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Nuevas pistas en el asesinato del español en Bangkok: ¿Y si Artur Segarra no le mató?
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"la versión policial no se sostiene"

Nuevas pistas en el asesinato del español en Bangkok: ¿Y si Artur Segarra no le mató?

El único imputado por la muerte del consultor catalán David Bernat ha asegurado siempre que él no es un asesino. Hay indicios de que podría ser cierto... y tiene razones para callar

Foto: Artur Segarra a su llegada al tribunal en Bangkok, el 4 de mayo de 2016 (Reuters)
Artur Segarra a su llegada al tribunal en Bangkok, el 4 de mayo de 2016 (Reuters)

Cuando reapareció ante las cámaras aún lucía una sonrisa. La eterna sonrisa de tipo confiado y vanidoso que comentan quienes le conocieron. Ni los dos meses aislado en una cárcel tailandesa, ni una posible condena a muerte, hicieron mella en los gestos de Artur Segarra, único detenido por el asesinato en Bangkok del consultor catalán David Bernat. Una pose que provoca miradas de odio, la de un monstruo al que señalar con el dedo como culpable. Del crimen y del descuartizamiento de su compatriota para poder hacerse con el millón de dólares que el experto ingeniero había amasado en vida.

[A día 21 de abril de 2017, Segarra ha sido condenado a pena de muerte]

Pero, ¿y si Segarra no hubiera sido, como sostiene la fiscalía tailandesa, el único responsable en la muerte de su compatriota? Desde que fue detenido, su defensa ha sido siempre la misma: “Yo no lo hice”. Sin abandonar su sonrisa y sus formas.

Y sin embargo, la actitud Artur Segarra es muy distinta cuando no están las cámaras delante. En el sur de Camboya, antes de ser devuelto a Tailandia, hizo una admisión velada ante Joaquín Campos, escritor y propietario de un restaurante en el país, de su implicación en el saqueo de las cuentas bancarias de Bernat, pero aseguró que le habían matado “otros”. Y que él no podía hablar de ellos. “Yo no he matado a nadie, me van a matar como mataron a David”.

¿Y si Segarra está diciendo la verdad?

Una mafia de profesionales

Artur Segarra llegó a Asia en 2013 huyendo de la justicia española por el caso Cocoon, una estafa inmobiliaria a ancianos en Cataluña. En sus primeros días en Bangkok conoció a algunas personas que serían importantes en su futuro, pudiendo haber participado en el secuestro y asesinato de Bernat. Según ha podido averiguar El Confidencial, a través de estos intermediarios Segarra entró en contacto con gente peligrosa, especialmente un grupo de policías tailandeses, en activo o retirados, que se ganaban un sobresueldo realizando trabajos como guardaespaldas, y, en algunos casos, actividades ilícitas y extorsiones a pequeños narcotraficantes locales.

Las fuentes de El Confidencial, personas que conocían a todos los implicados, sostienen que Segarra no cometió el asesinato, sino que habría buscado a varios miembros de esta mafia policial para que se ocupasen del trabajo sucio: torturar a Bernat para sacarle información sobre sus cuentas bancarias. Pero la operación salió mal por varios motivos: podría ser que a estos individuos se les hubiese ido la mano con Bernat, que habría muerto en su presencia -la autopsia no ha podido determinar con certeza cómo murió, según ha comprobado este diario-. Y tras descubrirse el cadáver, estos policías corruptos habrían decidido usar a Segarra como cabeza de turco, culpándole en solitario de lo sucedido. O aún peor: tal vez ese fue su plan en todo momento. “El error de Segarra fue fiarse de esta gente”, afirma una de estas fuentes.

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El Confidencial también ha hablado con una persona muy cercana a los intermediarios que pusieron en contacto a Segarra con los policías (al parecer, sin saber qué era lo que éste tenía en mente, probablemente pensando que se trataba de darle una paliza a alguien u otra acción ilegal, pero no un asesinato). Esta fuente cree que está fuera de toda duda que el catalán tuvo en todo momento la intención de robar al acaudalado Bernat, y que ninguno de los implicados ha hablado por presiones y amenazas por parte de esta mafia. Los intermediarios, además, han cortado su antigua relación con la mafia policial.

Esa podría ser la explicación del por qué Segarra ha cementado su defensa en decir que él no mató a Bernat. Y en no querer hablar de “ellos” ni siquiera ante su abogado. Fuentes cercanas al juicio aseguran que está “muy solo” y que simplemente niega los cargos de asesinato. Él, asegura, solo participó en el robo.

La posibilidad de que hubiese más gente implicada fue desestimada por las autoridades tailandesas de forma radical desde el momento en que Segarra fue detenido: según la policía, él planificó todo y actuó en solitario. No decían lo mismo cuando apareció el cadáver, en los primeros días de investigación. Entonces, las informaciones preliminares hablaban de un grupo de españoles y tailandeses como responsables del crimen. “La banda del toro”, los habían bautizado.

Pero en el momento en que las autoridades tuvieron a Segarra, su discurso cambió radicalmente y dijeron tener suficientes pruebas para decir que a Bernat lo mató únicamente el catalán detenido. Una grabación con cámara de seguridad donde aparecía Segarra llevando a Bernat al apartamento en el que murió -y donde el propio sospechoso residía- fue la principal prueba. También se consideraron determinantes un rastro de ADN de la víctima en el piso y el dinero de Bernat transferido a las cuentas de Segarra. Pero no se mostraron grabaciones que indicasen que en el piso donde se perpetró el crimen estuviesen solos Segarra y Bernat. Las grabaciones de la cámara que hay delante de la puerta del apartamento en la séptima planta del PG Condo de Segarra nunca existieron, o simplemente desaparecieron.

La estrategia de Segarra

Expertos en criminología insisten en que el relato de la policía tailandesa no encaja. La perfecta planificación del crimen por parte de alguien sin experiencia en ello, la exhausta limpieza del piso tras el asesinato o la descuartización del cuerpo no parecen hechos que pudiera haber realizado Segarra en solitario. Así como la transferencia de tan importante suma de dinero desde bancos de Singapur sin salir de un apartamento en Bangkok. Confidentes cercanos al juicio avisan de que un crimen así no pudo ser obra de una única persona.

¿Puede salir indemne Segarra? Quizás. En Tailandia, los tribunales funcionan de manera diferente y todo se basa en el número de pruebas que se ponen sobre la mesa del juez y los testimonios tienen muy poca validez. Y personas cercanas a la defensa de Artur afirman que la policía no tiene nada concluyente. No existen pruebas que garanticen que Segarra y Bernat estuviesen solos en el apartamento, ni siquiera que llegasen a estar juntos. Tampoco hay arma homicida, ni las herramientas con las que se descuartizó a la víctima. En el informe del forense se afirma que la causa de la muerte es desconocida. Otro observador legal del caso opina: “Las autoridades tailandesas tampoco lo deben tener claro del todo, porque esperaron hasta el último día del plazo antes de imputarle el cargo de asesinato”.

Aun así, las mismas fuentes afirman que “no es fácil” esquivar una sentencia de muerte. Incluso sin pruebas, en Tailandia es posible culpabilizar a alguien mediante meros indicios, sobre todo si no hay más sospechosos. Hasta podría aplicarse la pena máxima y que Segarra fuese condenado a muerte por haber planificado un robo que acabó con la vida de Bernat, sin acusarle directamente de asesinato.

Ante esta situación, Segarra parece haber optado por el silencio como su única posibilidad, en lugar de detallar lo que ocurrió en aquella habitación del apartamento en Bangkok. Además, ninguno de los amigos con los que sus abogados intentaron contactar ha querido contestar a su llamada de auxilio, y solo Pridsana Saen-ubon, la que fue su novia y le ayudó a escapar tras el crimen, está cerca de él. Pero Segarra desconfía de ella, ya que Pridsana aceptó firmar en su declaración policial más cosas de las que realmente había declarado. Así lo detallan fuentes de la investigación, que manifiestan que fue obligada a aceptar aquello para garantizar su libertad.

Si no hay retrasos, el juicio empezará el 11 de julio. Artur Segarra será representado por el abogado tailandés Worasit Piriyawiboon, experto en casos internacionales. El pasado año se encargó del juicio por 17 inmigrantes de etnia uigur que fueron deportados a China y de otros casos mediáticos, como el del atentado con una bomba en la embajada de Vietnam, hace década y media.

Cuando reapareció ante las cámaras aún lucía una sonrisa. La eterna sonrisa de tipo confiado y vanidoso que comentan quienes le conocieron. Ni los dos meses aislado en una cárcel tailandesa, ni una posible condena a muerte, hicieron mella en los gestos de Artur Segarra, único detenido por el asesinato en Bangkok del consultor catalán David Bernat. Una pose que provoca miradas de odio, la de un monstruo al que señalar con el dedo como culpable. Del crimen y del descuartizamiento de su compatriota para poder hacerse con el millón de dólares que el experto ingeniero había amasado en vida.

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