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¿Ha dejado Marruecos de ser un país seguro para el turismo?
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El número de visitas al país cayó un 4,3%

¿Ha dejado Marruecos de ser un país seguro para el turismo?

Perturbados o drogadictos han acuchillado a varios turistas en ciudades marroquíes, reconocen las autoridades. Curiosamente, el móvil de los ataques no es el robo

Foto: Un policía vigila la plaza de Sahat Lahdim, en la localidad marroquí de Mequinez. (Reuters)
Un policía vigila la plaza de Sahat Lahdim, en la localidad marroquí de Mequinez. (Reuters)

La mujer, de nacionalidad holandesa, caminaba el 11 de octubre por la noche junto con su hermana por la medina de Fez (Marruecos) rumbo a su hotel cuando fue atacada con un arma blanca por un hombre de unos 40 años. La hirió gravemente, pero no trató de robarle. Es la última víctima de una misteriosa serie de agresiones contra turistas o residentes extranjeros sin móvil aparente.

La prensa marroquí apenas se hace eco de esos asaltos excepto cuando van acompañados de un vídeo que muestra su desenlace. Sucedió, por ejemplo, el 4 de octubre cuando una madre –también holandesa– de 57 años y sus dos hijos, de 30 y 27 años, fueron apuñalados por un hombre en la explanada de la gigantesca mezquita Hassan II en Casablanca, un lugar muy vigilado. Las imágenes de los turistas ensangrentados fueron colgadas en varios diarios 'online' marroquíes.

La televisión local de Melilla, Cablemel, entrevista a los ciclistas atacados.

La acometida contra tres ciclistas quincuagenarios melillenses que, el domingo 18 de septiembre, circulaban en paralelo a la vía del tren entre Nador y Beni Enzar, la ciudad pegada a Melilla, no fue grabada por ningún teléfono móvil. A pedradas, con un cuchillo, un hacha y una machota (herramienta de construcción), fueron atacados por tres individuos. Su propósito tampoco era despojarles ​–no les quitaron sus valiosas bicicletas de montaña– sino hacerles daño. “No querían robar; querían matarnos”, aseguraron las víctimas, tras pasar por el hospital comarcal y ante las cámaras de Cablemel, una televisión local melillense.

La noticia causó un gran impacto en la ciudad autónoma porque muchos de sus vecinos cruzan la frontera marroquí el fin de semana para hacer deporte, comer o comprar. El PSOE, Coalición por Melilla (CpM, musulmán) y Ciudadanos expresaron su apoyo a los ciclistas e instaron a la Delegación del Gobierno a exigir a Marruecos que garantice la seguridad de los melillenses.

La prensa marroquí apenas se hace eco de esos asaltos contra extranjeros excepto cuando van acompañados de un vídeo que muestra su desenlace

Un muerto en Kenitra

En un caso, en Kenitra, a 40 kilómetros al norte de Rabat, la agresión, el 24 de agosto pasado, se saldó con un muerto, un joven italiano de 18 años, y cuatro heridos graves, su padre, propietario de un circo que se producía en la zona, y tres empleados portugueses. El móvil fue el despido del criminal por el dueño del circo, según un comunicado de la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN), la policía marroquí.

La DGSN sostiene casi siempre que los ataques contra extranjeros son obra de “perturbados” o drogadictos a los que suele detener rápidamente a veces con la colaboración ciudadana. Las imágenes grabadas el 30 de octubre de 2015 en Fez muestran como los chavales de la medina capturan y retienen a dos hombres, de 21 y 25 años, que hirieron gravemente a tres turistas alemanes, dos hombres y una mujer, de entre 28 y 22 años. Les acuchillaron “sin ningún motivo”, afirmó entonces a la prensa un testigo ocular.

Ataques a turistas alemanes y holandeses en Fez y Casablanca.

Aunque no los niegan, las autoridades de Marruecos intentan evitar que estos ataques trasciendan y, sobre todo, que la ausencia de móvil aparente incite a vincularlos con el terrorismo yihadista. Las víctimas son además objeto de todo tipo de atenciones. El 'wali' (gobernador) de Fez, Essaid Zniber, se desplazó, por ejemplo, al hospital Hassan II para dar ánimos a los tres jóvenes alemanes (uno de ellos desfigurado por las puñaladas) ofrecerles hospedarse en un hotel de lujo hasta su marcha y sufragar los billetes de regreso a su país.

Preservar el turismo

Marruecos teme por su turismo –representa el 6,5% de su Producto Interior Bruto– ya de por si algo tocado por el efecto contagio de sus vecinos norteafricanos golpeados por el terrorismo. En los siete primeros meses del año el número de turistas extranjeros cayó un 4,3% a causa, sobre todo, de los británicos (-7%), de los alemanes (-3%) y, en menor medida, de franceses e italianos, mientras que los españoles aumentaban un 1%, según el Observatorio del Turismo. Para compensar el bajón de sus mercados tradicionales, la Organización Nacional Marroquí del Turismo (ONMT) apuesta ahora por otros alternativos como el chino –en junio Rabat suprimió los visados con China– o el ruso.

Comparado con sus vecinos magrebíes, Marruecos sigue siendo el país magrebí más seguro. Desde la voladura del café Argana, en Marrakech en abril de 2011, que causó 17 muertos, no se ha producido ningún atentado. Aunque hubo nueve jóvenes condenados, la autoría de aquella explosión es confusa. Nadie lo reivindicó y Al Qaeda en el Magreb Islámico, el principal grupo terrorista que opera en la zona, negó haberlo perpetrado.

La seguridad de la que goza Marruecos se explica, entre otros factores, porque la Dirección de Supervisión del Territorio (DST), la policía secreta marroquí, desarrolla una incesante actividad antiterrorista que, el 19 de julio, la llevó a detener a 143 personas en unas pocas horas. Su jefe es Abdellatif Hamouchi al que el rey Mohamed VI nombró también, en mayo de 2015, al frente de la DGSN, la policía ordinaria. Desde su nombramiento esta se moviliza con más ahínco contra la delincuencia común que, en opinión de muchos marroquíes, está en auge.

En los seis primeros meses del año, la policía ha controlado nada menos que a 256.171 individuos, un 23,4% más que durante el mismo periodo del año pasado, y se ha incautado de 9.560 armas blancas, según una estadística oficial. En sus redadas sigue sin hallar armas de fuego.

La mujer, de nacionalidad holandesa, caminaba el 11 de octubre por la noche junto con su hermana por la medina de Fez (Marruecos) rumbo a su hotel cuando fue atacada con un arma blanca por un hombre de unos 40 años. La hirió gravemente, pero no trató de robarle. Es la última víctima de una misteriosa serie de agresiones contra turistas o residentes extranjeros sin móvil aparente.

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