Es noticia
¿Es tan grave el escándalo de Trump y Rusia? Así lo están tratando los medios de derecha
  1. Mundo
acusan de sesgo a la prensa progresista

¿Es tan grave el escándalo de Trump y Rusia? Así lo están tratando los medios de derecha

A menudo los corresponsales extranjeros se basan demasiado en medios como el New York Times o el Washington Post, abiertamente hostiles a Trump. En la prensa conservadora la narrativa es otra

Foto: Vista de la Casa Blanca desde el exterior durante la visita del ministro de Exteriores ruso, el 10 de mayo de 2017. (Reuters)
Vista de la Casa Blanca desde el exterior durante la visita del ministro de Exteriores ruso, el 10 de mayo de 2017. (Reuters)

Uno de los rasgos más distintivos de la Administración Trump es su profundo recelo de la cobertura periodística. Tanto el presidente como sus ministros, portavoces o allegados se quejan a diario de ser tratados “injustamente” por la mayoría de medios de comunicación. El escándalo suele ser el combustible de los grandes medios, su proteína: la carne roja con la que ganan fama y seguidores. En el caso de Donald Trump, ¿está justificado tanto ruido? El Rusiagate, ¿es tan grave como lo pintan la CNN o The New York Times? Este último publica hoy una historia titulada: "Despedir al 'demente' de Comey me quitó presión, le dijo Trump a los rusos", en referencia a la destitución fulminante del director del FBI, James Comey, la semana pasada, a la que siguió la visita del ministro de Exteriores ruso Serguei Lavrov en la Casa Blanca.

La mayoría de los medios de comunicación en Estados Unidos son de tendencia progresista. Esta afirmación, que puede sonar a lugar común, está respaldada con diferentes datos. Un estudio de American Journalist refleja que sólo el 7% de más de 1.000 periodistas encuestados se identifican como “republicanos”, frente a un 28% de “demócratas” (el resto dicen ser “moderados”). Un retrato del mundillo similar al que hicieron otros investigadores.

Las diferencias entre la mayoritaria prensa progresista y la conservadora se habrían exacerbado en el actual clima de división. La radio pública NPR reconoce que nunca había recibido tantas acusaciones de “parcialidad”, de un bando y de otro. “No es una sorpresa que el número de emails sobre el tema haya aumentado en los meses recientes, junto con la creciente polarización política del país”, escribe Elizabeth Jensen, su editora de ética.

El tratamiento del caso Rusiagate, donde el FBI investiga la campaña de Donald Trump con idea de averiguar si se coordinó con el Kremlin para ganar las elecciones, sería una buena manera comparar estas dos narrativas. Los medios que más exclusivas sacan al respecto, The New York Times, The Washington Post, CNN, NBC, ABC y CBS, dan una cobertura detallada al caso, citan a expertos barajando la destitución del presidente o cuestionando sus capacidades mentales. Los medios conservadores cuentan una historia diferente, por ejemplo, sobre la destitución de Comey.

“Casi cada demócrata, periodista, o personalidad televisiva que se rasga las vestiduras por el despido de Comey tiene un rastro de pronunciamientos expresando asco por una o más de sus acciones en el pasado reciente”, escribe Derek Hunter en Townhall.com. Fox News o, más a la derecha, el portal conspirativo Breitbart News, siguieron esta línea: consideran hipócrita la reacción progresista al despido del director del FBI, James Comey. Hillary Clinton, por ejemplo, culpó a Comey de su derrota en las presidenciales.

Agravio comparativo

Hunter critica la manera “francamente tosca, sin clase” en la que Donald Trump destituyó al director del FBI, pero hace una parodia de quienes critican sin descanso al presidente. “Cada movimiento, cada tuit es una amenaza para la democracia, una afrenta a la humanidad, y con seguridad llevará al fin de la vida humana tal y como la conocemos”.

Otros comentaristas de tendencia conservadora han comparado la cobertura de estos escándalos con el tratamiento que se dio a los problemas de la Administración Obama. Brandon Morse, en The Blaze, dice que, en 2012, las tres grandes televisiones de EEUU dedicaron 28 segundos al caso “Fast and Furious”, cuando el entonces fiscal general, Eric Holder, tuvo que testificar ante el Congreso por un escándalo de venta de armas. En marzo, el fiscal general actual, Jeff Sessions, recibió 73 minutos de cobertura el día después de conocerse que ocultó sus reuniones con el embajador ruso en Washington.

Entre el 20 de enero y el 28 de febrero de este año, los canales ABC, NBC y CBS dedicaron más de la mitad de su cobertura, el 54%, a Donald Trump. Según un estudio de Media Research Center, un grupo de análisis abiertamente conservador, el 88% de esa cobertura fue “hostil”: con muchas voces críticas y pocas favorables al nuevo presidente.

El profesor de ciencias políticas de la Universidad de Illinois, Brian Gaines, destacaba en El Confidencial la “profunda animosidad” de muchos medios contra Donald Trump. Gaines comparó el comentario que Trump le habría hecho a James Comey con las palabras de Barack Obama respecto a Hillary Clinton. “Su comportamiento parece similar al de Barack Obama, que declaró públicamente que Hillary Clinton fue descuidada pero no puso en peligro la seguridad nacional, mientras el FBI investigaba su gestión de información clasificada”.

¿Una "conspiración del estado profundo"?

Es decir, Trump habría hecho un comentario en defensa de Michael Flynn, investigado por el FBI, igual que Obama defendió, en su día a Clinton, pero entonces nadie habló de “obstrucción a la justicia”. También hay una cuestión de lenguaje. Según la información del Times, estas fueron las palabras de Trump a Comey en referencia a Flynn: “Espero que lo dejes pasar”. Ese “espero” fue convertido en una afirmación tajante: “Trump pidió a Comey que terminase la investigación de Flynn”.

El portal Vox.com analizó en paralelo la cobertura del Rusiagate: por un lado, en The New York Times; por otro, en Fox News y Breitbart. La opinión conservadora argumenta que Trump despidió a Comey por supuesta falta de profesionalidad: al manejar la investigación de los emails de Clinton y ahora por su insistencia en seguir con el caso ruso pese a la presunta falta de pruebas. Breitbart va más lejos, y denuncia una conspiración del “estado profundo”, progresista, que sabotea al Gobierno de Trump con filtraciones desde dentro.

Mollie Hemingway, en The Federalist, cuestiona la metodolodía: el uso excesivo de fuentes anónimas en la cobertura de cualquier tema, incluida la presidencia, y destaca la naturaleza poco fiable de las noticias de última hora. Por eso recomienda a los periodistas aplicar, con Donald Trump, las mismas normas de prudencia que aplicarían, por ejemplo, en la cobertura de un tiroteo: no depender sólo de fuentes anónimas, contrastar diferentes testimonios, no confiar en la información basada en lo que dicen otros medios, o pensar antes de retuitear.

La periodista enfatiza que prácticamente todas las informaciones que vienen de estas fuentes anónimas han sido negadas a cara descubierta por los afectados. Según voces anónimas citadas por The Washington Post, Donald Trump habría revelado información clasificada al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en una reunión privada. La noticia fue rápidamente adoptada por decenas de otros medios. Mientras, las personas presentes en aquella reunión se aprestaron a desmentirla. Hemingway usa el lema del Post (“La democracia muere en la oscuridad”) para cuestionar sus prácticas: “Si la democracia muere en la oscuridad, el anonimato no es exactamente transparente o responsable”.

Uno de los rasgos más distintivos de la Administración Trump es su profundo recelo de la cobertura periodística. Tanto el presidente como sus ministros, portavoces o allegados se quejan a diario de ser tratados “injustamente” por la mayoría de medios de comunicación. El escándalo suele ser el combustible de los grandes medios, su proteína: la carne roja con la que ganan fama y seguidores. En el caso de Donald Trump, ¿está justificado tanto ruido? El Rusiagate, ¿es tan grave como lo pintan la CNN o The New York Times? Este último publica hoy una historia titulada: "Despedir al 'demente' de Comey me quitó presión, le dijo Trump a los rusos", en referencia a la destitución fulminante del director del FBI, James Comey, la semana pasada, a la que siguió la visita del ministro de Exteriores ruso Serguei Lavrov en la Casa Blanca.

El redactor recomienda