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Turquía estudia volver a introducir la pena de muerte para castigar a los "traidores"
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"Las demandas ciudadanas son órdenes"

Turquía estudia volver a introducir la pena de muerte para castigar a los "traidores"

El presidente Erdogan asegura que la pena capital para quienes han tratado de derrocarle es una "petición del pueblo". Pero eso supondría el cese automático del proceso de adhesión a la UE

Foto: Los hijos de Erol Ince, un policía muerto en los enfrentamientos del fallido golpe, durante su funeral en Estambul. (Reuters)
Los hijos de Erol Ince, un policía muerto en los enfrentamientos del fallido golpe, durante su funeral en Estambul. (Reuters)

Parecía la enésima provocación de Recep Tayyip Erdogan. “No podemos seguir retrasándolo, porque en este país, aquellos que llevan a cabo un golpe de Estado tienen que pagar un precio por ello”, dijo a la multitud. “En las democracias, las decisiones se toman conforme a lo que la gente dice”, añadió. El presidente turco estaba hablando de la reinstauración de la pena de muerte en Turquía, abolida en el año 2002 al hilo del proceso de adhesión a la Unión Europea, como represalia para los líderes del intento de golpe de Estado del pasado viernes. La cadena perpetua, a su parecer, no es castigo suficiente para aquellos que han tratado de derrocarle.

[Erdogan se impone a los golpistas]

Pero los días pasan y el tema parece estar asentándose en la agenda del Gobierno turco. El primer ministro Binali Yildirim se ha referido a la cuestión hasta en tres ocasiones, la última ayer mismo. “La gente va pidiendo la pena capital por las calles. Turquía es un Estado de derecho. Las demandas de nuestros ciudadanos son órdenes para nosotros. Pero no sería correcto actuar apresuradamente cuanto el asunto todavía está caliente”, indicó a un grupo de periodistas turcos. “Nuestro Parlamento considerará el asunto. Actuaremos en línea con la opinión pública”, subrayó Yildirim. Es decir, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan se está planteando seriamente la reintroducción de la pena de muerte porque es una “demanda popular”.

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No es la primera vez que Erdogan hace referencia al asunto. En 2012, durante una época especialmente violenta en el conflicto kurdo, sacó el tema en varias ocasiones: “Ante las muertes y los asesinatos, si es necesario, la pena de muerte debería volver a la mesa”, dijo el entonces primer ministro en un mitin. Pero el asunto ni siquiera fue discutido seriamente en el seno del AKP, por puro pragmatismo: la reintroducción de este castigo supondría la cancelación inmediata de las negociaciones para la entrada de Turquía en la Unión Europea.

Cuatro años, varias elecciones, una revuelta popular y un golpe fallido después, el clima político parece haber cambiado lo suficiente en el país como para que el asunto vuelva a estar en el candelero. El proceso de adaptación a los criterios europeos parece definitivamente estancado, especialmente después de que Bruselas prometiese la eliminación del visado Schengen para ciudadanos turcos como parte del pacto de devolución de los refugiados, solo para que la canciller alemana Angela Merkel echase después un jarro de agua fría sobre las aspiraciones turcas al asegurar que “aún no se cumplían los requisitos”.

“Déjenme ser muy clara. Ningún país puede convertirse en un miembro de la UE si introduce la pena de muerte”, afirmó ayer la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. “Alemania y todos los Estados miembros de la UE tenemos una posición clara al respecto: rechazamos categóricamente la pena capital. Un país que tiene pena de muerte no puede ser un miembro de la Unión Europea, y su introducción en Turquía significaría por lo tanto el final de las negociaciones de acceso”, dijo por su parte el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.

"Tenemos pruebas de sus crímenes"

Pero el deseo de entrar en la UE se ha desplomado entre los turcos, por lo que aquella causa ha dejado de ser popular. Los socios europeos tampoco se fían del Gobierno turco, por su creciente autoritarismo y sus políticas de doble juego respecto a Siria, la amenaza yihadista, las violaciones de derechos humanos o la cuestión kurda. Además, en una atmósfera de polarización extrema, la mención a la pena capital apela a las bases más conservadoras e ideologizadas de sus votantes, aquellas que han mantenido al AKP en el poder tanto tiempo a pesar de la convulsión. Y Erdogan, sobre todo, quiere venganza.

“El intento de golpe de Estado constituye un claro crimen de traición”, declaró ayer por la tarde en una entrevista con la CNN, indicando que a su juicio esto debía ser castigado con la muerte, pero que su reinstauración debe ser una iniciativa del Parlamento. “Si aceptan discutirla, yo, como presidente, aprobaré cualquier decisión que salga de la Asamblea Nacional”, subrayó. No obstante, en la situación actual, en que Erdogan domina el partido gobernante hasta el mínimo detalle, es inconcebible que el Parlamento, donde el AKP tiene mayoría absoluta, pueda tomar una decisión diferente a los deseos del nuevo hombre fuerte de Turquía.

El temor de muchos, además, es que una vez reintroducida la pena capital, los ajusticiamientos se extiendan a otros "traidores", una palabra cada vez más utilizada por Erdogan en los últimos años. Las represalias por la intentona golpista, de momento, continúan: el número de detenidos supera ya los 7.500, según datos oficiales, y unos 8.000 policías, jueces y fiscales han sido expulsados de sus cargos, así como decenas de gobernadores y altos funcionarios. Se les acusa de ser parte del movimiento del teólogo de Fethullah Gülen, el antiguo aliado de Erdogan convertido en su archienemigo, que ya es considerado oficialmente “organización terrorista”. No sería extraño que algunos de ellos, incluso sin haber participado en el golpe, fuesen condenados a la pena máxima. “Tenemos pruebas de sus crímenes”, afirma el Gobierno.

En total, casi un tercio de los generales y almirantes de las Fuerzas Armadas turcas han sido ya arrestados. Ayer, las autoridades turcas mostraron ante las cámaras a algunos de estos altos oficiales implicados en la intentona: vestidos de civil, y con evidentes signos de haber sido brutalmente golpeados. Esto podría explicar la supuesta confesión del comandante de la Fuerza Aérea Akin Öztürk, quien, según la Agencia Anadolu, admitió ser el cerebro del golpe, para posteriormente retractarse durante la misma jornada. En todo caso, no parece que a los seguidores del presidente les importen demasiado los derechos humanos de estos detenidos.

Aunque la pena capital no fue eliminada de la legislación turca hasta 2004, la última ejecución en Turquía tuvo lugar en 1984. Hasta entonces, fue aplicada con cierta frecuencia, sobre todo tras los diversos cuartelazos. Es decir, precisamente por aquellos militares golpistas tan denostados ahora por Erdogan.

Parecía la enésima provocación de Recep Tayyip Erdogan. “No podemos seguir retrasándolo, porque en este país, aquellos que llevan a cabo un golpe de Estado tienen que pagar un precio por ello”, dijo a la multitud. “En las democracias, las decisiones se toman conforme a lo que la gente dice”, añadió. El presidente turco estaba hablando de la reinstauración de la pena de muerte en Turquía, abolida en el año 2002 al hilo del proceso de adhesión a la Unión Europea, como represalia para los líderes del intento de golpe de Estado del pasado viernes. La cadena perpetua, a su parecer, no es castigo suficiente para aquellos que han tratado de derrocarle.

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