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Las mega iglesias que quieren resucitar el cristianismo
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una fórmula para el creyente contemporáneo

Las mega iglesias que quieren resucitar el cristianismo

Con decenas de miles de feligreses, grandes y modernos centros de culto con líderes cercanos, tecnología audiovisual puntera y poco énfasis en la liturgia se imponen en los suburbios de EEUU

Foto: Fieles durante un sermón en la iglesia Willow Creek Community, en South Barrington, Illinois (Reuters).
Fieles durante un sermón en la iglesia Willow Creek Community, en South Barrington, Illinois (Reuters).

Nancy Rosales y su hija Lauren están sentadas frente a sendos vasos de café. En la mesa tienen un folleto donde apuntan, de vez en cuando, con bolígrafo. Lauren, de 14 años, con vaqueros rotos y largo pelo lacio, revisa a ratos su móvil y sonríe o enseña a su madre la pantalla. A veces hablan en voz baja entre ellas. Un poco más lejos, en otro banco, un joven con los brazos llenos de tatuajes, larga barba y una gorra se come un burrito. Al otro lado, una mujer mayor tiene su cara levantada al cielo, con los ojos cerrados, y apoya sus pies en la silla de delante. Es una mañana soleada de domingo y la mayor parte de la gente que está sentada en los bancos y mesas de esta amplia explanada en lo alto de una colina de Lake Forest, en el condado de Orange, al sur de California, han buscado la sombra de árboles y sombrillas. No hay un silencio sepulcral, pero se respira cierta calma, cierta placidez. Nancy, su hija, el chico del burrito, la señora con los pies en alto, y otras decenas de personas que les rodean están en misa.

Una voz se abre paso de manera clara pero sin estridencias, desde varios altavoces estratégicamente situados. En estos momentos está diciendo: "Quizá queráis apuntar esto. Hay tres maneras en las que Dios nos salva de la crisis". Lauren, aplicada, apunta en su folleto. El sermón de hoy se titula "Unshakable" (inamovible) y esta es la quinta entrega. "Quiero que aprendáis a ser el manager, el jefe, el CEO de vuestra vida". El pastor Rick Warren, fundador y líder de Saddleback Church, está dentro, en el templo, frente a bancos llenos, pero muchos de los feligreses lo escuchan a través de los altavoces y frente a la pantalla gigante que hay en el jardín. Los folletos que decenas de voluntarios han repartido, específicos para el sermón de hoy, incluyen una hoja con espacios en blanco para que los rellenen los fieles: "¿Qué ocurre cuando confío en Dios desde el infierno? 1. Dios -espacio en blanco-. 2. Dios se asegura -espacio en blanco-".

Debajo, referencias a pasajes de la Biblia (Daniel, 3:24, o Salmos 66:12). El pastor Rick recuerda su personal paso por el infierno, cuando su hijo se suicidó. "Satán, ¿esto es lo mejor que tienes? Ahora no tengo miedo, he estado en el fuego, he caminado a través del infierno". La gente aplaude. Lauren y Nancy asienten con vehemencia.

Estamos en Saddleback Church, el lugar de culto más grande de toda California. El "campus", más que iglesia, ocupa casi 30 hectáreas en medio de varias autopistas que atraviesan esta zona residencial y bastante adinerada del sur californiano. Tiene tres parkings, un templo, tres carpas (para los servicios de gospel, en español, y para niños) y un edificio entero dedicado a guardería; jardines y terrazas, tumbonas y columpios. Cada fin de semana, más de 3000 personas acuden a este lugar, una de las diez sedes que la iglesia tiene en EEUU. El ambiente es distendido pero educado, lo coches brillan limpios y nuevos al sol del mediodía y entran y salen en ordenada procesión al principio y final de cada servicio. Hay sonrisas, ropa limpia de sport, pieles bronceadas, joyas discretas. Diversidad y buen rollo, como en un anuncio de televisión. Feligreses negros, blancos, asiáticos, latinos.

Saddleback es una de las cada vez más numerosas "mega iglesias" protestantes (con más de 2.000 parroquianos en el fin de semana) que no paran de crecer sobre todo en el Oeste y Sur de EEUU, donde actualmente se calcula que hay 1.600. La que tiene el récord de asistencia, Lakewood Church, está en Houston, Texas. Su líder espiritual, el reverendo Joel Osteen, convoca a una media de 45.000 feligreses. Todas comparten, si no denominación religiosa (las hay de evangélicas a baptistas y, cada vez más, aconfesionales, es decir, no adscritas a ninguna tradición protestante concreta), una manera similar de celebrar los oficios: con un líder con carisma y telegenia, gran despliegue técnico y musical, y sermones modernizados, donde el mensaje espiritual llega tan simplificado y claro como una presentación de power point.

Rick Warren es uno de los máximos exponentes de esta manera de fomentar el cristianismo personalista y modernizado, con un poder de convocatoria imbatible. Comenzó en los años ochenta, en el salón de su casa; y hoy miles de personas escuchan sus sermones cada fin de semana, junto a las 12.000 que lo hacen por internet. El "pastor Rick", como se le conoce, es para sus fieles una mezcla de consejero existencial, terapeuta, figura inspiradora y amigo, que, aseguran, nunca ha sido visto en público con calcetines.

"Venimos porque nos sentimos aceptadas, especialmente ahora que mis hijos son adolescentes, lo ponen mucho más fácil para ellos," explica a El Confidencial Nancy, madre de tres, que lleva pantalón corto, chaleco vaquero y sandalias y asegura, ente risas nerviosas, que todavía le cuesta creer que puede ir así vestida a misa. "Quiero que mis hijos conozcan a Dios, pero no quiero traerlos a rastras. Aquí hay una carpa especial para niños y adolescentes, donde les adaptan el sermón, hacen actividades". El hecho de que Lauren pueda chatear con amigas mientras escucha el sermón es, sin duda, uno de los muchos alicientes que ofrece pasar la mañana de domingo en este recinto ajardinado. En una esquina detrás del templo principal, en una pequeña piscina triangular, se celebran los bautismos de fieles adultos, que, completamente vestidos, se sumergen de cuerpo entero como es característico de la fe baptista.

Muy en sintonía con la experiencia 'a la carta' a la que el consumidor moderno está acostumbrado, cada feligrés puede hacer su paso por una mega iglesia tan anónimo o tan personal como desee: solo escuchar el sermón o firmar un 'compromiso' y terminar liderando un ministerio

Hacer la experiencia de escuchar un sermón mucho más entretenida, fácil, cercana y aplicable a la vida cotidiana. Ofrecer consejos para los pequeños y grandes desafíos del día a día. Incluir música moderna, sonido de última generación, comida y bebida, carritos de 'merchandising'. “Aunque es una iglesia enorme, hay también una sensación de comunidad", asegura Nancy, que creció en la fe católica, pero hace ya años que prefiere las mega iglesias protestantes.

Como insisten desde la dirección de la iglesia, y muy en sintonía con la experiencia "a la carta" a la que el consumidor moderno está acostumbrado, cada feligrés puede hacer su paso por una mega iglesia tan anónimo o tan personal como desee. De acercarse a escuchar el sermón el domingo y volverse a casa sin haber intercambiado palabra con nadie; hasta pasar a formar parte de la comunidad de una manera mucho más activa, empezando con un bautismo y la firma de un "compromiso" (covenant) con Saddleback y terminando por liderar un ministerio o incluso hacerse pastor o pastora.

"Es muy importante que, a pesar de ser decenas de miles, nuestros feligreses puedan sentirse útiles; necesitan sentir que su experiencia se valora, sirve para algo. Por eso pueden crear o integrarse en un ministerio que tenga que ver con lo que ellos en particular han vivido, de un divorcio difícil a la pérdida de un ser querido". El responsable de personal de Saddleback, el pastor David Chrzan, en conversación telefónica con El Confidencial, sitúa en más de 400 el número de ministerios que actualmente están en marcha en esta iglesia. "Tenemos de todo, desde los dedicados a cuestiones muy específicas como el Asperger, pérdida de un ser querido, a control de la ira, fatiga crónica o soledad", explica.

Si el campus de Saddleback en Orange County, con sus explanadas ajardinadas, sus hamacas de madera maciza y sus pabellones de guardería y cafetería parece más una universidad privada que una iglesia, el templo en sí es como un lujoso recinto de conciertos. Con un ventanal que ocupa toda la pared oeste, un gran escenario, dos pantallas gigantes y una cámara con grúa, el sermón del pastor Rick tiene una cobertura tan profesional como los mejores programas de 'prime time'.

Lorenzo García, un padre de familia que hoy ha acudido con su hijo adolescente, conoció la iglesia cuando apenas empezaba a convertirse en lo que es hoy, en los primeros años 2000. "Ya era enorme, pero en los últimos años lo han hecho todavía más lujoso y han añadido muchísimas cosas". Una de las últimas mejoras, explica Blair Shasky, especialista en sistemas de audio, fue la mejora del equipo de sonido. "No sólo el equipo, la parte técnica, sino el tipo de música", matiza. "Ahora hacemos música estilo "hillsong", más contemporánea". Shasky, cuya empresa The Sound Dude es una de las muchas que trabaja para la iglesia, explica que en total hay cuatro equipos diferentes: audio, video, media y iluminación. La iglesia tiene 80 operadores de cámara trabajando, muchos de ellos voluntarios, solo en esta sede.

Una plantilla de 100 pastores en cinco países

En la carpa con un gran letrero que reza “En español” a la entrada, un centenar de personas escuchan un sermón del mismo pastor Rick, doblado al español, proyectado en una gran pantalla. "Es el sermón de hace dos semanas, porque tardan ese tiempo en doblarlo", explica Shasky. A Rosa Domínguez, que sale de la carpa con sus tres hijos, no le importa. "Es un ambiente muy lindo, y el mensaje me ha gustado mucho. Es un lugar mucho más seguro para los chicos. Antes teníamos un pastor, el pastor Rafael, a dar un sermón en español en persona, pero hace unas semanas lo cambiaron al pastor Rick en vídeo. Pero verlo en persona o no, eso es lo de menos", considera. Lo que no es lo de menos es que sea el propio pastor Rick, y no otro de las decenas que existen en Saddleback, el que escriba y lea cada sermón de los domingos. Muchos expertos en este tipo de congregaciones coinciden en que su carácter tan personalista, usualmente creadas en torno a la figura de un solo pastor que despierta pasiones entre sus seguidores, las hace tener una fecha “de caducidad” aproximada de tres o cuatro décadas. Es difícil que una mega iglesia mantenga su relevancia y seguidores cuando su fundador muere.

El pastor Rick comenzó en el gimnasio del instituto de la zona, y dirige hoy una organización presente en 18 localidades en EEUU, Buenos Aires, Hong Kong, Berlín y Manila (esperan inaugurar siete más en los próximos dos años) con 100 pastores de plantilla; miembros como tales (que hayan pasado por el bautismo y se hayan afiliado a la iglesia de manera oficial) tienen 30.000; 28.000 personas en total atienden sus servicios de fin de semana en sus diferentes sedes. Muchas mega iglesias tienen podcasts, radios, Facebook live para sus fieles. "Para nosotros lo primordial es ofrecer una buena experiencia. Desde un asiento cómodo, buena calidad acústica, hasta los voluntarios que te reciben con una sonrisa en el aparcamiento, tratar en el sermón cuestiones que te afecten, que te hagan sentir bienvenido y que importas", argumenta Chrzan.

Los feligreses, tanto los que están oficialmente registrados como los que acuden esporádicamente, contribuyen con diezmos y ofrendas a un presupuesto que es privado pero que extraoficialmente puede situarse entre los 10 y los 60 millones de dólares anuales, dependiendo del tamaño de la organización. Aproximadamente la mitad de este presupuesto se va en gastos de personal. En cuanto a los pastores, los líderes más exitosos pueden llegar a los 150.000 dólares anuales según un estudio realizado por el Leadership Network, una organización cristiana estadounidense.

Aunque EEUU sigue siendo mayoritariamente un país cristiano (un 70% de la población) y particularmente protestante (un 46%), el último informe del centro Pew apuntaba a un aumento de la población "no afiliada" (atea, agnóstica o indiferente) hasta el 23%. La mayoría de mega iglesias no hacen mucho alarde de pertenecer a una tradición protestante concreta. "Somos baptistas sureños, y estamos orgullosos de esa tradición, no la negamos, pero no es lo más importante de Saddleback. Cuando buscas a Dios lo primero que te planteas no es cuál es la etiqueta de este o esa iglesia", considera Chrzan, que cree que relegar la “etiqueta” a un segundo plano es la manera de mantenerse "relevante en muchas culturas distintas, año tras año". Como los grandes centros comerciales, las mega iglesias parecen haber dado con la fórmula perfecta para el creyente contemporáneo de las grandes zonas suburbanas.

Nancy Rosales y su hija Lauren están sentadas frente a sendos vasos de café. En la mesa tienen un folleto donde apuntan, de vez en cuando, con bolígrafo. Lauren, de 14 años, con vaqueros rotos y largo pelo lacio, revisa a ratos su móvil y sonríe o enseña a su madre la pantalla. A veces hablan en voz baja entre ellas. Un poco más lejos, en otro banco, un joven con los brazos llenos de tatuajes, larga barba y una gorra se come un burrito. Al otro lado, una mujer mayor tiene su cara levantada al cielo, con los ojos cerrados, y apoya sus pies en la silla de delante. Es una mañana soleada de domingo y la mayor parte de la gente que está sentada en los bancos y mesas de esta amplia explanada en lo alto de una colina de Lake Forest, en el condado de Orange, al sur de California, han buscado la sombra de árboles y sombrillas. No hay un silencio sepulcral, pero se respira cierta calma, cierta placidez. Nancy, su hija, el chico del burrito, la señora con los pies en alto, y otras decenas de personas que les rodean están en misa.

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