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"No sé si los pro-Brexit dicen la verdad, pero lo dicen mejor": los debates reales en UK
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aún hay un porcentaje relevante de indecisos

"No sé si los pro-Brexit dicen la verdad, pero lo dicen mejor": los debates reales en UK

Partidarios de la salida y la permanencia del Reino Unido se baten en platós de televisión y otros foros. Pero la verdadera batalla de ideas tiene lugar en iglesias, centros sociales y bibliotecas

Foto: El estudiante George Smith, colaborador de la campaña "Britain Stronger in Europe", reparte folletos en Holborn, Londres, el 20 de junio de 2016 (Reuters).
El estudiante George Smith, colaborador de la campaña "Britain Stronger in Europe", reparte folletos en Holborn, Londres, el 20 de junio de 2016 (Reuters).

“No sé si lo que dicen es cierto, pero desde luego lo dicen mejor. Los euroescépticos transmiten muy bien su mensaje. Me he dedicado toda la vida a la comunicación y sé la importancia de transmitir bien un mensaje, con independencia luego de que el mensaje sea cierto o no. Si viniera de Marte y sólo tuviera la información de lo que se ha dicho aquí dentro, sin lugar a dudas, votaría por el Brexit”. Richard, de 62 años, abandona con su cuaderno repleto de apuntes la iglesia Saint Pauls, en Grove Park, un barrio situado al suroeste de Londres.

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En la cera de enfrente, las casas exhiben en sus ventanas carteles a favor y en contra de la Unión Europea. Hay panfletos con la frase de “no podemos dejar al país en manos de este hombre”, con la cara del líder del UKIP, Nigel Farage. Y la bandera británica a doble página que sacó recientemente The Sun bajo el lema “BeLeave Britain”, un juego de palabras con las que el tabloide más vendido del país ha pedido a sus lectores “creer en su país” y “abandonar el club”.

Lunes, 8 de la tarde. En la televisión se anuncia el enésimo debate “decisivo” del referéndum. El popular Boris Johnson está dispuesto a comerse otro contrincante con su verborrea habitual. El verdadero debate, sin embargo, se vive en las bibliotecas, centros sociales e iglesias locales donde diputados, voluntarios y activistas apuran la recta final ante el histórico plesbiscito.

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En Grove Park, la laborista Ruth Cadbury aboga por la permanencia frente a Robert Oulds, responsable del grupo euroescéptico Bruges, uno de los más activos durante la campaña. “La Unión Europea ya ha perdido todo el sentido. El mundo se rige ahora por organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de la Salud… El club europeo que nos intentan vender tiene fecha de caducidad”, explica Oulds, subido al altar.

Un vecino de la zona, que trabajó como periodista, actúa de moderador. La iglesia está repleta. Hay familias con niños pequeños que, ajenos a su futuro, ven videos de dibujos animados en los teléfonos móviles de sus padres para combatir el aburrimiento. La mayoría de los asistentes superan los 50 años. Tan sólo hay tres jóvenes en el último banco, con una camiseta azul de Remain (logo por la permanencia).

"Las cifras de la campaña son falsas"

“El terrorismo ahora es una de la mayores amenazas y tengo miedo de lo que pueda pasar”, pregunta Catherine. “No podemos permitir quedarnos aislados ante el terrorismo global. Compartir información con el resto de estados miembros es ahora más vital que nunca”, matiza la diputada. El activista euroescéptico asegura, sin embargo, que “Estados Unidos no forma parte de la UE y compartimos toda la información con este país”.

Janet, por su parte, les pide números “objetivos”. “No puedo tomar una decisión hasta que no sepa lo que realmente nos cuesta estar en la UE”, recalca. La diputada se apresura a contestar: “La cantidad que destina Reino Unido a la UE son 8.000 millones de libras al año, pero recibimos diez veces más. Las cifras de la campaña por el Brexit son todas falsas. Si hasta Sarah Wollaston [tory euroesceptica que ahora hace campaña por la permanencia] se ha ido porque decía que estaban engañando a los ciudadanos. No es cierto que destinemos 350 millones de libras a la semana ni tampoco es cierto que fuera de la UE vayamos a tener un mejor sistema sanitario”.

Hay aplausos. Sorprende que muchos de ellos vengan de los asistentes más mayores, según las encuestas los más euroescépticos.

Pero la política no es la única que se lleva ovación. Bruce, otro vecino, coge el micrófono: “Trabajo en el sector farmacéutico y sé muy bien cómo trabaja la UE. Todo va por 'lobby', puerta cerrada, beneficios que se llevan aquellos a quien nadie ha votado. ¿Cómo se puede llamar club democrático a algo donde no existe ni representación ni transparencia? Vayámonos, seamos nosotros dueños de nuestro futuro”.

Más aplausos.

Llega el turno de Philip. “Y aquí ¿hay transparencia? Nosotros elegimos a los diputados y luego son ellos los que forman un gobierno y celebran reuniones también a puerta cerrada. De verdad seamos sensatos. Estamos en una situación privilegiada. Estamos dentro del mercado común, fuera de la zona euro y fuera del espacio Schengen. Creo además que no somos conscientes aún que si cerramos la puerta, la cerramos para los que quieren entrar, pero también para los que queremos salir a trabajar o simplemente a disfrutar de nuestras vacaciones”, explica.

"Para disfrutar del sol no necesitas unión"

Una voz sin micrófono le contesta al otro lado de la iglesia: “A mi también me gusta ir a Europa de vacaciones. Pero para disfrutar del sol no necesitas estar en ninguna unión política, amigo”.

Llega el momento de los últimos alegatos.

La diputada laborista se sube al púlpito. “No digo que la UE sea perfecta. Pero hemos empezado un proceso de reforma y no podemos dejar ahora la mesa de negociación. El mundo ha cambiado, el mundo es global y no podemos estar aislados. No podemos perder influencia. La inmigración es buena para la sociedad. La inmigración ilegal es la que supone un problema. Y eso no lo vamos a solucionar saliendo. No olvidéis además que nueve de cada diez economistas han advertido de las nefastas consecuencias económicas que podría producir un Brexit”.

El euroescéptico de Bruges toma luego la palabra: "¿Quién gobierna este país realmente? ¿Westminster o un grupo de personas en Bruselas que no hemos votado y cobran más que nuestro primer ministro? ¿Quién gobierna realmente el mundo? ¿Los que se hacen llamar clubs geográficos u organismos internacionales? De verdad son las grandes corporaciones las que tienen ahora el poder y en un mundo global como el nuestro no vamos a quedarnos aislados por salir de un proyecto que quiere convertirse en un estado federal. Están preparando hasta su propio ejército. Y en cuestión económica, todo el mundo decía que saldríamos perjudicados si no nos uníamos a la zona euro. Los economistas se equivocan. Ya lo han demostrado antes. No se vosotros, pero yo me alegro enormemente de haber seguido con la libra”.

El moderador pregunta a los asistentes que alcen su mano con la opción que se vean ahora mismo más representados: 12 indecisos, 17 por el Brexit, 42 por la permanencia.

Richard sigue apuntando todo en su libreta. Es al tercer debate local que acude y aún no sabe qué decisión tomar: “No lo sé, la verdad. Supongo que al final ganará el 'status quo'… Ya sabes… Aquello de más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

“No sé si lo que dicen es cierto, pero desde luego lo dicen mejor. Los euroescépticos transmiten muy bien su mensaje. Me he dedicado toda la vida a la comunicación y sé la importancia de transmitir bien un mensaje, con independencia luego de que el mensaje sea cierto o no. Si viniera de Marte y sólo tuviera la información de lo que se ha dicho aquí dentro, sin lugar a dudas, votaría por el Brexit”. Richard, de 62 años, abandona con su cuaderno repleto de apuntes la iglesia Saint Pauls, en Grove Park, un barrio situado al suroeste de Londres.

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