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Los "censores" de Facebook en Alemania: secretismo, estrés y problemas psicológicos
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cobran poco más que el salario mínimo

Los "censores" de Facebook en Alemania: secretismo, estrés y problemas psicológicos

Un equipo de unas 600 personas de diferentes nacionalidades decide qué contenidos son inadecuados. La exposición constante a éstos tiene un gran impacto psicológico en los trabajadores

Foto: El logo de Facebook en una ventana durante un evento de la red social en Berlín, el 24 de febrero de 2016 (Reuters)
El logo de Facebook en una ventana durante un evento de la red social en Berlín, el 24 de febrero de 2016 (Reuters)

¿Busca un empleo en una exitosa empresa tecnológica, ligado a las redes sociales y en un ambiente internacional? ¿Y si, por unos 1.500 euros al mes, debe trabajar por turnos, analizando unas 2.000 imágenes al día de torturas, propaganda terrorista o pederastria? Pues bajo estas condiciones trabaja el ejército de "censores" de Facebook en Berlín. Más de 600 personas de distintas nacionalidades que, bajo una gran presión, hacen de basureros virtuales de la mayor red social, intentando retirar de la vista lo antes posible todos los contenidos tóxicos que se vierten sin descanso en millones de muros y grupos.

Sendas investigaciones publicadas recientemente por el diario Süddeutsche Zeitung y el medio digital especializado Mobilegeek arrojan algo de luz sobre las entrañas de uno de los departamentos más opacos de Facebook. El que sin duda desarrolla la tarea más ingrata de la compañía de Mark Zuckerberg. Su trabajo es cada vez más demandado a nivel social y, simultáneamente, está siendo terriblemente criticado. Cada vez que un pecho lactante o un falso pezón es censurado, las denuncias y las burlas se hacen virales. Pero cada vez más ciudadanos y gobiernos quieren que las redes sociales tomen cartas en el asunto y pongan coto a los excesos violentos, la discriminación, los comentarios racistas y a las noticias falsas. Por no hablar de las imágenes pedófilas y los vídeos yihadistas con violencia atroz que se difunden sin grandes cortapisas por internet y que la inmensa mayoría considera repulsivos. Los "censores" de Facebook son, de alguna forma, los "liquidadores" de la Chernobyl psicológica de principios del siglo XXI.

"He visto cosas que verdaderamente me han hecho dudar sobre la bondad del ser humano. Torturas y sexo con animales", asegura al diario alemán uno de los peones del ejército censor de Facebook, un moderador de contenido comercial, según la catalogación oficial de la empresa. No puede decir su nombre porque su contrato le prohíbe hablar con los medios. Tampoco le está permitido dar cuenta de los detalles de su trabajo ni las reglas que determinan qué pasa el filtro y qué contenidos son eliminados. Pero sus confesiones y las de algunos de sus compañeros dan una idea de cómo funcionan las cloacas de la red social. Hablan de unas condiciones laborales precarias, de unas reglas aplicadas con importantes dosis de subjetividad, de una gran presión para copar con el ingente volumen de contenidos colgado,... y con los efectos colaterales de visualizar a diario grandes cantidades del lado más oscuro del ser humano.

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"Desde que he visto vídeos de pornografía infantil podría hacerme monja", explica una empleada del departamento de censores de Facebook en Berlín. "No puedo volver a pensar en sexo. Llevo más de un año sin tener relaciones con mi pareja. En cuanto me toca empiezo a temblar", se queja esta joven. Otro compañero suyo cree que la empresa debería prepararlos antes y asistirlos después. "Sé que alguien debe hacer este trabajo. Pero debería ser gente entrenada para esto, a los que se ayude y a los que no se deje abandonados como a nosotros", razona.

Ellos y otras 600 personas trabajan en unas oficinas aparentemente anodinas de Berlín, la capital alemana de las start-ups tecnológicas. El ejército de censores está en funcionamiento desde el otoño del año pasado, cuando Facebook encargó a Arvato, una filial del gigante mediático y educativo alemán Bertelsmann, esta sensible tarea. El departamento está dividido por idiomas y, además de en alemán, se supervisan mensajes en árabe, turco, italiano y francés. Entre los empleados hay un grupo de refugiados, personas que han llegado recientemente a Alemania huyendo de los horrores de la guerra civil siria, de las atrocidades del regimen sirio y del Estado Islámico. Ahora, en Berlín, se ven forzados a visualizar vídeos de propaganda yihadista con decapitaciones.

placeholder Captura de pantalla de un video en el que el piloto jordano Muath al-Kasaesbeh es quemado vivo dentro de una jaula por militantes del Estado Islámico en febrero de 2015 (Reuters)
Captura de pantalla de un video en el que el piloto jordano Muath al-Kasaesbeh es quemado vivo dentro de una jaula por militantes del Estado Islámico en febrero de 2015 (Reuters)

"A los dos días vi mi primer cadáver"

"Metes tu contraseña y accedes una lista de espera. Hay miles de contenidos clasificados como denunciados", explica uno de los empleados sobre su rutina diaria. "En la lista hay de todo. Animales descuartizados, cruces gamadas, penes", dice de la ristra de material sobre el que tienen que decidir, el que los propios usuarios han alertado. Ahí empieza la criba manual de estos basureros virtuales. La tarea, relata, pasa frecuentemente factura: "A menudo pasa que la gente en la sala se marcha a toda prisa. Salen corriendo, gritan".

Los trabajadores también critican la carga de trabajo a la que están sometidos. Viene a sumarse al fuerte estrés que ya padecen por el tipo de contenidos. Según sus confidencias, un empleado raso cualquiera debe revisar unos 2.000 contenidos problemáticos al día. Esto significa uno cada 15 segundos. Durante ocho horas. Los responsables, por su parte, no lo tienen mucho mejor. Deben tomar una decisión en apenas ocho segundos. Y todo esto por un salario que, para los empleados más bajos, supera por poco el salario mínimo alemán, de 8,5 euros a la hora. Unos 1.500 euros al mes.

Tener que decidir qué contenidos deben eliminarse es controvertido para los "liquidadores". "Después de un par de días vi mi primer cadáver. Borré la imagen inmediatamente. Mi jefe se me acercó entonces y me dijo: 'Eso estuvo mal. Esta imagen no viola los estándares de Facebook. La próxima vez debes ser más preciso'", recuerda un empleado.

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Facebook les entrega un extenso catálogo de reglas con cientos de ejemplos y detalles. Pero al final son ellos los que, con su criterio personal, deben enfrentarse a cada caso concreto. Y a gran velocidad, no hay mucho tiempo para la reflexión. El trabajo se amontona. Uno de los trabajadores asegura: "Las reglas apenas se pueden entender. Una vez le dije a mi responsable: 'Esto no puede ser, la imagen está llena de sangre y es brutal. Esto no lo debería ver nadie'. Pero el me respondió: 'Eso es solamente tu opinión. Debes intentar pensar en lo que Facebook quiere'. Debemos pensar como máquinas".

El documento, en palabras del Süddeutsche Zeitung, que ha tenido acceso a gran parte de él, es "una especie de definición, para consumo interno, de la libertad de expresión", en el que "la compañía describe con exactitud, qué debe censurarse y que puede publicarse". Facebook siempre ha mantenido estas normas en el más absoluto de los secretos. De hecho, el gigante tecnológico se ha negado a entregar este tipo de información -así como datos sobre las condiciones de trabajo de sus "censores"- incluso ante las demandas del Ministerio de Justicia alemán. Los empleados tienen prohibido hablar con funcionarios o periodistas.

placeholder El ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, visita la oficina de Facebook en Berlín, el 29 de agosto de 2016 (Reuters)
El ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, visita la oficina de Facebook en Berlín, el 29 de agosto de 2016 (Reuters)

Inmigrantes "ladrones" pero no "terroristas"

Al censurar, la clave está en el detalle. Hay contenidos fuera de toda duda. Pero otros se encuentran en las borrosas fronteras de lo que se aprueba y lo que se borra. Ahí es donde surgen las dudas. ¿Qué es una crítica permisible y que es calumniar o alentar el odio? Según el criterio de Facebook, está permitido que se llame a los inmigrantes "sucios ladrones", pero no que se les califique como "terroristas, asesinos o delincuentes sexuales". "Asilados fuera" pasa el corte mientras que "Musulmanes fuera" es censurado, apuntan en Mobilegeek. Sólo se censuran los comentarios que se entiendan como un ataques (insultos, calumnias, descalificaciones genéricas y llamadas a la violencia, a la exclusión o a la segregación) a un grupo de los considerados protegidos (raza, etnia, nacionalidad, discapacidad grave, género, orientación sexual y religión). Desde el año pasado el colectivo "refugiados" está caracterizado como "medio protegido".

Asimismo, el contexto es determinante. Facebook insta a sus trabajadores a analizar de forma conjunta las imágenes cuestionadas y los textos que los acompañan. Por ejemplo, se ha de eliminar una foto de una persona agonizante con comentarios como "Mirad esto: ¡Cómo mola!". Tampoco deben superar los filtros de la red social imágenes de personas orinando, defecando, vomitando o menstruando de una forma humillante para el protagonista. Fotografías de este tipo pero de corte cómico -o con protagonistas famosos- son permitidas.

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No obstante, las reglas advierten en contra de la suposiciones. Mobilegeek muestra una foto que pasó el corte de Facebook en el que una fila de billetes llegaba hasta un horno abierto. El pie de la imagen decía: "¡¡Rápidamente me he montado un accidente judío!!". Aquí los "liquidadores" de Facebook apuntan que las reglas de la empresa obligan a no interpretar, por muy obvios que parezcan los contenidos. Otro ejemplo en este sentido son los usuarios de tendencia ultraderechista que cambian letras de palabras tabú para evitar la censura. Como los que se hacen llamar "Hagen Kreuz" en la red social porque suena muy similar a "Hackenkreuz" (cruz gamada).

El Gobierno alemán exigió el año pasado a Facebook y otras redes sociales y buscadores que se involucrasen de forma más activa en la lucha contra el racismo y el odio en internet. Según el Ministerio de Justicia alemán, la de Zuckerberg era la que más denuncias atendía, al borrar un 46 por ciento de los comentarios con quejas. No obstante, esta red social ha sido llevada a los tribunales en varias ocasiones en el país por no hacer lo necesario para poner coto a los mensajes xenófobos. En Alemania unos 28 millones de personas tienen cuenta en Facebook.

¿Busca un empleo en una exitosa empresa tecnológica, ligado a las redes sociales y en un ambiente internacional? ¿Y si, por unos 1.500 euros al mes, debe trabajar por turnos, analizando unas 2.000 imágenes al día de torturas, propaganda terrorista o pederastria? Pues bajo estas condiciones trabaja el ejército de "censores" de Facebook en Berlín. Más de 600 personas de distintas nacionalidades que, bajo una gran presión, hacen de basureros virtuales de la mayor red social, intentando retirar de la vista lo antes posible todos los contenidos tóxicos que se vierten sin descanso en millones de muros y grupos.

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