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El 'escándalo Colectiv': los 64 cadáveres que marcarán las elecciones de hoy en Rumanía
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a un año de la peor tragedia reciente

El 'escándalo Colectiv': los 64 cadáveres que marcarán las elecciones de hoy en Rumanía

Hace un año, un fatal incendio en un club nocturno de Bucarest expuso la corrupción del sistema e hizo caer el Gobierno rumano. Hoy los rumanos acuden a las urnas esperando que haya servido para algo

Foto: Un hombre protesta entre coches durante una protesta antigubernamental tras la tragedia del Club Colectiv, en Bucarest, el 3 de noviembre de 2015 (Reuters)
Un hombre protesta entre coches durante una protesta antigubernamental tras la tragedia del Club Colectiv, en Bucarest, el 3 de noviembre de 2015 (Reuters)

Bucarest, 30 de octubre de 2015. El grupo de rock Goodbye to Gravity presenta su último disco con un concierto en el Club Colectiv. Antes del descanso estallan fuegos artificiales. La espuma que cubre una columna se incendia. Las llamas se extienden al techo rápidamente. En menos de dos minutos la sala es un infierno. “Hay un incendio…. Nos estamos quemando vivos…”. La voz de la llamada al 112 se mezcla con los gritos de horror y el rugido del fuego. Mihai Grecea respira hondo antes de empezar a hablar. “Básicamente nos freímos. Yo estaba de cara e intenté cubrirme con las manos. Subí la cámara intentando protegerme el rostro. Perdí parte de la oreja, pero al menos todavía funciona… Se me abrasaron las manos. Sabía que tenía que agacharme pero me daba miedo que la gente me pasara por encima. En ese momento me di cuenta de que podíamos morir allí”.

Grecea, realizador de vídeo, era amigo de los componentes de la banda. Aquel día grababa para ellos la presentación en el Club. Él sobrevivió, pero 64 personas perdieron la vida, muchos de ellos amigos y conocidos de Grecea. En las calles de Bucarest, las mayores protestas desde la caída del comunismo en Rumanía acabaron con la dimisión del Ejecutivo y del primer ministro socialdemócrata Víctor Ponta. La palabra más escuchada fue corrupción. Colectiv parecía convertirse en el símbolo que los rumanos necesitaban para unirse contra la epidemia que asuela el país.

Grecea cree que las protestas fueron “una buena excusa para que un gobierno corrupto dimitiera”. “Fue una buena escenificación de cara a la galería. ‘Oh, es una demanda popular, tenemos que dimitir…’ Pero el exprimer ministro estaba tan salpicado… fue una buena salida para él”, concluye.

Un año más tarde los rumanos se enfrentan a las urnas para escoger a sus nuevos gobernantes y el menú ofrece pocas novedades. Ponta cedió el cargo de primer ministro a Dacian Ciolos, un tecnócrata ex comisario de Agricultura de la Comisión Europea que ha estado haciendo malabarismos para aprobar leyes con el apoyo de los partidos políticos representados en el Parlamento y que ahora se presenta con una candidatura independiente que apoyan dos formaciones conservadoras: la Unión para Salvar Rumanía (USR) y el Partido Nacional Liberal (PND).

Pero los sondeos señalan una vez más como favorito al Partido Socialdemócrata (PSD) con un 40%, a pesar de que muchos, como Grecea, consideran que está larvado por la corrupción: “Tenemos elecciones. Víctor Ponta, el exprimer ministro fue forzado a dimitir, pero el mafioso Liviu Dragnea, el presidente de su partido, el PSD, es todavía más popular Es el líder del mayor partido de Rumanía y se presenta a las elecciones y es probable que salga elegido”.

Los socialdemócratas escogieron como sustituto del exministro Ponta a Dragnea, un exministro de Desarrollo Regional que fue condenado a dos años de cárcel por fraude electoral. Aún así, como apunta Grecea, podría haberse convertido en primer ministro, pero no le bastará el apoyo de su partido: el presidente rumano, el conservador Klaus Iohannis, que ha declarado la guerra a la corrupción, ha señalado que se opondría a su nombramiento como jefe del Gobierno, así que el PSD tendrá que barajar otras opciones para liderar un eventual Ejecutivo. Sin candidato claro, el PSD baraja los nombres de dos exministros.

Para el realizador, superviviente de Colectiv, cualquier resultado con los socialdemócratas al frente sería más de lo mismo. “Víctor Ponta quizá no gane pero él es el señor de las marionetas”.

El país más corrupto de la Unión Europea

Rumanía es el país más corrupto de la Unión Europea en la lista de Transparencia Internacional 2015. Y el segundo más pobre, según Eurostat. A finales de 2014, se habían registrado más de 6.600 casos de corrupción. Entre ellos el del ex primer ministro socialdemócrata Víctor Ponta, que dimitió tras el incendio de Colectiv. Ponta estaba siendo investigado por blanqueo de dinero, evasión fiscal, falsedad de documentos y conflictos de intereses y el presidente Klaus Iohannis, líder del Partido Nacional Liberal, había pedido su dimisión sin éxito. El artículo 72 de la Constitución rumana garantiza inmunidad parlamentaria. Senadores y diputados no pueden ser inculpados, imputados o detenidos sin el acuerdo de la Cámara que necesita una mayoría que reconozca si hay pruebas suficientes para retirar ese privilegio.

Colectiv puso sobre la mesa los trapos sucios de una democracia que pelea por acomodarse en la Unión Europea a la que se unió en 2007, mientras, en casa, muchos consideran que no podrá hacerlo sin quitarse de encima esos lastres heredados del comunismo. El Club no tenía permiso para grandes aforos, tampoco las salidas necesarias y usaba materiales inadecuados de construcción, como aislamientos no ignífugo. Según Mihai Grecea, un espejo de cómo se hacen las cosas en Rumanía: “Saltándose las leyes”. “Los dueños del club, ávidos de dinero, sobornan a las autoridades y tienen sus permisos y licencias para el club incluso si no está todo bien”, explica. Uno de cada tres rumanos consultados dice que ha pagado dinero para acceder a servicios públicos en el último año, de acuerdo al barómetro realizado por la ONG Transparencia Internacional.

placeholder El primer ministro Dacian Ciolos durante una entrevista en Bucarest, el 6 de diciembre de 2016 (Reuters)
El primer ministro Dacian Ciolos durante una entrevista en Bucarest, el 6 de diciembre de 2016 (Reuters)

La Fiscalía tiene abiertos tres casos penales pero aún no hay fecha para el juicio de Colectiv y según Olivia Alexandru, abogada de algunos de los supervivientes, ninguno de los imputados permanece en prisión. “Tenemos muchas leyes para encajar con los estándares europeos pero no las imponemos; no tenemos quien las aplique o quien sancione a aquellos que no las obedece”. Antes del incendio de Colectiv existían leyes que establecían el protocolo para obtener las licencias para un pub o un lugar público, según la letrada. También leyes especificando la normativa para obtener una licencia de seguridad.

“En el caso de Colectiv nadie comprobó o asumió que si das una licencia sin tener toda la documentación, no sólo sobre el papel, sino en el local puedes enfrentarte a una situación como esta. Eso es lo más frustrante", asegura Alexandru. “Los investigadores que vieron que no había extintores con fecha apropiada, que vieron esa esponja [no ignífuga]en la pared, no hicieron nada… no lo denunciaron a la autoridad. No lo declararon e intentaron hacerlo bajo cuerda, a cambio de dinero, y cuando todo estuviera listo pues nadie se enteraría”, denuncia. Pero no llegaron a ese momento. Apenas un mes después se produjo el incendio.

Grecea cree que “algo pasó” cuando se produjeron las protestas, pero “no lo suficiente” para propiciar ahora un cambio real. “Cuando estaba en el hospital pensaba que esto no podía seguir así, algo tiene que cambiar. Tenemos un gobierno de tecnócratas el último año, pero mi sensación es que todo lo que ocurre en el espacio público, en las instituciones, en Rumanía y en las posiciones de la sociedad más importante es provisional. Diletante”.

El grado de corrupción es tan grave que el Gobierno la considera una amenaza al potencial desarrollo del país, por lo que la ha incluido en su Estrategia Nacional de Defensa para el período de 2015 a 2019. En el documento se especifica que “hace al Estado vulnerable, genera prejuicios sobre la economía (…) y tiene un impacto negativo en su imagen”. También el Servicio Rumano de Información (SRI) la considera una amenaza en potencia contra la seguridad nacional.

Las instituciones fallan

Pero esa toma de conciencia paulatina de las instituciones no han logrado rebajar la preocupación de los ciudadanos. Rumanía obtuvo 46 puntos en el último Índice de percepción de la Corrupción de 2015, que publica la Organización para la Transparencia Internacional. Incrementaba su puntuación del año anterior, lo que supone que la ciudadanía tiene una peor percepción de la misma. Estos datos la lleva al puesto 58 de 167 países donde 0 supone percepción de altos niveles de corrupción y 100 percepción de niveles muy bajos de corrupción del sector público que tienen sus habitantes.

¿Por qué entonces un partido como el PSD, sembrado de casos de corrupción se mantiene líder en los sondeos para las legislativas? Rumanía tiene casi 20 millones de habitantes de los cuales la mitad viven en zonas rurales. Según un estudio del Banco Mundial para la Estrategia Nacional de Inclusión Social y Reducción de la Pobreza, la tasa de pobreza relativa en esas zonas rurales es del 38 por ciento. Lo que supone que uno de cada dos niños en el campo vive en la pobreza.

“Hay una distancia enorme entre cómo la gente en las zonas rurales y en las grandes ciudades ve cómo funciona todo. Quieren que la gente sea estúpida (en términos de educación civil o política), para poder controlarles. Es como funciona desde la época comunista”, subraya Grecea.

Los contendientes han basado sus campañas en promesas populistas y no en atajar lo que muchos consideran la raíz del problema: la corrupción que enferma a Rumanía y la mala situación económica del país. Tanto el Partido Socialdemócrata como el Partido Nacional Liberal han propuesto programas económicos en los que se eleva mucho el gasto público y, con ello, aumentaría el déficit,estimado en el 2,8 % para 2016, según datos publicadas por la agencia EFE. Los socialdemócratas prometen un aumento de las pensiones y eliminar el IVA para las viviendas. Los liberales doblar los sueldos a los médicos (que ganan de media 400 euros al mes) a partir de junio de 2017, y que los funcionarios cobrarán un 30 por ciento más de aquí al año 2020.

placeholder El presidente rumano Klaus Iohannis visita el Club Colectiv tras la tragedia, a finales de octubre de 2015 (EFE)
El presidente rumano Klaus Iohannis visita el Club Colectiv tras la tragedia, a finales de octubre de 2015 (EFE)

El socialdemócrata Dragnea y su equipo, por ejemplo, apuntan a una gran inversión en medicina con un nuevo hospital gigante en Bucarest, una escuela de medicina universitaria, un centro de investigación farmacéutica, clínicas especializadas y otros ocho centros regionales de menor escala para mejorar la atención sanitaria. Una promesa que parece responder directamente al escándalo tras el incendio de la sala de conciertos.

Colectiv también dejó al descubierto cómo esa corrupción está ocasionando un fallo de las instituciones en su conjunto, empezando por los hospitales. Más de la mitad de los fallecidos, 37, murió en los centros a consecuencia de infecciones en las semanas y meses que siguieron. La doctora Camelia Roiu denuncia que se ocultó a las familias la realidad fruto de años de abandono y corrupción. “Sabíamos que el hospital estaba infectado con bacterias que eran muy resistentes a todos los antibióticos, que los pacientes se infectarían en un par de días y morirían…” Roiu, que desde que dio la cara y denunció la situación del sistema de salud asegura estar recibiendo presiones, arremete también contra la “mafia” imperante. Lo que ocurre es un secreto a voces. Y pone un ejemplo. “Muchos médicos usan varios guantes para operar y evitar contaminarse”. El nivel de infección “sólo es equiparable al de países en vías de desarrollo. Sólo derrumbando los hospitales hasta los cimientos se podría acabar con ella”.

Una investigación periodística de Catalin Tolontan publicada en el diario Gazeta Sporturilor, reveló en primavera que unos cincuenta hospitales del país, entre ellos nueve de Bucarest, habían estado utilizado productos de desinfección adulterados. La empresa proveedora, la farmacéutica Hexi Pharma, diluía tanto los productos que su poder desinfectante era nulo.

Caos hospitalario

La doctora Roiu ha pasado mucho tiempo recopilando pruebas. Muestra unos vídeos en los que un paciente de la unidad de quemados es literalmente devorado por gusanos que se desarrollaban en sus heridas abiertas. Cuando vio lo ocurrido en Colectiv finalmente reunió el valor para denunciar y ha sido condenada al ostracismo entre sus propios compañeros por ello. Ella los denomina simplemente mafia.

También Grecea: “Los funcionarios públicos son un problema, y son tan poderosos en los ministerios que no puedes cambiar nada. La administración política de los gabinetes hereda a estos [funcionarios] desde hace 20 años. Son los mismos y son los líderes de una mafia, como hemos podido ver en el sistema de Salud conectado con la industria farmacéutica. Y no puedes hacer nada”.

Sin embargo no se permitió a las víctimas de Colectiv viajar a otros países de la UE para recibir asistencia. Por eso las víctimas y sus familiares culpan al sistema en su conjunto por lo ocurrido. Muchos como Miluta Flueras, fotógrafo de conciertos, no supieron lo cerca que habían estado de morir hasta meses después. La primera cirugía la tuvo tres días después del incendio. Las manos, la espalda, el cuello, la cabeza, perdió el pelo y su pierna izquierda también quedó afectada.

Miluta Flueras (Foto: M. Á. Sánchez)“Mis manos tenían un aspecto horrible pero me empeñé en mirarme desde el primer día”, explica sonriente. “El hospital estaba sobrepasado”. El fotógrafo pasó 42 días hospitalizado: “La segunda semana descubrieron que tenía un coágulo en la cabeza y no lo habían visto. Al principio no era consciente del peligro en el que estuvimos. Me decían que no tenía infecciones, que todo estaba bien, pero cuando conseguí mi informe médico vi que había estado infectado por pseudomonas varias semanas”.

Flueras atribuye su recuperación a la suerte y su buena constitución física que otros, como el joven Alex Iancu, no tuvieron. Su padre, Eugen Iancu enseña fotos de un chaval con una guitarra siempre en las manos, barbilampiño, con el pelo negro y una media sonrisa. Dice que era guapo, inteligente y cariñoso y que tenía talento: “Qué voy a decir si es mi hijo”. Su rostro se ensombrece por un momento. “Le tuvieron en el hospital y no me dejaron moverlo a Europa. La respuesta oficial fue que no podíamos trasladarle ni siquiera por nuestra cuenta”, explica. “Llegaron con órdenes oficiales y diciéndonos que todo estaba bien, que tenían todo el equipo, los medicamentos, pero la realidad es que no lo tenían”. El primer sábado murieron 13 personas, recapitula. “Eso cambió todo porque todos quisimos llevarnos a nuestros familiares fuera”.

“El informe médico dice que le dieron varios antibióticos diferentes, cuando ya sabían que había una infección en los hospitales y que iba a acabar con su sistema inmunitario [haciéndole más vulnerable]”, señala buscando entre los papeles y enseñando la página del historial médico de su hijo Alex donde se detallan los medicamentos.

Una oportunidad para el cambio

“Todo está corrompido en Rumania y lo que ocurrió en Colectiv es como un espejo de nuestra sociedad. Es el mayor ejemplo de cómo podemos estar corrompidos. Todas las instituciones están corrompidas”, puntualiza Iancu.

placeholder Manifestantes marchan por una gran avenida de Bucarest en el aniversario de la tragedia del Colectiv, el 30 de octubre de 2016 (Reuters)
Manifestantes marchan por una gran avenida de Bucarest en el aniversario de la tragedia del Colectiv, el 30 de octubre de 2016 (Reuters)

En su opinión, sin embargo, no se han producido grandes cambios. “Los políticos son los mismos, no han cambiado. Los rumanos tampoco. Lo importante es como juzgamos la corrupción. No queremos reconocer la mala situación en que se encuentran los hospitales, que no estamos preparados para salvar la vida a alguien”, lamenta el empresario. Sin embargo valora la experiencia del Gobierno de tecnócratas al frente del que ha estado Ciolos, el candidato independiente respaldado por los conservadores.

Y opiniones como la suya podrían dificultar a los socialdemócratas poder formar Gobierno si surge una coalición fuerte que respalde a Ciolos, de 47 años, y formado en instituciones europeas. El primer ministro ha liderado un gabinete de tecnócratas con 18 carteras ocupadas por gente joven con experiencia en instituciones europeas y en empresas privadas, así como activistas y diplomáticos. Ha intentado acometer cambios, aceptado la dimisión de cuatro ministros, por escándalos o incapacidad en su gestión, y ha sustituido a otros cuatro ante la lentitud en la aplicación de reformas.

Grecea lo ve como algo temporal: “[Los políticos] saben que dentro de poco sus chicos estarán de vuelta”. Teme que las reivindicaciones, las protestas y la frustración se queden en las redes sociales, donde Iancu escribía el pasado octubre, en el aniversario del incendio: “Ha pasado un año, la corrupción, el robo, el asesinato, la estupidez, la insensibilidad han alcanzado su cota máximo. El nuevo Gobierno no lo ha hecho todo bien, pero he visto a gente nueva, gente joven trabajando 20 horas al día. Estoy cansado de los que llevan años robándonos, destruyendo el país y matando. El futuro de nuestros hijos murió con Colectiv, pero a ellos no les importa. Si la gente vota por los mismos políticos se convertirán en cómplices de los que mataron a nuestros hijos”.

Bucarest, 30 de octubre de 2015. El grupo de rock Goodbye to Gravity presenta su último disco con un concierto en el Club Colectiv. Antes del descanso estallan fuegos artificiales. La espuma que cubre una columna se incendia. Las llamas se extienden al techo rápidamente. En menos de dos minutos la sala es un infierno. “Hay un incendio…. Nos estamos quemando vivos…”. La voz de la llamada al 112 se mezcla con los gritos de horror y el rugido del fuego. Mihai Grecea respira hondo antes de empezar a hablar. “Básicamente nos freímos. Yo estaba de cara e intenté cubrirme con las manos. Subí la cámara intentando protegerme el rostro. Perdí parte de la oreja, pero al menos todavía funciona… Se me abrasaron las manos. Sabía que tenía que agacharme pero me daba miedo que la gente me pasara por encima. En ese momento me di cuenta de que podíamos morir allí”.

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