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Desmontando el radicalismo desde las aulas de la Gran Mezquita de Bruselas
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dentro de las clases CONTRA EL FANATISMO

Desmontando el radicalismo desde las aulas de la Gran Mezquita de Bruselas

Dice no ser musulmán, pero es uno de los profesores del curso antiradicalización en la Gran Mezquita de Bruselas. Entramos en las clases que encabezan la lucha contra el fanatismo

Foto: Miembros de la comunidad musulmana de Bélgica durante una ceremonia por las víctimas de los atentados en Bruselas, el 9 de abril de 2016 (Reuters).
Miembros de la comunidad musulmana de Bélgica durante una ceremonia por las víctimas de los atentados en Bruselas, el 9 de abril de 2016 (Reuters).

Una veintena de personas -la mayoría mujeres- escuchan y toman notas de la lección que imparte el profesor El Alami en una de las aulas de la Gran Mezquita de Bruselas. Casi todas están vestidas con el típico chador iraní –una pieza de tela que se coloca sobre la cabeza y cubre todo el cuerpo menos la cara–, algunas con velo y, una minoría, sin nada que les cubra el pelo. Unas diapositivas sobre el Corán dominan la pequeña clase número 18 donde la voz enjunta del maestro parece adormecer a algunos de los alumnos. Este marroquí nacido en Tánger dice no ser musulmán, sin embargo, es uno de los expertos que forma parte del profesorado del curso “anti-radicalización” que tendrá lugar en la Gran Mezquita de la capital belga durante los próximos meses. El objetivo: ayudar a los alumnos a decodificar el Corán y arrojar algo de luz sobre las muchas dudas a las que se enfrentan, a veces, los musulmanes.

Decía el poeta Antonio Machado que “todo lo que se ignora, se desprecia” y, en parte, ese es uno de los males que permiten la propagación del radicalismo por todo el mundo: la ignorancia. Así, luchar contra ésta es hacerlo también contra el fanatismo. En la comunidad musulmana son muy conscientes de ello, saben qué falla cuando alguien se enreda en los oscurantismos de las redes sociales y termina haciéndose explotar en cualquier parte del mundo. Para evitar que esto ocurra, a modo de prevención, desde la Gran Mezquita se han programado una serie de clases "a modo de prevención" ante los radicalismos, según afirman los profesores. En sus clases proponen una visión más plural del Corán, examinándolo con detalle y proponiendo el uso de la razón a la hora de buscar respuestas en su lectura, en vez de cerrarse en banda tras la peligrosa literalidad de sus textos.

'El curso está orientado a aquellos que quieren otra manera de ver el Islam. La gente está ya de por sí lejos de la literalidad que es una de las puertas al radicalismo. Es por ello que yo recurro en mis explicaciones a una visión más pluralista', explica el profesor El Alami

El programa del curso ha sido diseñado por el imán de la mezquita, Ndiaye Mohamed Galaye, quien pretende resolver las dudas sobre la interpretación de los textos sagrados, pero apelando a la pluralidad y a la razón. “Hay muchas dudas sobre la interpretación literal. No es que esta sea una vía aceptada por la mayoría, pero es una vía igualmente mala. Hace falta ver las cosas de otra manera y sobre ese aspecto incidimos en este curso, sobre la capacidad de reflexionar y hallar una interpretación diferente”, responde a El Confidencial. “Hay una gran necesidad de reflexión, porque lo más peligroso son aquellos que no usan la razón y se dejan guiar por los 'likes' de las redes sociales y terminan haciendo barbaridades. Por lo que es importante enseñar a interpretar los textos y las normas y no acatarlas desde la literalidad”.

Ellas, sentadas a la izquierda del aula. Ellos, a la derecha, son minoría. Una bancada de filas vacías establece una línea que los separa. Algunos toman notas, pero la mayoría escucha con atención la lección de los profesores. Observando la escena uno se pregunta cuáles son las razones por las que estos alumnos podrían estar interesados en este tipo de curso. Entre las mujeres, algunas de ellas sobrepasan los cincuenta y ellos no parecen estar cerca de los cuarenta. La mayoría son alumnos de otros cursos que se imparten en el centro, como clases de árabe o historia.

El curso está orientado a aquellos que quieren otra manera de ver el Islam”, explica el profesor El Alami. “Como ves, los alumnos de este curso tienen una herencia musulmana muy plural. La gente está ya de por sí lejos de la literalidad que, bueno, no sé si es exactamente así o no, pero es una de las puertas al radicalismo. Es por ello que yo recurro en mis explicaciones a una visión más pluralista en cuanto a la herencia del Islam”, comenta, mientras de fondo se escuchan los cantos de Mohamed Galaye llamando a la oración.

A las siete, la clase se interrumpen por los cantos del imán y todos acuden al rezo salvo un par de mujeres y el profesor. Una de ellas se llama Saloua y trabaja en el departamento de comunicación y marketing en una empresa “en el campo de la energía”. Ella es una de las pocas que no va vestida con el chador y se muestra muy amable y abierta. Reconoce que le interesa este curso por la base jurídica del derecho musulmán -que será la segunda parte de la clase, la primera estaba centrada en la historia y las características del Corán-. “Cada persona está aquí por un motivo distinto. Algunos por una razón más personal quizás, pero en general estamos aquí para aprender a practicar bien nuestra religión. Yo quiero saber cómo interpretar correctamente las lecturas”, reconoce mientras, de fondo, se apaga la voz del imán por la megafonía.

Tras el rezo y la pausa, un nuevo profesor retoma la clase. Habla francés muy deprisa, a veces mezclando algunas palabras en árabe. Viste cuello alto y chaqueta y no parece incómodo ante el calor que desprende el aula. No quiere que su nombre aparezca en este artículo, tampoco que se le relacione con el centro y mucho menos ser fotografiado. Su clase resulta ser muy interesante, incluso para aquellos que desconocemos el Islam. La enseñanza de hoy se centra en qué hacer cuando, ante una lectura del Corán, surge un por qué imposible de responder incluso acudiendo a las reglas de obligatoriedad y no obligatoriedad de las cuatro escuelas jurídicas musulmanas (malequi, hanafí, salafií y hanbalí) en torno a la 'Sharia'. Basándose en una lectura más profunda, el profesor propone a sus alumnos el uso de la razón ante “la inteligibilidad de la intención con la que fue escrita dicha norma”. Así, surge un interesante debate en clase ante qué castigo debe recibir alguien que, por ejemplo, roba. Según la 'Sharia', habría que cortarle la mano si no lo hace por extrema necesidad, sino por el hecho de robar por robar. “Actualmente hay que pensar: ¿los robos tienen castigo? Sí. Entonces, ¿es necesario llegar a cortar la mano? La lógica nos dice que no.”, argumenta el profesor.

'Hay sobre todo un acercamiento a la prevención y creo que eso es lo que interesa a los alumnos', explica el profesor un poco más relajado, ahora que deja por fin atrás la puerta de la mezquita

En la lección de hoy este profesor también propone una interesante reflexión sobre las tradiciones del Islam. “¿Tenemos que lavarnos manos, cara y pies de la manera en la que está escrito o podemos hacer todo esto simplemente con el hecho de darnos una ducha? Hay tradiciones que hay que razonar y ver si podemos cambiarlas o no”, explica. Para ahondar en su argumento, cuenta una historia que ocurrió hace años en Arabia Saudí. “Había un grupo de niñas en una escuela cuando, de repente, saltó la alarma de incendios. El fuego se propagaba por el colegio. Llegaron los bomberos e intentaron sacar poco a poco a las niñas pero, ¿qué pasó cuando llegó la autoridad, o sea, la Policía? Prohibieron a los bomberos seguir sacando niñas porque, según las leyes, una mujer no puede salir nunca a la calle si no es acompañada por alguien con quien no pueda casarse, véase un familiar. Por lo que, debido a esto, murieron muchas niñas en aquel incendio”, explica con un tono seco, intentando dejar claro su argumento.

Alejarse de la literalidad de los textos

El objetivo de esta clase, y de estos cursos, es alejar a la comunidad musulmana de la literalidad de los textos. Proporcionarles la capacidad, a través de la enseñanza, de elaborar una doble lectura. Una búsqueda más profunda de los porqués y del sentido y las palabras del Corán. “Detrás del texto hay un sentido oculto y si lo encuentras, podemos cambiar la forma de ver el mundo. Si no, nos quedaremos siempre en la literalidad de los textos y eso es muy, muy peligroso”, advierte el profesor. El debate se tuerce y una alumna pregunta qué hacer en caso de que, ante la imposibilidad de encontrar ese sentido, haya que acogerse a lo que las autoridades musulmanas digan. “Si nos consideramos seres responsables debemos utilizar siempre la razón”, responde el profesor. “Si somos literales, la vida nos resulta imposible”.

Hacia el final de la clase, surgen más dudas, sobre todo entre las mujeres del grupo. Una de ellas reflexiona acerca de la subjetividad con la que se estarían enfrentando, pues, a los textos. Ella afirma que, en ellos, la mujer queda reflejada como un ser frágil que debe ser protegido del mundo y, ante eso, pregunta al profesor: ¿Cómo aplicar pues, la subjetividad de qué es seguro y no para una mujer en este mundo? “Pensar que el mundo no es un lugar seguro es algo demasiado interpretativo”, responde el profesor. “Lo que dicen las normas islámicas no es una conclusión sino un principio, somos nosotros los que tenemos que llegar a la conclusión. Si el propio principio es la conclusión, no llegamos a ninguna parte. Sois las propias mujeres las que debéis interpretar también qué es seguro y qué no es seguro, como todo el mundo. Si te sientes segura para salir a la calle, adelante, deberías hacerlo, eres tú quien debe llegar a esa reflexión”, responde el profesor. “Bueno, también algunos hombres deberían llegar a esa reflexión”, apunta la alumna entre las risas de sus compañeras.

La clase llega a su fin sobre las ocho y media y algunas alumnas apuran hasta el último minuto para debatir con el profesor sobre la 'Sharia', las normas musulmanas o incluso el empleo de la astronomía para determinar el comienzo del Ramadán. El profesor pregunta la hora y una alumna responde “aún tenemos un minuto para una última pregunta”. La clase llega a su fin y la mayoría se dispone a salir del aula, aunque hay algunos que recogen más lento para seguir haciendo preguntas al maestro.

La noche cae sobre Bruselas y por la puerta de la Gran Mezquita no deja de salir gente que acaba de terminar los cursos. “Estoy contento con que haya iniciativas como esta, de cursos que se acercan a la antiradicalización”, reconoce el profesor en una entrevista con El Confidencial, aunque un poco inquieto porque puedan verle hablar frente a una grabadora. Por momentos desconfía y va aplazando las preguntas hasta que no ha salido por completo de la mezquita. “No creo que la gente que se apunte al curso venga por lo de anti-radicalismo, sino simplemente por aprender. Hay sobre todo un acercamiento a la prevención y creo que eso es lo que interesa a los alumnos”, explica un poco más relajado, ahora que deja por fin atrás la puerta de la mezquita.

Una veintena de personas -la mayoría mujeres- escuchan y toman notas de la lección que imparte el profesor El Alami en una de las aulas de la Gran Mezquita de Bruselas. Casi todas están vestidas con el típico chador iraní –una pieza de tela que se coloca sobre la cabeza y cubre todo el cuerpo menos la cara–, algunas con velo y, una minoría, sin nada que les cubra el pelo. Unas diapositivas sobre el Corán dominan la pequeña clase número 18 donde la voz enjunta del maestro parece adormecer a algunos de los alumnos. Este marroquí nacido en Tánger dice no ser musulmán, sin embargo, es uno de los expertos que forma parte del profesorado del curso “anti-radicalización” que tendrá lugar en la Gran Mezquita de la capital belga durante los próximos meses. El objetivo: ayudar a los alumnos a decodificar el Corán y arrojar algo de luz sobre las muchas dudas a las que se enfrentan, a veces, los musulmanes.

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