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Cristianos coptos, las eternas víctimas del yihadismo egipcio
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Domingo de Ramos sangriento en Egipto

Cristianos coptos, las eternas víctimas del yihadismo egipcio

Para muchos, los atentados de este domingo no son más que la confirmación de que los cristianos no le importan al Gobierno de Abdel Fatah al Sisi al que defiende la jerarquía eclesiástica copta

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Una ciudad bulliciosa como El Cairo tampoco guarda silencio cuando hay un atentado. El dolor, el duelo, en Egipto es sonoro y visual como lo es todo. Como el Domingo de Ramos que este ayer quedó teñido de sangre, velado en negro. Palmas y ramas de olivo cercenadas marcando una vez más las vidas de la comunidad copta que empezaba a celebrar la Semana Santa y que aún no ha olvidado la última vez que los terroristas se cebaron con ellos. El al menos medio centenar de muertos que ayer hizo saltar por los aires el Estado Islámico en Tanta y Alejandría, en sendos atentados contra iglesias, se unen a una larga procesión de víctimas que no empiezan ni mucho menos con el ISIS. Ni por desgracia acabarán con él. Para muchos en la comunidad, los atentados del domingo no son más que la confirmación de que los cristianos egipcios no le importan al Gobierno de Abdel Fatah al Sisi al que defiende la jerarquía eclesiástica copta.

El presidente egipcio señalaba en un comunicado que “este ataque solo reforzará” su “determinación para seguir con su trayectoria de seguridad, estabilidad y desarrollo”. Palabras vacías, aunque nadie se atreva a pronunciarlas contra el dictador. Igual de vacuos parecen los tres días de luto declarados en el país del Nilo. Pronto se olvidarán, como los nombres de las víctimas de los atentados de este domingo. La primera medida de Sisi ha sido declarar el Estado de Emergencia durante los próximos tres meses y desplegar tropas en puntos neurálgicos. Qué pretende conseguir con esa media extraordinaria, que no haya conseguido ya, es algo que se preguntan muchos egipcios hoy. ¿Están mejor protegidos los cristianos? Egipto ha vivido bajo el Estado Excepción la mayoría de los últimos 50 años. Y de forma continuada desde principios de los 80 hasta después de la revolución de 2011. Como en todo, parece estar caminando hacia atrás.

“¿Dónde está el Gobierno? No hay Gobierno”

Por eso la sangre y el dolor les sabe a los cristianos a lo de siempre. Así lo lamentaban ayer. “¿Dónde está el Gobierno? No hay Gobierno”, gritaba Maged Saleh tras escapar al atentado en Tanta, según diversas agencias. Las Iglesias en la capital egipcia no tenían mucha más seguridad: unas vallas para dificultar el acceso de vehículos y su propio muro y las puertas cerradas. Pero los policías que las vigilan parecían más despiertos. Un paseo por las inmediaciones, requiere una identificación, registro e interrogatorio completos.

Egipto sigue caminando a su ritmo, pero entre los muros de las Iglesias, ese abandono institucional va generando un rencor que muchos ya no pueden esconder. El Papa copto Tawadros II proclamaba tras el atentado que estos ataques no dañarán la unidad y la cohesión de la gente, pero los coptos viven cada vez más conscientes de que no son ciudadanos de primera ni de segunda.


En enero en la catedral de El Cairo, fueron otros 25 los muertos. El penúltimo de los muchos ataques sectarios que los cristianos sufren con frecuencia. Hace apenas un mes, cientos de familias tuvieron que huir de sus casas en El Arish, en el norte del Sinaí, tras el asesinato de siete cristianos. Los coptos se sienten abandonados, olvidados en un país en el que son minoría y en el que nadie parece cuidar de ellos. El Gobierno no tiene ningún plan para que regresen. Aseguran que la policía les ha dicho que no puede protegerles.

Anoche la catedral de San Marcos, en Alejandría, era un hervidero en el que se agolpaban las familias de los que perdieron la vida por la mañana. En una vigilia extraordinaria, los ataúdes se apiñaban rodeados de cuerpos, como la masa informe y anónima que parece ser la comunidad copta. Una masa que es sólo vista cuando se desangra a todo color por televisión. El resto del tiempo sus cuitas importan poco. La seguridad, la insistencia de un hombre en la entrada de la catedral de San Marcos, instando al suicida a pasar por el arco detector de metales, salvó muchas vidas. Ayer muchos coptos se atrevieron por primera vez en mucho tiempo a criticar esa falta de seguridad en sus templos, esa ausencia de medidas reales que protejan a la comunidad copta. Y también el respaldo incondicional de la jerarquía eclesiástica al Gobierno de Sisi. Las redes sociales eran un hervidero de solidaridad, carteles, mensajes y también de protestas. Algunos como Mina, recordaban cuando por primera vez los coptos se plantaron ante otro dictador, el depuesto Hosni Mubarak durante otro funeral de cristianos masacrados y le gritaron “No”. Él y cada vez más coptos se preguntan cuánto tardará la Iglesia en plantarse ante este Gobierno. Cuántos más muertos tendrá que haber.

Una ciudad bulliciosa como El Cairo tampoco guarda silencio cuando hay un atentado. El dolor, el duelo, en Egipto es sonoro y visual como lo es todo. Como el Domingo de Ramos que este ayer quedó teñido de sangre, velado en negro. Palmas y ramas de olivo cercenadas marcando una vez más las vidas de la comunidad copta que empezaba a celebrar la Semana Santa y que aún no ha olvidado la última vez que los terroristas se cebaron con ellos. El al menos medio centenar de muertos que ayer hizo saltar por los aires el Estado Islámico en Tanta y Alejandría, en sendos atentados contra iglesias, se unen a una larga procesión de víctimas que no empiezan ni mucho menos con el ISIS. Ni por desgracia acabarán con él. Para muchos en la comunidad, los atentados del domingo no son más que la confirmación de que los cristianos egipcios no le importan al Gobierno de Abdel Fatah al Sisi al que defiende la jerarquía eclesiástica copta.

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