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Entramos en Mosul: la peor de todas las batallas para las fuerzas de élite de Irak
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los civiles atrapados en la fortaleza yihadista

Entramos en Mosul: la peor de todas las batallas para las fuerzas de élite de Irak

Las primeras calles están cortadas por trincheras. Banderas blancas ondean en los tejados. En una vivienda, familias se refugian desde hace días de los disparos y los ataques suicidas

Foto: Fuerzas Especiales iraquíes durante combates contra el ISIS en el barrio de al-Zahraa de Mosul, Irak (Reuters).
Fuerzas Especiales iraquíes durante combates contra el ISIS en el barrio de al-Zahraa de Mosul, Irak (Reuters).

La espléndida puesta de sol culmina en el horizonte; la cálida temperatura del día se transforma en un repentino frío de noche. La oscuridad da paso al característico ruido del generador, se encienden algunas luces en las viviendas de Bartella, un pueblo cristiano al este de Mosul que ahora aloja a las Fuerzas Especiales de Irak (ISOF). En las calles abandonadas, las distintas brigadas han establecido el mando de operaciones de la línea ofensiva del este de Mosul. Hoy han recibido la visita del General Talib Sheghari, un alto mando de esta unidad de élite, un avezado militar enfundado en la clásica boina granate y unas gafas de sol Rayban. Con motivo del encuentro, los soldados disfrutan de un banquete impropio de los días de ofensiva y rodean la mesa para engullir pollo asado, ensaladas, pan y salsas con especias.

El teniente coronel Muntatha al Ansari entra en una de las pequeñas villas de Bartella, propiedad de una familia cristiana que huyó hace dos años tras la irrupción del Estado Islámico en el pueblo. Curiosamente, todavía cuelga un cuadro de la última cena en la habitación principal. El honorable al Ansari, al que todos sus inferiores se refieren con el término "hadretek", el equivalente árabe al usted, llega del frente al Samah de Mosul. Es un hombre de complexión corpulenta, tez oscura, y una honestidad atípica en los altos rangos de la hueste iraquí. “A las 8 de la mañana el enemigo (Daesh) ha mandado un dron sobre nuestra posición. Conseguimos derribarlo pero quince minutos más tarde condujeron un coche bomba que provocó dos heridos y dañó dos de nuestros vehículos blindados”, relata a El Confidencial.

Vídeo: Pilar Cebrián.

La Golden Division, líderes de la ofensiva

Las CTS (Servicios Contra Terroristas) iraquíes, de las que dependen las tres brigadas de las ISOF, se crearon en el año 2003 por las fuerzas de la Coalición y han sido entrenadas por las tropas norteamericanas para “combatir insurgentes y terroristas” en el frágil Irak post intervención de Estados Unidos. A diferencia del ejército regular, las CTS no están bajo el mando del Ministerio de Defensa, sino que dependen de la oficina del Primer Ministro. Su armamento, entrenamiento y uniforme es superior y han combatido contra la insurgencia yihadista en Irak desde sus orígenes. “Antes la gente nos llamaba la Dirty Division (División Sucia)”, revela Muntatha, “porque continuamente deteníamos a sospechosos tras recibir una orden judicial. Durante años mantuve en secreto mi pertenencia a la Golden Division, simplemente decía que era un soldado del ejército”. No fue hasta 2014, tras la irrupción de Daesh en Irak, cuando las ISOF recuperaron su reputación y se popularizó el sobrenombre de la Golden Division.

Las ISOF han sido las primeras tropas en entrar en Mosul, la 'capital' iraquí del Califato. En los últimos diez días, han avanzado en varios barrios del este: al Malayin, al Khadra, al Samah, Aden, Kirukli, al Karama, Zahra y Gogjali, que no forma parte del área municipal, y también en Tahrir, Zuhour y Qadisiyah. Sin embargo, todavía están lejos del núcleo urbano aunque se aproximan a las ruinas de la ciudad antigua de Nínive. En una tableta, Muntatha traza los movimientos de sus unidades sobre un mapa de Mosul en una aplicación que se actualiza con el consentimiento del ejército estadounidense (ATAK). Del eje este se encargan las Brigadas 1, 2 y 3 de las ISOF; del sureste, la División 9 del ejército iraquí; y del noroeste, la División 16. “Algunos días hemos luchado dentro de una misma casa”, revela a El Confidencial el portavoz de la Golden Division, Sabah al Numan. “Los de Daesh estaban en la cocina y nuestras fuerzas, en las habitaciones de al lado”. Las unidades de élite no han sido entrenadas para el combate urbano, están más preparadas para el asalto al domicilio de un yihadista que para una batalla como la de Mosul.

Altos mandos de la Golden Division, que piden mantener el anonimato, aseguran que el gobierno de Irak no ha esperado a que las ISOF, la División 9 y la 16 avanzaran de manera conjunta. “El Primer Ministro al Abadi quería que fuéramos la Golden Division los que lideráramos la entrada en Mosul”, algo que podría haber entorpecido la eficacia del bloque iraquí, ya que las ISOF han tenido que afrontar sin apoyos el inicio del asalto casa por casa. Estas mismas fuentes llegan a sugerir que el plan militar no es bueno. “Se propuso crear un bloque desde la presa de Mosul (oeste) hasta el este para cercar la ciudad y evitar que los de Daesh escaparan, pero el Gobierno decidió entrar sólo por la vía del este. De esta manera, los combatientes yihadistas tienen una vía de salida hacia Siria por donde están recibiendo refuerzos”.

La peor de todas las batallas

Las primeras calles que entran en Mosul están cortadas por trincheras de un metro de tierra, barricadas de metralla, restos de cisternas y metal colocados en una línea defensiva. El paisaje urbano lo componen pequeñas viviendas de hormigón, pedazos de asfalto destrozado y un tendido eléctrico derribado. Los muros también muestran las huellas de la metralla y algunas ventanas están cubiertas con sábanas. Banderas blancas ondean en los tejados, los civiles han decidido manifestar su postura indefensa y desarmada. La columna de Humvees negros de las ISOF se introduce por la avenida de al Khadra hasta llegar a al Samah, un suburbio periférico que, en el período anterior a 2003, se conocía como el barrio de Sadam. Las fuerzas especiales han tomado varias viviendas, una de ellas, una casa de valla amarilla con un pequeño porche delantero.

El factor sorpresa está siendo los túneles que los yihadistas usan para atacar a la retaguardia. Muntatha reconoce que 'no esperábamos esta gran cantidad de coches bomba dentro de Mosul'

Los estallidos del mortero hacen temblar las puertas y las ventanas del minúsculo salón, donde los soldados ofrecen asiento al teniente coronel Muntatha. Según explican, los yihadistas contraatacan con morteros y granadas. “Eso es un misil Tos (lanzacohetes múltiple) de las ISOF”, afirma Muntatha tras una explosión, “el frente está a apenas 250 metros de aquí”. Los miembros del comando, que visten kufiyas de colores, gorras y camisetas negras con estampados de cadaveras, insisten en que la moral de la unidad es alta. “Incluso, soldados que han perdido una pierna suplican volver a Mosul”, asegura el oficial, aunque sus ojeras y la cara de preocupación sugieren que el combate no está resultando fácil. Sentado en el suelo, Abu Shifa, un francotirador con un ojo de cristal, recuerda que combatir a Daesh es como “luchar contra robots sin religión y sin ningún tipo de ideología”.

El factor sorpresa de esta ofensiva está siendo la utilización de los túneles que los yihadistas usan para atacar a la retaguardia. También abren agujeros en las paredes para pasar de vivienda a vivienda y cambiar rápidamente de posición evitando la vigilancia. Muntatha reconoce además que “no esperábamos esta gran cantidad de coches bomba dentro de Mosul”. Esta misma mañana, un combatiente yihadista ha conducido un coche bomba hacia esta posición. Las ISOF han conseguido abatir al conductor, que había blindado ruedas, parabrisas y ventanas con placas de metal para que las fuerzas iraquíes no detuvieran la misión suicida. La unidad se dispone a hacer estallar el vehículo, primero lanzan un cohete antitanque AT-4, pero no es suficiente, así que lo eliminan con un proyectil de un tanque Abrams.

Civiles atrapados en la fortaleza yihadista

“¡La la la la la!”, se escucha tras la fuerte explosión del coche bomba. Una mujer entona el Zagharit, un alarido de dolor y furia típico en África y Oriente Medio, desde una de las casas contiguas. En una de ellas, dos familias se refugian desde hace días de los disparos y los ataques suicidas. “Estamos muriendo aquí y moriremos también allí (en los campos de desplazados)”, lamenta a El Confidencial Fawsi Walid, el padre de la familia, que asegura que no abandonará su hogar en los próximos días. La pequeña vivienda de dos plantas se sacude por el fuego de mortero. “Los coches bomba han roto las ventanas, cuando hay una explosión llevo a los niños a otra habitación”, aclara.

Por la casa corretean más de diez niños pequeños, uno de ellos, bebe una sopa de trigo mezclado con agua. “¿Ves esto? Es lo que hemos estado comiendo durante dos meses”, lamenta otro miembro de la familia, mientras recuerda los últimos dos años bajo la tiranía de Daesh. “Soy fumador por lo que solían castigarme con latigazos, otras veces, me cobraban una multa”, revela Fawsi. Las dos familias mantienen la esperanza de que los iraquíes avancen hacia el núcleo de la ciudad y pronto lleguen provisiones al barrio de al Samah. Según afirman las ISOF, no hay suficiente espacio en los campos de desplazados para los cerca de dos millones de civiles que viven en Mosul, “sólo los residentes de Gogjali (una zona del extrarradio) ya ha llenado el nuevo campamento de Khazir”, afirma Muntatha.

En Gogjali, dos grupos de hombres civiles esperan agazapados en el margen de la carretera a que las ISOF les trasladen a las zonas de refugio. Ziat, un joven de 24 años, explica que “hace dos años Daesh movió a la población de 18 pueblos de Khazir al interior de Mosul” para usar a los civiles como escudos humanos. Estos días, las fuerzas iraquíes y kurdas comprueban en la base de datos la identidad de los desplazados para averiguar quiénes tuvieron vínculos con Daesh. Cuando llegan a los campamentos, los hombres mayores de 16 años deben pasar por la zona de tránsito. Algunos están diez minutos, pero otros han llegado a esperar durante tres semanas. “Acabamos de detener a un imán de la mezquita porque era de Daesh, está justo detrás de ese coche, arrestado”, concluye uno de los 'operators' iraquíes.

La espléndida puesta de sol culmina en el horizonte; la cálida temperatura del día se transforma en un repentino frío de noche. La oscuridad da paso al característico ruido del generador, se encienden algunas luces en las viviendas de Bartella, un pueblo cristiano al este de Mosul que ahora aloja a las Fuerzas Especiales de Irak (ISOF). En las calles abandonadas, las distintas brigadas han establecido el mando de operaciones de la línea ofensiva del este de Mosul. Hoy han recibido la visita del General Talib Sheghari, un alto mando de esta unidad de élite, un avezado militar enfundado en la clásica boina granate y unas gafas de sol Rayban. Con motivo del encuentro, los soldados disfrutan de un banquete impropio de los días de ofensiva y rodean la mesa para engullir pollo asado, ensaladas, pan y salsas con especias.

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