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El escándalo filantrópico que está amargando la campaña a Hillary Clinton
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una ong ha obtenido 700 páginas de documentos

El escándalo filantrópico que está amargando la campaña a Hillary Clinton

La publicación de 'mails' comprometedores de la Fundación Clinton, aunque no prueban nada ilegal, dan alas a los que argumentan que "Hillary no es de fiar"

Foto: Clinton, junto al presidente Barack Obama durante la convención nacional del Partido Demócrata, en Filadelfia, Pensilvania. (Reuters)
Clinton, junto al presidente Barack Obama durante la convención nacional del Partido Demócrata, en Filadelfia, Pensilvania. (Reuters)

¿Se puede ser jefe de la diplomacia de uno de los países más poderosos del mundo y dirigir al mismo tiempo una fundación filantrópica con cientos de millones de presupuesto anual en donaciones? ¿Se pueden aceptar donaciones millonarias para campañas, eventos y viajes y tomar decisiones estratégicas sobre intereses estadounidenses en el mundo sin que ambas cosas se vean mutuamente influenciadas? ¿Va a dejar Hillary Clinton de quedar en evidencia por la publicación de antiguos 'e-mails' comprometedores?

La respuesta, al menos a la última pregunta, parece ser no. Las otras dos no están tan claras. En principio, la existencia de la Fundación Clinton (creada en 2001) era perfectamente compatible con el ejercicio de un cargo gubernamental, aunque cuando la ahora candidata demócrata a la presidencia juró su cargo como secretaria de Estado en 2009, tuvo que comprometerse a pasar las donaciones internacionales de su fundación por el filtro del departamento. Pero ni ella ni sus colaboradores fueron muy diligentes a la hora de pedir permiso para recibir esos dineros, ni, por lo que parece según los últimos 'e-mails' publicados, dejó de haber ocasiones en que se creó cierto solapamiento entre una y otra esfera.

Foto: Hillary Clinton, en un avión militar camino de Libia, en octubre de 2011 (Reuters)
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Imaginemos que uno es el secretario de Estado de EEUU. Y una persona que ha donado entre uno y cinco millones de dólares a la fundación que presides con tu marido e hija te pide que le organices una cita con el embajador libanés en Washington. O una persona que te ha ayudado a recaudar alrededor de 100.000 dólares para tu campaña de primarias te avisa de que alguien conocido ha enviado un currículo a tu departamento. Tus ayudantes contestan escuetamente: "Ok", "Al tanto con esto", "Se le han dado opciones".

Son los últimos tres correos electrónicos "de la vergüenza" en un goteo que periódicamente amargan el desayuno a la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, y a su equipo. Estos, parte de las 700 páginas de documentos conseguidos por la organización Judicial Watch a través de una demanda judicial, apuntan, una vez más, a supuestos tratos de favor que el equipo del Departamento de Estado otorgó a contribuyentes económicos importantes.

"Se llama 'pagar para participar' [pay for play'] y es ilegal", ha clamado Donald Trump, uno de cuyos más repetidos epítetos en campaña ha sido el de "Hillary la mentirosa" ['crooked Hillary'], en referencia a su oponente, a quien acusa de haber ofrecido favores a los donantes de su fundación y su campaña de 2008 aprovechando su cargo como secretaria de Estado. El exalcalde de Nueva York conservador Rudolph Giuliani acaba de apoyar a Trump en su llamamiento para que se nombre a un fiscal especial para investigar el asunto. Más que una operación filantrópica, "resulta ahora claro que los Clinton montaron un negocio para beneficiarse de su cargo público. Es imposible distinguir dónde acababa la fundación y dónde empezaba el Departamento de Estado", ha denunciado Giuliani en un comunicado en el que califica los últimos 'e-mails' publicados de "punta del iceberg".

La frontera difusa de la legalidad

"Los Clinton llevan desde los noventa bajo la lupa, y por más que quieran presentar estos documentos como pruebas de compra de influencias, lo cierto es que Hillary Clinton nunca hizo nada como secretaria de Estado que se pueda considerar pago de favores por donaciones a la Fundación Clinton", responden desde el bando de Hillary. Sí, un importante hombre de negocios amigo de Clinton de origen libanés quería comentar la situación con el embajador libanés en Washington, pero eso no quiere decir que se tomara ninguna decisión ni se pusiera en marcha ninguna acción en su nombre. Sí, alguien pide que se preste atención a un CV: no hay ninguna prueba de que se diera trato de favor. Sí, encontramos un trabajo en el Departamento de Estado para alguien que estaba "conectado con la fundación", pero no era ni donante ni empleado de la fundación.

La apabullante red de conexiones e influencias de un matrimonio como los Clinton, con sus décadas de experiencia en la política de Washington, hace que prácticamente cualquier interacción con su fundación o su campaña pueda resultar sospechosa. La frontera entre lo que está permitido, aunque quede un poco feo, y lo que es abiertamente ilegal, es difusa. Pero a tres meses escasos de las elecciones, parece claro que la fundación, dedicada a campañas filantrópicas internacionales durante los últimos 15 años (e importante plataforma para los Clinton y su red de colaboradores) va a dar a Hillary más quebraderos de cabeza. En junio, la cadena ABC destapó que un empresario e importante donante había sido nombrado miembro de una comisión de inteligencia del Departamento de Estado. El martes fueron estas 700 páginas de 'e-mails'. El Departamento de Estado acaba de recibir una nueva orden judicial para hacer públicos en octubre, a un mes de las elecciones, otros 14.900 correos de la exsecretaria de Estado. El riesgo de que salgan nuevos mensajes algo 'antiestéticos' es alto.

En respuesta a estas últimas acusaciones, la fundación, que ya tuvo que disminuir considerablemente las donaciones de gobiernos extranjeros el año pasado, ha anunciado que pondrá fin a cualquier donación extranjera venga de quien venga. Bill Clinton y su hija Chelsea han anunciado también que dejarán de ocuparse de las operaciones de la fundación si Hillary llega a la Casa Blanca (Hillary abandonó el consejo directivo el año pasado, cuando se presentó a las primarias). El propio Clinton, que hasta hace poco afirmaba públicamente que esperaba seguir trabajando en ella después de las elecciones, ha anunciado a los empleados que este mes de septiembre se celebrará la última Iniciativa Global Clinton, un evento anual para líderes, famosos y donantes internacionales. Pero para muchos, la única solución va a ser dar carpetazo a la fundación del todo.

¿Cuánto afectará a Hillary este último escándalo de cara a las elecciones de noviembre? A estas alturas de la carrera presidencial, es posible que no tenga una influencia muy profunda. Quienes han decidido optar por ella (ya sea como primera opción o como mal menor frente a Trump) no van a dejar de hacerlo por unas acusaciones no particularmente novedosas. Los que la odian ya sabían todo esto de antes: el documental más visto este verano en EEUU, alcanzando el 'top ten' de taquilla en agosto con 3,8 millones de dólares de recaudación en su primer fin de semana, es 'La América de Hillary', de Dinesh D'Souza (autor también de 'La América de Obama', otro taquillazo). Entre otras cosas, el documental describe "cómo los Clinton utilizan la política exterior para su beneficio personal".

Aunque en las encuestas Hillary ha mejorado recientemente, un 59% de estadounidenses afirma no fiarse de ella, frente al 62% que no se fía de Donald Trump. No es de extrañar que el gran 'activo' de Trump ante sus seguidores haya sido, sea y vaya a seguir siendo que él se muestra tal cual, sin filtros. Honestidad absoluta (ya sea racista, políticamente incorrecta o directamente suicida) frente a 'Hillary la mentirosa'. Con cada nuevo 'e-mail' desvelado, el bando republicano puede aprovechar este talón de Aquiles de los demócratas para apuntalar una unidad que les ha faltado en los meses previos. Trump tiene una oportunidad, que a buen seguro no dejará pasar, de agarrarse a este hueso y convencer en los últimos meses de campaña a los republicanos indecisos que le ven con recelo.

¿Se puede ser jefe de la diplomacia de uno de los países más poderosos del mundo y dirigir al mismo tiempo una fundación filantrópica con cientos de millones de presupuesto anual en donaciones? ¿Se pueden aceptar donaciones millonarias para campañas, eventos y viajes y tomar decisiones estratégicas sobre intereses estadounidenses en el mundo sin que ambas cosas se vean mutuamente influenciadas? ¿Va a dejar Hillary Clinton de quedar en evidencia por la publicación de antiguos 'e-mails' comprometedores?

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