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Plan de emergencia de Alemania: Berlín se atrinchera ante una posible catástrofe
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¿Amenaza real o gesticulación electoralista?

Plan de emergencia de Alemania: Berlín se atrinchera ante una posible catástrofe

Más policía, acelerar las expulsiones de inmigrantes, más cámaras, prohibir el burka, rebajar el secreto médico o reinstaurar el servicio militar obligatorio... son algunas de las medidas

Foto: Agentes de policía aseguran el área tras una explosión en Ansbach, Alemania, el 25 de julio de 2016. (Reuters)
Agentes de policía aseguran el área tras una explosión en Ansbach, Alemania, el 25 de julio de 2016. (Reuters)

Más policía. Acelerar las expulsiones para inmigrantes que delincan. Más cámaras de vigilancia. Prohibir el burka en centros educativos y oficinas públicas. Rebajar el secreto médico, para que los profesionales puedan denunciar a potenciales criminales entre sus pacientes. Reinstaurar el servicio militar obligatorio en situaciones críticas. O, incluso, pedir a la ciudadanía el acopio de agua y alimentos para posibles emergencias. Este es el aluvión de propuestas que ha salido de la cocina del Gobierno alemán como respuesta a la serie de ataques sufridos en julio: los dos primeros atentados yihadistas en su territorio (con los dos terroristas muertos y una veintena de heridos) y el tiroteo de un desequilibrado próximo a la ultraderecha, que mató a nueve extranjeros, en Múnich. Berlín está pergeñando su trinchera como si creyera cercana la próxima emergencia.

[Lea aquí: Alemania aprueba el plan que pide a la población estar lista para una catástrofe]

El ministro de Interior, Thomas de Maizière, ha puesto este miércoles la guinda al pastel de la reacción al presentar el nuevo 'Concepto de defensa civil', un conjunto de medidas con que el país -y la población- estaría mejor preparado para emergencias como atentados terroristas, ataques cibernéticos o catástrofes naturales. El plan incluye, entre una serie de medidas extraordinarias, la posibilidad de reinstaurar el servicio militar obligatorio, que quedó suspendido hace cinco años. También apunta la opción de obligar a los ciudadanos y a las empresas a ayudar al ejército con sus recursos humanos y materiales. Este plan se ha trabado en apenas unas semanas, para sustituir al anterior concepto de defensa, de 1995, elaborado al término de la Guerra Fría.

Esta medida para emergencias se suma al "catálogo de propuestas" que hace poco más de una semana lanzó también De Maizière con el objetivo de aumentar la seguridad en el país. Entonces abogó por poner a más agentes en la calle -y también en internet, persiguiendo el crimen organizado en la red- y por montar más cámaras de vigilancia. Además, propugnó la expulsión rápida de los extranjeros que cometan crímenes o de los que supongan una amenaza grave y la retirada de la nacionalidad alemana para aquellos delincuentes que cuenten con otra. Asimismo, coqueteó con la idea de tipificar el delito de promoción del terrorismo con el fin de poder perseguir legalmente a los imanes radicales. Por último, generando una intensa polémica, defendió la necesidad de reformular el secreto profesional de los médicos, para que puedan denunciar a potenciales islamistas. "Nadie puede garantizar la seguridad absoluta. Pero debemos hacer lo posible", argumentó.

En medio de esto, el ministro del Interior -con el respaldo de Angela Merkel- ha defendido una prohibición parcial del uso del velo integral islámico en Alemania. Tanto el burka (procedente de Afganistán y Pakistán) como el niqab (habitual en Oriente Medio) no se podrán llevar en guarderías, colegios y universidades. Tampoco entre el funcionariado alemán, ni conduciendo ni al asistir a manifestaciones. "Una mujer con velo integral tiene pocas posibilidades de integrarse en la sociedad alemana", razonó la canciller.

La ofensiva se culmina con la proposición conjunta franco-alemana en la que De Maizière y su homólogo galo, Bernard Cazeneuve, instaron a la Comisión Europea (CE) a que obligue a todos los proveedores de internet y empresas de telecomunicaciones a ayudar a los gobiernos en la descodificación de las comunicaciones cifradas cuando haya un requerimiento legal de por medio.

¿Amenaza real o gesticulación electoralista?

¿Es necesaria esta batería de medidas? ¿Cuánto hay de necesidad real ante la amenaza de un atentado del Estado Islámico en Alemania y cuánto es gesticulación retórica electoralista? El riesgo de un nuevo atentado "es alto", recordó recientemente el ministro de Interior alemán. Y no solo lo dice él. También el yihadismo. Recientemente, se difundieron unos montajes propagandísticos por internet con el sello del ISIS en los que aparecía la Cancillería de Berlín en llamas, con un militante islamista y un carro de combate a sus puertas. Debajo, un lema: "Alemania es un campo de batalla". Especialmente tras los ataques de Ansbach y Würzburg, las medidas de seguridad se están extremando. La próxima Oktoberfest, por ejemplo, va a contar con unos controles de acceso nunca antes vistos.

No obstante, no solo se trata de una reacción medida y racional de Berlín ante la amenaza terrorista. Hay cálculo político de por medio. Los ataques yihadistas de finales de julio, ambos cometidos por peticionarios de asilo, un sirio y un afgano, han levantado serias dudas en ciertos sectores de la sociedad alemana, que cuestionan ahora la política de puertas abiertas de Merkel. Las críticas han surgido principalmente en el propio bloque conservador que apoya a la canciller y en la emergente Alternativa para Alemania (AfD), un nuevo partido surgido a su derecha. Tanto Merkel como su Unión Cristianodemócrata (CDU) han sufrido tras los atentados en las encuestas.

placeholder Un participante en una manifestación en contra de la política de asilo de Merkel, en Berlín, el 30 de julio de 2016. (Reuters)
Un participante en una manifestación en contra de la política de asilo de Merkel, en Berlín, el 30 de julio de 2016. (Reuters)

La popularidad de la canciller se ha desplomado. Según la última encuesta mensual 'Deutschlandtrend', de la cadena pública ARD, solo el 47% de los alemanes aprueba el trabajo de Merkel. Esto supone una abrupta caída de 12 puntos porcentuales con respecto al mes anterior y su segundo peor resultado en toda esta legislatura. La canciller, acostumbrada a ser uno de los líderes más populares del país, recala en la sexta posición de la lista de políticos mejor valorados. Además, dos de cada tres alemanes se declaran poco o nada satisfechos con la gestión de la crisis de los refugiados de la jefa del Ejecutivo, un porcentaje en continuo ascenso desde el pasado octubre.

Por su parte, AfD, un partido islamófobo, nacionalista y euroescéptico de apenas tres años, lleva meses cosechando alrededor de un 12% de apoyos en los sondeos de intención de voto a nivel nacional, con un discurso que equipara a refugiados, musulmanes e islamistas. Y en las elecciones de los estados federados de Berlín y Mecklemburgo-Antepomerania, sus expectativas son aún mayores. En el 'land' de la capital podrían hacerse con un 14% de las papeletas, y en el segundo, con un 19%, según las últimas encuestas.

Así, siguiendo una tendencia similar a la que se ha vivido en la política francesa al combinarse terrorismo y auge de la derecha radical, en Alemania la política del Gobierno tiende a derechizarse para no perder votos. En este contexto, hay que entender propuestas como la restricción del velo integral o la reforma del secreto médico, que poco pueden aportar cuantitativamente en términos de mejora de la seguridad nacional.

Más policía. Acelerar las expulsiones para inmigrantes que delincan. Más cámaras de vigilancia. Prohibir el burka en centros educativos y oficinas públicas. Rebajar el secreto médico, para que los profesionales puedan denunciar a potenciales criminales entre sus pacientes. Reinstaurar el servicio militar obligatorio en situaciones críticas. O, incluso, pedir a la ciudadanía el acopio de agua y alimentos para posibles emergencias. Este es el aluvión de propuestas que ha salido de la cocina del Gobierno alemán como respuesta a la serie de ataques sufridos en julio: los dos primeros atentados yihadistas en su territorio (con los dos terroristas muertos y una veintena de heridos) y el tiroteo de un desequilibrado próximo a la ultraderecha, que mató a nueve extranjeros, en Múnich. Berlín está pergeñando su trinchera como si creyera cercana la próxima emergencia.

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