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Francia suspira por Macron y su programa fantasma
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¿CANDIDATO DE PESO O BURBUJA MEDIÁTICA?

Francia suspira por Macron y su programa fantasma

Con Fillon golpeado por el 'Penelopegate' y la izquierda dividida, el benjamín de los aspirantes sueña con el Elíseo sin haber siquiera desvelado su programa electoral

Foto: Emmanuel Macron durante un mitin de campaña en Lyon, el 4 de febrero de 2017 (Reuters).
Emmanuel Macron durante un mitin de campaña en Lyon, el 4 de febrero de 2017 (Reuters).

Emmanuel Macron y sus seguidores tienen razones para creérselo. A poco más de dos meses de las elecciones presidenciales en Francia, el candidato sorpresa se impondría con holganza a Marine Le Pen en la segunda vuelta. Con François Fillon golpeado por el 'Penelopegate' y la izquierda dividida, el benjamín de los aspirantes sueña con el Elíseo que le prometen los sondeos, sin haber siquiera desvelado su programa electoral.

Más de 10.000 personas en Lyon; 8.000 en París… nadie como Macron abarrota palacios de deportes ni salas de concierto sin explicar en detalle en ningún momento cuáles son sus planes concretos para superar la crisis del empleo, la desindustirlización o la depresión sicológica que vive su país.

Macron y su movimiento, En Marcha!, han anunciado que solo a finales de febrero presentarán las recetas que aplicarán para poner en marcha la Francia del futuro. Sus rivales ya centran en su figura el grueso de las críticas, pero la ambigüedad mantenida por Macron impide, de momento, un ataque frontal. Solo caben las invectivas de rigor: "ultraliberal", según la izquierda; "continuador del 'hollandismo", según el centro-derecha; "candidato de los ricos y la globalización", según el Frente Nacional.

Los economistas Thomas Porcher y Fréderic Farah, próximos a la izquierda, describen su plan económico como "una pálida copia de lo que se ha hecho en Italia y España"

Para tener una ligera idea de qué propone Emmanuel Macron es necesario bucear en sus superficiales declaraciones y encuentros con la prensa, o en las generalidades que envía a sus más de 100.000 adherentes. No ha nacido cerca del mar, pero parece un experto en la pesca de arrastre, fiel a su filosofía de agrupar a votantes de todo el espectro ideológico.

Como exministro de Economía de François Hollande (durante cinco meses), de Macron se espera que haga lo que supuestamente no consiguió llevar a cabo por los obstáculos de su jefe y las presiones de los sindicatos. Considerado el reformista que iba a intentar liberalizar el rígido sistema francés, el ahora favorito al Elíseo dice no estar ni por el relanzamiento de la economía con dinero público ni por el rigor dogmático. Se trataría, según él, de llegar a un equilibrio entre la reducción de gastos y la necesidad de ayudar a la economía a superar la crisis. Pero sigue sin explicar cómo. Estas son las escasas medidas que sugiere:

Rechazo de la renta universal. Medida estrella del socialista Benoit Hamon. Macron replica que ese salario ya existe en Francia, conocido como RSA ( Ingresos de Solidaridad Activa). Se trata de una ayuda económica del Estado para los ciudadanos más pobres que varía según el número de hijos y otros factores. Macron quiere aumentar en 100 euros el monto del RSA y se opone a la idea de Hamon porque dice concebir el trabajo como "un factor de emancipacion y orgullo".

Jornada de trabajo flexible. Las 35 horas semanales, uno de los tabúes de la izquierda francesa, no es un problema de conciencia para el líder de En Marcha!. Propone la negociación según las ramas de actividad y sugiere algo más original, que los jóvenes puedan trabajar más de las 35, y los mayores de 50 años puedan rebajar ese límite, ahora oficial.

Reducción de la diferencia entre salario bruto y neto. Para ello, se propone suprimir las cotizaciones por sanidad y desempleo que el trabajador paga ahora. La medida se compensaría elevando en 1,7 puntos otro apartado del boletín de salario, la CSG (Contribution Social Generalizada), un impuesto destinado a financiar la generosa protección social francesa. De esta medida quedarían excluidos los parados y los jubilados con pensiones más bajas (un 40 por ciento del total).

Extensión de la indemnización por desempleo. Los artesanos, comerciantes o trabajadores autónomos -ahora excluidos- y "que han asumidos riesgos para desarrollar su actividad", podrán apuntarse y cobrar el paro. El tope de indemnización por desempleo -ahora, 7.000 euros al mes- sería rebajado.

Jubilación a la carta. Duración real y no fija de los años necesarios para jubilarse. Un concepto que en Italia está previsto que se acople en 40 años y que en Suecia ha resultado un fracaso, según ciertos expertos.

Ayuda a las empresas. Reemplazar el actual CICE (Crédito de Impuesto Competitividad Empleo), que ha rebajado las cargas a las empresas en 30.000 millones de euros en tres años, por un dispositivo durable. Reducir las cotizaciones patronales en 6 puntos e incluir a las empresas de economía solidaria, ahora fuera del dispositivo.

Salario mínimo libre de cargas impositivas. Actualmente es de 1.480 euros brutos al mes (1.153 netos).

Reforma "en profundidad" del impuesto a la fortuna. Supresión de la parte que sufraga "la economía real", es decir, la propiedad de una empresa o de acciones, y convertirlo en impuesto sobre renta inmobiliaria. Las obras de arte seguirán siendo exoneradas.

Sus detractores en el campo económico insisten en la diferencia entre la debilidad de sus propuestas y su éxito mediático. Para ellos, las pequeñas medidas de apariencia "social-liberal" suponen además una mayor complejidad administrativa sin repercusiones positivas. Muchas de las medidas hasta ahora solo insinuadas ya fueron aplicadas, subrayan, por el socialista Lionel Jospin, tras las sugerencias del socialdemócrata caído en 'desgracia sexual', Dominique Strauss-Kahn.

La llamada Ley Macron del Gobierno Hollande se concretó en la creación de líneas de autobuses a bajo precio, en la liberalización de la apertura de notarías, la facilidad para cambiar de banco y en una tímida apertura al trabajo dominical, otro de los tótems del sindicalismo local. La izquierda de la izquierda rechaza incluso otra de las recientes propuestas de Macron para los jóvenes: la apertura de las bibliotecas municipales los domingos. A ese mismo electorado ha dirigido también su idea de repartir 500 euros individuales para el consumo de "productos culturales".

"Copia a España e Italia"

Los economistas Thomas Porcher y Fréderic Farah, próximos a la izquierda, han publicado un libro ('Introducción inquieta a la Macron-economía') en el que escriben que el plan económico del joven aspirante "es una pálida copia de lo que se ha hecho en Italia y España en los últimos años". El ensayista Erci Verhaege le señala como "el primer candidato de la posverdad: poco importa si el programa es realista, lo importante es que guste".

Pero no todas las propuestas conocidas de Macron convencen. En su último mitin, en Lyon, insistió mucho más en el respeto al laicismo, para espantar los ataques a su supuesta simpatía por el comunitarismo. Lo cierto es que algunos olvidan que hace meses dejó claro que, para él, un musulmán debería sentirse orgulloso de ser francés antes de sentir lo mismo por ser musulmán. En todo caso, no ha entrado de lleno en el debate sobre la identidad, uno de los asuntos clave de estas elecciones.

Sus antiguas declaraciones se olvidan en los archivos porque él mismo las hace a cuentagotas. Y ese es el problema, o la ventaja. Macron esconde su programa definitivo, adaptando su discurso al día a día, con una precisión de astrofísico. En plena tormenta judicial sobre el 'affaire Fillon', En Marcha! anunció el fichaje del otrora famoso juez anticorrupción, Eric Halphen, el Baltasar Garzón francés (salvando las distancias).

Macron, apodado ya hace meses como "el Obama francés" es visto por el 'establishment' progresista como el mejor antídoto contra Trump y el Brexit

Halphen es la última de las personalidades en apoyar al exinspector de finanzas y exbanquero de negocios en Rothschild. El verde Daniel Cohen-Bendit (el 'Dany el rojo' del mayo del 68); Bernard Kouchner, uno de los creadores de Médicos Sin Fronteras, exministro de François Mitterand y también de Nicolas Sarkozy; Bernard Tapie, magnate y exministro de Mitterrand; otro millonario de izquierdas, Pierre Bergé, codueño de 'Le Monde', antiguo propietario de la marca Yves Saint Laurent, (fue novio del creador que dio nombre a la firma) y mecenas de la causa homosexual; Alain Minc, Jacques Attali, Eric Orsenna... Nombres que hacen levantar las cejas al llamado ciudadano medio, impresionado por el poder de atracción de Macron.

El candidato anti-Trump y anti-Brexit

A las playas del planeta Macron no paran de llegar náufragos de izquierda, centro y derecha. En el apartado de políticos profesionales destaca como apoyo de peso el alcalde de Lyón, Gerard Collomb, el social-reformista más crítico con su propio partido, el PS, intocable en su ciudad gracias a una alianza durable con centristas, verdes y personajes de la derecha local. A nivel nacional, Segolène Royal fue la primera dentro del propio Gobierno de su exmarido en mostrar su admiración por lo que ella y Collomb creen que es la promesa de la izquierda francesa.

¿Es Macron de izquierdas ? Eso afirmó cuando entró en el gabinete Hollande. Después confesó que no era socialista. Ahora insiste en que izquierda y derecha no son lo mismo, pero que es posible superar esas diferencias e intentar formar con éxito un apoyo electoral transversal. Es capaz de reunir en sus textos a Napoleón, Charles De Gaulle, Mitterand, Jacques Chirac o a la centrista Simon Veil (autora de la Ley de interrupción del embarazo). Todos caben en su equipaje hacia las urnas.

Macron, apodado ya hace meses como "el Obama francés", es visto por el 'establishment' progresista como el mejor ejemplo de anti-Trump y anti-Brexit. El único candidato a la jefatura del Estado que habla -bien- de la Unión Europea; el único que se permite en sus mítines la osadía de hacer ondear la bandera azul junto a la la tricolor.

Macron sabe que en cuanto anuncie su programa definitivo le van a despellejar. Por eso uno de sus colaboradores anunciaba que en tres semanas su líder estará "armado y con casco". Más le vale, si no quiere desinflarse como lo que muchos le definen: una burbuja mediático-política.

Emmanuel Macron y sus seguidores tienen razones para creérselo. A poco más de dos meses de las elecciones presidenciales en Francia, el candidato sorpresa se impondría con holganza a Marine Le Pen en la segunda vuelta. Con François Fillon golpeado por el 'Penelopegate' y la izquierda dividida, el benjamín de los aspirantes sueña con el Elíseo que le prometen los sondeos, sin haber siquiera desvelado su programa electoral.

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