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El presidente filipino, forzado a disculparse tras llamar "hijo de puta" a Barack Obama
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"duterte es un tipo extravagante"

El presidente filipino, forzado a disculparse tras llamar "hijo de puta" a Barack Obama

Rodrigo Duterte pretendía evitar que el presidente estadounidense criticase su brutal política antidroga, pero ha creado un grave incidente diplomático entre ambos países

Foto: El presidente Barack Obama durante la cumbre del G20, junto a Rodrigo Duterte (EFE)
El presidente Barack Obama durante la cumbre del G20, junto a Rodrigo Duterte (EFE)

Muchos consideran a Rodrigo Duterte una figura poco apta para ser presidente de un país, incluso si éste es el caótico y colorido estado de Filipinas. A la creciente pila de cadáveres en la brutal guerra contra las drogas lanzada bajo sus órdenes se suma ahora la primera metedura de pata diplomática de gran envergadura: tener que pasar la jornada inicial de su primer viaje al extranjero pidiendo perdón. Y no por un error cualquiera: nada menos que por haber llamado “hijo de perra” a Barack Obama.

Lo hizo ayer en una comparecencia ante la prensa de su país, horas antes de salir hacia Laos para asistir a la cumbre de la comunidad de naciones del sudeste asiático (ASEAN). Preguntado por el presidente estadounidense y las probables críticas a su controvertida política antidroga, Duterte afirmó: “Debe ser respetuoso, no me haga preguntas. 'Putang ina' ['hijo de puta', en tagalo], le insultaré en ese foro”, antes de añadir: "Nosotros ya no somos colonia de Estados Unidos. ¿Quién es este hombre? Mi único dueño es el pueblo filipino".

Tal vez pensó que, al hablar en la lengua local, sus palabras no trascenderían. O tal vez le perdió la arrogancia. Pero la reacción estadounidense fue inmediata: el Departamento de Estado anunció la cancelación de la reunión bilateral entre ambos mandatarios, lo que supone un golpe importante a la relación filipino-estadounidense. "El presidente Obama no mantendrá una reunión bilateral con el presidente Duterte de las Filipinas esta tarde", dijo ayer el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price, en un comunicado distribuido en Washington. En su lugar, Obama se encontró con la presidenta de Corea del Sur.

"Aprecio y afinidad"

Consciente de que en esta situación Filipinas lleva las de perder, Duterte ha intentado hoy dar marcha atrás, pidiendo disculpas a Obama. “Aunque la causa inmediata fueron mis fuertes comentarios a algunas preguntas de la prensa, que provocaron preocupación y malestar, lamentamos que se hayan entendido como un ataque personal hacia el presidente estadounidense”, ha dicho en un comunicado hecho público por su oficina.

placeholder Policías observan el cadáver de un presunto vendedor de droga en Malate, el 29 de agosto de 2016 (Reuters)
Policías observan el cadáver de un presunto vendedor de droga en Malate, el 29 de agosto de 2016 (Reuters)

Duterte afirma sentir “un profundo aprecio y afinidad” hacia Obama, y pide “limar las asperezas” con Washington, “resultado de nuestras prioridades nacionales y percepciones". "Nuestra intención principal es trazar una política exterior independiente a la vez que promocionamos lazos más estrechos con todas las naciones, especialmente EEUU, con quien hemos tenido una relación duradera", asegura.

Al parecer, Obama no sabe muy bien cómo tomarse todo esto. “Es un tipo extravagante”, ha dicho de Duterte, y asegura que, si finalmente llegan a encontrarse, naturalmente sacará el tema de la violenta guerra antidroga en Filipinas, que ya se ha cobrado más de 2.000 vidas en poco más de dos meses, incluyendo la de una niña de 5 años. "Lo cierto es que la forma en la que se gestiona el tráfico de drogas es seria para todos, y hay que hacerlo de la forma adecuada, que cumpla con las normas internacionales básicas", sentencia. Justo lo contrario de lo que quiere oír Duterte.

Muchos consideran a Rodrigo Duterte una figura poco apta para ser presidente de un país, incluso si éste es el caótico y colorido estado de Filipinas. A la creciente pila de cadáveres en la brutal guerra contra las drogas lanzada bajo sus órdenes se suma ahora la primera metedura de pata diplomática de gran envergadura: tener que pasar la jornada inicial de su primer viaje al extranjero pidiendo perdón. Y no por un error cualquiera: nada menos que por haber llamado “hijo de perra” a Barack Obama.

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