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Oktoberfest 1980: la masacre que conmocionó Múnich
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TERROR EN BAVIERA

Oktoberfest 1980: la masacre que conmocionó Múnich

Hace casi cuarenta años los muniqueses vivieron otra jornada sangrienta después de que una bomba estallase a las puertas de la fiesta más popular de la ciudad

Foto: La Oktoberfest de 1980 tiñó Múnich de sangre.
La Oktoberfest de 1980 tiñó Múnich de sangre.

Casi treinta y seis años después, Múnich volvió a vivir otra jornada negra. El tiroteo que se cobró la vida de nueve personas -entre ellas el propio autor de los disparos, Ali Sonboly- rememoró otro día nefasto en la capital bávara: el que tuvo lugar el 26 de septiembre de 1980 a las puertas del recinto en el que se celebraba la Oktoberfest, ocho años después de que un comando palestino cometiese la Masacre de Múnich contra varios atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972.

A las diez y veinte de la noche, una explosión segó la vida de trece personas e hirió a más de doscientas, dejando a algunas de ellas con graves secuelas de por vida. Entre los muertos se contaba un estudiante de 21 años, Gundolf Köhler, alcanzado de lleno por la deflagración. Y es que la investigación le atribuyó la responsabilidad de haber portado una bomba casera, fabricada con un proyectil de mortero, hasta el lugar.

Köhler fue señalado como autor del atentado por las autoridades, que zanjaron el asunto atribuyéndolo a una actuación individual. Como mucho, concedieron con la obra de un maniaco con vínculos con la extrema derecha. Y es que el joven estudiante de Geología había estado relacionado con el Wehrsportgruppe Hoffmann, el Grupo Militar y Deportivo Hoffmann, un grupo dedicado a los deportes de combate y a la supervivencia capitaneado por un activista neonazi, Karl-Heinz Hoffman. Las pesquisas llevaron a la detención de varios miembros de la asociación, que había sido ilegalizada ese mismo año, pero fueron dejados en libertad al establecerse que Köhler habría actuado en solitario.

El atentado dejó en shock a Múnich y Alemania porque se produjo en vísperas electorales y apenas poco tiempo después del acto terrorista de Bolonia (Italia), que causó 85 muertos con otro artefacto explosivo. A partir de ahí, la duda sigue presente más de treinta años después.

De hecho, las víctimas siempre han considerado que las autoridades no tiraron del hilo porque convenía más presentar el atentado de la Oktoberfest como la obra de un 'lobo solitario'. Desde los ámbitos de izquierda y de los afectados se lleva luchando por reabrir la investigación incluyendo el papel de los servicios secretos alemanes o de la Oficina para la Protección de la Constitución y sus vinculaciones con la extrema derecha, empleada como 'tonto útil' para la comisión de atentados gestados en el seno de las redes del 'stay behind' de la OTAN, Gladio.

Algunas víctimas han pedido que se investigue la implicación de los servicios de inteligencia y su relación con colectivos 'ultras' en el atentado

Esa es la tesis del historiador Andreas Kramer, que ha llegado a señalar a su padre, alto oficial de la BND -el servicio de inteligencia germano-, como responsable de la planificación intelectual del atentado. Según Kramer, su progenitor mantenía contactos con grupos 'ultras' en base a la posibilidad de emplearlos como resistencia en caso de una invasión por parte del Pacto de Varsovia. Al menos en primera instancia, porque también habrían servido para crear una 'estrategia de la tensión' a la germana.

Alemania no era una fiesta. Apenas tres años antes, en 1977, la Rotte Armee Fraktion, el grupo terrorista de extrema izquierda capitaneado por Ulrike Meinhoof y Andreas Baader, había perpetrado el llamado 'Otoño Alemán que conmocionó el país en una espiral de violencia y sangre.

Las versiones no oficiales han llegado incluso al cine. El director Daniel Harrichs llevó a la gran pantalla el filme 'Der Blinde Fleck' ('El Punto Ciego'), basado en las investigaciones del periodista Ulrich Chaussy, que durante años difundió que las autoridades, lejos de aclarar el atentado, hicieron todo lo posible por emborronarlo. Otros señalan al testimonio de un testigo que aseguró haber visto a Köhler, momentos antes del atentado, discutiendo con dos hombres ataviados con parkas militares. Incluso algunas informaciones más recientes señalan posibles vínculos con la República Democrática Alemana (RDA).

Lo único claro, casi cuarenta años después, son las víctimas del Oktoberfest.

Casi treinta y seis años después, Múnich volvió a vivir otra jornada negra. El tiroteo que se cobró la vida de nueve personas -entre ellas el propio autor de los disparos, Ali Sonboly- rememoró otro día nefasto en la capital bávara: el que tuvo lugar el 26 de septiembre de 1980 a las puertas del recinto en el que se celebraba la Oktoberfest, ocho años después de que un comando palestino cometiese la Masacre de Múnich contra varios atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972.

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