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De asesina confesa a celebridad: la descuartizadora que embaucó a las redes
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el crimen que sobrecoge a tailandia

De asesina confesa a celebridad: la descuartizadora que embaucó a las redes

Una joven que se vanagloriaba de su vida de lujo y drogas en las redes asesinó a una informante de la policía. Pese a su confesión, se ha convertido en una celebridad por su enorme tirón mediático

Foto: Imágenes que Preeyanuch Nonwangchai, la asesina confesa, colgaba en las redes sociales, y posando con un agente. (Facebook)
Imágenes que Preeyanuch Nonwangchai, la asesina confesa, colgaba en las redes sociales, y posando con un agente. (Facebook)

Los vendedores en sus puestecitos de los mercados de Tailandia llevaban la pasada semana unos días más distraídos de lo normal. Algunos ni se enteraban cuando se acercaba un cliente. Porque igual que cualquiera en el país, seguían pegados a la televisión, enganchados a las mismas imágenes que se repetían una y otra vez, en las que aparecía una veinteañera sonriente y bien maquillada. Con su piel blanqueada y su cara retocada a bisturí, perfecto ejemplo de esa belleza artificial que arrasa en Tailandia y en buena parte de Asia. Se llama Preeyanuch Nonwangchai, aunque prefiere que la llamen Preaw, que en tailandés significa 'amargo'.

En la pantalla aparecía sonriente, bien maquillada y jovial. Como una estrella recién nacida, cuyas fotos causaban furor en las redes sociales y copaban todas las conversaciones. Solo que la muchacha, a la que muchos halagan por su belleza y su carisma, no posaba desde un plató. Aunque vistiese de calle y no le faltasen polvos ni sombra de ojos, estaba en una comisaría. Allí admitió —sin perder la sonrisa— que mató y descuartizó a una compañera de trabajo con la ayuda de otras tres personas. Muchos parecían olvidarlo y aún hoy la perdonan, embobados con su cara bonita.

La sensación mediática empezó cuando el cuerpo de Warisara Klinjui apareció el 25 de mayo. Un olor muy fuerte que salía del suelo en un descampado alertó a unos granjeros en la provincia de Khon Kaen, que desenterraron de allí dos contenedores donde estaba el cadáver despedazado de la chica. Cortado en dos mitades. La joven fue identificada por sus tatuajes y las fotos de sus restos mortales llegaron a verse en algunos medios pese a la presencia policial, un descuido bastante habitual entre los agentes tailandeses. El jefe del cuerpo en la región anunció muy pronto que tenían el caso prácticamente resuelto y que el crimen era pasional: Warisara tenía un marido que vivía en otra ciudad, una mujer 'tomboy' que era su amante y además pasaba sus tardes en un bar de karaoke de Khon Kaen donde la venta de sexo era común. El mismo sitio donde Preaw también solía ganar dinero, aunque la policía no quiso relacionarlas al principio.

La policía insistió en la teoría del crimen pasional, pese a que la madre de la víctima y también el marido y la amante explicaron que todos ellos se conocían y que esa vida, aun extravagante, era la que habían decidido vivir. Hasta que un testigo principal fue a comisaría y presentó información relevante no se anunció un giro en la investigación y el cuerpo de seguridad declaró que había cuatro implicados, un hombre y tres mujeres. Y que Preaw, hasta entonces desconocida, era la principal sospechosa. Todos ellos estaban en fuga y los medios empezaron a preguntarse cómo “una cara tan bonita” podía ser capaz de perpetrar “un crimen tan malvado”.

Una venganza por haber acudido a la policía

El único hombre sospechoso, Wasin Nampron, fue el primero en ser capturado, en Laos, y ofreció una versión de los hechos que luego han ratificado —con algunas diferencias— las otras tres acusadas. Más sorprendente es que la propia Preaw fue dejando pistas del asesinato en las redes sociales, su 'escaparate' preferido, donde solía vanagloriarse de una vida de dinero, lujo y drogas. ¿Qué fue lo que la llevó a actuar contra la chica que trabajaba con ella?

Warisara había accedido a hacer de informante para la policía. Ofreció a los agentes las claves de una de las redes de narcotráfico más importantes en la frontera de Birmania con Tailandia. Y el enlace de dicha trama era Preaw, quien a veces dirigía operaciones en el bar de karaoke donde trabajaban juntas, según aseguró la Oficina de Narcóticos tailandesa.

Warisara dio a la policía información de una importante red de narcotráfico. Y el enlace de dicha trama era Preaw

La propia policía ha confirmado que Preaw estaba bajo vigilancia y que tenían pruebas contra ella por narcotráfico, pero hasta entonces solo había sido detenido su amante. Sin que nadie en el cuerpo de seguridad pueda explicar el porqué, uno de los agentes reveló a la asesina confesa que Warisara los había delatado. Así que Preaw quiso “darle una lección” por chivarse.

Dos días antes de que apareciera el cadáver, Preaw, Wasin y las otras dos cómplices, Kawita Ratchada y Apiwan Satayabundit, alquilaron un Honda CRV y recogieron a Warisara, que no sospechaba nada. Antes de ello, la asesina colgó en su Facebook fotos de Chucky, el Muñeco Diabólico ensangrentado, y declaró que odiaba a alguien en concreto. Cuando la víctima ya estaba en el coche, según los cómplices, tuvieron una discusión que se recrudeció y Preaw “se calentó”. Acabó asfixiando a la víctima. Luego, el cuarteto decidió ir a una ferretería y compraron una sierra; de allí fueron a un hotel, donde cortaron el cuerpo sin vida por la mitad. Incluso se fugaron del hotel sin pagar. Todos han reconocido haber estado en la escena y que Preaw llevaba la voz cantante. Entre los cuatro enterraron los dos contenedores con los restos mortales. Y la propia Preaw dejó clara la implicación de todos —y su protagonismo— en su cuenta de Facebook con un 'post' en abierto que decía: “En el día en que caigo, aún puedo contar con vosotros”. Lo acompañaba una foto de las manos de los cuatro cogidas en símbolo de unión.

De asesina a ídolo macabro

Preaw siempre quiso ser popular y mostrar en Facebook su frenético ritmo de vida. Subía fotos rodeada de fajos de billetes o de los bolsos Yves Saint Laurent que compraba en Hong Kong. Incluso colgó algún vídeo jugueteando con lo que supuestamente era droga. Y cuando el primer domingo de junio se entregó junto a las otras dos cómplices en Birmania al verse acorralada, decidió aprovechar el tirón mediático. Antes, eso sí, confesó haber matado a la víctima y haberse deshecho del cuerpo junto al resto de la 'banda'.

La policía, en un acto inesperado, dejó a las chicas usar su ropa y maquillarse como si nada durante los días en que declararon. Tampoco las esposaron, pero aún más rocambolesco para la opinión pública fue que algunos agentes incluso se hicieron selfis con ellas. A partir de ahí, el circo mediático. La televisión empezó a tratarlas con respeto y admiración, a llamar a la asesina confesa “Nong Preaw”, que es una forma cariñosa de dirigirse a alguien y resulta chocante ante criminales. Entrevistaron a su madre, que hablaba de “una buena chica” que le enviaba dinero cada mes y que le construía una casa en su pueblo. E incluso le siguieron el juego cuando la asesina confesa justificó su acto al asegurar que fue casi en defensa propia. “Warisara me dijo que si salía del coche con vida, iba a matarme”, dijo a cara descubierta.

Su mochila infantil arrasa en ventas. También hay 'souvenir': un llavero con forma de sierra y su cara

La cuenta de Facebook de Preaw alcanzó los 200.000 seguidores antes de que fuera cerrada. Un vídeo que mostraba a la asesina como alguien a defender logró 12 millones de reproducciones en seis días. La mochila infantil con la que se paseaba por las dependencias policiales se ha convertido en un superventas. Y hasta ha aparecido un macabro 'souvenir': un llavero con forma de sierra y su cara. Y mientras muchos se dejaban engatusar por la mirada de Preaw y no la veían tan malvada, gran parte de la población tailandesa acusó a la policía y a los medios de convertirla en ídolo. El cuerpo de seguridad ha tenido que trasladar a los oficiales que se hicieron fotos sonrientes con ella y los medios han sido puestos en tela de juicio.

Lo que preocupa a muchos ciudadanos es que Preaw y sus cómplices no acaben sentenciados a muerte, como pedirá la Fiscalía.

El de Warisara es el tercer caso en años consecutivos donde hay un asesinato con descuartizamiento. En 2016 fue el del español David Bernat, por el que se ha condenado a su compatriota Artur Segarra. Y en 2015 el de una pareja que mató a un profesor japonés para robar su dinero y luego lo tiraron a un canal. Han sido condenados a 20 años. Pero el referente más cercano para saber qué sentencia les puede caer es el del doctor en Física Wisut Boonkasemsanti, que en 2001 usó sus conocimientos para cortar a su mujer en pedacitos muy pequeños y los tiró por los retretes de una universidad y de un hotel de cinco estrellas. Fue sentenciado a pena de muerte, pero salió a la calle en 10 años por buena conducta.

Los vendedores en sus puestecitos de los mercados de Tailandia llevaban la pasada semana unos días más distraídos de lo normal. Algunos ni se enteraban cuando se acercaba un cliente. Porque igual que cualquiera en el país, seguían pegados a la televisión, enganchados a las mismas imágenes que se repetían una y otra vez, en las que aparecía una veinteañera sonriente y bien maquillada. Con su piel blanqueada y su cara retocada a bisturí, perfecto ejemplo de esa belleza artificial que arrasa en Tailandia y en buena parte de Asia. Se llama Preeyanuch Nonwangchai, aunque prefiere que la llamen Preaw, que en tailandés significa 'amargo'.

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