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Filadelfia aprueba un impuesto sobre los refrescos con azúcares añadidos
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golpe para las compañías de refrescos

Filadelfia aprueba un impuesto sobre los refrescos con azúcares añadidos

Filadelfia aprobó el pasado jueves una medida para tasar las bebidas con azúcares añadidos que ha abierto el debate dentro de las filas demócratas.

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Filadelfia se convirtió el pasado jueves en la ciudad más grande de Estados Unidos que aprueba un impuesto sobre bebidas con azúcares, una decisión que supone un duro golpe para las compañías de refrescos y les hace temer que la medida se extienda a otras urbes por el efecto contagio.

El Ayuntamiento aprobó el impuesto por trece votos contra cuatro y entrará en vigor el 1 de enero de 2017. A partir de entonces la ciudad recaudará 1,5 centavos por cada onza (2,96 centilitros) de bebidas con azúcares añadidos, lo que supondrá cobrar en torno a 1 dólar por cada botella de dos litros. Berkeley, California, aprobó una medida similar en 2014, pero decenas de ciudades estadounidenses han visto fracasar sus propuestas para tasar refrescos azucarados durante los últimos años.

Los partidarios del impuesto argumentan que no solo servirá para mejorar la alimentación y salud de los ciudadanos, también prevén ingresar en torno a 91 millones de dólares cada año con esta medida. Dinero que, según el Ayuntamiento, se empleará para construir parques, bibliotecas, colegios y ayudar a los comercios que vendan productos saludables.

La Asociación Estadounidense de Bebidas (ABA) ya ha anunciado que "tomará medidas legales" contra el impuesto, ya que lo consideran "ilegal" y "discriminatorio". Durante los últimos meses esta compañía ha intentado que la propuesta no saliese adelante e incluso gastó 5 millones de dólares en anuncios contrarios a la medida, según publica 'The Inquirer'.

También entre los políticos hay disparidad de opiniones respecto a este impuesto. En abril de 2016 la candidata demócrata Hillary Clinton aplaudió la propuesta, pero tan solo un día después su rival y compañero de partido Bernie Sanders la criticó argumentando que era perjudicial para las familias de clase baja.

De todos modos, el político que ha jugado un papel fundamental para sacar adelante la propuesta ha sido el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien ha aportado 1,6 millones de dólares para hacer campaña a favor del impuesto durante los últimos meses. Un esfuerzo que las grandes compañías de refrescos miran con recelo y les hace temer que Bloomberg intente ahora aprobar una medida similar en la Gran Manzana.

Filadelfia se convirtió el pasado jueves en la ciudad más grande de Estados Unidos que aprueba un impuesto sobre bebidas con azúcares, una decisión que supone un duro golpe para las compañías de refrescos y les hace temer que la medida se extienda a otras urbes por el efecto contagio.

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