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Un regalo que acabó en muerte y otras historias del atentado de Mánchester
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"los británicos son fuertes, pero no olvidan"

Un regalo que acabó en muerte y otras historias del atentado de Mánchester

Mientras Mánchester se une tras la masacre y las familias de los desaparecidos buscan a los suyos, Reino Unido eleva el nivel de amenaza terrorista de severo a crítico

Foto: Vigilia por las víctimas del atentado en el Manchester Arena. (Reuters)
Vigilia por las víctimas del atentado en el Manchester Arena. (Reuters)

Un total de 21.000 personas se encontraban en el Manchester Arena cuando tuvo lugar la explosión. Alrededor de 16.000 eran adolescentes. Para muchas de ellas, la oportunidad de ver en directo a la cantante estadounidense Ariana Grande había sido un ansiado regalo de cumpleaños. Ningún padre podía llegar a imaginar que el recinto se iba a convertir en el escenario de la peor masacre terrorista en suelo británico desde 2005.

Para Eilidh Macleod, por ejemplo, fue su gran sorpresa al cumplir los 14 años. Contaba los días para ir al concierto junto con su amiga Laura MacIntyre, de 15. Las dos cogieron un avión desde la remota isla escocesa de Barra solo para poder ver a su gran ídolo. Mientras que Laura fue identificada en la noche del martes en un hospital gravemente herida, más de 24 horas después del atentado, el paradero de Eilidh seguía siendo desconocido.

El estadio del Ethiad, donde juega el Manchester City, está alejado del centro de la ciudad. Pero no es la distancia lo que explica el horrible silencio que reina a su alrededor desde el lunes. Las familias de los desaparecidos reciben aquí asistencia y ayuda psicológica mientras combaten contra horas que no terminan, que no dejan empezar el duelo, que confunden los sentidos, que te meten en la tripa una esperanza falsa que te arrastra a pensar que aún vas a ver a esa persona con vida. Horas que agotan, que vuelven loco. Horas en las uno no asimila, porque no se puede asimilar, que tu hijo ha sido asesinado en un atentado.

John Morris, responsable del equipo de la Cruz Roja que da apoyo psicológico a estas familias, asegura que ha trabajado en distintas tragedias, aunque “cuando hay niños involucrados, es todo aún más complicado”. Las horas pasan muy lentas formando una tortura sin recompensa porque al final solo queda reconocer un cuerpo. Las medidas de seguridad impiden a la prensa acercarse a la puerta, pero a través de los grandes ventanales, uno es testigo de caras con miradas perdidas.

"Los británicos son fuertes, pero no olvidan"

Los británicos son gente fuerte. Se sobrepondrán, pero no olvidarán esto”, explica Kaluh, un taxista originario de la India. Si hay una palabra que defina la ciudad de Mánchester, es diversidad. “Yo si fuera el padre de una víctima, pediría explicaciones a las autoridades. No entiendo cómo siempre que sale luego la identidad del autor la policía dice que ya le conocía. ¿Y por qué no le cogieron? Te vienen con el tema de que no hay dinero para seguir a todos los sospechosos. Siempre es la misma historia, pero luego pasa esto”, añade.

"Esto es Mánchester, los musulmanes son parte de esta ciudad. Es también nuestra y la amamos”, dice Yosra

En efecto, Salman Abedi, el autor de la masacre, era un joven de 22 años conocido por las autoridades. Nacido en Mánchester, era hijo de refugiados libios que llegaron a la ciudad huyendo del régimen de Muammar Gaddafi. El terrorista utilizó un artefacto casero y murió en la explosión, que tuvo lugar en el vestíbulo del recinto, donde se encontraban cientos de personas.

El Estado Islámico reivindicaba este martes el atentado a través de un comunicado publicado en la agencia de noticias Amaq. El texto señalaba que "un soldado del Califato" había colocado "varias bombas" contra los "cruzados" de la ciudad. El grupo terrorista ha amenazado con ataques "más severos" con el "permiso de Alá".

En este sentido, es destacable que el nivel de amenaza terrorista en Reino Unido se haya elevado de severo a crítico, es decir, el más grave de una escala de cinco. El país solo había estado en este estado de alerta máxima en dos ocasiones anteriores. La primera fue en 2006, durante una gran operación para detener una trama para atentar contra aviones transatlánticos con bombas líquidas. La segunda, en 2007, cuando varios individuos intentaron bombardear un club nocturno de Londres, antes de ir a atacar el aeropuerto de Glasgow.

Que el país se encuentre en nivel crítico quiere decir que en muchas localizaciones clave las fuerzas militares tomarán el lugar de las policiales. Tanto en Mánchester como en Londres se ha incrementado además el número de agentes.

“Lo que no podemos es quedarnos en casa. Ni por el terrorismo ni por miedo ahora a ser culpabilizados de un crimen que no hemos hecho”, asegura Yosra. Es musulmana, tiene 29 años y nació en Mánchester, aunque sus padres son originarios de Libia. En definitiva, una vida con detalles similares a los del autor de la masacre que, sin embargo, no ha podido tomar un rumbo más diferente.

A diferencia de algunas de sus amigas, Yosra decidió ir este martes a Albert Square, donde se organizó una vigilia en recuerdo de las víctimas. “A una amiga la escupieron por primera vez el otro día tras el ataque por llevar velo y no ha querido venir por miedo a ser rechazada. Pero mira todas las personas con velo que estamos aquí. Esto es Mánchester, los musulmanes son parte de esta ciudad. Es también nuestra y la amamos”, dice.

Por su parte, Johana no puede reprimir las lágrimas cuando le preguntan si conocía a alguien do los que estuvieron en el concierto. “Mi amiga estaba allí con sus sobrinas de 14 y 15 años. Están bien, salieron unos minutos antes… Pero hay muchas personas que han muerto. Y esos niños, ¿qué culpa tienen de nada?”. Su marido la abraza mientras se guarda un minuto de silencio. Después, centenares de personas empezaron a corear: “Mánchester, Mánchester, Mánchester. Aquí seguimos unidos”.

Un total de 21.000 personas se encontraban en el Manchester Arena cuando tuvo lugar la explosión. Alrededor de 16.000 eran adolescentes. Para muchas de ellas, la oportunidad de ver en directo a la cantante estadounidense Ariana Grande había sido un ansiado regalo de cumpleaños. Ningún padre podía llegar a imaginar que el recinto se iba a convertir en el escenario de la peor masacre terrorista en suelo británico desde 2005.

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