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La evolución meteórica del terrorismo yihadista, 8.000 atentados después
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El impacto de la radicalización

La evolución meteórica del terrorismo yihadista, 8.000 atentados después

La sombra del Estado Islámico planea sobre el ataque en Niza. Los grupos extremistas islámicos en activo acumulan más de 50.000 asesinatos en todo el mundo desde 1992

Foto: Un miliciano del Estado Islámico, ante una bandera de ISIS en Al-Alam (REUTERS)
Un miliciano del Estado Islámico, ante una bandera de ISIS en Al-Alam (REUTERS)

Si hace quince años Al-Qaeda heló el aliento de medio planeta al estrellar dos aviones en las Torres Gemelas, hoy las organizaciones terroristas han proliferado y han extendido sus tentáculos fuera de las fronteras que controlan. La radicalización de diferentes grupos terroristas que basan sus razonamientos en la fe ha alcanzado su punto álgido. Ocho de los principales frentes yihadistas en activo acumulan 52.293 muertes y 8.841 ataques por todo el mundo, según datos de Global Terrorism Databse. Uno de ellos, reivindicado 48 horas después por el Estado Islámisco (ISIS, por sus siglas en inglés), es el atentado de Niza del pasado jueves.

El asesinato de dos empresarios en Yemen en 1992 marcó el inicio de la escalada de violencia. En aquel entonces los responsables del homicidio fueron los seguidores Osama Bin Laden. Al-Qaeda, veinticuatro años después, suma 12.241 fallecidos y 921 atentados. Pero el statu quo de la banda terrorista es hoy un reflejo borroso de lo que fue hace una década. El Estado Islámico junto a Boko Haram han ocupado su puesto y han desplazado a los que un día fueron la principal amenaza de Occidente. De hecho, ambos grupos yihadistas son las organizaciones que más daño han provocado en un período de tiempo más corto.

Otro de los grupos, que en los últimos tiempos ha tenido un repunte en el número de ataques perpetrados es Al-Shabaab. Su foco de operaciones se sitúa en Somalia, donde quieren establecer un Estado islámico, y en el Cuerno de África. Desde el 2012 mantienen una relación muy estrecha con Al-Qaeda con el objetivo de reforzar su influencia y poder en la zona.

A pesar de ello, y como muestra el gráfico superior de personas fallecidas en atentados, no son las organizaciones que más ataques terroristas han cometido. En este caso, la insurgencia talibán en Afganistán y Pakistán ha ejecutado una mayor número de acciones en el último cuarto de siglo. Bien es cierto que para ello han necesitado mucho más tiempo y la mayoría de sus operaciones se han producido dentro de las fronteras de ambos países.

A los mencionados grupos terroristas hay que añadir otros de un perfil más bajo pero que comparten el uso de la fe islámica para justificar la radicalización de sus acciones. En este grupo, estaría Abu Sayyaf, cuyo centro neurálgico se sitúa en Filipinas, varios grupos yihadistas del Cáucaso y el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental, una escisión de Al-Qaeda que ha perpetrado varios ataques en Argelia y Malí.

A lo largo del tiempo, los momentos de mayor actividad de cada una de estos conjuntos yihadistas ha sufrido cambios. El músculo y el miedo que sembró Al-Qaeda en su día ha dado paso a la presencia del ISIS en Occidente y al yugo que supone para el noroeste de África la amenaza de Boko Haram.

Atentados sin reivindicar o de reivindicación tardía

Todavía se desconocen los motivos que llevaron a Mohamed Lahouaiej Bouhlel a asesinar 84 personas en la noche del Día de la Bastilla. El Estado Islámico tardó hasta 48 horas en reivindicar el atentado. La de Niza es una de las acciones donde más tiempo ha tardado en atribuirse la responsabilidad del ataque. La investigación prosigue para determinar los lazos del suicida con el ISIS ya que la organización yihadista podría haberse hecho eco de una ataque con el que no ha tenido nada que ver. El padre del terrorista, de hecho, ha señalado que su hijo "tenía una grave enfermedad psiquiátrica, era inestable y a veces violento".

Hasta entonces, el caso tenía ciertas similitudes con el reciente atentado cometido el pasado 28 de junio en el aeropuerto internacional Atatürk, en Estambul. Más de dos semanas después, sigue sin conocerse la organización detrás de la masacre.

Pasadas pocas horas de las bombas explosionadas en Turquía, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, aseguraba ante los medios que el ISIS había planificado el atentado. Sin embargo, ningún miembro del ‘Califato’ se atribuyó el golpe.

“El Estado Islámico lleva una política de no reivindicar atentados en Turquía”, responde desde Washington Aaron Stan, experto en Oriente Medio del Atlantic Council, think tank americano sobre asuntos internacionales. “La decisión parece una estrategia dirigida a crear desconfianza hacia el Gobierno y aumentar la tensión social”, explica. De haberse mantenido el silencio de la organización, los yihadistas habrían modificado su táctica en Europa.

Si hace quince años Al-Qaeda heló el aliento de medio planeta al estrellar dos aviones en las Torres Gemelas, hoy las organizaciones terroristas han proliferado y han extendido sus tentáculos fuera de las fronteras que controlan. La radicalización de diferentes grupos terroristas que basan sus razonamientos en la fe ha alcanzado su punto álgido. Ocho de los principales frentes yihadistas en activo acumulan 52.293 muertes y 8.841 ataques por todo el mundo, según datos de Global Terrorism Databse. Uno de ellos, reivindicado 48 horas después por el Estado Islámisco (ISIS, por sus siglas en inglés), es el atentado de Niza del pasado jueves.

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