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Europa tiembla por la dimisión de Renzi tras una derrota aplastante
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BEPPE GRILLO, EL GRAN BENEFICIADO

Europa tiembla por la dimisión de Renzi tras una derrota aplastante

Pueden pasar meses hasta los nuevos comicios. Un tiempo precioso para la economía italiana y con un calendario de elecciones europeas que convierten la derrota de Renzi en otra brecha en la UE

Foto: El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anuncia su dimisión en una rueda de prensa en Roma, el 4 de diciembre de 2016 (Efe).
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anuncia su dimisión en una rueda de prensa en Roma, el 4 de diciembre de 2016 (Efe).

Matteo Renzi había decidido apostar fuerte. Apostar fuerte a la modificación de 47 de los 139 artículos de la Constitución; apostar fuerte con el fin del bicameralismo perfecto; apostar fuerte con una ley electoral que daba a la lista ganadora el 54% de los escaños. Y sobre todo, había decidido apostar fuerte transformando el referéndum constitucional de este domingo en un plebiscito sobre su Gobierno. Pero la estrategia con la que se hizo con el liderazgo del Partido Democrático y, poco más tarde, del Gobierno, dos años después no ha funcionado. El 'no' a la reforma constitucional sumó casi el 60% de los votos. Veinte puntos de distancia sobre el 'sí' que, junto a un alto dato de participación (el 68,3%), dan la medida de una derrota anunciada pero inesperada en sus proporciones.

Las consecuencias han sido inmediatas. Renzi no esperó a que acabara el recuento y, poco después de medianoche, compareció en Palazzo Chigi, la sede del Gobierno, para disipar las dudas de los últimos días y anunciar su dimisión. “Asumo toda la responsabilidad de la derrota. Yo he perdido, no vosotros”, dijo refiriéndose a los sostenedores del 'sí´. Poco después pronunció la frase clave: “La experiencia de mi Gobierno acaba. Quería reducir los sillones. El sillón que salta es el mío”.

El primer ministro más joven de Italía asumió que no podía haber otra salida después de un voto al que había vinculado su futuro político, en lo que para muchos ha sido su principal error. Su dimisión deja una vez más en la incertidumbre a un país con 63 gobiernos en 70 años (y con este que acaba ya 64) y confirma otra tendencia, el cada vez más rápido desgaste del capital político: hace tan solo dos años, en las elecciones europeas, bajo su liderazgo, el Partido Democrático obtuvo una sonada victoria, con más del 40% de los votos.

[Lea aquí toda la información sobre el referéndum de Italia]

¿Qué ha pasado en el medio? La respuesta se puede quizá buscar en las declaraciones que hacía un matrimonio de electores de centro-izquierda a la salida de un colegio electoral en un barrio popular del sur de Roma. “No tenemos alternativas. Pero queremos que haga las cosas serias que había dicho y que no ha hecho”, decían casi al unísono Franco, de 69 años, y Marisanta, de 62. Él es jubilado, ella persigue una jubilación que, a pesar de tener más de 40 años cotizados, se le ha escapado hasta tres veces debido a los cambios introducidos por sendas reformas. “Ahora me falta un año, pero ya ni me lo creo hasta que no firme”.

Junto a ellos estaba su hijo, de 30 años. Marisanta decía que una de las razones por la que votó 'no' era la reforma laboral aprobada por Renzi, que en su opinión no había solucionado uno de los problemas más acuciantes del país, es decir la precariedad y el desempleo juvenil. “Mi hijo es ingeniero, licenciado con matrícula de honor y gana 1.300 euros, muy en precario. ¿Qué tienen que ver con nosotros la Confindustria [la patronal italiana] y estos empresarios de los que Renzi se rodeó en la Leopolda”, decía Marisanta, refiriéndose al evento político fundado por Renzi en 2010 y con el que dio el salto a la política nacional tras pasar por la alcaldía de Florencia.

Renzi anuncia su dimisión.

Lo que Franco y Marisanta y muchos electores de centro-izquierda no querían era que su 'no' en el referéndum llevara a una dimisión del primer ministro, distanciandose así del resto del frente de los contrarios a la reforma constitucional que, desde la xenófoba Liga Norte, hasta Forza Italia y el Movimiento 5 Estrellas, puntaban directamente a una caída del Gobierno.

El mayor beneficiario de este resultado es el movimiento fundado por el cómico Beppe Grillo que, tras obtener en junio importantes victorias como la alcaldía de Roma y Turín, pide ahora que se vuelva cuanto antes a las urnas. “¡Viva! Ha ganado la democracia”, escribió en su blog Grillo, que había hecho un llamamiento en campaña para que la gente votara “con el estómago y no con la cabeza”. “Este voto significa dos cosas: Renzi adiós. Y los italianos tienen que volver a votar lo antes posible”, añadió anoche.

¿Qué pasará ahora?

Tras el Consejo de Ministros, hoy Renzi irá a ver al presidente de la República, Sergio Mattarella, para presentar oficialmente su dimisión. A partir de allí el jefe del Estado empezará una ronda de consultas con todos los principales partidos. La hipótesis de momento más probable es que se vaya hacia la formación de un nuevo Gobierno, encabezado por un político del PD o un tecnócrata, con el objetivo de definir una nueva ley electoral ya que el Italicum, aprobado hace unos meses, estaba vinculado a la reforma constitucional y solo se refería a la Cámara de Diputados. Únicamente después de la aprobación de la nueva ley se iría a nuevas elecciones.

Mientras tanto podrían pasar meses. Un tiempo precioso para un país cuya situación económica está lejos de ser brillante y con un calendario de elecciones europeas para los meses que vienen que convierten la derrota de Renzi en un nuevo dolor de cabeza para la Unión Europea. Aunque el referéndum sobre el euro que el Movimiento 5 Estrella enarbola en cada campaña electoral es inviable porque lo prohíbe la Constitución (habría que modificarla para permitirlo), que en Italia vuelvan a soplar los vientos del euroescepticismo no es una buena noticia para Bruselas.

El voto de este domingo deja sobre todo un país más dividido, con un tejido social muy desgastado y un nivel de enfrentamiento tan alto que la primera tarea de cualquier nuevo Gobierno tendría que ser, decían estos días muchos analistas, reconstruir la unidad nacional.

Matteo Renzi había decidido apostar fuerte. Apostar fuerte a la modificación de 47 de los 139 artículos de la Constitución; apostar fuerte con el fin del bicameralismo perfecto; apostar fuerte con una ley electoral que daba a la lista ganadora el 54% de los escaños. Y sobre todo, había decidido apostar fuerte transformando el referéndum constitucional de este domingo en un plebiscito sobre su Gobierno. Pero la estrategia con la que se hizo con el liderazgo del Partido Democrático y, poco más tarde, del Gobierno, dos años después no ha funcionado. El 'no' a la reforma constitucional sumó casi el 60% de los votos. Veinte puntos de distancia sobre el 'sí' que, junto a un alto dato de participación (el 68,3%), dan la medida de una derrota anunciada pero inesperada en sus proporciones.

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