas armamentísticas de su enemigo del norte. El primer paso sería reducir la escala de los ejercicios militares que efectúan cada año Seúl y Washington si Kim Jong-un aceptase congelar sus programas armamentísticos. La alternativa, obviamente, no está exenta de riesgo y, en esencia, significaría que Corea del Norte (y China) logran su objetivo de limitar la libertad de acción militar de EEUU en el Pacífico.

Kim Jong-un ha puesto sobre la mesa el mayor reto hasta la fecha para la Administración Trump. La confirmación de que el régimen norcoreano lanzó con éxito un misil balístico intercontinental (ICBM) capaz de alcanzar territorio estadounidense no solo constata el avance del programa armamentístico de Corea del Norte y representa “una nueva escalada” en la amenaza para EEUU y sus aliados; también evidencia lo limitadas que son las opciones de Washington para frenar a Pyongyang.

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