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Israelíes que piensan en dejar su país... porque no pueden permitirse una casa
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más de un tercio de sus ingresos, en vivienda

Israelíes que piensan en dejar su país... porque no pueden permitirse una casa

Un país pequeño, superpoblado y con una grave falta de viviendas. Quien compra se endeuda al límite. El perfil del emigrante: joven, nacido en Israel y con estudios superiores

Foto: Nora Lifschitz, de 28 años, en su casa de Tel Aviv, el 22 de febrero de 2016. (Reuters)
Nora Lifschitz, de 28 años, en su casa de Tel Aviv, el 22 de febrero de 2016. (Reuters)

Un país relativamente nuevo, pequeño, superpoblado y con casi un cuarto de sus habitantes viviendo en la pobreza. En Israel, todos estos factores sumados a unas políticas públicas lentas o poco eficaces se traducen en una alarmante carencia de viviendas y unos escandalosos precios por metro cuadrado que impiden a una parte importante de la población vivir dignamente.

Desde hace siete años, Connie Janin, socióloga de 44 años, vive con su esposo, que es arquitecto, y sus tres hijos en un piso de tres habitaciones en el barrio de Arnona en Jerusalén, una zona de clase media. Es una casa sencilla, en un tercer piso sin ascensor y el alquiler mensual supera los 5.000 shekels (unos 1.200 euros). “Mi casa vale actualmente dos millones de shekels [más de 476.000 euros]. Los propietarios la compraron hace 10 años por 900.000 [215.000 euros]. Es decir, los precios se han duplicado. Mi marido y yo no podemos ni soñar con comprar una casa, es una utopía aunque ambos trabajamos”, explica a El Confidencial

Conversando con los israelíes, se siente que, en la lista de sus preocupaciones diarias, no tener una casa digna está por delante, por ejemplo, del conflicto con los palestinos

Testimonios como el suyo se cuentan por millares en Israel, donde hacen falta actualmente unos 145 salarios mensuales para comprar un piso, la cifra más alta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que en países como Estados Unidos u Holanda son necesarios entre 60 y 70 salarios. Según datos oficiales, desde 2008, el precio de los alquileres en el país ha subido un 30%, y el de los pisos en venta, un 55%. Actualmente, comprar un apartamento con tres habitaciones en un barrio de clase media de Tel Aviv, la ciudad más cotizada del país, cuesta unos 600.000 euros.

La crisis de la vivienda angustia a los israelíes y se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza del Gobierno. El problema se va a agravando y ya provoca negativos efectos colaterales, como que la gente joven se vaya del país al no poder independizarse. Conversando con los israelíes, se siente que, en la lista de sus preocupaciones diarias, no tener una casa digna está por ejemplo por delante del conflicto con los palestinos.

¿Cómo responde el actual Gobierno a esta crisis? Construyendo más para aumentar la oferta de viviendas nuevas desde hace dos años, dedicando más presupuesto a subsidiar viviendas para israelíes con dificultades económicas y atendiendo antes a familias numerosas. Según datos del ministro de Vivienda, Yoav Galant, en Israel serán necesarias un millón de viviendas adicionales en los próximos 20 años.

Hiperpoblado y con una alta tasa de pobreza

En Israel viven 8,5 millones de habitantes en una superficie de 21.000 km2, es decir, 24 veces más pequeña que España. La población se concentra principalmente en una franja estrecha de menos de 100 km, situada cerca en la costa del país, entre las ciudades de Hadera y Ashdod. Según datos oficiales, 445.000 familias en Israel, es decir, 1,8 millones de personas, son pobres, es decir, un 18,8% de la población.

El crecimiento de la población israelí es muy superior al de otros países de la OCDE, debido a que las familias tienen una media de tres hijos, que pueden superar los cinco y seis entre las comunidades judías más religiosas. Además, cada año unos 20.000 judíos llegan a vivir a Israel y realizan su 'aliyah', o ascensión en hebreo, una instalación en el país motivada sobre todo por motivos religiosos y patrióticos.

"Se necesitan medidas drásticas. Este problema afecta a demasiada gente. Todo el mundo salvo las personas muy ricas sufren debido a la falta de viviendas", explica Manuel Trajtenberg, profesor de Economía y diputado por la Unión Sionista

“Se necesitan medidas drásticas. Este problema afecta a demasiada gente en Israel. Todo el mundo salvo las personas muy ricas sufre debido a la falta de viviendas”, explica a El Confidencial Manuel Trajtenberg, profesor de Economía y diputado por la Unión Sionista (oposición). El político recuerda que en 2011 miles de israelíes salieron a la calle a protestar y la falta de viviendas era una de sus angustias prioritarias. “Fui el encargado de elaborar un informe con recomendaciones al Gobierno, pero no se ha hecho lo necesario y en este momento la crisis inmobiliaria se ha agudizado”, estima.

“Yo también salí a la calle hace cinco años, pero no sirvió de nada. Ahora la gente siente que protestar no vale la pena y además estamos concentrados en trabajar muchas horas al día para sobrevivir”, asevera Janin. Según esta socióloga, el Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu “castiga” a la clase media y favorece a los más ricos y a los sectores religiosos. “¿Por qué no se hace por ejemplo una ley para fiscalizar todos los apartamentos vacíos que hay en ciudades como Jerusalén, que pertenecen a ricos estadounidenses o franceses que vienen dos veces al año? Por otra parte, cuando el Gobierno da facilidades para adquirir una vivienda, las concede a familias con cinco hijos o más. ¿Quién tiene cinco hijos en Israel? Los religiosos”, lamenta.

Para Sebastian Wallerstein, director del Israel Affordable Housing Center (centro israelí para una vivienda asequible) de Tel Aviv, hacen falta unas 50.000 casas adicionales por año para abastecer la demanda. Desde 2015, el Gobierno ha logrado cumplir este objetivo, pero lleva muchos años de retraso. “Son procesos lentos y a veces vemos cómo el Gobierno quiere crear atajos para lograr resultados. Lo que está claro es que este tema se ha convertido ahora en una prioridad para el Ejecutivo y los dos últimos ministros de Finanzas vieron que no había cómo evadirlo”, apunta a El Confidencial. “Moshe Kahlon [actual titular de Finanzas] ha entendido que de este tema depende su supervivencia política”, corrobora Trajtenberg.

Por ahora, los sondeos muestran que los israelíes no creen a sus políticos en materia de vivienda y no confían en que los precios bajen a medio plazo. Un 80% piensa que los precios seguirán aumentando el año que viene, según la publicación económica israelí 'Globes'. Pero, paradójicamente, los israelíes siguen haciendo lo indecible para comprar una casa: se endeudan sin límite, arrastran en la aventura a sus familias, tienen dos trabajos para poder pagar la hipoteca, etc. Es un país donde ser propietario está socialmente bien visto y transmite a menudo una sensación de seguridad a personas cuyas familias vinieron a Israel para empezar de cero después del Holocausto.

Sin soluciones milagrosas

En este momento, los israelíes gastan mas de un tercio de sus ingresos en vivienda, lo cual pone de manifestó una situación financiera frágil y peligrosa. Si a Trajtenberg le dieran carta blanca para intentar resolver esta crisis, comenzaría anunciando la venta de las tierras que posee el Estado, que representan alrededor de un 90% del total. “El Estado debe anunciar que las pone en venta para la construcción, de forma transparente y con unos precios mínimos. En segundo lugar, se debe aprobar una ley que estipule que los edificios nuevos deben tener ocho pisos y no cuatro, como es el caso de la mayoría, lo cual es inaceptable en un país tan pequeño y con tanta densidad. Empezaría por ahí”, enumera.

Según Wallerstein, el Gobierno debería además invertir para que otras zonas del país sean atractivas y no solo las grandes ciudades, ya que esto animaría a miles de israelíes a ir a vivir a estas ciudades más pequeñas y la población se repartiría mejor. “Comenzando por el sistema de transporte, que actualmente no funciona bien. La gente hace sus cálculos y ve que no le compensa irse a vivir a 60 km de Tel Aviv si necesita dos coches por familia y pierde cuatro horas en la carretera”, afirma.

"Pensamos todo el tiempo en marcharnos de Israel. El hecho de no tener casa propia nos impulsa a irnos. Mi marido y yo tenemos estudios superiores, trabajamos y el sueño de tener una casa es algo cada día más lejano. Es increíble", dice Janin

Para el activista y exconcejal de Jerusalén Meir Margalit, que ha formado parte de varias organizaciones que defienden el derecho a la vivienda, otra raíz de la crisis inmobiliaria es que, desde hace 10 años, los programas sociales del Gobierno para este sector no funcionan. “Hace años que el Gobierno no compra casas para alojar a personas con grandes dificultades financieras y no dispone de lugares para dar cobijo a centenares de familias. Sus prioridades no son los problemas sociales de este país sino construir casas en asentamientos en tierra palestina o dar dinero a ultraortodoxos para que construyan sinagogas”, critica. Según él, esta política se explica por las coaliciones que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, construye para mantenerse en el poder. En el actual Gobierno, partidos religiosos y formaciones ultranacionalistas que apoyan la colonización en territorios palestinos tienen un peso muy importante.

Solo en Jerusalén, tendríamos unas 60.000 familias viviendo bajo el umbral de pobreza. Estas familias, en el mejor de los casos, reciben una ayuda del Gobierno para el alquiler que ronda los 1.000 shekels, una cantidad que no permite alquilar absolutamente nada en esta ciudad”, recalca.

En los años cincuenta, sesenta y setenta, se construyeron en Israel miles de viviendas sociales para absorber a todos los inmigrantes que llegaban al país. Se construyeron rápido y hoy muchas de ellas están en muy mal estado, apunta Wallerstein. Recientemente, varias organizaciones presentaron una apelación ante el Tribunal Supremo israelí para obligar al Gobierno a comprar nuevas casas en las que alojar a personas que no tienen un techo. “El Gobierno argumentó que se está ultimando una compra y el tribunal ha retrasado su decisión a la espera”, deplora Margalit.

El resultado de esta crisis es que, así como miles de judíos llegan a Israel cada año, hay muchos israelíes que también deciden irse en busca de una mejor calidad de vida, que pasa por la compra de una casa digna. El perfil de este emigrante es el de una persona joven, nacida en muchos casos en Israel y con estudios superiores. “Pensamos todo el tiempo en marcharnos de Israel. El hecho de no tener casa propia nos impulsa a irnos. Mi marido y yo tenemos estudios superiores, trabajamos y el sueño de tener una casa es algo cada día más lejano. Es increíble. Pero a los 40 y pico también es duro empezar de cero en otro lugar”, concluye Janin.

Un país relativamente nuevo, pequeño, superpoblado y con casi un cuarto de sus habitantes viviendo en la pobreza. En Israel, todos estos factores sumados a unas políticas públicas lentas o poco eficaces se traducen en una alarmante carencia de viviendas y unos escandalosos precios por metro cuadrado que impiden a una parte importante de la población vivir dignamente.

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