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El Senado destituye a Rousseff y confirma a Temer como presidente de Brasil
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un abismo separa a la sociedad brasileña

El Senado destituye a Rousseff y confirma a Temer como presidente de Brasil

Dilma ha caído. En su lugar se queda Temer, para algunos un usurpador, para otros, el salvador que superará la recesión. El proceso ha dejado una profunda polarización

Foto: Manifestantes a favor del 'impeachment' contra Rousseff protestan ante el Congreso Nacional, en Brasilia, el 30 de agosto de 2016. (Reuters)
Manifestantes a favor del 'impeachment' contra Rousseff protestan ante el Congreso Nacional, en Brasilia, el 30 de agosto de 2016. (Reuters)

Sin sorpresas ni grandes emociones se ha cerrado el largo capítulo del ‘impeachment’ en Brasil. Ha sido un auténtico maratón que ha concluido de la forma esperada, con el alejamiento definitivo de Dilma Rousseff de su cargo. Tras 14 horas de comparecencia en el Senado, el lunes, y una sesión eterna el martes, en que los senadores se han pronunciado uno por uno, algunos invocando de nuevo a Dios para avalar sus posturas políticas, la presidenta de Brasil ha sido 'liquidada' por 61 votos a favor y 20 en contra. De "ruptura constitucional" y "golpe" hablaron los senadores que hicieron la última defensa de Rousseff. En su lugar se queda Michel Temer, el hombre que para algunos es un usurpador y un traidor, y para otros el salvador que puede sacar al país tropical de la recesión.

"Esto es una farsa, farsa, farsa. Es un proceso basado solo en pretextos que será juzgado por la historia", afirmó el senador del Partido de los Trabajadores (PT) Lindbergh Farías. Replicó el senador Ronaldo Caiado, del derechista partido Demócratas (DEM), quien afirmó que "canallas son los que se enriquecieron ilícitamente, canallas son aquellos que quebraron Petrobras, canallas son aquellos que dejan a Brasil en una situación crítica". Minutos después de destituirla, el Senado decidió mantener los derechos políticos de Rousseff, al no alcanzarse los dos tercios (54 votos) de la Cámara Alta necesarios para aprobar este tipo de mociones. Si los hubiera perdido, no podría ocupar ningún cargo público durante ocho años, lo que incluye cualquier trabajo en empresas públicas.

Ni Rousseff ni Temer gozan del apoyo de los brasileños. La popularidad de Dilma ha caído desde el 59% de su primer mandato a un mísero 10%, según la encuesta Ibope. El 69% de los entrevistados considera que su gestión ha sido mala o pésima. Temer no sale mejor parado. Tan solo el 14% de los brasileños le apoya, según Datafolha.

El proceso de destitución de Rousseff, que ha durado cinco meses, deja una profunda polarización en Brasil, que empezó en las elecciones presidenciales de 2014. Sin embargo, hace dos años la dicotomía se centraba en Dilma y en su contrincante, Aécio Neves. Ahora los términos de la disputa han cambiado. El quid de la cuestión es ‘impeachment’ sí o no, pero los que han apoyado e impulsado el alejamiento de la presidenta elegida con 54 millones de votos no necesariamente son partidarios de Temer.

“Yo veo en el ‘impeachment’ un cambio por el que no podemos esperar otros dos años. En Brasil ha faltado una gestión y un líder. Lamentablemente, la única forma de recomenzar es cambiando de líder. La Constitución prevé que Temer, como vicepresidente, asuma la presidencia. Pero yo no estoy a favor de Temer y sí de Brasil y de cualquier persona que sea capaz de organizar nuestro país”, explica a este diario David Guimarães, empleado en una inmobiliaria de Ceará, un estado del nordeste tradicionalmente fiel a Rousseff. En 2014, el Partido de los Trabajadores (PT) consiguió el 76,7% de los votos, uno de los mejores resultados nacionales.

“De la forma en la que estábamos no íbamos a ningún lugar. No me gustan las propuestas de Temer: todas están concebidas para sacarnos dinero. Pero es lo que haría cualquier Gobierno que entre en esta situación. Es lo mismo que pasa en una familia que gasta más de lo que gana. Solo tiene una opción: reducir drásticamente los gastos y economizar. No apoyo a Temer y sí un cambio de Gobierno. Para que esto pase, el primer paso es el ‘impeachment”, añade Guimarães.

Para una gran parte de la población, sin embargo, se ha tratado de un atropello de la democracia. “Sacar a una presidenta elegida democráticamente por acusaciones que no son motivos de ‘impeachment’, léase las irregularidades fiscales en los presupuestos, es una afrenta a la democracia. Es muy simple: han quitado a Dilma del poder para seguir robando a sus anchas. Los que están detrás maquinando el golpe tienen mucho que ganar con su destitución. Por ejemplo, las propinas que ganarán al privatizar mucho servicios públicos”, afirma Fernanda Pitanga, una publicista brasileña afincada en Madrid.

Brasil fue formado en la desigualdad desde el proceso colonial y el escenario actual es el reflejo de esta construcción. Los grupos sociales que nunca fueron privilegiados y que tuvieron un principio de mejora en los últimos 12 años volverán a su situación inicial, donde la voluntad conquistada con el voto no tiene valor, pues lo que vale es cómo se juega con las reglas. Es esto el ‘impeachment”, reflexiona Clementino Junior, uno de los pocos cineastas negros de Río de Janeiro y educador.

“La primera vez que voté en mi vida, di mi sufragio a Lula [da Silva]. Le veía como el hombre capaz de cambiar este país y de conseguir el milagro de la inclusión social. Esta semana para mí ha sido muy triste porque siento que lo que hemos elegido en las urnas no vale nada. Yo no voté a Dilma porque quería, sino porque era lo menos malo en 2014. Lo que me parece antidemocrático es que se pasen por el forro mi voto y el de 54 millones de personas”, dice a El Confidencial Yanna Guimarães, funcionaria pública del estado de Ceará.

"Yo no voté a Dilma porque quería, sino porque era lo menos malo en 2014. Lo que me parece antidemocrático es que se pasen por el forro mi voto y el de 54 millones de personas"

Por contra, hay quien cree que los 54 millones de votos a favor de Dilma, equivalentes al 51,64% de los sufragios, no representan ningún salvoconducto. “Sinceramente, este número ya no tiene sentido. La mayoría de la población en Brasil quería a Dilma fuera del Gobierno”, asegura Rafael Klein en Twitter.

Lo más interesante es que en el nuevo panorama político, los que defendían el ‘impeachment’ no necesariamente ven a Temer como la mejor opción. Al mismo tiempo, los que se han opuesto, muchas veces tienen una postura muy crítica respecto a Rousseff. “Voté dos veces a Lula. Fui militante del PT hasta el final de su Gobierno y no quería el ‘impeachment’ de Dilma”, cuenta Márcio Lázaro, investigador universitario y doctorando en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

“Pero Dilma mintió en su primer mandato, al afirmar que la economía estaba bien. Mintió en las elecciones: tal vez es el mayor hurto electoral de la historia de la república brasileña. Mintió cuando dijo que la culpa de la crisis era la influencia de los problemas internacionales de hace algunos años. Mintió cuando dijo que las irregularidades fiscales tuvieron el objetivo de mantener programas sociales. Y traicionó al trabajador brasileño al apoyar una medida provisoria que altera el plazo del Seguro de Desempleo”, analiza.

Las 'bondades' de la agenda de Temer

Precisamente la agenda económica de Temer es vista por sus valedores como una posibilidad de recuperar la maltrecha economía brasileña, que esta semana ha alcanzado el 11,6% de paro. Ya hay 11,8 millones de desempleados. “La idea de Temer de limitar el gasto público para que se quede a un nivel inferior al PIB es importante. También ha sido muy acertada la sustitución del equipo económico del Gobierno. Eso dio ánimos al mercado. Además, la exoneración del impuesto sobre las exportaciones es muy positiva”, enumera David Guimarães.

“Con el ‘impeachment’, Temer pasa a tener la obligación de arreglar los errores que llevaron a la caída de Dilma. Precisa sanear las cuentas públicas, crear condiciones para que la economía se recupere, generar empleos e fortalecer el combate contra la corrupción. A nadie le gusta Temer y, a diferencia de Lula, le cobrarán duramente por sus actos, lo que es óptimo”, indica Camila Correa, periodista de Sao Paulo especializada en economía.

“Las reformas son todavía una esperanza. Hasta que sean ejecutadas, queda un largo trecho. Pero una reforma de la ley laboral sería muy bienvenida para oxigenar el mercado de trabajo. Aliviar un poco el peso económico que el Gobierno fue colocando poco a poco en los empresarios a través de contribuciones obligatorias y ninguna garantía de la contraparte. Acabamos con una fuerza de trabajo con poca preparación y muy acomodada en sus empleos fijos”, explica Costa Magliano, un diseñador industrial de 30 años que vive en Petrópolis, en el estado de Río de Janeiro.

A pesar de anunciar recortes para sanear las cuentas públicas, Temer no ha sido capaz hasta ahora de reducir significativamente el número de ministerios, tal y como prometió tras la toma de posesión del cargo interino. En la actualidad sigue habiendo 26 carteras, seis menos que durante el segundo mandato de Dilma. Tampoco ha sabido imponerse para bloquear la espectacular subida de salario de los jueces, que prevé incrementos de hasta el 41,47%. En medio del proceso de ‘impeachment’, algunos senadores han exigido a Temer que se posicione abiertamente sobre este tema porque creen que contradice la idea de reducir los gastos.

“En tres meses, Temer ha aprobado como principales medidas destruir y desmantelar políticas y proyectos de inclusión social, por ejemplo el Pronatec, el programa que permitió el acceso de millones de jóvenes a la formación técnica y al empleo; y la Secretaría de Educación Continuada, Alfabetización, Diversidad e Inclusión, y del programa para combatir el analfabetismo. Temer pretende promover ‘reformas’ de la ley del trabajo, de las pensiones y del sistema sanitario público, que penalizarán sobre todo a la población más pobre. Su Gobierno representa el retroceso y el atraso”, asegura Luana Tolentino, profesora del estado de Minas Gerais e historiadora.

Finalmente, hay personas que han apoyado la destitución sin saber exactamente lo que les depara el futuro más próximo. “El ‘impeachment’ es un instituto de control de la responsabilidad del jefe del Ejecutivo. Si hace tonterías, este mecanismo permite destituirlo. Si no, cualquiera a partir del momento en que resulta elegido podría hacer lo que quiere y nadie podría alejarlo del poder, porque “fue elegido democráticamente”, reflexiona Isabel Barros, anestesista de Fortaleza, una ciudad turística en el nordeste. “Ser elegido no da carta blanca al presidente para hacer lo que quiera. Creo que es una buena arma a favor de la democracia tanto como la propia elección. Ahora, si hablamos de los proyectos de Temer, sinceramente no sé responder”, agrega.

Sin sorpresas ni grandes emociones se ha cerrado el largo capítulo del ‘impeachment’ en Brasil. Ha sido un auténtico maratón que ha concluido de la forma esperada, con el alejamiento definitivo de Dilma Rousseff de su cargo. Tras 14 horas de comparecencia en el Senado, el lunes, y una sesión eterna el martes, en que los senadores se han pronunciado uno por uno, algunos invocando de nuevo a Dios para avalar sus posturas políticas, la presidenta de Brasil ha sido 'liquidada' por 61 votos a favor y 20 en contra. De "ruptura constitucional" y "golpe" hablaron los senadores que hicieron la última defensa de Rousseff. En su lugar se queda Michel Temer, el hombre que para algunos es un usurpador y un traidor, y para otros el salvador que puede sacar al país tropical de la recesión.

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