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Bélgica destapa una presunta trama de venta de visados en el consulado español en Rabat
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se vendían a entre 6.000 y 8.000 euros

Bélgica destapa una presunta trama de venta de visados en el consulado español en Rabat

Se sospecha que miembros del personal habrían estado vendiendo visados a jóvenes que no cumplían los requisitos para obtener uno. Exteriores ha iniciado una investigación interna

Foto: Un joven marroquí observa un barco a punto de partir del puerto de Melilla. (Reuters)
Un joven marroquí observa un barco a punto de partir del puerto de Melilla. (Reuters)

El Estrecho de Gibraltar está prácticamente taponado —solo 4.437 inmigrantes irregulares lograron cruzarlo en 2015, casi todos subsaharianos—, pero los jóvenes marroquíes siguen ingeniándoselas para emigrar a Europa recurriendo a otras vías, por ejemplo obteniendo visados fraudulentamente. En el Consulado General de España en Rabat, ha sido descubierta una presunta venta masiva de visados Schengen a jóvenes marroquíes, de entre 25 y 30 años, que no cumplían los requisitos para obtener esa preciada autorización, que abre las puertas de 26 países europeos, según señalan fuentes diplomáticas españolas conocedoras del asunto. Los solicitantes pagaban entre 6.000 y 8.000 euros por esa etiqueta que se pega en una página del pasaporte.

El Ministerio de Asuntos Exteriores reconoce que en Rabat “se han detectado algunas irregularidades” de las que el cónsul, Rafael Fernández Pita, ha informado a Madrid, además de “abrir una investigación interna para determinar su alcance” a finales de mayo. Fernández Pita “ha introducido además medidas adicionales de seguridad para impedir, en la medida de lo posible y con los medios disponibles, la repetición de los hechos”, añade el ministerio.

“Se ha solicitado por último una inspección para aclarar los hechos en apoyo a la investigación iniciada por el cónsul”, anunció Exteriores. Prevista para el lunes 19 de septiembre, la llegada de los inspectores a Rabat se ha aplazado 'sine die' por problemas de agenda de los funcionarios, según las mismas fuentes diplomáticas. El ministerio precisó, sin embargo, que sí se llevará a cabo, pero solo cuando el cónsul haya concluido sus indagaciones, que empezaron hace ya cuatro meses.

La policía federal de Bélgica fue la que dio la señal de alarma. A finales de mayo, ingresó en urgencias en un hospital de Brujas una joven marroquí en cuyo pasaporte figuraba un visado Schengen caducado expedido por el consulado de España en Rabat. Carecía de medios para sufragar la atención médica que recibía. El Ministerio del Interior belga preguntó a las autoridades españolas en qué circunstancias se le había concedido.

placeholder Dos mujeres caminan por una calle de la Medina de Rabat. (Reuters)
Dos mujeres caminan por una calle de la Medina de Rabat. (Reuters)

El cónsul en Rabat encargó entonces a José García, uno de sus cuatro jefes de visados, que investigase el caso puntual. Llegó a la conclusión de que los datos del solicitante habían sido introducidos correctamente en el sistema informático Sivico que se utiliza para la tramitación de visados, pero que no existía el expediente físico correspondiente. Es decir, no se habían aportado los documentos (contrato de trabajo, nómina, acreditación de solvencia económica, etcétera) que tienden a demostrar que el interesado no tiene motivos para querer emigrar a Europa. Señaló en su informe a dos empleados locales como posibles responsables; uno de ellos pidió entonces una excedencia —se le organizó una fiesta de despedida en el consulado— mientras que el otro sigue en su puesto.

La funcionaria que investigó la trama

Rosario Castillo García, otra de las jefas de visados, decidió hacer algunas comprobaciones por su cuenta. No en balde había destapado a finales de la década pasada, junto con un policía adscrito al consulado de España en Tánger, una trama de corrupción de visados que el agente denunció entonces en un juzgado de Madrid.

Castillo García descubrió rápidamente que en tan solo dos semanas de primavera habían sido otorgados 25 visados —2,5 por día laborable— que no estaban respaldados por ningún expediente físico. Sus solicitantes ni siquiera habían acudido al consulado para que se les tomase la huella dactilar que se introduce en el Sivico. Los empleados presuntamente corruptos que se encargaron de esa tarea activaron la pestaña de exención de las huellas, prevista en el programa informático para aquellos que padecen algún defecto en la yema de los dedos. Alguien les entregó los pasaportes y las correspondientes fotos biométricas, pero ningún documento más.

La jefa de visados y algunos de sus colegas sospecharon entonces, en conversaciones informales, que esos 25 casos eran solo un botón de muestra de la actividad de una trama corrupta que llevaba operando desde hace años y debía de contar con más de dos cómplices en el consulado. El número de visados fraudulentos podía ser muy elevado, pero Exteriores insiste en que no se trata de “cientos de expedientes sino de un número mucho menor” sobre el que no da ninguna estimación.

Castillo García y los demás jefes de visado rehusaron hablar con este periodista, alegando que era un asunto interno del consulado o que estaba en manos de la Justicia, pero sí aceptaron hacerlo otras fuentes diplomáticas y consulares españolas en Rabat. Sea cual sea su volumen, el asunto descubierto revestía gravedad, insistieron, porque los jóvenes beneficiarios de los visados no suelen disponer de los 8.000 euros que pagan bajo cuerda. El importe es sufragado, según fuentes policiales, por familiares en Europa y también por organizaciones delincuenciales —a veces proxenetas— para las que después trabajan un tiempo.

El consulado de España en Rabat expide anualmente unos 35.000 visados Schengen —en todo Marruecos, son unos 150.000—, a los que hay que añadir otros 9.300 visados nacionales para aquellos que han solicitado la reagrupación familiar, que poseen un contrato de trabajo y también para estudiantes o jubilados pudientes que desean vivir en España. “No hay medios para efectuar un control minucioso”, explica un excanciller de ese consulado. “Solo se puede hacer a voleo”, añade. “Los corruptos te la pueden colar”, se lamenta.

Castillo García había cumplido a finales de la primavera pasado sus cinco años de jefa de visados en Rabat —antes estuvo otros cinco en Tánger— y estaba a la espera de destino, pero el cónsul le pidió que prorrogase su estancia hasta finales de septiembre porque es en verano cuando más trabajo suele haber. Unos 200.000 marroquíes veranean en España. Aceptó. El 22 de junio, al poco de que trascendiese que había investigado el fraude de los visados, fue, sin embargo, destituida de su puesto. Se la invitó a dejar su despacho de inmediato y se le comunicó su traslado a Madrid.

¿Un fraude continuado?

La exjefa de visados pidió entonces la jubilación anticipada y, a principios de septiembre, viajó a Madrid para preparar su mudanza y, sobre todo, poner una denuncia en Fiscalía. Allí entregó el material que, según ella, avala un fraude continuado en materia de visados. El ministerio asegura, sin embargo, que en Rabat no se ha producido ninguna destitución, “sino el traslado de un jefe de visados a los servicios centrales” en Madrid.

Las tramas de corrupción en materia de visados en los ocho consulados españoles en Marruecos son frecuentes desde que España impuso ese trámite a los marroquíes en 1992. A veces son tan escandalosas que llegan a oídos de la prensa, pero Exteriores hace todo lo posible para que no trasciendan. Trata así de evitar una publicidad perjudicial y que sus socios de Schengen se enteren de sus fallos, que también les perjudican.

Los dos primeros casos de corrupción saltaron a la palestra en Tánger, tan solo dos años después de la introducción del visado, y el más reciente tuvo lugar en 2010, desvelado con la ayuda de Castillo García. En Rabat, el descubierto en mayo pasado es el segundo de envergadura. En Casablanca, la última confabulación para vender visados en el mercado negro fue destapada en septiembre de 2007, pero las personas señaladas como responsables en el informe policial español siguen desempeñando funciones similares a las que ejercían hace nueve años.

El visado adquirido bajo cuerda es solo una de las múltiples vías que utilizan los jóvenes marroquíes para emigrar. En el último lustro (2011-2015) lo hicieron unos 450.000, según una cauta estimación del ministerio, que se encarga del seguimiento de los emigrantes, y que expertos en geografía humana elevan en un 20% adicional. Hasta principios de año, había jóvenes marroquíes que volaban a Turquía y allí intentaban hacerse pasar por refugiados mezclándose con los sirios que entraban en Europa por la ruta de los Balcanes.

placeholder Inmigrantes en una patera a punto de volcar siendo rescatados frente a las costas de Libia. (Reuters)
Inmigrantes en una patera a punto de volcar siendo rescatados frente a las costas de Libia. (Reuters)

Hoy en día, hay un número indeterminado de marroquíes en Libia a la espera de poder dar el salto a Italia a través del canal de Sicilia. Su presencia quedó trágicamente puesta de manifiesto el 26 de mayo, cuando empezó a hundirse en el Mediterráneo central una barcaza que transportaba a unos 650 migrantes que habían zarpado de la costa libia. La Guardia Costiera italiana llegó a tiempo para rescatar a unos 550, pero cerca de un centenar habían caído ya al mar y se habían ahogado.

Cuando la Guardia Costiera preguntó a los supervivientes de qué nacionalidad eran, las víctimas reagrupadas en la parte de la barcaza que naufragó contestaron: marroquíes. Las autoridades de Marruecos y la prensa oficialista ignoraron esta noticia luctuosa.

El Estrecho de Gibraltar está prácticamente taponado —solo 4.437 inmigrantes irregulares lograron cruzarlo en 2015, casi todos subsaharianos—, pero los jóvenes marroquíes siguen ingeniándoselas para emigrar a Europa recurriendo a otras vías, por ejemplo obteniendo visados fraudulentamente. En el Consulado General de España en Rabat, ha sido descubierta una presunta venta masiva de visados Schengen a jóvenes marroquíes, de entre 25 y 30 años, que no cumplían los requisitos para obtener esa preciada autorización, que abre las puertas de 26 países europeos, según señalan fuentes diplomáticas españolas conocedoras del asunto. Los solicitantes pagaban entre 6.000 y 8.000 euros por esa etiqueta que se pega en una página del pasaporte.

Ministerio de Asuntos Exteriores Rabat
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