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"Trump puede evitar ser un mal presidente": la élite de EEUU le da un voto de confianza
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"Trump puede evitar ser un mal presidente": la élite de EEUU le da un voto de confianza

Podría hostigar a la prensa, prohibir la entrada a musulmanes, provocar un colapso financiero y, en definitiva, destruir la democracia. O podría ser un presidente “normal”

Foto: Protesta contra el presidente electo estadounidense, Donald Trump. (EFE)
Protesta contra el presidente electo estadounidense, Donald Trump. (EFE)

El polvo del impacto electoralaún cubre Estados Unidos, pero la victoria contra pronóstico de Donald Trump ya ha generado un proceso de reflexión entre los líderes de opinión. Un proceso que promete ser largo y doloroso y que ya nos deja artículos impensables hasta hace poco. Muchos de quienes se opusieron a Trump hacen ahora esta autocrítica: ¿Y si, después de todo, Trump acaba siendo un buen presidente?

La idea es la siguiente: la inmensa mayoría de las previsiones sobre el magnate han sido tozudamente erróneas. Mientras los profesores, analistas, periodistas, columnistas y políticos le daban 15 minutos de vida, la campaña de Trump prosperaba. No pasará de las primarias. Error. Este escándalo le hundirá. Error. Perderá las elecciones. Error. Si gana Trump, caos en los mercados. Error. Si gana Trump, debacle del dólar. Error.

Foto: Donald Trump, presidente de Estados Unidos. (Ilustración: Raúl Arias)

Dado que Donald Trump ha desafiado la opinión general todo el rato y en todos los órdenes, ¿por qué no la va a desafiar, también, siendo un buen presidente?

“No lamentamos nuestra postura de #JamásTrump”, escriben Peter Feaver y Will Inboden en 'Foreign Policy'. “Nos opusimos a Trump porque no creíamos que estuviera capacitado para ser comandante en jefe: por su temperamento, pobre dominio de la política exterior y posiciones que creíamos perjudiciales para América. Pero también creíamos que iba a perder (…) y nos equivocamos. ¿Sería posible que también nos equivocásemos sobre cómo sería de bueno un presidente Trump?”.

Inboden y Feaver se aferran al patriotismo; Trump es ahora nuestro presidente, dicen, y le deseamos el mejor de los éxitos. Luego pasan a recetarle algunas propuestas para sanar la división nacional y tranquilizar a los aliados en el mundo.

'The New York Times' da voz a esta corriente. “[Trump] puede evitar ser un mal presidente por dos razones”, dice Richard Painter, exconsejero de George W. Bush que este año votó por Clinton. “Primero, no habría llegado tan lejos si no fuese inteligente. Segundo, probablemente él sabe muy bien lo que sabemos el resto: la mayoría de las cosas que ha prometido para ser elegido no tienen sentido. Y puede no hacerlas”.

Foto: Quedam una figura de Donald Trump en Los Angeles. (Reuters)

Painter ofrece una visión pragmática. La única manera que ha tenido Trump de ser elegido, con una fracción de los recursos de sus rivales, es provocando una movilización masiva a través de la televisión. Y para eso no valen propuestas tímidas, sino muros, golpes, rayos y truenos. Ahora que es presidente, podría normalizarse, unir y gobernar.

Luego está Scott Adams, creador de la tira cómica Dilbert. Adams dice ser un hipnotista y fue la única voz conocida que predijo la victoria de Trump en el verano de 2015. Desde entonces, ha loado el carisma del republicano, a quien llama, con mayúsculas, el Maestro Persuasivo, y ha explicado lo que considera el secreto de su éxito: no apela al raciocinio, sino a las emociones, al instinto. La imagen vívida, no el dato.

Si uno sigue sus escritos, percibirá también un narcisismo agudo, ganas de provocar, y una admiración por Trump que le ha granjeado troleos masivos en Twitter. Pero Adams tenía razón. Desde el principio. Trump ha ganado, y ahora que es presidente electo, según Adams, veremos a un Trump diferente, conciliador, centrado.

Foto: Donald Trump, durante su discurso en la fiesta electoral organizada por su campaña en el New York Hilton Midtown de Nueva York. (EFE)

“¿Acaba EEUU de elegir a un monstruo?”, se pregunta. “No. Puedes esperar verle [a Trump] ajustando su tono y lenguaje de aquí en adelante. Puedes esperar a los líderes extranjeros diciendo que pueden trabajar con él. Puedes esperar que se centre en unificar un país agotado y nervioso. Y puedes esperar que lo haga con éxito (es persuasivo)”.

Esta es una hipótesis ligera como el aire. Trump es presidente electo desde hace menos de 48 horas, le quedan 70 días para llegar a la Casa Blanca. No sabemos nada. Podría crear un estado policial para detener y deportar a 11 millones de seres humanos. Podría hostigar a la prensa, prohibir la entrada a musulmanes, provocar un colapso financiero y, en definitiva, destruir la democracia. O podría ser un presidente “normal”.

Lo que sí sabemos es que, en estas horas escasas, ha cambiado el tono. Su discurso de aceptación fue “vastamente diferente”, “asombrosamente cortés”. Trump reconoció la tenacidad de Clinton y agradeció “su servicio al país”. Ayer se reunió con el presidente, Barack Obama, en un clima de concordia. Obama dijo que la reunión fue “excelente”. Duró una hora y media. Era la primera vez que se veían en persona.

El polvo del impacto electoralaún cubre Estados Unidos, pero la victoria contra pronóstico de Donald Trump ya ha generado un proceso de reflexión entre los líderes de opinión. Un proceso que promete ser largo y doloroso y que ya nos deja artículos impensables hasta hace poco. Muchos de quienes se opusieron a Trump hacen ahora esta autocrítica: ¿Y si, después de todo, Trump acaba siendo un buen presidente?

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