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La segunda oportunidad de Kazajistán para convertirse en una potencia mundial
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es el punto clave de la nueva 'ruta de la seda'

La segunda oportunidad de Kazajistán para convertirse en una potencia mundial

El presidente Nazarbáyev quiere poner al país entre los 30 más desarrollados para 2050. Los bajos precios del petróleo dificultan el plan, pero cuenta con un poderoso aliado: la geografía

Foto: Una mujer posa para una fotografía en el lado kazajo de la frontera con China, en el Centro de Coperación Internacional Horgos, el 19 de mayo de 2017. (Reuters)
Una mujer posa para una fotografía en el lado kazajo de la frontera con China, en el Centro de Coperación Internacional Horgos, el 19 de mayo de 2017. (Reuters)

En noviembre de 2014, un larguísimo tren de 30 vagones atravesó Kazajistán de este a oeste. Había partido de la ciudad china de Yiwu, y tenía previsto llegar a Madrid pocas semanas después. Tanto su salida como su llegada fueron celebradas en los medios de todo el mundo; las etapas intermedias recibieron muchísima menos atención. Y sin embargo, para el estado más grande y próspero de Asia Central, aquel evento puede acabar convirtiéndose en un antes y un después, señalando definitivamente su papel de encrucijada entre unas China, Rusia y Europa cada vez más conectadas.

En el último año, Kazajistán no ha dejado de acaparar titulares. En enero logró hacerse con el asiento no permanente de Asia en el Consejo de Seguridad de la ONU, que ostentará hasta 2019. Casi al mismo tiempo la capital, Astaná, acogió las negociaciones de paz para Siria, robándole el protagonismo a Ginebra o Lausana. Anteriormente, el país también había trabajado entre bambalinas como mediador en la crisis entre Rusia y Turquía a propósito del derribo de un caza ruso en la frontera turco-siria, resuelta satisfactoriamente el verano pasado.

Estas medidas son resultado de los esfuerzos de la diplomacia kazaja por convertir al país en un actor internacional de primer orden, que, combinadas con varias iniciativas de relaciones públicas -como la llamada Universiada de Invierno, los acuerdos con algunos medios internacionales como la agencia EFE, o la Expo 2017 dedicada a la Energía Futura, inaugurada en Astaná este pasado 9 de junio- han logrado que se vuelva a hablar de Kazajistán en todo el mundo. Hasta el punto de que, después de que el Gobierno kazajo eliminase los engorrosos visados que venía exigiendo para una larga serie de países, especialmente occidentales, el New York Times lo puso en la lista de “lugares a visitar en 2017”.

Estabilidad, desde luego, no falta: el país ha estado presidido por la misma persona, Nursultán Nazarbáyeb, desde su independencia en 1991. El mandatario volvió a ser reelegido en abril de 2015 con el 97,7% de los votos. Y pese a algunos sobresaltos -como el ataque armado contra un edificio del Ministerio del Interior en Almaty, la segunda ciudad del país, en julio de 2016-, Kazajistán es considerado el socio más confiable de Asia Central en muchas cancillerías europeas, donde no existe ningún apetito por la agitación en el área postsoviética, especialmente tras lo sucedido en Ucrania, según explica un informe del International Crisis Group de 2015.

"Nazarbáyev apostó desde el primer momento por una fuerte presencia y proyección internacional como mecanismo para consolidar la independencia de Kazajistán y también su propio régimen. La llamada política exterior multivectorial de Astaná era y es, por un lado, un intento por reducir la dependencia estratégica con respecto a Rusia y, por el otro, un intento de maximizar las opciones en el ámbito internacional para un país aislado del mar y alejado de los flujos globales", explica Nicolás de Pedro, investigador senior del CIDOB. "Kazajistán ha hecho una gran apuesta por promover o acoger multitud de iniciativas internacionales como el Congreso de las Religiones Mundiales y Tradicionales; la CICA, la Expo 2017 o las mencionadas conversaciones de paz para Siria. Astaná ha sabido labrarse una buena imagen internacional como socio diplomático confiable y ha sabido explotar su cercanía con Moscú y Beijing manteniendo una relación fluida con Washington y Bruselas", dice a El Confidencial.

Kazajistán 2050

De hecho, Nazarbáyev aspira a convertirlo en uno de los 30 países más desarrollados del mundo para 2050. Para ello contaba con las ingentes reservas de petróleo, de las que depende una cuarta parte de la economía kazaja y le permite cubrir el 60% de su balanza de pagos. Pero la caída de los precios del crudo puso en peligro los planes de convertir Kazajistán en el “Dubai de Asia Central”. Los presupuestos, calculados para tarifas de 100 dólares el barril, tuvieron que ser reajustados drásticamente a la baja. El varapalo económico ha sido severo: en 2016, el país creció un mero 1%, su peor resultado desde 1998. "Kazajistán intenta atraer mucha inversión extranjera, pero son casi todo hidrocarburos. Y como miembro de la Unión Euroasiática, es un país muy dependiente comercialmente de Rusia. Por eso su economía se ha resentido mucho por las sanciones", explica De Pedro.

Y sin embargo, el Gobierno kazajo puede contar con su aliado de siempre: la geografía. “Kazajistán, una nación centroasiática rodeada de tierra, ha confiado desde hace mucho tiempo en su localización estratégica para seguir siendo relevante en la escena mundial”, opina Alexandra Di Cocco, del Centro Brent Scowcroft de Seguridad Internacional del Atlantic Council. “Desde ayudar a las rutas de suministro de la OTAN para la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en Afganistán a alojar la primera y mayor instalación de lanzamiento espacial del mundo en el cosmódromo de Baikonur -desde, tras la retirada del programa de lanzamiento espacial estadounidense en 2011, todos los astronautas de la NASA han sido lanzados al espacio-, Kazajistán continúa siendo un componente central, pero no totalmente apreciado, del marco del transporte global”, señala Di Cocco.

Y una vez más, así ha sido. El nuevo plan chino para relanzar la Ruta de la Seda a través de la creación de infraestructuras, el llamado “One Belt One Road” (“Un cinturón, una carretera”, rebautizado recientemente como "Belt and Road Initiative"), de la que el ferrocarril Yiwu-Madrid fue una de sus primeras aplicaciones prácticas, pasa necesariamente por Kazajistán. "Los chinos en realidad le han dado ahora un nombre nuevo y un nuevo impulso, pero la idea lleva en marcha desde 2000. El proyecto buscaba conectar primero Xinjiang con el resto de China, y luego abrirlo a Asia Central", indica De Pedro. "Ahí Kazajistán juega un papel fundamental. Es sin duda la ruta primaria, más viable que Kirguistán", comenta.

"Más allá de los asuntos de seguridad que han dominado tradicionalmente la agenda regional, China ha proporcionado un marco alternativo de cooperación", Iskander Akylbayev, del Instituto de Estudios Estratégicos de Kazajistán. "En este contexto, Kazajistán es el broche a lo largo de la Ruta de la Seda, a través del que pasan las principales rutas de tránsito y transporte hacia Europa. De hecho, la Iniciativa Belt and Road es un activo estratégico para la propia política de infraestructuras de Kazajistán, llamada 'Nurly Zhol' ('Camino al Futuro')", comenta.

"En una época de precios bajos del petróleo, Kazajistán lucha para modificar su economía y convertirla en algo más que en una basada solamente en hidrocarburos. Los proyectos industriales y de infraestructuras de China en Asia Central ayudan a Kazajistán a hacerlo y demuestran que el Gobierno todavía es capaz de atraer inversores extranjeros y preservar o crear empleos", explica por su parte Daniyar Kosnazarov, experto en relaciones sino-kazajas en Sinopsis, un observatorio de política internacional con base en Almaty. "La BRI en cierto modo ayuda a Kazajistán en su esfuerzo por adoptar una gestión anticrisis, y por eso es por lo que muchos planes e iniciativas oficiales del Gobierno se basan en el esfuerzo de China de construir ferrocarriles, carreteras, y en importar el excedente de capacidad industrial de otros países", indica.

placeholder El presidente Nursultán Nazarbayev con el rey Felipe en Astana, el 10 de junio de 2017. (Reuters)
El presidente Nursultán Nazarbayev con el rey Felipe en Astana, el 10 de junio de 2017. (Reuters)

Grandes expectativas

En ese sentido, el liderazgo del país espera beneficiarse del proyecto chino. "Nazarbáyev ha sido muy hábil en una cosa: proyectar el país hacia el futuro y venderle la idea a la gente. Antes tenía un plan llamado Kazajistán 2030, pero decidieron que ya habían cumplido todos los objetivos y anunciaron que pasaban a otro para el 2050", dice De Pedro. "Kazajistán es país muy ambicioso, lo cual ha estado muy bien cuando ha habido bonanza. Pero es un arma de doble filo, porque genera unas expectativas difíciles de cumplir", comenta De Pedro. "Realmente tienen muchos planes de modernización, de diversificación económica, de apuestas por uno u otro sector. Donde falla es la implementación, por eso hay ciertas dudas con el compromiso hacia estos planes, que a veces se quedan en eslóganes. Los planes tratan de crear el impulso, lo que está bien, pero a veces falta compromiso político para ir más adelante", asegura.

Entre las dificultades a las que se enfrenta el país están las enormes diferencias entre las diferentes regiones. "El desarrollo es muy visible en Astaná y Almaty, pero hay un salto muy evidente cuando vas a provincias, en cosas como la distribución económica, el agua corriente o la atención sanitaria. La gente puede irritarse cuando va a Astaná y ve que hay un nivel de gasto importante, coches caros, la nueva ópera, rascacielos… Es algo que termina por soliviantar", añade el experto español. Por eso, la oportunidad de desarrollo que supone el plan chino parece un regalo del cielo, sobre todo para localidades como Khorgos, en la frontera china, y Aktau, el principal puerto kazajo en el Caspio y el epicentro de la industria de hidrocarburos. "Tanto Khorgos como Aktau son dos importantes puntos de tránsito para las mercancias chinas al mar Caspio, al Golfo Pérsico, al Cáucaso y finalmente a Europa. Por eso, el crecimiento de la exportación a través de las estepas kazajas es una situación inmejorable para ellas", indica Akylbayev.

Otra de las incertidumbres es la viabilidad en el tiempo. "Dado que la política de infraestructuras de Pekín juega un papel importante en la sostenibilidad económica de Asia Central, hay una preocupación válida sobre las inversiones chinas a largo plazo", menciona Akylbayev. "Se sabe que este proyecto es una de las marcas de la política global del presidente Xi Jinping, pero está la cuestión de si esta iniciativa mantendrá su esencia o cambiará bajo el próximo liderazgo chino. ¿O será Asia Central lo suficientemente atractiva para el estado y los inversores no estatales de China en cinco o diez años?", se pregunta.

Cualquier análisis sobre Asia Central, además, debe contar con la tradicional desconfianza local hacia las verdaderas intenciones de los chinos, a cuya potencia económica y política es muy difícil resistirse, pero que por eso genera enormes recelos. "Hoy, la región está atravesando una transformación política y se enfrenta a la creciente amenaza del terrorismo, lo cual supone una preocupación legítima para las elites chinas y centroasiáticas. Además, los elementos de sinofobia en los países vecinos son un factor con el que hay que contar en las relaciones bilaterales", apunta este experto. "Los miedos son dos: que Kazajistán acabe por no beneficiarse lo suficiente, que básicamente esto sean carreteras de paso y que quede poco para el país, y que acabe produciéndose una colonización china, no porque ésta esté teniendo lugar sino por la potencia económica y demográfica de China. Son miedos infundados o exagerados, pero están presentes en el debate público de Kazajistán", dice De Pedro.

"Kazajistán intenta capitalizar su situación geográfica como un nódulo de tránsito para el proyecto chino, y a la vez juega su papel dentro de la Unión Económica Euroasiática", sentencia Akylbayev. "Al mismo tiempo, enfoncándose meramente en sus capacidades de tránsito, Kazajistán podría volverse demasiado dependiente de los flujos externos de comercio. Por eso es por lo que desarrollar su propio mercado productivo y reforzar la logística es un acto necesario de equilibrio". ¿Lo conseguirá, sin caer en la trampa de enfocarse solo en sectores que produzcan dividendos rápidos? Ese es el desafío.

En noviembre de 2014, un larguísimo tren de 30 vagones atravesó Kazajistán de este a oeste. Había partido de la ciudad china de Yiwu, y tenía previsto llegar a Madrid pocas semanas después. Tanto su salida como su llegada fueron celebradas en los medios de todo el mundo; las etapas intermedias recibieron muchísima menos atención. Y sin embargo, para el estado más grande y próspero de Asia Central, aquel evento puede acabar convirtiéndose en un antes y un después, señalando definitivamente su papel de encrucijada entre unas China, Rusia y Europa cada vez más conectadas.

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