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“No podemos ser ingenuos”: Europa reconoce las razones para temer a la globalización
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INFORME DE LA COMISIÓN EUROPEA

“No podemos ser ingenuos”: Europa reconoce las razones para temer a la globalización

Bruselas mantiene su defensa de la globalización, pero avisa de que a día de hoy no es simétrica, ni en el modo en que se juega el juego, ni en las consecuencias que tiene.

Foto: Suelta de globos escolares con deseos sobre Europa. (EFE)
Suelta de globos escolares con deseos sobre Europa. (EFE)

En el mundo de hoy en día, no se puede ser “ingenuo”. Lo avisa la Comisión Europea que, a tres días de la derrota -con más de diez millones de votos, no obstante- de Marine Le Pen en Francia, publica este miércoles un papel que pone el dedo sobre la candente llaga de la globalización. En el documento, al cuyo borrador ha tenido acceso El Confidencial, la Comisión llama a quitarse la venda de los ojos y reconocer que, aunque estrechar las relaciones con otros puntos del globo pueden ser enormemente beneficioso, también puede causar serios problemas. Y un gran descontento.

“Los miedos (ante la globalización) son sencillamente reales y, en algunos casos, justificados”, avisa Bruselas. Ignorarlos no solo no soluciona nada, sino que abre la puerta a que se enquisten y alimenten los peligrosos fantasmas nacionalistas de Europa. El auge de Marine Le Pen en Francia, de Geers Wilders en Holanda y de Norbert Hofer en Austria son más que un toque de atención, por no hablar de la victoria del Brexit y de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

En pleno proceso de renacimiento europeo, la Comisión pide a los países que aborden de una vez esta cuestión que parece tan abstracta, pero a la vez, provoca cambios tan tangibles en las vidas de los europeos. Para ello es necesario abandonar la retórica librecambista incapaz de autocrítica que ha predominado en las últimas décadas. Y, lo que es aún más difícil, lograr que los países se pongan de acuerdo para dar pasos concretos. Cuanto antes, puesto que hasta los envites proteccionistas de Trump pueden entorpecer la globalización, pero difícilmente retrasarla.

“Salvo que se den pasos de manera activa, hay un riesgo de que la globalización agrave el efecto de los avances tecnológicos y de la reciente crisis económica, y que contribuya a aumentar aún más las desigualdades y la polarización social”, avisa la Comisión.

Bruselas mantiene su defensa de la globalización, pero avisa de que a día de hoy no es simétrica, ni en el modo en que se juega el juego, ni en las consecuencias que tiene. “No debemos dudar en tomar medidas para restaurar una igualdad de condiciones allí dónde ésta esté amenazada”, afirma la Comisión. El problema es que “hay situaciones en las que existen reglas, pero no se respetan. Y arreglar las lagunas que hay en las normas internacionales, así como elevar los estándares, puede llevar tiempo”, afirma la institución.

Los casos abundan: comercio internacional desleal, dumping social, países que se benefician de la apertura de los mercados ajenos pero mantienen los suyos cerrados, sobrecapacidad, inversión extranjera que buscan más el espionaje industrial que el desarrollo de un negocio en Europa… Y los sospechosos, son los habituales. Por ejemplo China, con la que Bruselas protagoniza de tanto en tanto encontronazos, a cuenta de su política en el sector siderúrgico o de los paneles solares, entre otros.

Bruselas mantiene su defensa de la globalización, pero avisa de que a día de hoy no es simétrica

Otro de los caballos de batalla de la Comisión Europea, y muy especialmente de los comisarios Margrethe Vestager y Pierre Moscovici, es la persecución de la evasión fiscal. Desde su poderosa cartera de Competencia, Vestager ha hecho historia al reclamar a Apple que devolviera a Irlanda 13.000 millones de euros de impuestos que habría eludido pagar en su territorio. Pese a que Dublín -y otros países como Holanda, Malta, Bélgica o Luxemburgo- prefieren seguir haciendo la vista gorda ante ésta y otras prácticas de agresiva ingeniería fiscal. El papel de la Comisión parece apuntar a que mantendrá esta línea, sea o no controvertida.

Y es que ante el laxismo de algunos países, Bruselas advierte de que “estas estrategias privan a los gobiernos europeos de ingresos fiscales, y contribuyen a una sensación de injusticia, así como de que la integración global solo beneficia a las grandes compañías y los ciudadanos ricos”. Un caldo de cultivo idóneo para el auge de los movimientos populistas y anti-liberales que temen los Gobiernos europeos.

Pero la globalización no se detiene en cuestiones económicas, fiscales, financieras o monetarias, en absoluto. La Comisión también apunta a cuestiones clave que necesitan más atención, como el reto de gestionar la inmigración, la lucha contra el cambio climático y el fomento de las energías limpias, la persecución del terrorismo, la protección de los datos digitales y el combate contra el ciber-crimen, la promoción de la seguridad alimentaria, el fomento del desarrollo y la erradicación de la pobreza, por mencionar algunas. Y todo esto “es un reto político que al que tenemos que hacer frente ahora”, sin más retrasos.

En el mundo de hoy en día, no se puede ser “ingenuo”. Lo avisa la Comisión Europea que, a tres días de la derrota -con más de diez millones de votos, no obstante- de Marine Le Pen en Francia, publica este miércoles un papel que pone el dedo sobre la candente llaga de la globalización. En el documento, al cuyo borrador ha tenido acceso El Confidencial, la Comisión llama a quitarse la venda de los ojos y reconocer que, aunque estrechar las relaciones con otros puntos del globo pueden ser enormemente beneficioso, también puede causar serios problemas. Y un gran descontento.

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