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Un día con los quijotes que desafían al Brexit
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objetivo: un segundo referéndum

Un día con los quijotes que desafían al Brexit

Viajamos con la eurodiputada Beatriz Becerra hacia Londres con una misión: revertir el Brexit. Su propuesta es convocar un segundo referéndum al término de las negociaciones

Foto: Un diario sobre la barra de un bar durante un evento a favor del Brexit, en Londres, el 29 de marzo de 2017. (Reuters)
Un diario sobre la barra de un bar durante un evento a favor del Brexit, en Londres, el 29 de marzo de 2017. (Reuters)

Martes 23 de mayo, 8:16h. La estación de Bruselas-Midi está tan atareada como de costumbre. “Passeport, s'il vous plaît”, dice el gendarme de la garita belga. “Passport, please”, me solicita n unos metros después. La guardia británica analiza el documento y levanta un segundo la mirada. “¿Dónde ha sido expedido este pasaporte?”, inquiere una voz dura, de acento británico.

Estoy tan poco acostumbrada a que me interroguen al cruzar fronteras en Europa que la señora me pilla con el paso cambiado. “Mmmm… España, creo”, respondo. “¿Cómo que crees?”, insiste la guardia de mirada inquisidora. “Sí, no… no creo, lo sé, sí, en España, Madrid, barrio de…”. Me deja pasar. Y pese a todo, la escena no ha durado más de 10 minutos. “¿Cómo será esto si un día tenemos que volver a pedir visados?”, me pregunto.

La tensión se palpa en el ambiente. La noche anterior, un kamizaze ha asesinado a 22 personas en un concierto en Mánchester. En un momento especialmente delicado, en el que reina la incertidumbre en Reino Unido, a la espera de unas elecciones que serán clave para las negociaciones del Brexit. Unos comicios en los que las encuestas avisan de que puede salirle el tiro por la culata a la 'premier' Theresa May, que pretendía reforzar su posición de cara a las discusiones con sus socios europeos.

"Si el acuerdo que alcancen Reino Unido y la Unión Europea no convence, aún se puede decir que no”

Once meses después del referendo en el que una estrecha mayoría de británicos (52%) decidió abandonar la Unión Europea, poco o nada se sabe sobre qué va a significar esto. May ha llegado a utilizar la baza de la seguridad como una amenaza a sus socios: si no hay un acuerdo que satisfaga a Reino Unido, tampoco habrá cooperación en seguridad. Incluso amaga con levantarse de la mesa si los Veintisiete le exige que pague mucho dinero para cubrir los gastos que ya se había comprometido a cubrir -por ejemplo de programas como la Erasmus, o de investigación-.

10:04h. Por la ventanilla del tren que une Bruselas y Londres desfilan las últimas imágenes de Calais, sin que desde este tren rápido con pretensiones de submarino pueda divisarse rastro alguno de “La Jungla” ni de sus pobladores, que despertaron más alarma que empatía en Francia y Reino Unido.

Mientras, discuto con la eurodiputada Beatriz Becerra sobre la evolución de los acontecimientos. “El Brexit se puede revertir”. Así lo cree Becerra, en contra del sentir general. Y va a Londres a defenderlo, eso y la importancia de que, pase lo que pase, se garanticen los derechos de los ciudadanos europeos que viven en Reino Unido. Y viceversa.

9:57h. Son las 10:57h en mi reloj, en España y buena parte del continente, pero es una hora menos en Londres (y en Canarias). Recibo un mensaje de mi proveedor de servicios móviles belga, que me recuerda que ya no tengo que pagar roaming en la Unión Europea. El fin de la sobrecarga que te aplican al llamar en el extranjero comienza oficialmente en junio -una gran victoria de Bruselas pese a la oposición férrea de algunos, entre otros las empresas de telecomunicación de España- , pero ellos han decidido adelantarse.

¿Qué pasará a partir de 2019, fecha de la salida de Reino Unido de la Unión Europea? ¿Mantendrán también el fin del roaming o no? Un recuerdo me cruza la mente: yo de quinceañera llamando quince minutos -ni uno más- con mis padres cada día que pasé de intercambio en Francia. Tuvieron que contratar una tarifa especial -moderna y cara, según los estándares familiares- para comunicarse conmigo. Esto a algún "milenial" le sonará como a relato de Julio Verne, pero pasaba hace dos telediarios.

11:05h. Un Uber y un atasco después, Becerra defiende en una rueda de prensa la importancia de plantar cara al Brexit. “Si el acuerdo que alcancen Reino Unido y la Unión Europea no convence, aún se puede decir que no”, defiende. Su propuesta: convocar un segundo referendo al término de las negociaciones. Sus acompañantes, ambos residentes en Reino Unido, son más cautos, pero igual de tajantes en sus planteamientos, con los que pretenden influir en las negociaciones sobre el Brexit. El objetivo es asegurar que, pase lo que pase, van a poder seguir haciendo sus vidas en el país que consideran ya su hogar.

“Tenemos que mantener o garantizar todos los derechos que hoy tienen los europeos en Reino Unido, no solo se trata del permiso de residencia y de trabajo. Hay mucho más, por ejemplo, la cobertura sanitaria o las pensiones… el diablo está en los detalles”, afirma Ignacio Romero, presidente del grupo “Españoles en Reino Unido - Surviving Brexit!” que aglutina a más de 4.200 personas en Facebook. Como otras asociaciones, defienden que se negocien ya, y por separado, un paquete de derechos completo que les proteja, a modo de escudo, ante lo que quiera pasar después con el Brexit.

Costanza De Toma, una italiana afincada desde hace tiempo en la isla, relata cómo la situación les está creando situaciones de estrés crónico. Ante lo que se avecina, De Toma tomó la decisión de hacerse con la nacionalidad británica. Pero a cambio ha perdido otros derechos, como el de llevarse a su madre, ya octogenaria, a vivir con su ella. “Pensé que iba a dormir mejor, pero no”.

El grupo al que pertenece De Toma, 3millions, llama a no quedarse de brazos cruzados. De cara a las eleciones, defienden un “voto estratégico” o, como diríamos en España, un voto útil. Se trata de debilitar en todo lo posible a los 'tories' de Theresa May. Y para ello, han estudiado a qué candidato conviene votar en cada distrito para tratar de cortarles el paso. No piden el voto por un partido concreto, porque se dicen “apartidistas”. Pero tampoco tienen muchas opciones claras.

¿Qué va a pasar con sus vidas?

15:30h. Tomamos el té con la Baronesa Ludford, una política experimentada, a uno y otro lado del Canal de la Mancha. Tras su paso por la política británica, fue eurodiputada durante varios mandatos. Tuvo que dejar Bruselas después de que su partido, el Liberal Demócrata, se desplomara en las elecciones de 2015. Hoy son una de las pocas fuerzas políticas, junto a Los Verdes, que se mantiene abiertamente crítica con el Brexit. Voces aún minoritarias que no parecen poder aspirar a aglutinar al 48 % de británicos que preferían seguir en la UE.

Becerra comparte su esperanza de que si no se llega a un acuerdo, Reino Unido no saldrá automáticamente de la Unión Europea. “Es un concepto indefinido, ¿qué es lo que quiere decir?”, reflexiona la eurodiputada. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Tampoco los mayores afectados: los ciudadanos británicos que se quedarán en el continente y los europeos que viven en Reino Unido. Unos cinco millones de personas, según los cálculos que se barajan. Más de las que viven en toda la provincia de Madrid. O en Dinamarca

17:03h. La sala en la que Becerra se reúne con varios miembros de asociaciones de ciudadanos europeos y asociaciones está llena. Las preguntas de la audiencia muestran que siguen de cerca el proceso. Sorprende el despliegue de detalles políticos, legales y técnicos mucho mayor de lo que el ciudadano común suele tener sobre los engranajes de la Unión Europea. Pero lo que evidencian, ante todo, es la honda preocupación que comparten. ¿Qué pasa si Reino Unido y sus socios se estrellan contra un muro? ¿Qué va a pasar con sus vidas?

18:30h. Al terminar, prisas por volver a la estación ferroviaria, fotos, saludos, palabras de ánimo. Y una conversación, cazada al vuelo, entre dos mujeres de mediana edad. “Yo de momento me quedo”, dice una. “De momento”. Luego, el Brexit dirá.

Martes 23 de mayo, 8:16h. La estación de Bruselas-Midi está tan atareada como de costumbre. “Passeport, s'il vous plaît”, dice el gendarme de la garita belga. “Passport, please”, me solicita n unos metros después. La guardia británica analiza el documento y levanta un segundo la mirada. “¿Dónde ha sido expedido este pasaporte?”, inquiere una voz dura, de acento británico.

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