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La reforma de las televisiones en Grecia acaba en un recambio de oligarcas
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el gobierno solo concede cuatro licencias

La reforma de las televisiones en Grecia acaba en un recambio de oligarcas

Syriza prometió limpiar el panorama mediático. Ha obligado a las cadenas a pagar licencias, hasta ahora inexistentes, pero los críticos dicen que dos de las adjudicaciones son dudosas

Foto: Un cámara de la cadena estatal ERT en Atenas, en junio de 2013 (Reuters)
Un cámara de la cadena estatal ERT en Atenas, en junio de 2013 (Reuters)

La mejor de la intenciones a veces se quiebra en los métodos: el diablo está en los detalles, ya se sabe. Y la del Gobierno de Syriza con respecto al ciertamente corrupto panorama de las cadenas televisivas, al menos sobre el papel, era de las mejores.

Los canales de televisión a nivel nacional en Grecia han funcionado hasta ahora a través de concesiones ‘temporales’ que comenzaron en el lejano 1989, 27 años en un limbo legal. Como muchas instituciones importante estas cadenas se convirtieron con el tiempo en un engranaje más de la corrupción endémica del país. Hombres de negocios con sombras compadreando con los políticos de la suerte de turnismo bipartidista (Nueva Democracia, los conservadores; Pasok, los socialistas) que reinaba hasta la llegada de Syriza al poder. Esas cinco cadenas ANT1 (léase Antena), Mega, Skai, Star, Alpha y más recientemente E (Épsilon) suponían una piedra de toque para el ascenso y caída de Ejecutivos a cambio de prebendas y regalías.

Ante este desolador escenario el partido (antiguamente) de izquierda radical se planteó en su programa electoral reformar el sistema, abrir las ventanas y tratar de hacer legítimo y formal lo temporal. A cambio de poseer una gran influencia, y escudadas en este estatus de temporalidad, las televisiones griegas habían pagado hace casi tres décadas apenas una pequeña cantidad por emitir y no pagaban canon. Syriza se propuso que quien quisiera tener una licencia tendría que abonar una fuerte suma. Pero en algún momento se torció el camino.

El formato elegido fue una “subasta” secreta -que se ha desarrollado día y noche con los directores de los medios encerrados en la Secretaría General de Medios y Comunicación sin poder comunicarse entre ellos o con el exterior-, y el número de licencias solamente cuatro. O sea que el Gobierno se arrogaba la última palabra sobre las licencias, y no una comisión independiente, como pedía la oposición y la Comisión Europea… y además sobraban canales, de modo que algunos tendrían que echar la persiana. Syriza vendió el proceso como una gran limpieza del panorama mediático.

Pero cuando ayer de madrugada se daba a conocer la decisión, ni rastro de regeneración. El Gobierno recibirá 246 millones de los cuatro mayores postores: ANT1, que pagará casi 76 millones de euros; Skai, 44 millones y dos hombres de negocios de dudosa reputación, Vanguelis Marinakis, dueño del Olympiakós, y Jrístos Kalogritsas, que ha hecho su fortuna en el mundo de la construcción. El primero abonará 74 millones y el segundo 53.

En conclusión: ¿Regularización? Sí. ¿Limpieza del espectro? Dudoso, tirando a que no.

"No hay espacio para más canales"

Marinakis, que además es un exitoso armador, ha sido acusado en diversas ocasiones de todo tipo de delitos relacionados con arreglo de partidos y corrupción en el fútbol, incluso llegó a estar incluido en una causa por crimen organizado, aunque siempre ha salido indemne, a veces teniendo que pagar fianzas de decenas de miles de euros.

Kalogritsas, que en numerosas ocasiones ha conseguido concesiones de obras públicas a veces de modo “sospechoso”, es un gran amigo de muchos miembros del actual Gobierno -incluso compró en su día la empresa del padre del primer ministro Alexis Tsipras-. Incluso Panos Kammenos líder del socio de Gobierno de Syriza, Griegos Independientes, y padrino de boda de Kalogritsas, ha mostrado su descontento por esta elección insinuando que el constructor no es impoluto y ha estado implicado en sobornos y “movimiento” de dinero negro.

Nada sin embargo puede torcer hoy el gesto del Gobierno, pues todo son palmaditas en la espalda y congratulaciones. El ministro de Estado, Nikos Pappás, aseguraba hoy que Grecia dejaba de ser “el único país de Europa” que no hacía pagar a sus televisiones por la licencia.

Stelios Papathanasopoulos, profesor del Departamento de Comunicación y Estudio de Medios de la Universidad de Atenas, aseguró a El Confidencial que es un día “histórico” porque “tras 27 años los dueños de las cadenas van a pagar por algo que le pertenece al pueblo griego y no a ellos”, aunque considera que los criterios del Gobierno han sido “económicos más que periodísticos”, que interesaba más “el dinero que pudieran ofrecer” y en el caso de los Marinakis y Kalogritsas ni siquiera se sabe “qué harán [los dos empresarios] con las licencias que se les ha concedido”. “El Gobierno trata de detener la corrupción, pero puede terminar resultando contraproducente por el modo en que se han hecho las cosas”, ha insistido Papathanasopoulos.

Si finalmente los tribunales no anulan la decisión, tres cadenas -Star, Alpha y Mega- se quedarán sin emitir, y sus trabajadores lógicamente se quedarán probablemente en la calle. Si bien es cierto que Mega ya estaba condenada por su problemas financieros -de hecho muchos empleados no han percibido los únicos sueldos-, Star y Alpha, con los problemas lógicos de un país en crisis, sobrevivían, y la no concesión de la licencia las deja en fuera de juego.

Actualmente hay 2.500 personas trabajando en las distintas cadenas (la mayoría sin contrato fijo) por lo que casi mil deben temer por sus puestos de trabajo, según decía hoy a la agencia EFE la Asociación de la Prensa de Atenas. El Gobierno explica por su parte que en una economía tan pequeña y en crisis como la griega “no hay espacio” para más canales, según el mercado publicitario, y que si la situación económica mejora “se darán más licencias”.

La mejor de la intenciones a veces se quiebra en los métodos: el diablo está en los detalles, ya se sabe. Y la del Gobierno de Syriza con respecto al ciertamente corrupto panorama de las cadenas televisivas, al menos sobre el papel, era de las mejores.

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