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El tesoro de Palmira que codicia el ISIS: los yacimientos de gas en el desierto
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9 millones de metros cúbicos por día

El tesoro de Palmira que codicia el ISIS: los yacimientos de gas en el desierto

La región aloja casi la mitad de las reservas del país y es el lugar por donde cruzan varios gasoductos importantes. Aunque tiene pocas posibilidades de comercializarlo, puede debilitar al régimen sirio

Foto: Captura de pantalla de un video de propaganda, presuntamente filmado en Palmira, el 11 de diciembre de 2016 (Reuters)
Captura de pantalla de un video de propaganda, presuntamente filmado en Palmira, el 11 de diciembre de 2016 (Reuters)

Mientras el mundo mira con desasosiego hacia las ruinas de Palmira, donde ha vuelto a ondear la insignia negra del Estado Islámico, el régimen de Bashar al Asad y su aliado ruso se echan las manos a la cabeza, no porque el mayor patrimonio histórico de Siria vuelva a estar amenazado por los yihadistas, sino por haber bajado la guardia y dejar que las huestes de Abu Bakr Al Bagdadi vayan a recapturar el tesoro energético de la zona: los yacimientos de gas del desierto central, como ya ocurrió en mayo de 2015.

Se ha venido especulando en los últimos días que la repentina embestida del ISIS en Palmira tiene que ver en parte con la reconquista de Alepo, lo que ha llevado a las tropas sirias y sus aliados, Irán y Rusia, a descuidar otros flancos de la guerra. Otros análisis apuntan a que las fuerzas sirias habrían subestimado el potencial que aún conserva el Daesh que, pese a sus recientes derrotas en Siria e Irak, envió el sábado a la monumental ciudad siria a 4.000 de sus mejores combatientes. Los yihadistas no se amilanaron ante el intenso bombardeo ruso para expulsarlos, y durante la madrugada del domingo consiguieron tomar la ciudad de Tadmur (el nombre moderno de Palmira), y su sitio arqueológico, haciendo retroceder a las tropas leales a Al Assad.

El ISIS siempre tuvo el ojo puesto en los grandes yacimientos de petróleo y gas de Jabal Shaer, a 150 kilómetros al noroeste de Palmira, y desde julio de 2014 ha intentado arrebatárselo al gobierno sirio en varias ocasiones. Tras haber sufrido varios asedios, que han dañado gravemente las instalaciones de la estación de recolección de gas en Shaer y han dejado varios pozos fuera de servicio, el régimen sirio blindó el área pero desprotegió los otros yacimientos de gas cercanos a Palmira. La última vez que el EI dijo haber asaltado las instalaciones de Shaer fue el pasado mes de mayo. En su portal Amaq, el EI colgó fotografías de yihadistas dentro de las instalaciones, pero se descubrió que era mera propaganda, ya que eran las mismas imágenes del año anterior cuando sí dominó la zona y tomó Palmira, según revela el portal especializado The Long War Journal.

Foto: Soldados sirios que patrullan un barrio de Alepo (Siria)

Para los yihadistas, volver a atacar los campos de gas en el desierto de la provincia central de Homs era una cuestión de tiempo. Y ahora ha sido el momento perfecto, cuando las fuerzas sirias estaban más confiadas, a punto de ganarle la guerra en Alepo a los rebeldes sirios, y, por lo tanto, habían bajado la guardia.

En este vasto territorio desértico se concentra el 45 por ciento de las reservas de gas de toda Siria. “Ha sido el sitio de mayor desarrollo en el sector de gas de Siria desde mediados de los años noventa que podría llegar a alcanzar una producción de 9 millones de metros cúbicos de gas crudo por día”, indica a El Confidencial Fuad Hawad, profesor adjunto de Ingeniería de Petróleo y Gas de la Universidad Libanesa Americana (LAU).

El epicentro de la industria del gas

El oasis de Palmira esta rodeado por los campos gasíferos de Arak, Dubayat, Hail, Hayan, Jihar, al-Mahar, Najib, Sukhneh y Abi Rabah que, según el experto en energía de hidrocarburos, es de donde sale la mitad de la producción de gas natural de Siria. Palmira es también “el punto de tránsito por donde pasan los gaseoductos que transportan gas desde importantes yacimientos en las provincias de Hasaka y Deir Ezzor”, en el noreste y el este de Siria, respectivamente, agrega Hawad. Palmira es el centro de la extracción o transferencia de “prácticamente toda la producción de gas de Siria, y donde se encuentran las plantas de procesamiento y de energía que suministran electricidad y gas para uso doméstico e industrial a las áreas donde vive la mayor parte de la población”, resume el profesor.

Uno de los principales interés del ISIS ha sido apoderarse de los recursos naturales de Siria e Irak para comercializarlos. Pero a diferencia del petróleo, que puede refinarse mediante procesos rudimentarios en instalaciones improvisadas, el gas requiere sofisticados equipos de purificación y una conducción de tuberías especializadas para el transporte, explica el experto en hidrocarburos. El Estado islámico solo controla una planta de procesamiento de gas conocida como "Conoco", ubicada al sur de Deir Ezzor.

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Para Hawad, el propósito del EI tras la recaptura de Palmira y sus campos de gas “es dejar al régimen sin una fuente importante de producción de energía e ingresos para poder presionarle”. Tras cinco días de ofensiva en Palmira, el grupo yihadista se ha hecho con el control de varias yacimientos de gas y petróleo, que incluyen los pozos de Yazal, Yahar y Mahar y las instalaciones de la compañía de gas Al Hayan, al noroeste de la ciudad, y que alimenta de electricidad a grandes áreas del este de Siria. También se apoderaron de una serie de aldeas y colinas estratégicas alrededor de Palmira, un pequeño aeropuerto militar ruso, y los silos de granos al este de la ciudad, confirma tanto el Observatorio Sirio de Derechos Humanos como la agencia Amaq, el canal oficial de propaganda del EI.

El grupo yihadista está ahora intentando arrebatarle a las fuerzas leales de Damasco la base aérea T4, el mayor aeropuerto militar de la provincia de Homs. Tras irrumpir de nuevo en la histórica ciudad de más de dos mil años, los yihadistas se han hecho con un sustancioso botín militar de armas pesada y tanques del ejército sirio.

La toma de Palmira por el ISIS ha sido, sin duda, un golpe para la moral de Damasco y de las tropas sirias, que ahora están celebrando la victoria sobre Alepo. Pero no se debe olvidar que la principal prioridad del régimen de Al Assad es restablecer su hegemonía en todo el país y, solo en segundo lugar, luchar contra el Estado Islámico. Tras consolidar su dominio sobre la segunda ciudad siria, los esfuerzos militares de las tropas leales a Al Asad y sus aliados chiíes regionales, seguramente, irán dirigidos a recuperar las zonas rurales de Alepo, por lo que no se espera de momento que Damasco vaya a enviar a un gran número de tropas para liberar Palmira.

Mientras el mundo mira con desasosiego hacia las ruinas de Palmira, donde ha vuelto a ondear la insignia negra del Estado Islámico, el régimen de Bashar al Asad y su aliado ruso se echan las manos a la cabeza, no porque el mayor patrimonio histórico de Siria vuelva a estar amenazado por los yihadistas, sino por haber bajado la guardia y dejar que las huestes de Abu Bakr Al Bagdadi vayan a recapturar el tesoro energético de la zona: los yacimientos de gas del desierto central, como ya ocurrió en mayo de 2015.

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