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Cristianos contra cristianos en el avispero de Irak y Siria
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"SE RINDEN A LOS INTERESES DE TURCOS Y ÁRABES"

Cristianos contra cristianos en el avispero de Irak y Siria

Más de veinte facciones cristianas pelean ahora mismo en los Llanos de Nínive y Rojava. Les dividen las agendas de los “señores” kurdos, turcos y árabes a los que sirven

Foto: Combatientes iraquíes durante una misa dominical en una iglesia de Qaraqosh, retomada al Estado Islámico, cerca de Mosul. (Reuters)
Combatientes iraquíes durante una misa dominical en una iglesia de Qaraqosh, retomada al Estado Islámico, cerca de Mosul. (Reuters)

“Mi formación política entiende que los asirios de Irak necesitábamos armarnos para no dejar en manos de los kurdos o de los árabes la liberación de nuestras tierras ancestrales en los Llanos de Nínive. Pero, a la postre, el asunto de las milicias se ha convertido en una verdadera pesadilla que está a punto de arrojarnos a unos sobre otros”. Habla Srood Maqdasi, representante de la Entidad de Hijos de Beth Nahrain en el actualmente suspendido Parlamento kurdo de Erbil. Ha quedado con El Confidencial en la oficina de su partido en el barrio de Ankawa (Kurdistán) para charlar de las luchas fraticidas que dividen a su pueblo.

Mientras hallamos acomodo junto a una reproducción en escayola de un lamasu -los famosos toros alados a los que los asirios confiaban la protección de sus ciudades-, el nacionalista asirio informa de un hecho sorprendente: “Al igual que ya pasara en la vecina Siria, varias facciones de cristianos de Irak se han enfrentado a tiros entre sí sobre el tablero iraquí del conflicto, dejando sobre el suelo a varios milicianos”.

Los cristianos de Irak son una comunidad heterógenea de apenas 300.000 personas, frágilmente conectadas por su credo

En efecto, el enfrentamiento armado entre cristianos que Maqdasi menciona tuvo lugar el pasado mes de febrero en él area militar de los Llanos de Nínive controlada por Al-Hashd Al-Sha'abi, las Fuerzas de Movilización popular de mayoría chií bajo cuya bandera combaten varias de las milicias caldeo-asirias. Se desconoce la razón precisa que desencadenó el intercambio de fuego, pero ésta guardaría relación con las rivalidades entre los líderes de las partidas armadas envueltas en el rifirrafe, el primero del que se tiene noticia en Irak.

Cuatro muchachos cristianos resultaron gravemente heridos, mientras Salwan Momika, líder de una de las milicias implicadas -la recientemente creadas Fuerzas Siriacas de los Halcones- fue encarcelado por tropas gubernamentales y puesto en libertad quince días después. Tanto la pequeña partida que él lidera como sus oponentes -las Brigadas de Babilonia- han tomado parte en la liberación de los Llanos de Nínive y otras áreas del país legalmente integradas en Al-Hashd Al-Sha'abi.

El episodio, en todo caso, ha venido a subrayar un hecho generalmente ignorado por la prensa internacional que cubre los acontecimientos vinculados a la suerte de la minoría caldeo-asiria. Los llamados cristianos de Irak no son un grupo compacto de piadosos hombres y mujeres de iglesia, sino una comunidad heterógenea de apenas 300.000 personas, frágilmente conectadas por su credo. Entre ellos hay ateos, comunistas próximos a Dawronoye, anarquistas, clérigos y fieles apolíticos cuya identidad se ha forjado en torno a su parroquia y a su Iglesia, municipalistas libertarios cercanos al PKK y el PDY y, lo que es más sorprendente, varias facciones de nacionalistas enfrentados hasta el odio: los llamados arameos, los caldeos y los asirios.

Foto: Miembros de la milicia asiria NPF posan junto a su bandera para la prensa en Telskoff. (Foto: Ferran Barber)
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Estos últimos sostienen su ideario político sobre la certeza de que ellos, y no los árabes o los kurdos, son los verdaderos descendientes de los aborígenes de Mesopotamia y de las gloriosas civilizaciones de resonancias bíblicas que fundaron ciudades como Nínive o Nimrud. Su principal objetivo en estos momentos es crear una provincia autónoma o un “safe haven” (zona segura) bajo supervisión internacional en su último bastión de Bajdida o Karakosh (Llanos de Nínive).

Tanto los caldeos como los arameos forman parte de partidos instrumentales creados, respectivamente, por el Partido Democrático del Kurdistán, de Barzani, y los baazistas sirios y libaneses, para desactivar la capacidad de movilización que con los años han logrado los nacionalistas asirios. “El problema -dice a El Confidencial Srood Maqdasi- es que cada una de las milicias cristianas que ahora combaten en Irak obedece a agendas completamente ajenas a los verdaderos intereses de los cristianos, de modo que si los señores a los que sirven se enfrentan entre sí, también nosotros podemos acabar formando parte de un conflicto civil. Sólo en los Llanos de Nínive ya hay hoy más de seis grupos armados creados por los nuestros, y está pasando lo mismo con los chabaquíes o los yazidíes”.

Lo cierto es que Maqdasi no exagera porque eso es justamente lo que ya ha venido sucediendo en Siria desde el comienzo de la guerra. En el país vecino, existen esencialmente tres milicias afiliadas con los anarquistas kurdos de Rojava (el Consejo Militar Siriaco o CMS, la policía Sutoro y una pequeña unidad de mujeres) y otras dos, abiertamente partidarias del régimen de Al Assad (Sootoro y Gozarto). Hay una cuarta partida armada formado por lugareños cristianos de la ribera del Jabur que ha ido basculando de una a otra, pero que desde el pasado mes de enero, ha pasado a integrarse en una organización paraguas creada por el PDY, partido mayoritario que administra los cantones kurdos de Rojava.

Los enfrentamientos armados entre unos y otros han sido numerosos y han ocasionado heridos en varias ocasiones, lo que viene a confirmar que el peligro iraquí del que alerta Maqdasi es una posibilidad digna de contemplarse. En la provincia siria de Hasake, un comandante cristiano, David Gindo, fue supuestamente abatido a tiros por las YPG y varios pueblos del Jabur, fueron saqueados por sus aliados del Consejo Militar Siriaco. Todas las fuerzas cristianas progresistas que combaten junto a los anarquistas se denominan “siriacas”, “suroyas” o “sirianis” y rechazan frontalmente el ideario de los nacionalistas asirios de formaciones como ADO.

Bien es verdad que el modo en que se posicionan los civiles depende a menudo más del lugar donde se encuentran que de profundas creencias personales. Es decir que, tal y como señala el brigadista gallego Arges Artiaga, los cristianos son un grupo tan minoritario que no tienen otra opción que rendirse al poder político de turno. “En esto, no son muy diferentes al resto de la población siria. Ha pasado lo mismo en las zonas que controla el Estado Islámico. La mayoría de los musulmanes que se les han unido ni siquiera creen en lo que hacen. Sólo los extranjeros y algunos paletos locales se han tragado toda esa mierda del Daesh. Hemos visto partir coches de yihadistas hacia nosotros que se daban la vuelta y se reventaban contra los suyos”, asegura Artiaga.

El militar español viajó en dos ocasiones al norte de Siria para combatir junto a las unidades de voluntarios internacionales de Rojava y a su retorno se le imputó el asesinato de 28 yihadistas. Su caso, sin embargo, fue finalmente sobreseído. Durante tres meses, Artiaga fue asignado a la unidad que defendía del Daesh el área del norte de la ribera del río Jabur, enteramente cristiana. Él mismo fue testigo de las desaveniencias fraticidas que separan a las partidas armadas “surianis” desplegadas sobre el avispero sirio, de su nula autonomía y de su ciega obediencia a las autoridades militares de los Ejércitos bajo cuya bandera combaten. “Cuando comenzó la ofensiva para liberar de los 'yihadis' las poblaciones cristianas del lado sur del río, el Ejército de Assad tenía desplegados en la zona tanques, helicópteros y artillería pesada y, sin embargo, no movieron ni un dedo. Invitamos a participar en el ataque a las milicias cristianas afiliadas al régimen y todavía estamos esperando a que nos respondan. ¡Esa es la verdad y nadie podrá cambiarla!”.

Algo semejante sucedió más tarde en el transcurso de los enfrentamientos que se produjeron hace medio año en otras zonas cristianas de Hasake y Kamisli. “Todas las milicias asirias vinculadas al régimen no sólo se abstuvieron de pelear, sino que cedieron sus posiciones, mientras perdíamos a muchos de los nuestros en la lucha”.

“Ninguna de esas partidas armadas sirve a los verdaderos intereses de la comunidad a la que representa", dice el patriarca de los caldeos

Desde que Donald Trump ocupó la Casablanca, los think-tank de los cristianos favorables a la dictadura sanguinaria de Damasco han denunciado en varios informes “las atrocidades cometidas por el Consejo Militar Siriaco y las YPG”. Tampoco ellos han logrado sustraerse a la inquina y los odios fraticidas de un país donde se han identificado hasta la fecha a 2.000 contendientes, un puzzle intrincado y cuasi incomprensible de milicias y de juegos de vulnerables alianzas. Tanto en Siria como en Irak existe, sin embargo, un tercer elemento que todavía separa más a estos cristianos.

De una parte, en efecto, hay una miriada de partidos donde tienen cabida desde los comunistas y los anarquistas de Dawronoya hasta simpatizantes de los falangistas maronitas, y de la otra, varias comunidades de creyentes separadas por diferencias doctrinales entre al menos siete u ocho iglesias. Las más importantes de ellas son la del Este, Nestoriana o Asiria, la Siriaco-Ordotoxa o jacobita y la Caldea. Las dos primeras son autocéfalas y la última, de obediencia vaticana.

El clero de ambos países no desea ni oir hablar de los nacionalistas. Tal es así que nadie se ha opuesto más a las milicias que Luis Rafael i Sako, patriarca de los caldeos. “Cierto es que miles de jóvenes cristianos se han interesado por unirse a estos grupos paramilitares, pero también lo es que están movidos por el desempleo, la desesperanza y la pobreza”, asegura monseñor. “Ninguna de esas partidas armadas sirve a los verdaderos intereses de la comunidad a la que representa, sino a los líderes de los partidos que las patrocinan”.

“Mi formación política entiende que los asirios de Irak necesitábamos armarnos para no dejar en manos de los kurdos o de los árabes la liberación de nuestras tierras ancestrales en los Llanos de Nínive. Pero, a la postre, el asunto de las milicias se ha convertido en una verdadera pesadilla que está a punto de arrojarnos a unos sobre otros”. Habla Srood Maqdasi, representante de la Entidad de Hijos de Beth Nahrain en el actualmente suspendido Parlamento kurdo de Erbil. Ha quedado con El Confidencial en la oficina de su partido en el barrio de Ankawa (Kurdistán) para charlar de las luchas fraticidas que dividen a su pueblo.

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