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'Greatest hits & bluffs' de Fidel Castro: los triunfos y errores de su biografía política
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muerte de fidel castro a los 90 años de edad

'Greatest hits & bluffs' de Fidel Castro: los triunfos y errores de su biografía política

La vida de Fidel Castro ha estado plagada de espectaculares triunfos y enormes fracasos que bastarían para animar varias biografías políticas. Aquí resumimos las más importantes

Foto: Fidel Castro habla frente a un mural del Che Guevara durante un acto en La Habana, en junio de 2005 (Reuters)
Fidel Castro habla frente a un mural del Che Guevara durante un acto en La Habana, en junio de 2005 (Reuters)

La vida de Fidel Castro ha estado plagada de espectaculares triunfos y enormes fracasos que bastarían para animar varias biografías políticas. Como protagonista de todas ellas, no es de extrañar que el viejo revolucionario haya sido un símbolo ambivalente, de lo mejor y lo peor, para millones de personas a lo largo y ancho del planeta.

Las victorias: Playa Girón

placeholder Fidel Castro durante la batalla de Playa Girón (Reuters)
Fidel Castro durante la batalla de Playa Girón (Reuters)

“La primera gran derrota del imperialismo en América Latina”. Así suele mencionar la propaganda cubana la derrota de la invasión organizada por la CIA en Bahía de Cochinos. Las tropas revolucionarias cubanas no sólo lograron vencer militarmente a las fuerzas de exiliados anticastristas y los mercenarios de apoyo que desembarcaron en las costas cubanas; tras un juicio público, acabaron organizando el intercambio de los prisioneros de guerra por… compota para los niños. La jugada de relaciones públicas no podía haberle salido mejor a Fidel Castro.

Angola

A pesar de victorias como la batalla de Cuito Cuanavale –ganada, se dice, a pesar de las órdenes de Fidel, que trataba de teledirigirla desde La Habana-, para las tropas cubanas la guerra de Angola ofrece un balance ambiguo. Más de 400.000 civiles y 52.000 pasaron por el país africano en el marco de la llamada Operación Carlota, que tomaba el nombre de una esclava negra lideró una insurrección en la isla antillana. Los combates fueron duros: unos dos mil cubanos perdieron sus vidas, en muchos casos víctimas de enfermedades y accidentes, a menudo sin entender muy bien qué se le había perdido a Cuba en aquella parte del mundo. Sin embargo, la participación cubana en Angola permitió a Fidel atribuirse parte de la responsabilidad del final del Apartheid en Sudáfrica, como admitió el mismo Nelson Mandela.

El documental "Cuba, una odisea africana", explica la proyección de la Revolución Cubana en el continente africano

La crisis de los balseros

5 de agosto de 1994. Es el peor momento del Período Especial, y el descontento aflora: cientos de personas inician disturbios en el Malecón de La Habana. Fue el llamado "Maleconazo", la única insurrección verdadera a la que ha tenido que hacer frente el régimen cubano en seis décadas. Fidel Castro, consciente del riesgo, montó en un Jeep y se plantó en el lugar, y consiguió calmar a los que protestan, prometiendo que cualquiera que quiera abandonar la isla podrá hacerlo libremente. Miles de cubanos se echaron al mar en cualquier cosa que flotase, incluyendo neumáticos y embarcaciones improvisadas, dando lugar al inicio de la famosa crisis de los balseros.

Imágenes del llamado "Maleconazo" de 1994


La pelota pasó así al bando estadounidense. Ante la llegada masiva de balseros, la Administración Clinton se vio obligada a modificar la llamada Ley de Ajuste Cubano –que otorgaba residencia estadounidense y privilegios a todos aquellos cubanos que alegasen estar huyendo de la dictadura de Castro-, introduciendo la cláusula “Pies secos, pies mojados”: desde entonces solo se acogería a aquellos cubanos que pidiesen asilo una vez en territorio estadounidense; aquellos a los que la Guardia Costera recogiese en el mar serían devueltos a Cuba. La medida generó un intenso malestar en la comunidad cubanoamericana, y Fidel Castro consiguió darle la vuelta totalmente a una situación que de otro modo podría haber culminado con su caída.

El caso Elián González

En cuanto se hizo pública la odisea de Elián, el niño balsero superviviente de un naufragio en el que falleció su madre, el olfato político de Castro le hizo comprender que aquella situación solo podía favorecerle. El padre del niño, que había permanecido en Cuba, pedía que se le devolviese a su hijo, mientras sus parientes en el exilio se negaban a entregarlo. Si el menor era devuelto a la isla sería un gran triunfo político, pero si la justicia estadounidense fallaba a favor de que permaneciese en EEUU, sería extremadamente fácil condenar al “Imperio” por separar a un padre de su hijo.

Las autoridades cubanas se volcaron con Elián. Durante meses, Fidel aprovechó cada ocasión disponible para exigir su regreso a Cuba, se organizaron innumerables actos públicos “por Elián”, y se llegó a cambiar el currículum escolar para incluir un sinfín de actividades sobre el asunto. Finalmente, los tribunales fallaron a favor del progenitor, y la fiscal general Janet Reno ordenó al FBI que sacase al niño de la casa de sus parientes, que lo retenían a pesar de la sentencia judicial. Elián no solo regresó a Cuba, sino que en los años siguientes participaría en numerosos actos públicos junto a Fidel.

Los ‘cinco héroes’

“Volverán”, repitió durante años, una y otra vez, el Comandante. La llamada “Red Avispa”, una trama de espionaje cubano en las organizaciones anticastristas del exilio que llegó a penetrar el Pentágono, fue desmantelada por el FBI en 1998. Varios de sus miembros huyeron a Cuba, y otros aceptaron cooperar con las autoridades estadounidenses. Cinco de ellos, sin embargo, se negaron a revelar información tras su captura. Durante los siguientes 16 años, la campaña por su liberación sería una de las grandes causas de la diplomacia cubana.

Dos de ellos fueron liberados años después tras haber cumplido sus condenas casi íntegras. Los tres restantes, sin embargo, tendrían que esperar a que la Administración Obama pusiese en marcha el acercamiento a Cuba. En ese marco, fueron intercambiados por el contratista Alan Gross, empleado de la agencia estadounidense de cooperación USAID, a quien La Habana acusaba de ser un espía, y por un agente de la CIA capturado. Para Fidel, la imagen de la llegada al aeropuerto de La Habana de “los tres héroes”, altamente populares y queridos por el pueblo cubano, tuvo un valor propagandístico imposible de medir.

Las derrotas: la crisis de los misiles

Ha sido la ocasión en la que el mundo ha estado más cerca de una guerra nuclear. El despliegue de misiles rusos en Cuba, a menos de 200 kilómetros de territorio estadounidense, estuvo a punto de provocar una confrontación con armas atómicas que, de hecho, técnicamente debería haber ocurrido: lo único que lo impidió fue la negativa de un comandante soviético a acatar las órdenes recibidas.

A consecuencia de la crisis, el líder soviético Nikita Jruschev se reunió con el presidente Kennedy para llegar a un acuerdo: la URSS retiraría los misiles de Cuba a cambio de que la OTAN retirase los cohetes Júpiter que mantenía en Turquía. La decisión causó la ira de los cubanos, que marchaban por las calles de La Habana cantando “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”. Fidel Castro siempre ha dicho que si él hubiese estado en esa mesa de negociaciones, habría conseguido la retirada del bloqueo, que hoy sigue castigando la economía de la isla.

La zafra de los 10 millones

En 1970, Fidel Castro decretó que ese sería el “año de los 10 millones de toneladas de caña de azúcar”. Todos los recursos del país se destinaron a la zafra, la recogida de la caña. Estudiantes, profesores, militares, funcionarios, jubilados, obreros, fueron enviados a cortar al campo machete en mano para cumplir el programa. Incluso Fidel cortó caña durante cuatro horas al día, casi todas las jornadas. Al culminar el año se habían recogido 8,5 millones de toneladas, lo que Castro consideró un fracaso personal. Pero además, el precio fue demasiado alto: la economía cubana se contrajo entre un 20 y un 40%, porque muchos sectores se quedaron sin trabajadores ni repuestos.

La exportación de la revolución a Latinoamérica

“Crear dos, tres, muchos Vietnam” fue menos un proyecto de Fidel Castro que del Che Guevara, que murió en Bolivia tratando de implementarlo. Sin embargo, durante muchos años el régimen cubano entrenó y dio apoyo logístico a las guerrillas de todo el continente: tupamaros, montoneros, la guerrilla urbana chilena del MIR o el ELN boliviano fueron entrenados en los campos que Cuba mantenía en Guanabo bajo la supervisión de Manuel Piñeiro “Barbarroja”, el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DGI). Sin embargo, con la notable excepción de los sandinistas en Nicaragua, ninguno de estos movimientos logró hacerse con el poder.

Tampoco prosperaron sus dos grandes intentos de tutelar las “revoluciones socialistas a través de las urnas”: el Gobierno chileno de Salvador Allende trató por todos los medios de oponerse a la penetración cubana, tal y como relata el escritor Jorge Edwards, en aquel momento miembro del cuerpo diplomático chileno, en su libro “Persona non grata”, y en cualquier caso el sangriento golpe de estado de Augusto Pinochet acabó radicalmente con el experimento. Más éxito tuvo con Hugo Chávez, quien voluntariamente invitó a los cubanos a hacerse con el control con gran parte del aparato estatal de Venezuela. Sin embargo, resultó ser un arma de doble filo, y el colapso de la economía venezolana amenaza con arrastrar a la isla en su caída.

La Primavera Negra

En abril de 2003, tres hombres trataron de secuestrar un barco en la bahía de La Habana para huir de la isla. Fueron apresados y, en un juicio sumario, condenados y ejecutados a velocidad de vértigo. Esto coincidió en el tiempo con la detención de 75 disidentes políticos y periodistas independientes, como Raúl Rivero o Ricardo González, que fueron detenidos y condenados a penas de entre 12 y 28 años de prisión.

Aunque ambos sucesos no tenían ninguna relación, se mezclaron en la imaginación popular, especialmente fuera de la isla. Los sucesos recibieron la condena unánime de la Unión Europea, el Papa Juan Pablo II o las principales organizaciones de derechos humanos y libertad de prensa del mundo, y, peor aún para el régimen, provocaron la ruptura pública con la Revolución Cubana de varios intelectuales de izquierdas de peso, como el premio Nobel de litertura José Saramago o el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Además, los arrestos de los disidentes dieron lugar al nacimiento del movimiento opositor de las Damas de Blanco, que continúa siendo una piedra en el zapato del castrismo.

La “Batalla de Ideas”

Enardecido por el éxito de la campaña por el regreso de Elián, Fidel decretó el inicio de una “Batalla de Ideas”, que comenzó con actos de masas y debates y terminó teniendo incluso su propio Ministerio, un ‘totum revolutum’ en el que cabía todo y al que se destinaron innumerables recursos y fondos sin un propósito claro. De forma inevitable, acabó siendo un pozo de corrupción. Se llevaron a cabo costosísimos programas sociales, como las escuelas de Instructores de Arte o Trabajadores Sociales, que no produjeron resultados claros.

Pero además, las apariciones públicas del Comandante hicieron sospechar a muchos cubanos que el viejo líder estaba senil: la llamada “Revolución Energética”, en la que las autoridades cubanas obligaron a casi todos los ciudadanos a cambiar sus viejos electrodomésticos soviéticos por aparatos nuevos de fabricación china, que les forzaban a pagar por la adquisición e incrementaban el gasto en electricidad de casi todos los hogares, causó un importante malestar. Y no ayudó que Fidel saliese por televisión burlándose de los artefactos caseros que muchos cubanos utilizaban en su vida diaria, que muchas personas eran los únicos que tenían. De hecho, lo primero que hizo Raúl Castro al llegar al poder fue desmantelar el Ministerio de la Batalla de Ideas y los programas que se habían llevado a cabo, lo que le valió el reconocimiento de los cubanos como hombre pragmático y con los pies en la tierra.

La vida de Fidel Castro ha estado plagada de espectaculares triunfos y enormes fracasos que bastarían para animar varias biografías políticas. Como protagonista de todas ellas, no es de extrañar que el viejo revolucionario haya sido un símbolo ambivalente, de lo mejor y lo peor, para millones de personas a lo largo y ancho del planeta.

Muerte de Fidel Castro Fidel Castro Raúl Castro