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Qué pasará si Renzi pierde el referéndum de Italia
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del hundimiento del PD al desplome de los bonos

Qué pasará si Renzi pierde el referéndum de Italia

Las encuestas dicen que el primer ministro italiano, promotor de la reforma constitucional, saldrá derrotado. Si dimite, Italia puede entrar en una fase de ingobernabilidad que afecte a la Eurozona

Foto: Mitin del Partido Democrático de Matteo Renzi a favor del 'Sí' en el referéndum de reforma constitucional (Reuters)
Mitin del Partido Democrático de Matteo Renzi a favor del 'Sí' en el referéndum de reforma constitucional (Reuters)

"Estamos a la puerta de otra crisis europea”, “Italia saldrá de la Eurozona”, “El progresista Partido Democrático colapsará como el PSOE en España, o el PASOK en Grecia”. A medida que se aproxima la fecha -el próximo 4 de diciembre- en la que 47 millones de italianos están llamados a decidir si aprueban la reforma constitucional promovida por el Gobierno de Matteo Renzi, se ha multiplicado el alarmismo sobre las consecuencias de la cita. ¿Caerá de nuevo Italia en la ingobernabilidad? ¿Qué consecuencias tendrá para Europa? ¿Por qué tantos se oponen a la reforma de Renzi? ¿Cómo de importantes son los cambios para la Constitución de Italia?

[En directo los resultados del Referéndum en Italia]

A pesar de que últimamente los centros de sondeos han acumulado grandes errores a nivel mundial, las últimas estadísticas publicadas la semana pasada en Italia -la ley prevé que no se difundan datos en las semanas previas a la cita- indican que Renzi será derrotado. Según un sondeo de Demopolis publicado en el grupo L’Espresso -que edita también el diario La Repubblica-, el apoyo al ‘no’ a la reforma se sitúa entre un 49 y un 55 por ciento, mientras que el 'sí' estaría entre un 45 y un 51 por ciento. En cambio, según el análisis del Instituto Ipsos, difundido en Il Corriere della Sera, el ‘no’ aventajaría el ‘sí’ por ocho puntos, aunque se precisó que sólo el 36 por ciento de los italianos ya ha decidido que acudirá a votar, y a favor de quién lo hará (otro 36 por ciento ha decidido que no irá). Una radiografía que, en líneas generales, contradice lo afirmado por el centro Piepoli en el diario La Stampa, en el que se destacó que es probable que al menos el 50 por ciento de los electores ejerciten su derecho.

Al tratarse de un referéndum constitucional, el número de participantes no afecta a la validez del voto, pues no es necesario alcanzar un quórum

En todo caso, al tratarse de un referéndum constitucional, el número de personas que voten no afecta a la validez del voto, pues no es necesario alcanzar un determinado quórum. Pero sí es posible que el voto arroje sorpresas de último momento, pues lo que se destaca en la calle es una fuerte indecisión por parte de los electores. Uno de los motivos es que gran parte de los italianos desconocen en profundidad de qué va la reforma, al tratarse de un texto sumamente complejo y al haber crecido el desinterés en la política en los últimos años. “La dos opciones son pésimas y no tienen nada que ver con lo que quiere la gente”, indicaba Loretta, una desempleada. “Las personas tienen otras prioridades, como encontrar trabajo o mantener su posición social”, es uno de los comentarios más repetidos por los comentaristas más críticos.

Muchos observadores se preguntan hasta qué punto una aprobación de la reforma cambiaría el rostro de la Constitución y, por tanto, el funcionamiento del Estado italiano. Entre los cambios figuran algunos de calado, como el fin del llamado ‘bicameralismo paritario’, el sistema que prevé que ambas cámaras del Parlamento tenga poderes similares y se vigilen recíprocamente. En concreto, según la propuesta de ley, el Senado se transformaría en una especie de órgano territorial, con menos poderes, pues sólo en pocos casos se le llamaría a decidir sobre las leyes que promueve el Gobierno (pero sí en los casos de necesidad de ratificación de leyes europeas y modificaciones constitucionales). Además, dicho órgano estaría integrado por apenas 100 parlamentarios (de los 319 de hoy), de los cuales 5 serían nombrados por el Presidente de la República y quienes, a pesar de su cargo, dejarían de tener algunos privilegios como la pensión después del mandato (que sí mantienen los diputados). Igualmente, esta institución pasaría a llamarse “Senado de las Autonomías”, pues se propone que sus miembros sean elegidos entre los representantes regionales (concejales regionales y alcaldes).

Los detractores, cargados de argumentos

¿Por qué tantos en Italia se oponen a la reforma? Uno de los principales motivos es que Renzi ha vinculado la reforma a su propia supervivencia política al decir que, si pierde, dimitirá. Esto ha generado que la oposición, en particular el Movimiento Cinco Estrellas (M5E), no desaprovecharan la oportunidad para atacarle y promover una campaña en contra de la iniciativa. A ellos se ha sumado los fragmentados partidos de derecha que han surgido tras la jubilación forzosa del exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi, en particular Forza Italia y Fratelli d’Italia, y la Liga Norte que hoy lidera Matteo Salvini. Y, siempre en el frente político, Renzi también cuenta con la oposición de parte de la vieja guardia más izquierdista de su partido, el Partido Democrático (PD), en particular la del exprimer ministro Massimo D’Alema que capitanea un grupo de intelectuales críticos con el contenido de la reforma. Por último, también hay asociaciones de ciudadanos -muchas integradas por juristas, periodistas y otros profesionales- que han formado comités contrarios a la propuesta.

En cuanto a los contenidos, una de las principales quejas se refiere a que, con la nueva ley, Italia pierde uno de sus órganos de vigilancia, el Senado, que pasa a tener mucha menos influencia en los procesos legislativos. Además, también se despoja a los ciudadanos del derecho a elegir directamente a sus senadores. Todo esto, según los críticos, constituye un retroceso democrático. Además, se acusa de ampliar los poderes del Gobierno, con la amenaza de un mayor autoritarismo en épocas en las que algunos extremismos asoman por Europa.

Los detractores denuncian que el actual Parlamento no estaba autorizado a hacer una reforma de este calado pues no ha salido de las urnas

Por último, pero no menos importante, los detractores denuncian que el actual Parlamento no estaba autorizado a hacer una reforma de este calado pues no ha salido de las urnas (surgió tras un Gobierno técnico, el de Mario Monti, y unas elecciones cuyo fruto fue una coalición de Gobierno que cambió dos veces tras el impasse postelectoral de 2013, que imposibilitó que el PD gobernara en solitario). En última instancia, todavía se espera una sentencia de la Corte Constitucional sobre la legitimidad de la nueva ley electoral, el llamado Italicum, que, junto con la nueva reforma, otorga mayores poderes al partido que gana las elecciones.
Más aún, a todo esto se ha sumado una campaña muy amarga en los medios de comunicación italianos e internacionales, donde mientras algunos han acusado a Renzi de ser víctima de una avanzada del populismo, otros afirman que el populista es él.

De perder el referéndum, Renzi también ha estado repitiendo en estos días que no dará alas para que se forme un gobierno temporal, guiado por él, hasta la convocatoria de nuevas elecciones. Dicho esto, es muy difícil decir exactamente que ocurrirá. Según algunos comentaristas, es posible que Renzi presente su dimisión ante el presidente de la República y éste la rechace. Pero todo es posible, y más aún dado que pocos, ni en Italia ni en Europa, tienen ganas de que el país caiga en el caos y haya nuevas elecciones. Una consecuencia posible, a medio plazo, es también que se produzca la peor crisis dentro del PD desde que este partido fue fundado en 2007 (cuando se unieron los Demócratas de Izquierda y la formación democristiana Margarita), lo que podría abocar incluso a una escisión y una implosión similar a la vivida por los socialistas del PASOK en Grecia. No obstante, las malas lenguas dicen que los parlamentarios no abandonarán su puesto en el Parlamento hasta que hayan obtenido la pensión que les corresponde tras cierto período en el Parlamento.

Gran incertidumbre

La propuesta de modificación constitucional, firmada por la ministra de las Reformas Constitucionales y Relaciones con el Parlamento, Maria Elena Boschi, y promovida calurosamente por Renzi, está integrada por 35 artículos que modifican 44 artículos (de 139) de la Constitución italiana, en lo que constituye el cambio más profundo desde que la Carta Magna fue aprobada en 1947 (entró en vigor al año siguiente). De ser aprobado, el Gobierno tendría la facultad de pedirle a la Cámara de Diputados -que será el principal órgano legislativo- la evaluación (y eventuales cambios) de leyes prioritarias en un período de máximo 60 días, plazo después del cual dichas leyes serían votadas. Todo este nuevo andamiaje busca que, como ha insistido Renzi, un único texto de ley ya no tenga que ser aprobado por ambas cámaras, lo que hasta ahora ha retrasado la aprobación de los nuevos proyectos. Y, más aún, la Cámara de Diputados pasaría a ser la única institución que podría dar su voto de confianza al Gobierno, declarar la guerra u otorgar amnistías.

La reforma modifica 44 de los 139 artículos de la Constitución, el cambio más profundo desde que la Carta Magna fue aprobada en 1947

Otros cambios concierne a la eliminación del Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo (CNEL, por sus siglas en italiano) y de las provincias (las diputaciones) del texto de la Constitución. En lo que refiere al presidente de la República, en cambio, se prevé un aumento de los votos necesarios para su elección (los dos tercios hasta el tercer escrutinio y tres quintos a partir del cuarto). Mientras que los jueces de la Corte Constitucional pasarían a ser elegidos por la Cámara de Diputados (3) y por el Senado (2). Igualmente, la propuesta prevé otras modificaciones que buscan promover la paridad de los géneros en las leyes electorales, mejorías en la distinción entre las leyes regionales y nacionales, un aumento de hasta 150.000 en el número de firmas necesarias para presentar un referéndum popular y una disminución del quórum para la validez de los referéndum para revocar una ley.

Ahora bien, la cuestión es que la pugna también se ha transformado en una cuestión de estabilidad económica que amenaza a toda la Eurozona, al ser Italia la tercera economía de la región. De hecho, desde que Donald Trump triunfó en EE.UU. -Barack Obama y Hillary Clinton eran grandes aliados de Renzi-, se han visto ciertos movimientos especulativos sobre Italia, lo que pone en riesgo su estabilidad en los mercados financieros. De hecho, después del triunfo de Trump, los bonos del Estado italiano, que habían subido tras el referéndum del Brexit, volvieron a desplomarse ante la previsión de que Renzi fracase. La producción industrial italiana ha caído y las previsiones de crecimientos se mantienen bajas, algo que podría agravarse si Italia deja de tener un Gobierno estable.

Este contexto es lo que, con toda probabilidad, ha motivado los apoyos que Renzi ha recibido de la administración del mismo Obama y del Gobierno de la Canciller Angela Merkel, con el cual últimamente las peleas -aireadas públicamente- parecen ser sólo un engañoso espejismo. Por el contrario, ganar la votación sin duda reforzaría la figura del primer ministro y su margen de acción, algo que necesita desesperadamente.

"Estamos a la puerta de otra crisis europea”, “Italia saldrá de la Eurozona”, “El progresista Partido Democrático colapsará como el PSOE en España, o el PASOK en Grecia”. A medida que se aproxima la fecha -el próximo 4 de diciembre- en la que 47 millones de italianos están llamados a decidir si aprueban la reforma constitucional promovida por el Gobierno de Matteo Renzi, se ha multiplicado el alarmismo sobre las consecuencias de la cita. ¿Caerá de nuevo Italia en la ingobernabilidad? ¿Qué consecuencias tendrá para Europa? ¿Por qué tantos se oponen a la reforma de Renzi? ¿Cómo de importantes son los cambios para la Constitución de Italia?

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