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Donald Tusk, reelegido presidente del Consejo Europeo pese al veto de Polonia
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Un movimiento inaudito

Donald Tusk, reelegido presidente del Consejo Europeo pese al veto de Polonia

El Gobierno polaco se queda solo en su rechazo a su conciudadano y rival político

Foto: Donald Tusk (EFE)
Donald Tusk (EFE)

“No queremos ser rehenes de la política interna en Polonia. Esto parece Juego de Tronos”. Así ha zanjado la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaitė, las preguntas sobre el extraño movimiento del Gobierno de Varsovia para desbancar a su conciudadano, Donald Tusk, de la presidencia del Consejo Europeo. El resultado de la maniobra: llamadas de sus socios al orden y una votación en la que la ultraconservadora y euroescéptica Beata Szydło se ha quedado sola.

Pese al ruido, pocas nueces: Tusk ha sido reelegido, con 27 votos a favor y uno en contra, para seguir dos años y medio más al frente de la institución que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas. Lo único que ha logrado Varsovia es verse desautorizada por sus socios y una cascada de muestras de apoyo de los líderes europeos hacia Tusk. Incluso por parte de sus vecinos más cercanos, los que conforman el Grupo de Visegrado. “No vemos ninguna razón por la que Tusk no debería ser reelegido de nuevo. Debería seguir haciendo su trabajo. Tusk entiende la República Checa y la región centroeuropea”, ha dicho el primer ministro checo, Bohuslav Sobotka.

Como es tradición, se esperaba que el que fuera primer ministro polaco hasta 2014 reuniera el apoyo implícito de la mayoría de los países sin mayor discusión. Pero el ejecutivo liderado por Szydło sorprendió a todos al anunciar que presentaba a otro de sus nacionales, el eurodiputado Jacek Saryusz-Wolski, como su candidato oficial a suceder a Tusk. Saryusz-Wolski es miembro del partido que Tusk cofundó, Plataforma Cívica, y ocupaba una de las vicepresidencias del Partido Popular Europeo en la Eurocámara hasta que ha sido invitado a abandonar el grupo parlamentario tras la airada reacción de sus colegas a su candidatura.

La apuesta estaba de entrada perdida. El cargo del presidente del Consejo Europeo es elegido por mayoría, es decir, Polonia no tenía modo de vetar a Tusk. Y sin embargo, ha mantenido hasta el último momento a su candidato alternativo.

Foto: (Reuters)
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Injerencias políticas

El Gobierno polaco acusa a Tusk de haber “violando brutalmente” el principio de mantenerse neutral en su cargo y de injerencias políticas en su país natal. “Tusk ha fracasado a la hora de demostrar la adecuada imparcialidad”, no una, si no varias veces, según afirma Szydło en la carta en la que explica a sus colegas la decisión de su Ejecutivo de presentar otro candidato. Apunta a un caso concreto: la polémica adopción del presupuesto para este año, el pasado mes de enero, cuando Plataforma Cívica amenazó con llevar al Gobierno ante la justicia si firmaba las cuentas. “El intento de bloquear la adopción del presupuesto fue un intento de derrocar al Gobierno por medio de métodos no parlamentarios. El claro apoyo a estas acciones expresado por el presidente del Consejo Europeo no tiene precedentes”, denuncia Szydło.

A su llegada a la reunión con sus socios europeos, Szydło ha advertido de que no toleraría “una situación en la que no se escucha a un Estado miembro” y dijo que al escoger a un candidato en contra de la voluntad de un país se “rompen las reglas fundamentales de la UE, como la solidaridad, la cooperación y el respeto” entre los Estados miembros.

Ni el mensaje, ni las formas de Polonia han gustado en Bruselas. Primero porque tras la discusión europea se vislumbra un “affaire” político interno de Polonia. “Las batallas internas políticas de Polonia no tienen que lucharse a nivel comunitario. Tusk ha hecho un gran trabajo, y la UE no tiene que ser llevada a una crisis por este debate personal”, ha lamentado el canciller austríaco, Christian Kern.

Tusk se hizo con la presidencia del Consejo Europeo en 2014, cuando las encuestas de opinión ya apuntaban a la victoria del ultraconsevador y euroescéptico partido Ley y Justicia (Pis) en los comicios de 2015. Su fundador, Jaroslav Kaczynski, es un viejo rival de Tusk, al que trata de enterrar políticamente. Pero además, lo que iba a ser una cumbre apacible y ajena a polémicas, a la espera de que Reino Unido active de manera formal su salida de la Unión Europea, ha sido finalmente marcada por la polémica con Polonia en un momento en que los Veintisiete dicen aspirar a proyectar una imagen de unidad.

Defensa, seguridad, exteriores

En la agenda de los Veintiocho líderes europeos para este jueves figuran algunas cuestiones de gran interés para Polonia. Los líderes han discutido la necesidad de avanzar hacia una mayor cooperación europea en materia de Defensa y Seguridad. También se han adentrado en uno de los dossiers que mayor peso está tomando dentro de la cartera de Exteriores: la tensa situación que se vive en los Balcanes Occidentales. Aunque fuentes diplomáticas indicaron que los líderes no tenían previsto en un inicio hablar como tal de Rusia, sí que se esperaba que tuvieran en cuenta “la presencia de terceros” en la zona y su papel en la desestabilización de unos territorios históricamente muy volátiles.

“No queremos ser rehenes de la política interna en Polonia. Esto parece Juego de Tronos”. Así ha zanjado la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaitė, las preguntas sobre el extraño movimiento del Gobierno de Varsovia para desbancar a su conciudadano, Donald Tusk, de la presidencia del Consejo Europeo. El resultado de la maniobra: llamadas de sus socios al orden y una votación en la que la ultraconservadora y euroescéptica Beata Szydło se ha quedado sola.

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