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La conexión Taiwán de la Administración Trump: ¿un arma contra China?
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¿se reunirá trump con la presidenta taiwanesa?

La conexión Taiwán de la Administración Trump: ¿un arma contra China?

El presunto error del presidente estadounidense podría no ser sino una jugada muy calculada obra de varios miembros prominentes de su entorno, partidarios de la causa taiwanesa frente a China

Foto: Un motociclista pasa tras una bandera taiwanesa en Taipei, en octubre de 2016. (Reuters)
Un motociclista pasa tras una bandera taiwanesa en Taipei, en octubre de 2016. (Reuters)

La sorprendente conversación telefónica entre el presidente electo Donald Trump y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, con la que se ha roto con casi 40 años de estudiada diplomacia entre ambos gobiernos, ha abierto la caja de Pandora en Extremo Oriente. Se han disparado los rumores sobre un posible encuentro en Washington entre Tsai y el nuevo inquilino de la Casa Blanca, y el mundo permanece en vilo ante la posible ira de China. Y el martes, en mitad de la tormenta, Stephen Yates —uno de los nombres clave en lo que podría definirse como ‘la conexión taiwanesa de Trump’— aterrizaba en Taipei. Se trataba de un viaje teóricamente privado, pero a mediodía comparecía en una multitudinaria rueda de prensa dirigida a aclarar dudas sobre la dirección que va a tomar la política exterior estadounidense en Asia.

“Trump ha dejado claro durante su campaña que no tiene intención de abogar por cambios de régimen ni intervenciones dramáticas, pero también ha subrayado que su prioridad será reevaluar su relación con sus aliados, así que podemos anticipar que habrá una reevaluación de la relación con China, por ejemplo, en lo que se refiere a Corea del Norte", explicó Yates. El estrés que provoca en el 'establishment' estadounidense e internacional cada palabra que Donald Trump pronuncia o tuitea desde su elección ha quedado bien patente tras la llamada del viernes (los dos países rompieron relaciones diplomáticas en 1979 y desde entonces solo ha habido relaciones comerciales), y los múltiples intentos de los asesores de Trump por ‘apagar el fuego’ en Washington dejan constancia de ello. "En general, creo que se han sobredimensionado sus palabras respecto a su intención de revisar pactos y alianzas, hay que interpretarlo como las reevaluaciones que se hacen en los negocios. […] En esta transición presidencial, no hay más incertidumbre que en las anteriores”, insistió varias veces Yates.

Este político, autor del capítulo dedicado a las relaciones con la isla del programa del partido republicano, y a quien se había erróneamente atribuido el mérito de organizar la llamada, vivió en Taiwán como misionero mormón durante dos años, domina el mandarín y lleva años ejerciendo como conexión entre la isla y el partido republicano. Se ha entrevistado con todos los presidentes taiwaneses, aunque el martes no confirmó si se reuniría con Tsai. No forma parte del equipo de transición de Trump, pero, según sus propias palabras, está en contacto constante con ellos.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE

El que fuera asesor de seguridad del vicepresidente Dick Cheney y es hoy presidente del partido republicano en Idaho ha confirmado ante la prensa que él no tuvo relación en la gestión de la llamada. Además, subrayó que nadie le ha ofrecido ningún puesto en la Administración entrante y que hablaría a título personal, aunque en ningún momento lo pareció. “Aceptar una llamada de teléfono congratulatoria no significa que vaya a haber cambios en la política de una sola China [el reconocimiento diplomático de que solo existe la China continental],” dijo varias veces, e incluso alabó al ministro de Exteriores chino, Wang Yi, por haber sabido poner en contexto la llamada al calificarla de algo “pequeño”.

Pero ha habido otras alarmas. El domingo, una nueva bomba política llegaba a las páginas del diario taiwanés 'Apple Daily', que, quizá porque estaba escrito en chino y apenas se tradujo en prensa inglesa, no llegó a explotar: Tsai Ing-Wen podría encontrarse en persona con Trump en enero. “Los ayudantes de Tsai están tratando de conseguir una reunión con Rience Priebus, y no descartan un encuentro con Trump en Nueva York tras una visita oficial a Nicaragua”, afirmaba el diario. Priebus es el nuevo jefe de gabinete de la Casa Blanca y presidente del Comité Nacional Republicano, quien también visitó Taiwán durante la campaña electoral y cuyo antagonismo hacia China es ampliamente conocido. Él, junto a Yates y a Edwin Feulner, fundador del 'think tank' Heritage Foundation —donde se incubó toda la política de la era Reagan, y cuyos miembros están haciéndose con múltiples cargos y asesorías alrededor de Trump—, forman la conexión taiwanesa de Trump. Feulner también estuvo en Taiwán en octubre para entrevistarse con la presidenta.

El rumor sobre el posible encuentro en Nueva York con Trump, que citaba fuentes gubernamentales anónimas, fue desmentido por la oficina de Tsai, que, según el diario 'Taipei Times', lo calificó de “especulación salvaje”. Preguntado al respecto ayer, Yates dijo no saber nada, pero sugirió que aprobaría una reunión entre ambos. “¿Pienso que sería una buena idea que nuestros líderes se encontraran y hablaran? La respuesta que yo daría, a título personal, es indudablemente que sí, aunque solo sea porque si los líderes de China dicen que los líderes elegidos democráticamente en Taiwán son provocadores [por haber llamado a Trump] y eso puede dañar los intereses estadounidenses, es mejor que hablemos con los líderes de Taiwán para entender quiénes son y qué piensan”, dijo, apuntando sin decirlo a las críticas de China. No obstante, ese comentario bastó para que el mismo martes el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, dijera que exigirá a Estados Unidos que prohíba a Tsai hacer escala o sobrevolar su territorio durante su viaje a Centroamérica.

"El emperador chino está desnudo en Taiwán"

Taiwán es una isla en todos los sentidos: es el país más progresista de Asia, con elecciones democráticas desde hace dos décadas (siglos, en términos asiáticos), libertades civiles y economía de libre de mercado. Para rizar el rizo de la modernización, tiene una ministra transgénero y está discutiendo si aprobar el matrimonio gay, además de ser, respecto a todos sus vecinos, quizás el país que mejor trata a sus mujeres, aunque la mayoría de ellas renuncien a trabajar después de tener hijos, algo que en lugares como Japón es prácticamente obligatorio. Sin embargo, Taiwán sigue siendo rehén de las políticas de la Guerra Fría, puesto que China la considera parte de su territorio —fue parte de ese país desde finales del siglo XVII a finales del XIX—, aunque tras la victoria de Mao la isla se convirtió en refugio para más de dos millones de exiliados y así nacieron las dos Chinas. La llamada política de una sola China, por la que solo un país en el mundo puede llamarse así (ambos reclaman ese título para sí), sigue dominando las relaciones internacionales y apenas 22 países sin ningún peso político en el escenario mundial reconocen ante la ONU la existencia de Taiwán, cuyo nombre oficial es Republica de China (o ROC, por sus siglas en inglés). El resto prefiere agachar la cabeza y reconocer solo a la China comunista, no vaya a ser que el gigante asiático aúlle y se vengue económicamente de ellos.

“Yo creo que ya es hora de que alguien le diga al emperador chino que está desnudo, en lo que a Taiwán se refiere”. Con esta metáfora, el profesor de la National Taipei University Jerome K. Keating, autor de varios libros sobre la historia económica de la isla, como 'The Mapping of Taiwan', trataba de explicar el absurdo de una relación anacrónica que convierte a China en una especie de padrastro castrador de Taiwán en lo político, pero en su principal socio en lo económico, y al mismo tiempo impide que Estados Unidos tenga una embajada en Taiwán, pero permite que sea el noveno socio comercial en cuanto a facturación.

“Los americanos llevan 70 años sin decidirse, viviendo en la ambigüedad. Nadie quiere pronunciar la palabra independencia, pero en la práctica la isla ya lo es. El PIB de Taiwán figura entre los 30 más altos del mundo, es un país económicamente mucho más importante que el 70% de los demás, y resulta que cuando estalló la epidemia de SARS, no podía pedir ayuda en la ONU y otros organismos internacionales porque oficialmente no existe. Es ridículo. Hay que acabar con esta situación”. Keating, que ha aplaudido la llamada, aunque no comparta las ideas ni métodos de Trump, conoce bien a Yates, con quien viajó a Europa hace unos años en una especie de gira “para pedir más espacio político para Taiwán”. “Es un hombre muy comprometido con Taiwán, no creo que todo esto sea simplemente un movimiento de ajedrez para ver cómo respira China”.

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Sin embargo, otros no opinan lo mismo. Michael Boyden, que lleva tres décadas viviendo en la isla y dirige la consultoría Taiwan Asia Strategy Consulting, sí cree que Taiwán podría ser el más perjudicado si se mueven las piezas del tablero internacional. “Es muy difícil entender el sentido de la llamada entre Tsai y Trump, pero sin duda no es algo accidental. Creo que indica que el nuevo presidente ya no quiere a China como socio estratégico, algo que Obama ha impulsado, y que prefiere verlo como un competidor. Está claro que la relación entre Estados Unidos y China va a ser muy accidentada con la nueva Administración y creo que Taiwán va a quedar atrapada en medio”. En su opinión, la posibilidad de que la política de una sola China se aborte es prácticamente nula, por muy anacrónica que resulte. “Estamos hablando de 'realpolitik', no es algo que se pueda deshacer. Nos llevaría a una confrontación en el mar del sur de China. Y en Pekín saben el poder que tienen, por eso han preferido no darle importancia a la llamada y tratarlo como una tontería del nuevo presidente”.

La propia Tsai, que tras su investidura en mayo se negó a reconocer la política de una sola China (su partido aboga veladamente por la independencia), trataba el martes de quitarle importancia al asunto al hablar frente a un grupo de periodistas estadounidenses de visita en Taiwán. “Tengo que insistir en que una llamada de teléfono no puede considerarse un cambio de dirección política. No creo que vaya a haber cambios en un futuro cercano porque todos valoramos la estabilidad en la región”. No obstante, el mundo parece acordarse mucho estos días de la película 'Teléfono rojo: volamos hacia Moscú', de Stanley Kubrick. En aquella cinta, tan irónica y divertida como apocalíptica, Peter Sellers interpretaba tres papeles diferentes, entre ellos el de un asesor presidencial enloquecido que disfrutaba pensando en la idea de una guerra nuclear contra Rusia que se desencadena precisamente por las obsesiones anticomunistas de otro consejero.

Salvando las distancias, y teniendo en cuenta que la Guerra Fría se superó hace décadas y hoy lo único que parece importar en el mundo es la balanza comercial, aún falta conocer todos los nombres que rodearán al nuevo e imprevisible presidente, y cómo se comportará cuando se siente en el Despacho Oval. Sí se sabe una cosa: John Bolton está en las quinielas para secretario de Estado. El exembajador ante la ONU durante la Administración Bush y subsecretario de Estado en su primera legislatura (la de las inexistentes armas de destrucción masiva que defendió su jefe de entonces, Colin Powell) es célebre por su falta de diplomacia, está obsesionado con Corea del Norte y su posición hacia China es muy agresiva. Fue él quien visitó a Trump la mañana en que Tsai Ing-Weng le llamó a Nueva York, según 'The New Yorker'. Hace un año, en una tribuna en 'The Wall Street Journal', abogó abiertamente por restablecer relaciones diplomáticas con Taiwán como arma contra China, y siempre ha defendido tomar medidas drásticas contra los coreanos. Y esto, señores, no es una película de Kubrick.

La sorprendente conversación telefónica entre el presidente electo Donald Trump y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, con la que se ha roto con casi 40 años de estudiada diplomacia entre ambos gobiernos, ha abierto la caja de Pandora en Extremo Oriente. Se han disparado los rumores sobre un posible encuentro en Washington entre Tsai y el nuevo inquilino de la Casa Blanca, y el mundo permanece en vilo ante la posible ira de China. Y el martes, en mitad de la tormenta, Stephen Yates —uno de los nombres clave en lo que podría definirse como ‘la conexión taiwanesa de Trump’— aterrizaba en Taipei. Se trataba de un viaje teóricamente privado, pero a mediodía comparecía en una multitudinaria rueda de prensa dirigida a aclarar dudas sobre la dirección que va a tomar la política exterior estadounidense en Asia.

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