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¿Puede volver a 'cerrar' el Gobierno de EEUU? Si Trump insiste en su muro, sí
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EL CIERRE DE 2013 COSTÓ 2.000 MILLONES DE DÓLARES

¿Puede volver a 'cerrar' el Gobierno de EEUU? Si Trump insiste en su muro, sí

Los demócratas se niegan a aprobar unos presupuestos de la Administración que incluyan su construcción, lo que provocaría la clausura temporal del Ejecutivo, que aún opera con fondos de 2016

Foto: El edificio del Capitolio durante una puesta de sol, en diciembre de 2016. (Reuters)
El edificio del Capitolio durante una puesta de sol, en diciembre de 2016. (Reuters)

El Congreso de EEUU acaba de volver de vacaciones y una Casa Blanca necesitada de éxitos ha pisado el acelerador esta semana: hoy presenta su esperada reforma fiscal, ha barajado otro intento de revocar la ley sanitaria “Obamacare”, y, sobre todo, requiere que las cámaras aprueben su presupuesto federal de 2017 este viernes. Sólo así puede evitar el cierre de las oficinas del Gobierno, que sigue funcionando con fondos de 2016.

Un cierre parcial por falta de financiación, como ocurrió en octubre de 2013, se notaría en varios frentes: 800.000 funcionarios serían temporalmente despedidos; la renovación o emisión de documentos oficiales, como pasaportes o permisos de conducir, quedaría congelada; 300 parques nacionales cerrarían sus puertas, y los préstamos oficiales a estudiantes o empresas quedarían paralizados. Aquellos 16 días de 2013, por ejemplo, costaron unos 2.000 millones de dólares a las arcas públicas.

Pero por encima de los inconvenientes concretos, el cierre de algunas oficinas federales (el Ejército, la policía y correos seguirían funcionando) sería un golpe grave al Gobierno más impopular jamás registrado en los sondeos. La aprobación de los presupuestos parecía asegurada hace días, hasta que el presidente, Donald Trump, añadió dos partidas de última hora: un aumento de 30.000 millones en el gasto de defensa y el dinero inicial, 3.000 millones, para empezar a construir el muro con México. Y es el muro, rechazado por los demócratas, lo que puede hacer descarrilar el apoyo parlamentario.

Foto: Mexicanos se manifiestan contra el presidente de EEUU, Donald Trump, en Ciudad de México. (Reuters)
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“Esta es, de lejos, su promesa de campaña más importante, y la que es más fácil de comprobar. En algún momento necesita tener algún muro cerca del Río Grande frente al cual sacarse una foto”, dice a El Confidencial Brian Arbour, profesor asociado de ciencias políticas en el John Jay College de la Universidad de CUNY. Arbour estima que Trump quiere cumplir 100 días de mandato con alguna promesa puesta en marcha.

Este sábado 29 de abril se cumplen esos 100 días, una fecha meramente simbólica pero de gran peso publicitario. Su origen está en la frenética actividad del presidente Franklin D. Roosevelt, que en sus primeros 100 días firmó 76 leyes y puso en marcha el New Deal, una ciclópea reforma socioeconómica que transformó el Gobierno federal. Esos días se convirtieron en un baremo por el que se mide, desde entonces, a sus sucesores.

A pesar de que el propio Trump enmarcó sus principales promesas de campaña en este límite, recientemente ha dicho en Twitter que los 100 días son un “estándar ridículo”. El presidente había prometido, en este periodo, iniciar la construcción del muro con México, revocar y reemplazar la ley sanitaria “Obamacare” y aprobar el mayor recorte fiscal en 30 años, entre otras medidas.

Ni una promesa importante cumplida

Ninguno de sus planes más publicitados se ha cumplido, por ahora. El presidente ha aprobado 28 leyes y 25 órdenes ejecutivas, el equivalente estadounidense al decreto. El único de sus grandes proyectos que ha llegado al Congreso es la contrarreforma sanitaria, que acabó en fracaso. El presidente ha pasado más tiempo de lo normal configurando su gabinete y aún le queda nombrar a 470 altos cargos federales.

Aquí está otro de los factores en juego: el aparente proceso de aprendizaje en el que están inmersos los encargados de aprobar estas reformas y de sacar adelante el presupuesto. “Trump, obviamente, no tiene experiencia de gobierno, ni entiende bien los asuntos”, declara el profesor Arbour. ¨[El presidente de la Cámara de Representantes] Paul Ryan llegó a su posición gracias a la pureza ideológica, no a los acuerdos legislativos. Él nunca ha aprobado una legislación importante, ni tiene el mejor control sobre su grupo. Y en el Senado hace falta el apoyo de, al menos, un demócrata”.

El director de Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, presionó a los demócratas condicionando la construcción del muro fronterizo a la ley sanitaria: si la oposición no aprueba esta partida, declaró, el Gobierno quitaría del presupuesto los subsidios sanitarios. Pero los demócratas, sin nada que perder, no han dado su brazo a torcer. “Siempre estoy dispuesto a hablar con él [Donald Trump], pero tiene que ser algo en que realmente escuche y se mueva en una dirección”, declaró el líder progresista en el Senado, Chuck Schumer. “Él no puede simplemente imponer lo que quiere”.

Foto: Donald Trump tras firmar una orden ejecutiva en Washington, el 19 de abril de 2017. (Reuters)

Tampoco el Partido Republicano se muestra muy dispuesto a fajarse por el muro. Su líder oficioso, Paul Ryan, declaró hace dos semanas que los fondos para construirlo no estarían incluidos en el presupuesto. Y uno de los senadores más críticos con la Administración, Lindsay Graham, afirmó este martes que el Congreso no financiaría el muro completo: “Jamás se construirá un muro de 3.500 kilómetros. Punto”. Una construcción que, según la promesa inicial de campaña, sería pagada por México.

En las últimas horas el presidente Trump ha mencionado lo opción de echarse atrás: de retrasar la partida del muro hasta septiembre y deshacerse así del mayor obstáculo al presupuesto. A diferencia del último cierre del Gobierno, en esta ocasión a nadie le interesa llegar a este extremo. “La última vez que hubo un cierre había un claro interés de una facción republicana para forzar a Barack Obama”, dice Arbour. “Esta vez nadie lo quiere, o no está claro quién se beneficiaría. No creo que haya un cierre el viernes”.

El presidente no puede permitirse otra herida a su imagen pública. Desde que se empezaron a publicar encuestas políticas hace 70 años, Donald Trump es el presidente más impopular a estas alturas de mandato. Su índice de aprobación, según Gallup, ronda el 40%; por debajo incluso de Gerald Ford.

El Congreso de EEUU acaba de volver de vacaciones y una Casa Blanca necesitada de éxitos ha pisado el acelerador esta semana: hoy presenta su esperada reforma fiscal, ha barajado otro intento de revocar la ley sanitaria “Obamacare”, y, sobre todo, requiere que las cámaras aprueben su presupuesto federal de 2017 este viernes. Sólo así puede evitar el cierre de las oficinas del Gobierno, que sigue funcionando con fondos de 2016.

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