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California, el estado de EEUU donde la democracia directa es una pesadilla
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"estoy harta de sentirme engañada"

California, el estado de EEUU donde la democracia directa es una pesadilla

Una papeleta con 40 páginas y 17 proposiciones de ley. California es el ejemplo perfecto de cómo la democracia directa puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza

Foto: Estadounidenses siguen el primer debate presidencial en un bar de San Diego, California (Reuters).
Estadounidenses siguen el primer debate presidencial en un bar de San Diego, California (Reuters).

En un estado como California, demócrata hasta la médula y con la mayor proporción de inmigrantes de todo el país, lo más probable es que el votante medio no tenga muchas vueltas que darle a la cabeza a la hora de elegir entre Donald Trump y Hillary Clinton. Pero la papeleta del 8 de noviembre viene con 17 propuestas de ley de lo más general a lo más específico, desde la legalización de la marihuana hasta la prohibición de bolsas de plástico. El sistema de democracia participativa que se instauró a principios del siglo XX da la oportunidad a los ciudadanos de tomar decisiones legislativas importantes. Sin embargo, no siempre es fácil ejercer ese derecho.

Alba Cecilia Martínez tiene 69 años y vota en estas elecciones por primera vez. Desde que emigró a California, donde lleva ya más de la mitad de su vida, había querido hacerse ciudadana pero siempre le echaron para atrás las tasas y el examen de inglés. Este año ya ha podido hacerlo en español y, con su ciudadanía recién estrenada, corrió a registrarse como demócrata para votar en las presidenciales. Pero cuando recibió la papeleta por correo (el "librito", como lo llama ella) fue un jarro de agua fría. Entre Trump y Hillary no tenía ni que pensarlo. Con las 17 iniciativas de ley que se plantea (en inglés) a los votantes en California la cosa estaba mucho más difícil. "Viene siendo como un buscaletras, hay que descifrarlo...".

Se calcula que las campañas a favor y en contra de todas estas propuestas han supuesto un gasto de 489 millones para sus defensores y detractores, desde colegios de abogados y sindicatos a multimillonarios y grandes corporaciones

Se refiere a propuestas que rezan, por ejemplo, así: "La proposición 59 plantea si los cargos electos de California deberían usar sus poderes para proponer y ratificar una reforma de la constitución federal que revoque la decisión en Citizens United vs la comisión electoral federal". Ésta es una de las pocas propuestas no vinculantes, que los legisladores plantean al electorado sin comprometerse a cumplir el resultado.

15 de las 17 propuestas legislativas estatales son incitativas populares que han conseguido pasar el tope de 365.000 firmas para ser incluidas en la papeleta (esta cifra cambia en cada elección puesto que tiene que ser un 8% de los votos que ha obtenido el gobernador para ser elegido). Dos son propuestas de la asamblea legislativa para ser votadas en referéndum. Se calcula que las campañas a favor y en contra de todas estas propuestas han supuesto un gasto de 489 millones de dólares para sus defensores y detractores, que van desde colegios de abogados, sindicatos y grupos de presión a multimillonarios y grandes corporaciones. Meses de anuncios en prensa, tv y radio, carteles, artículos periodísticos debatiendo las bondades y perversiones de cada una de las posibles leyes. Y lo que es peor, todo este dinero no garantiza que el votante termine de entender qué es lo que está apoyando en cada uno de los casos.

Una mirada a la guía electoral de 200 páginas que acompaña a la papeleta sirve para hacerse una idea de los grandes temas que monopolizan la agenda política y las fuerzas que se disputan el poder: lobbies pro y antiarmas, sindicatos de policía, profesores, enfermeros; colegios de médicos, abogados; asociaciones de contribuyentes; organizaciones medioambientales. Todo el tejido social del estado está representado de una manera u otra. De las miles que se han presentado a lo largo del siglo pasado solo unas 300 han conseguido verse plasmadas en la papeleta y 123 han sido aprobadas, algunas de ellas con medidas relevantes al sistema fiscal o el código penal. Este año las hay para poner más difícil la compra de munición para armas automáticas (que ya están prohibidas en California), para financiar los colegios públicos con impuestos a las grandes fortunas, para obligar al uso de preservativos en la industria del cine porno o para poner nuevos impuestos a los cigarrillos.

Claro que la señora Ceci no se arredró, ni mucho menos, porque, aunque está nerviosa, le emociona poder votar en estas elecciones. "Llamé a alguien del partido [demócrata] y les expliqué mi problema, y entre esta persona, que hablaba un poco de español, y mi nieto de 10 años que me iba traduciendo, lo fuimos decidiendo todo". En total, una hora al teléfono. Pero al menos ahora ha entendido la mayoría de las iniciativas y ha podido votar en conciencia, aunque de muchas ni se acuerda ya de lo que votó si no revisa el papel. "La de la marihuana, ahí voté que no. ¿Cómo se va a legalizar algo que hace daño?".

Annamaria Mullin, vecina del este de Hollywood, está empezando a ver las perversiones de este sistema. Sentada en la mesa del comedor, con la guía para el votante de 200 páginas abierta y tomando notas, se lamenta de los planteamientos de algunas de estas propuestas de ley, presentada en teoría por ciudadanos anónimos pero que suelen ser resultado de largos meses de negociación entre diferentes grupos de presión. El lenguaje usado en la redacción de estas normas es tan enrevesado que ni ella misma, con el inglés como idioma nativo, un título universitario y una larga carrera profesional, consigue entenderlas. "Francamente, estoy harta de sentirme engañada. Una vez que entiendes el texto de la propuesta tienes que averiguar quién está detrás de ella y a quién beneficia. Y pensar en las posibles ramificaciones. Se ha vuelto muy estresante y creo que hay cosas, que, sinceramente, preferiría que los legisladores legislaran por mí, que para eso los elegimos" .

'Estoy harta de sentirme engañada. Una vez que entiendes el texto de la propuesta tienes que averiguar quién está detrás de ella y a quién beneficia. Y pensar en las posibles ramificaciones'

Las instrucciones son muy prolijas. Está una guía rápida con los pros y los contras muy resumidos; luego viene el texto completo de cada propuesta, un análisis por la asamblea legislativa, un argumento a favor, una refutación del argumento a favor, un argumento en contra y una refutación del argumento en contra. Unas siete páginas por iniciativa.

La peor sensación de todas es la de votar por algo convencido de que es lo correcto y descubrir, cuando esta iniciativa se convierte en ley, que sus consecuencias son negativas. "En las pasadas elecciones voté a favor de la proposición 47, que convertía en faltas menores una serie de delitos para evitar la superpoblación de las cárceles (California es una de los estados con más cárceles y mayor población carcelaria). Resulta que ha aumentado la criminalidad. Lo estoy viviendo en mi propio barrio. No soy experta en leyes. Preferiría no haber contribuido a esa decisión", se lamenta Annamaria.

En el colmo de la confusión puede haber dos proposiciones sobre el mismo asunto, como las proposiciones 66 y 62, que se refieren las dos a la pena de muerte, y son, aparentemente, antagónicas. La 62 propone abolir la pena de muerte completamente y la sustituye por cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Actualmente en California existe la pena capital y hay más de 350 personas en el corredor de la muerte; sin embargo, como el gobernador no es partidario, desde 2006 no se ha producido ni una sola ejecución. Esta ley se aplicaría retroactivamente y supondría un ahorro, dicen sus defensores, de cientos de millones de dólares anuales a las arcas del estado. Los presos del corredor de la muerte salen mucho más caros de mantener y teniendo en cuenta que el tiempo m medio de espera es de 25 años, es mucho más ahorrativo pasarlos con el resto de la población carcelaria.

La proposición 66, sin embargo, ataca el mismo problema de la pena de muerte "fantasma" de California de una manera opuesta: busca acelerar los procesos de apelación. ¿Son excluyentes? Según el corresponsal político del 'LA Times', George Skelton, no. Él recomienda votar sí a las dos. Y así al menos hay más posibilidades de que alguna salga. "Lo que sería catastrófico es que el sistema siga como hasta ahora", argumentaba en su última columna. "No lo veo. Si estás en contra de la pena de muerte, ¿cómo vas a votar que sí a la proposición 66, por mucho que te parezca que hay que cambiar el sistema?", considera Annamaria.

Al final, muchos votantes, cuando no entienden las propuestas, optan por votar que no en todas. Lo que ha hecho que los grupos de presión presenten las iniciativas dar la vuelta a los textos para que el votar "sí" signifique en realidad no y viceversa. En 2008, la proposición que buscaba por prohibir el matrimonio homosexual, votar no a la iniciativa significaba decir sí al matrimonio homosexual y viceversa; quizá la confusión, que fue origen a una gran controversia, tuvo que ver con el resultado que, para muchos, no era propio de California: fue aprobada, o sea, se prohibió el matrimonio homosexual; aunque posteriormente anulada por inconstitucional.

Tres de las iniciativas populares tienen que ver con la financiación y reparación de las escuelas públicas y otras dos con la sanidad y los precios de las medicinas. La 61, muy debatida, propone limitar los precios de las medicinas a los que se aplican actualmente a los veteranos, que son los más bajos. Parece buena idea, ¿no? Pues no. Un aparentemente infinito número de asociaciones médicas se oponen y han pagado una intensa campaña en su contra. Argumentan que lo único que conseguirá es que los precios suban para los veteranos también.

Según sus críticos 'está financiadas por las compañías fabricantes de plásticos de Carolina del Sur y Texas a las que no les preocupa el medioambiente y solo quieren confundir a los votantes'

El uso de bolsas de plástico es algo que se toma tan en serio en California que hay dos iniciativas al respecto: una propone directamente su prohibición, la 67, y la otra, la 65, propone que lo que se cobra a los clientes por ellas actualmente sirva para apoyar "proyectos para el medio ambiente". En la columna de "contras" de la proposición 67 se lee: "NO SE DEJE ENGAÑAR: la proposición 67 es un impuesto oculto por valor de 300 millones de dólares anuales. Ni un penique se dedica al medioambiente. Todos los beneficios van a los supermercados. Pare el impuesto de las bolsas". En los pros se dice: "No dejes que las fábricas de plástico de fuera del estado nos frenen en California". Argumentos que se invierten, claro, en la proposición 65, que según sus acólitos "redirige los impuestos en las bolsas de plástico a proyectos medioambientales" y según sus críticos "está financiadas por las compañías fabricantes de plásticos de Carolina del Sur y Texas a las que no les preocupa el medioambiente y solo quieren confundir a los votantes".

Annamaria se preguntaba: ¿si voto sí a la 67, para que se prohíban las bolsas de plástico de un solo uso completamente, ayudo más al medioambiente que si dejo que se vendan y con ese dinero se apoyan otras iniciativas? En este caso, Annamaria terminó por averiguar que la "buena" era la 67. Por supuesto está la opción de votar sí a las dos, por muy cortacircuitado que se quede el votante de profundas convicciones ecologistas. Parece la única manera de prohibir las bolsas de plástico y ayudar al medio ambiente. Al menos según la papeleta electoral de California.

En un estado como California, demócrata hasta la médula y con la mayor proporción de inmigrantes de todo el país, lo más probable es que el votante medio no tenga muchas vueltas que darle a la cabeza a la hora de elegir entre Donald Trump y Hillary Clinton. Pero la papeleta del 8 de noviembre viene con 17 propuestas de ley de lo más general a lo más específico, desde la legalización de la marihuana hasta la prohibición de bolsas de plástico. El sistema de democracia participativa que se instauró a principios del siglo XX da la oportunidad a los ciudadanos de tomar decisiones legislativas importantes. Sin embargo, no siempre es fácil ejercer ese derecho.

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