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Los frentes abiertos en la batalla de Mosul
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Los frentes abiertos en la batalla de Mosul

Tropas iraquíes, combatientes 'peshmerga', milicias locales y fuerzas de la Coalición internacional limitan al Estado Islámico que esta próximo a perder su principal bastión en Irak

Foto: Soldados iraquíes en el último puesto de control del frente de Al Qayara. (Ethel Bonet)
Soldados iraquíes en el último puesto de control del frente de Al Qayara. (Ethel Bonet)

Decenas de 'peshmerga' voluntarios retirados, ataviados con el típico traje kurdo y colgando de bandolera su viejo rifle Kaláshnikov, se agolpan en la entrada de una de la oficinas del último puesto de control que lleva a la región de Bashiqa. Un funcionario apunta en una lista sus nombres para poder participar en las batallas para la liberación de Mosul.

Arif Mohamad Amin, de 69 años y sus dos hermanos más jóvenes, de 63 y 59, llegaron de Siran Bin, en la frontera con Irán, para unirse a la ofensiva de Bashiqa, que comenzó este jueves.

“Llevamos luchando desde la década de los ochenta. Somos 'peshmerga' del PDK (el Partido Democrático del Kurdistán, del presidente Masud Barzani). Hemos participado en la guerra de Irán-Irak en los ochenta y en la de Kuwait en los noventa”, explica orgulloso este veterano 'peshmerga', antes de agregar: “Lucharemos hasta derramar, si hace falta, nuestra última gota de sangre para liberar la provincia de Nínive (cuya capital es Mosul)”.

Desde las elevaciones se ven a lo lejos largas columnas de humo blanco que van acompasadas con explosiones de mortero. Con la apertura de este nuevo frente, el asalto para liberar la segunda ciudad más grande de Irak se está coordinando desde el sur, el este y el norte. De todos los frentes, el de Bashiqa es el más cercano a la ciudad “dorada” del Califato islámico, a unos 14 kilómetros de distancia.

“La estrategia es rodearlos desde todos los lados y empujar a Dáesh hacia Bashica para acorralarlos y entonces atacaremos la ciudad”, explica a El Confidencial el coronel Taimur de la 18º División 'peshmerga'.

La crueldad de los combates provocó que las fuerzas kurdas se batieran en retirada hasta el día siguiente

Las fuerzas kurdas están avanzando desde Nauran hacia Bashiqa por caminos de tierra mientras francotiradores del Estado Islámico responden con disparos de proyectiles de mortero para frenar el avance hacia Bashiqa. La ferocidad de los combates dejó el jueves 20 de octubre una decena de combatientes 'peshmerga' muertos y 40 heridos, lo que hizo que las fuerzas kurdas se batieran en retirada hasta el día siguiente.

Según el mando militar, una treintena de aldeas con cerca de 70.000 habitantes, en total, rodean Mosul. Todo el perímetro que comprende los alrededores del feudo de los yihadistas será paulatinamente liberado por los 'peshmerga' y quedará bajo control de la región autónoma del Kurdistán.

“Los 'peshmerga' avanzarán hasta el último pueblo antes de Mosul y después se replegarán para que las fuerzas iraquíes entren en combate en la urbe”, indica el coronel Taimur.

La participación de la temida Gold Division iraquí, una unidad de lucha contra el terrorismo y entrenada en la guerra urbana, será decisiva para arrebatar al EI Mosul.

El tercer foco de la guerra se concentra en la región de Jazer, al este de Mosul. Para la liberación de esta zona participan las fuerzas kurdas y las tropas iraquíes. Pero, al igual que en el frente norte de Bashiqa, cada grupo tiene limitada su zona de batalla. La última trinchera de los 'peshmerga' está en Shaquli, a unos 20 kilómetros al este de Mosul, que fue liberada hace cuatro días. Por orden de Bagdad, las fuerzas kurdas ya no pueden avanzar más al norte de esa posición. En estos últimos días, los 'peshmerga' han liberado una decena de pueblos de alrededor, de mayoría 'shabak', una minoría etnicorreligiosa iraquí.

Foto: Combatientes 'peshmerga' en sus posiciones al Este de Mosul durante la ofensiva contra el bastión del ISIS, el 17 de octubre de 2016 (Reuters).

Mientras tanto, las fuerzas de operaciones especiales de la Golden Division están en plena ofensiva para liberar las localidades cristianas de Bajdida, también denominada Qaraqosh, y Bartella, en la Planicie de Nínive. Qaraqosh es la “capital” de los cristianos en Irak, que contaba antes de que Dáesh izara su bandera negra con una población de 50.000 personas. Bartella está a unos 12 o 13 kilómetros de Mosul, por lo que una vez que caiga pondría a la Gold División a tiro de piedra del bastión del EI.

Las informaciones que llegan sobre la liberación de estas dos localidades cristianas es confusa. Varios medios internacionales apuntan que los yihadistas han sido expulsados completamente de ambas localidades. No obstante, una fuente militar iraquí confirma a El Confidencial que si bien algunas zonas de Qaraqosh y Bartella ya han sido recuperadas por las tropas iraquíes aún quedan bolsas de yihadistas en ambas localidades.

“Las fuerzas especiales entraron el miércoles en Bartella y Qaraqosh pero todavía hay barrios en poder de Dáesh”, asegura el teniente coronel Aziz de la Golden Division. “Está plagado de minas terrestres y IED (artefactos explosivos improvisados, en sus siglas en ingles) lo que hace que tengamos que avanzar más despacio”, detalla el mando militar iraquí.

La región de Al Qayara es uno de los puntos calientes que fue liberada en agosto, después de permanecer dos años bajo el yugo del Estado Islámico

Otro de los puntos calientes es la región de Al Qayara, a unos 50 kilómetros al sur de Mosul. Esta estratégica localidad, que cuenta con un aeropuerto militar, fue liberada el 25 de agosto, después de permanecer dos años bajo el yugo del Estado Islámico. En el frente sur combaten las tropas y las fuerzas de seguridad iraquíes, con la participación incondicional de las milicias chiíes, conocidas como Hashed Al Shaabi. En la última semana las fuerzas gubernamentales, apoyadas por ataques aéreos de la coalición internacional, han recuperado una docena de pueblos vecinos, de mayoría suní.

La región de Al Qayara tiene importantes pozos de petróleo que están siendo incendiados por los yihadistas para imposibilitar la visibilidad a los cazas de EEUU y helicópteros del ejercito iraquí. Además, en la madrugada de ayer, militantes del EI prendieron fuego a una parte de la planta de azufre de Mishraq, ubicada a apenas unos 15 kilómetros de distancia de allí, desde donde se elevaron largas columnas de humo. La quema de combustible está liberando partículas de sulfato de azufre que están contaminando el aire, lo que podría provocar un importante desastre medioambiental y enfermedades respiratorias. Tal y como advirtió este miércoles a El Confidencial el coronel Ali en Al Qayara, a medida que las tropas iraquíes siguen con su avance hacia Mosul aumenta el peligro de que “los yihadistas pudieran llevar a cabo un ataque químico, haciendo dinamitar la planta de azufre”.

El objetivo del ataque del ISIS en Kirkuk podría ser dividir a las fuerzas iraquíes y kurdas en las operaciones de Mosul

El último frente se abrirá en la provincia de Kirkuk, a 175 kilómetros al sureste de Mosul. La operación para liberar Hawiya y otros pueblos situados al sur de la capital homónima de esta provincia petrolera se esperaba para el fin de semana. Sin embargo, el ISIS se anticipó y contraatacó este viernes. Un comando suicida del EI penetró en Kirkuk, y por unas horas tomo el control de varios edificios gubernamentales en el centro de la urbe, hasta que los yihadistas fueron neutralizados por las fuerzas especiales 'peshmerga'. El objetivo de este ataque podría ser dividir a las fuerzas iraquíes y kurdas en sus operaciones para liberar Mosul.

Cómo se defiende el Estado Islámico

Se cree que entre 3000 y 5000 yihadistas están preparados para defender con sangre y fuego la ciudad de Mosul. Sin embargo, el Pentágono confirmó hace unos días que los líderes de Dáesh habían comenzado a huir, dejando a los voluntarios extranjeros para enfrentarse al Ejército iraquí y las fuerzas kurdas.

El Estado Islámico empieza a sentirse desesperado. Los yihadistas están quemando neumáticos e incendiando pozos de crudo para protegerse de los bombardeos aéreos. Para la defensa de las ciudades emplea coches y camiones suicidas acorazados para repeler los disparos de mortero y no errar en su objetivo. Los caminos de entrada a las ciudades están plagados de IED (artefactos explosivos) y minas terrestres para hacer retroceder a las tropas. El Estado Islámico cuenta con drones de vigilancia y en su arsenal militar tienen fusiles AK47 de origen soviético, ametralladoras BKC de fabricación inglesa o tipo Doshka –rusas–, lanzagranadas RPG o rifles de francotirador Dragonoff rusos, entre otras armas de guerra. Los francotiradores del grupo yihadista “han conseguido duplicar la distancia del tiro de 700 a 1.400 metros de longitud”, asegura un mando 'peshmerga'.

Huida y retorno de los desplazados

Miles de iraquíes han dejado la zona de Mosul mientras las fuerzas iraquíes y los 'peshmerga' avanzan en la ofensiva para recuperar el control de la que ha sido la “capital” del autoproclamado Califato islámico.

El mayor flujo de desplazados está llegando desde el frente sur de Al Qayara, donde viven miles de civiles atrapados en los pueblos de alrededor. Los que han huido confirman que los yihadistas los están reteniendo para usarlos como escudos humanos en la batalla por Mosul.

“Acusaron a nuestros hombres de estar ayudando a las 'hashed' (milicias locales) y se llevaron a las mujeres y los niños como rehenes. Durante 20 días estuvimos en retenidos en Al Zawiya (población muy próxima Al Shura, uno de los bastiones del EI en la zona). Pero cuando las tropas iraquíes iban a atacar el lunes Al Lazaqa y Al Hud, nos metieron en camiones y nos llevaron a Al Hud, donde nos encerraron en edificios”.

El campo de Dibaga, uno de los más sobrepoblados de la región del Kurdistán iraquí, está recibiendo una media diaria de 150 nuevas familias desde hace una semana, provenientes la mayoría de Makhmur, Al Qayara y Mosul.

Las autoridades kurdas no se fían de los refugiados iraquíes suníes, de los que sospechan son simpatizantes de Dáesh

Los recién llegados se encuentran en condiciones desesperantes, hacinados en grandes carpas porque ya no hay espacio para poder tener una tienda para cada familia. Antes de poder ingresar al campamento, los Asayish (fuerzas de seguridad kurdas) tiene que investigar a los nuevos desplazados que han llegado de zonas bajo control del EI. En realidad, las autoridades kurdas no se fían de los refugiados iraquíes suníes, de los que sospechan son simpatizantes de Dáesh. Algunas familas pueden llegar a estar semanas en el área de recepción del campo de refugiados de Dibaga, una zona cercada por altas vallas, cámaras de vigilancia y alambre de espino que se asemeja más a una prisión que a un campo de refugiados.

El campamento se construyó con dinero de los Emiratos Árabes Unidos para albergar a 700 familias en diciembre de 2015. Desde entonces en Dibaga viven más de 75.000 desplazados.

Sagban, de 17 años, escapó hace cinco días de Mosul. “Me escapé por la noche para que no me detuvieran en los controles de salida de la ciudad. Desde hace unas semanas se han incrementado las medidas de seguridad en Mosul y hay puestos de control por todas partes; incluso los yihadistas han colocado un mayor número de explosivos en los márgenes de las carreteras para frenar a los civiles que quieren huir”, relata este joven mosulí a El Confidencial.

Sagban recorrió 43 kilómetros, parte de ellos andando, otros parando un coche para que le llevara a algún lugar seguro. “Mi familia sigue en Mosul. Mi padre es funcionario y recibe su sueldo. Le han amenazado con matarle por traidor si se marcha. Soy el único que ha podido escapar”, lamenta el joven refugiado.

Foto: Fuerzas 'peshmerga' avanzan hacia posiciones del Estado Islámico en el este de Mosul, Irak. (Reuters)

Ante la alarmante cifra de la ONU que estima que entre 700.000 y un millón de iraquíes podrían huir de la ciudad de Mosul, las organizaciones humanitarias están adecuando nuevas zonas para levantar campos de refugiados. En total está previsto la construcción de 11 nuevos campamentos de desplazados, según ACNUR.

Las operaciones de las fuerzas iraquíes y 'peshmergas' para recuperar las localidades cercanas de Mosul también han llevado a aquellos que huyeron hace dos años cuando el EI se hizo con grandes zonas de la provincia de Nínive a regresar a sus hogares. Aunque a veces lo que se encuentran al volver a casa es solo destrucción.

placeholder Vecinos de Chaquli regresan después de dos años a sus casas. (Ethel Bonet)
Vecinos de Chaquli regresan después de dos años a sus casas. (Ethel Bonet)

En el pueblo de Chaquli, liberado hace unos días por los 'peshmerga', al este de Mosul, algunos vecinos han vuelto para chequear su vivienda y recoger las pocas pertenencias que les quedan. Karrar y su hermano Haider llegan con una furgoneta 'pick up' y cagan en ella colchones, mantas y utensilios de cocina. “De momento seguiremos en Erbil en casa de unos familiares. La situación todavía no es segura, tenemos miedo de volver”, reconoce Karrar, de la tribu de los 'shabak', minoría etnicorreligiosa iraquí.

La guerra contra el EI redibuja las fronteras del norte de Irak

Tras haber recuperado en la última semana alrededor de una docena de aldeas cercanas a Jazer, los 'peshmerga', con excavadores y aplanadoras están construyendo una enorme zanja como nueva línea defensiva. La intensa actividad en la trinchera, con el traqueteo, las tanquetas y carros de combate del Ejército iraquí que cruzan al otro lado de la línea que separa a las fuerzas iraquíes de las kurdas, contrasta con el silencio turbador en estas aldeas desiertas y reducidas a escombros.

“Todas las áreas liberadas por los 'peshmerga' permanecerán bajo el control de nuestras fuerzas”, sentencia el comandante Ato Zibani, en el frente de Chaquli.

Las nuevas fronteras 'de facto' establecidas por las fuerzas kurdoiraquíes están redibujando el mapa del norte de Irak, al igual que sucede en la vecina Siria, donde las milicias kurdas están expandiendo su control. Con la ayuda de los ataques aéreos de la coalición encabezada por EEUU, los 'peshmerga' han ido ganando territorio en Irak, que equivale a un 50% más de extensión de la superficie actual de la Región Autónoma del Kurdistán.

“Nosotros no necesitamos más hombres ni entrenamiento por parte de la Coalición, lo que necesitamos es artillería pesada. Nuestras fuerzas no están bien equipadas. Ahora que tenemos lanzamisiles antitanques MILAN, de fabricación alemana, y con la experiencia que hemos adquirido luchando en estos dos últimos años, hemos demostrando que estamos capacitados para derrotar al Estado Islámico. Lo más difícil es romper su barrera defensiva, después avanzar es fácil. Pero por decisiones políticas de Bagdad no nos han dejado avanzar más”, critica el comandante 'peshmerga'. Lo que más le intranquiliza es que en el eventual avance de las fuerzas gubernamentales hacia la ciudad de Mosul, las milicias chiíes de Bagdad, conocidas como Hashed al Shaabi o Movilización Popular, lideren el asalto al bastión del EI. “Si los milicianos de Hash Al Shaabi ocupan nuestras tierras lucharemos contra ellos”, desafía el mando kurdo.

Aunque los peshmergas esperan poder participar en la toma de Mosul, sus ojos están puestos en recuperar los territorios disputados, que reclaman como parte del Kurdistán y que están bajo control de Bagdad. Al fin y al cabo, la segunda ciudad de Irak está lejos de sus límites territoriales y la mayoría de su población, que asciende a cerca de dos millones de habitantes, son árabes suníes.

Decenas de 'peshmerga' voluntarios retirados, ataviados con el típico traje kurdo y colgando de bandolera su viejo rifle Kaláshnikov, se agolpan en la entrada de una de la oficinas del último puesto de control que lleva a la región de Bashiqa. Un funcionario apunta en una lista sus nombres para poder participar en las batallas para la liberación de Mosul.

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