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Los cristianos de Egipto: cuando las iglesias son una prisión dorada
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abandonados, no esperan nada de al sisi

Los cristianos de Egipto: cuando las iglesias son una prisión dorada

La minoría cristiana egipcia se siente discriminada y abandonada y no espera que las cosas mejoren con el presidente Al Sisi. “Los coptos están pagando ahora el precio del golpe”

Foto: Ataúdes de las víctimas del atentado contra la iglesia copta de Tanta, Egipto, el 9 de abril de 2017. (Reuters)
Ataúdes de las víctimas del atentado contra la iglesia copta de Tanta, Egipto, el 9 de abril de 2017. (Reuters)

No existen cifras reales del número de cristianos que viven en Egipto. Se estima que son entre el 8 y el 15% de la población. Para Merbat ese es un síntoma también “del poco interés que hay por esta minoría”. La mujer de unos 45 años, dirige una mirada de disgusto hacia el campanario de la Iglesia donde ha pasado la tarde rezando. Ya no es que se les discrimine legalmente que no tengan los mismo derechos, que no puedan construir iglesias, es como si no importaran. No tiene ganas de cháchara.

Los atentados del Domingo de Ramos que dejaron al menos 44 muertos y más de un centenar de heridos han vuelto a teñir de sangre el suelo de esos centros de culto que tanto les cuesta levantar. Porque las iglesias donde estos días se unen para celebrar en comunidad la Semana Santa, son en parte el refugio al que se les ha reducido. Una prisión dorada a la que los sucesivos dictadores egipcios les han relegado. “Se ha forzado a los cristianos a pensar que sólo pueden alcanzar a ver respetados sus derechos a través de la Iglesia. Nos obligan a creer que sólo así obtendremos Justicia. Es sólo una forma de controlarnos”, explica Mina Thabet, activista por los derechos de la minorías religiosas.

Que los coptos no se sienten seguros en Egipto es un hecho. Muchos han buscado su hueco fuera del país. Especialmente tras la llegada del hermano musulmán Mohamed Morsi al poder en 2012, no era raro ver colas enormes en la entrada de la embajada estadounidense, en El Cairo, donde la mayoría eran cristianos intentando conseguir sus visados y marcharse. Lo más rápido que pudieran. Cristianos coptos durante una misa de Navidad en el monasterio de Samaan el-Kharaz, Cairo. (Reuters)

Thabet explica el pavor que despertó en ellos la llegada del islamista. “No fue inteligente, debió haber tranquilizado a la comunidad y no lo hizo”. El presidente Abdelfatah Al Sisi se encargó de borrar a Morsi del mapa en un golpe de Estado y los cristianos (y millones de egipcios más) le apoyaron. Eso, es lo que les impulsa, o les impulsaba a respaldar sus políticas. La afinidad, la “amistad” que según el activista el Papa Tawadros II mantiene con el nuevo rais, hace que la posición de la Iglesia sea pro Gobierno. Algo que se ha vuelto contra ellos.

Dada la represión creciente contra cualquier voz opositora, el encarcelamiento y condena de islamistas, de activistas, de defensores de derechos humanos, de algún modo es como si, al justificar a Al Sisi, la Iglesia justificara también esos abusos. El propio Thabet ha sido encarcelado y teme que pronto pueda volver a prisión por su posición crítica a las políticas del dirigente.

Los coptos están pagando ahora el precio del golpe”, señala Tamer Aziz, cineasta. “La iglesia siempre se ha alineado con el Gobierno, les ha apoyado y eso ha abierto la puerta para que pasen cosas cada vez peores”. Desde 2013, cuando Al Sisi tomó el poder, la situación sólo ha empeorado para ellos. Se suceden los ataques sectarios y ahora la la proliferación del Estado Islámico deja en evidencia la falta de previsión y de políticas del presidente. No sirve tan sólo con reforzar la seguridad, declarar el Estado de Emergencia que desde este lunes estará vigente durante tres meses, debe haber otro tipo de políticas que acompañen, eduquen y ayuden a cambiar el modo en el que gran parte de la sociedad percibe a los cristianos, coinciden Thabet y Aziz. Una monja llora tras un atentado contra la catedral copta de Cairo, en diciembre de 2016. (Reuters)

Esta situación, la radicalización, es fruto de una política que como una pescadilla que se muerte la cola es causa y efecto al mismo tiempo. La ausencia de políticas económicas que empobrecen a la sociedad, la falta de libertades que la amordazan, la presión policial que la silencia… acaban empujando a millones de personas a un rincón desde el que, sin otras opciones viables, la radicalización parece la decisión más lógica.

“No hay nada que el Estado de Emergencia le vaya a permitir hacer a Al Sisi que no haya hecho hasta ahora”, señala. Y menos para proteger a los cristianos. Durante los servicios religiosos por las víctimas, muchos se revolvían ya contra el Gobierno. “Hemos estado aguantando mucho porque después de la revolución todo el mundo estaba agotado. Queríamos estabilidad. Y luego llegó Morsi… pero ahora la gente está realmente enfadada, sienten que han estado tragando y no han conseguido nada”. lamenta Aziz.

“Se sabe que no ha habido ningún tipo de seguridad y la gente ya no va a aguantarlo. En las redes sociales se ve que la gente empieza a protestar. Hasta ahora todo el mundo estaba más pendiente de la situación económica pero con lo que está pasando, con los atentados un día sí y otro también, va a ser muy difícil tragar con lo que diga la Iglesia [para justificar a Al Sisi]”.

No existen cifras reales del número de cristianos que viven en Egipto. Se estima que son entre el 8 y el 15% de la población. Para Merbat ese es un síntoma también “del poco interés que hay por esta minoría”. La mujer de unos 45 años, dirige una mirada de disgusto hacia el campanario de la Iglesia donde ha pasado la tarde rezando. Ya no es que se les discrimine legalmente que no tengan los mismo derechos, que no puedan construir iglesias, es como si no importaran. No tiene ganas de cháchara.

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