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Terremoto en Italia: cuando tu casa rústica es una trampa mortal
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"Pueblos enteros se han venido abajo"

Terremoto en Italia: cuando tu casa rústica es una trampa mortal

Muchos de los supervivientes pudieron contarlo porque habían hecho reformas recientemente en sus viviendas. Un gran número de edificaciones de piedra se desplomó de forma fulminante

Foto: Un muro con fotos antiguas en una casa destruida en Amatrice, el 25 de agosto de 2016 (Reuters)
Un muro con fotos antiguas en una casa destruida en Amatrice, el 25 de agosto de 2016 (Reuters)

La tierra tiembla de nuevo y rueda otro pedazo. Ya poco queda de pie. Ya no existe la iglesia de Santa Croce —construida en el 313 d.C—, ni los otros edificios de la plaza principal, ni la casa de Massimo, que ahora vaga por la ciudad en búsqueda de algún conocido aún vivo. “Eran casas muy viejas, sí. Nosotros, creo yo, nos salvamos gracias a unos trabajos que hicimos hace poco tiempo”, especula. Debajo, la que antaño fue Pescara del Tronto ha quedado reducida a un montículo de escombros, una masa deforme de cemento, vigas y piedras. La familia de Massimo pudo escapar por una ventana de una de las paredes reformadas de su vivienda. Otros muchos, tras el seísmo, se encontraron con que no podían abrir las puertas de unas casas cuya arquitectura había resultado alterada por el temblor.

[Lea aquí el reportaje "Buscando supervivientes con las manos desnudas en un pueblo borrado del mapa"]

Lo que desde siempre ha sido el encanto de los pueblos del interior de Italia -con sus bellas edificaciones de siglos de historia, portadoras de cultura y tradición- ha resultado ahora ser la tumba de muchos. La cifra de muertos asciende ya a los 284, pero hay aún decenas de desaparecidos, según las estimaciones oficiales. “Si pienso en lo que ocurrió en L’Aquila en 2009, tengo la sensación de que aquí la devastación ha sido mayor. Pueblos enteros se han venido abajo”, afirma un funcionario de la Protección Civil, desplegado en el lugar por la catástrofe. “Las casas, muchas de madera y piedra, no han resistido esta última y fuerte sacudida de la tierra pues el terremoto fue muy próximo a la superficie”, añade.

Como en L’Aquila hace siete años, los expertos han vuelto también esta vez a debatir enseguida sobre la prevención de los terremotos y la calidad de las construcciones situadas en las zonas afectadas, unos de los territorios con mayor actividad sísmica de Europa. Y también, como entonces, se han vuelto a abrir investigaciones. Ayer lo hizo el fiscal de Rieti, Giuseppe Saieva, quien pidió hacerse con documentación relativa a la situación de las construcciones en el pueblo de Amatrice. Allí ha sufrido importantes daños una escuela que fue supuestamente habilitada contra terremotos en 2012, y se ha desplomado el hospital del pueblo, que había recibido 2 millones de euros para su reestructuración, que nunca fueron usados. También resultaron afectadas de gravedad la basílica de San Francisco, levantada en el siglo II, y el Museo Cívico.

"El centro histórico se ha venido abajo"

Pescara del Tronto y Amatrice, cuya comarca está considerada una de las más sugestivas de los Apeninos, han sido, en efecto, dos de las localidades más golpeadas por el mortífero terremoto. Pero no las únicas. “Mi casa en Arquata resistió, pero está en las afueras, mientras que el centro histórico se ha venido abajo”, explica, por su parte, María, una jubilada octogenaria que había venido a almorzar a un campo de desplazados por precaución.

placeholder Interior de una casa medio derruida en Amatrice tras el terremoto (Reuters)
Interior de una casa medio derruida en Amatrice tras el terremoto (Reuters)

Diferente ha sido el destino de Norcia, localidad que, a pesar de encontrarse a 17 kilómetros del epicentro del terremoto, solo presenta daños parciales. “Daños hay, pero el centro se encuentra intacto gracias a dos reestructuraciones, de 1979 y 1997”, ha dicho el alcalde de la localidad, Marco Alemanno. “Nadie ha muerto, eso sí”, añadió el político. “La realidad es que muchas de esas casas se usan solo en los veranos pues es allí donde pasan sus vacaciones los que viven en las grandes ciudades cercanas, como Ascoli Piceno”, explicó otra señora.

Así y todo, incluso en medio del escenario apocalíptico que ofrece el centro de Italia en estos días, afortunadamente, no se ha apagado toda esperanza. Después de 17 horas bajos los escombros, la pequeña Giulia, de 10 años, fue rescatada ayer con vida en Amatrice. También se han salvado otros, engrosando la lista de triunfos de los más de 5.000 socorristas que ayer seguían hurgando en las entrañas de la tierra en busca de supervivientes.

Equipos de rescate trabajan durante la noche en Pescara del Tronto, el 24 de agosto de 2016 (Reuters)
Mientras, la tierra sigue gimiendo: el número de réplicas —desde la primera gran sacudida de 6 grados de la escala Ritcher— llegó ayer a la cifra récord de 700, provocando nuevos derrumbes y la necesidad de evacuar más construcciones de la zona. Y todo el mundo espera, presa de la inquietud, que no se produzcan aún más víctimas.

La tierra tiembla de nuevo y rueda otro pedazo. Ya poco queda de pie. Ya no existe la iglesia de Santa Croce —construida en el 313 d.C—, ni los otros edificios de la plaza principal, ni la casa de Massimo, que ahora vaga por la ciudad en búsqueda de algún conocido aún vivo. “Eran casas muy viejas, sí. Nosotros, creo yo, nos salvamos gracias a unos trabajos que hicimos hace poco tiempo”, especula. Debajo, la que antaño fue Pescara del Tronto ha quedado reducida a un montículo de escombros, una masa deforme de cemento, vigas y piedras. La familia de Massimo pudo escapar por una ventana de una de las paredes reformadas de su vivienda. Otros muchos, tras el seísmo, se encontraron con que no podían abrir las puertas de unas casas cuya arquitectura había resultado alterada por el temblor.

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