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Nepalíes en las obras del Mundial de Fútbol: crónica de una muerte anunciada
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"el número de muertos es desproporcionado"

Nepalíes en las obras del Mundial de Fútbol: crónica de una muerte anunciada

La muerte de 11 trabajadores en Qatar es otro ejemplo de las condiciones de migrantes empleados en el programa de infraestructura del Mundial y otros megraproyectos del Golfo

Foto: El féretro de Surendra Kumal tras su llegada al Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú (Elena del Estal).
El féretro de Surendra Kumal tras su llegada al Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú (Elena del Estal).

La muerte de 11 trabajadores en el incendio de un campamento de trabajo de Qatar el 1 de junio es otro ejemplo más de las condiciones de los inmigrantes empleados en el inmenso programa de infraestructura diseñado para la Copa del Mundo de 2022 y otros megraproyectos del Golfo o Malasia. El inexplicable aumento de muertes entre trabajadores nepalíes supone la enesima señal de alarma. Medio millón emigran al año a Arabia Saudí, Malasia o Qatar. Esta es la historia de uno de ellos, Surendra, que regresó a casa en un féretro.

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Vuelo: MH170. Origen: Kuala Lumpur. Destino: Katmandú. Hora estimada de llegada: 12:30h.

Era la segunda vez que Surendra Kumal se había ido a Malasia a trabajar. Ahora, Dil Bahadur Kumal, su padre, firma los papeles que le permitirán recoger los restos mortales de su hijo a su llegada al Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú.

Una marea de gente espera en la calle, aunque no han venido a despedir a Surendra. Casualidades de la vida, el equipo de fútbol de Nepal acababa de ganar la Copa de Oro Bangabandhu en Bangladesh y los aficionados han acudido a ovacionar a los deportistas a su regreso. Todos esperan impacientes, banda de música incluida, pero nadie parece percatarse de cómo Bahadur y Leela, un amigo de la infancia de Surendra, empujan juntos el féretro colocado sobre dos trolleys para maletas hacia la puerta de “llegadas”.

El informe médico dice que Surendra, de 30 años, murió debido a “lesiones múltiples por colisión en accidente de tráfico”. Su cuerpo tardó una semana en llegar a Nepal.

'El fondo de la cuestión es que esta gente vive en unas condiciones que son muy a menudo la verdadera causa de la muerte'

Cada día, de media, tres cuerpos de trabajadores migrantes nepalíes llegan al aeropuerto de Katmandú. “Hay días que llegan hasta seis en el mismo avión, principalmente en los vuelos que vienen de Malasia”, comenta Lokendra, trabajador del centro de carga aérea del aeropuerto, que gestiona la entrega a los familiares.

Cada día también, unos 1.500 nepalíes salen desde el mismo aeropuerto con la ilusión de trabajar en el extranjero. La mayoría va a países como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar o Malasia, con contratos de duración mínima de dos años. El año pasado salieron más de medio millón de personas. Los países favoritos de destino son también los que encabezan la lista de trabajadores muertos: 425 en Malasia, 273 en Arabia Saudí y 178 en Qatar.

Surendra será uno más en la lista que contabilice los muertos de 2016. En la última, la que data hasta julio de 2015 (el año fiscal en Nepal empieza y acaba en julio) se contaron 1002. En los seis años anteriores 3.272. “Pero estas cifras no incluyen a aquellos que mueren allí pero no son repatriados”, cuenta Ganesh Gurung, Presidente del Instituto Nepalí de Estudios sobre el Desarrollo (NIDS). Por eso, alerta, la cuantía real es mayor.

Son números desproporcionados”, comenta Maurizio Busatti, Jefe de Misión en Nepal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y continúa: “además las causas no están muy claras, porque los certificados de fallecimiento señalan ‘golpe de calor’ o ‘fallo del corazón’, pero eso son realmente más efectos que causas”.

Según datos proporcionados por la Junta de Promoción, dependiente del Departamento de Empleo en el Exterior, la principal causa de fallecimiento, con 268 casos registrados en el último año, se debe al Síndrome de Muerte Súbita Inesperada: las personas, aparentemente bien, se van a dormir, pero no vuelven a despertarse. Después está la muerte natural con 245 casos, 119 accidentes de carretera, 112 suicidios y 89 paros cardíacos. Como muerte en lugar de trabajo se registraron 114 sucesos.

La preocupación no reside simplemente en el dato, sino en el hecho de que estas personas sean “jóvenes” y hayan sido declaradas “sanas” antes de empezar a trabajar: es requerimiento básico que tengan entre 18 y 45 años de edad y que pasen una revisión médica antes de salir de Nepal y otra cuando llegan al país de destino.

Ganesh Gurung, de NIDS, denuncia algo más: no se realizan autopsias. Para transportar un cadáver en un avión, las compañías aéreas obligan a que haya un informe médico que clarifique la causa de la muerte, “pero ninguno de estos informes están basados en estudios post mortem -asegura- por lo que hasta que no se realicen autopsias las verdaderas causas de la muerte de estos trabajadores siguen siendo un misterio”.

Desde su oficina de la OIM, Busatti, aclara: “El fondo de la cuestión es que esta gente vive en unas condiciones que son muy a menudo la verdadera causa de la muerte”.

Megaproyectos arquitectónicos

Son muchos los casos que han demostrado los abusos y engaños que sufren los trabajadores inmigrantes, no solo nepalíes, sino también de India, Bangladesh o Sri Lanka, que levantan megaproyectos arquitectónicos a la sombra del crecimiento económico en países del Golfo o Malasia. Especialmente en el punto de mira se encuentra Qatar, con la construcción de estadios e infraestructuras que albergarán el Mundial de Fútbol en 2022.

Jornadas extenuantes, horas extras no pagadas, salarios más bajos de lo prometido, sin baja por enfermedad ni seguro médico, ni respeto a los días libres estipulados. Se han registrado denuncias por maltrato y se ha alertado de la retirada regular del pasaporte por parte del empleador, procedimiento legal en varios países receptores, ya que el sistema "kafala" permite a las empresas restringir el movimiento de los trabajadores migrantes. A pesar de la palpable explotación laboral, la gente sigue saliendo de Nepal para trabajar.

“Porque allí cobro más dinero”, cuenta Minbahraale, de 27 años, mientras se le escapa una sonrisa y se le iluminan los ojos. Ha estado cuatro años en Qatar trabajando de limpiador en un hotel y ahora espera su turno, junto a decenas de personas más, en el departamento de Empleo en el Exterior para presentar la solicitud y volver a irse. Igual que Dhurba Thapa, que ha sido camarero en Dubai hasta que hace seis meses se le acabó su contrato. “Por el mismo trabajo que en Nepal se ganan 10.000 rupias al mes (85€), allí ganaba 60.000 (unos 500 €)”. Trabajaba de 8 de la mañana a 4:30 de la tarde, con derecho a descanso un día a la semana. Es lo que Maurizio Busatti denomina “un problema sangrante: la gente busca desesperadamente salir de Nepal”. Pobreza, exclusión social y falta de recursos son las causas mil veces numeradas. El terremoto que vivió el país en abril de 2015 dificulta aun más la situación.

Se calcula que en total hay unos 2,2 millones de trabajadores nepalíes en países del Golfo y Malasia. Las remesas constituyen un 25% del PIB de Nepal, y suponen casi el doble de ingresos que la exportación de bienes y servicios, según el Banco Mundial

Se calcula que en total hay unos 2,2 millones de trabajadores nepalíes en países del Golfo (Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, Omán, Baréin) y Malasia, y otros 2 millones en India, más difíciles de calcular por la frontera abierta que comparten los países vecinos. Las remesas constituyen un 25% del PIB de Nepal, y suponen casi el doble de ingresos que la exportación de bienes y servicios, según el Banco Mundial. El Nepal Rastra Bank calculó este porcentaje en 29,1% del PIB en sus últimos datos de 2014.

Inevitablemente la pregunta llega a la mente: ¿Hace el Gobierno suficiente por proteger a sus trabajadores en el extranjero? Existe la Ley de Empleo en el Extranjero desde 2007 y Nepal ha firmado Memoradums de Entendimiento con cinco países (Corea del Sur, Qatar, EAU, Baréin y Japón). También ha anunciado la intención de firmar en un futuro próximo más acuerdos bilaterales con Arabia Saudí, Malasia, Líbano o Jordania. Pero, según señala Busatti, el problema verdadero es la implementación: “el sistema de control de los diferentes segmentos de la cadena migratoria no funciona como debería”.

Desde NAFEA, la asociación que agrupa las 754 agencias de reclutamiento que ponen en contacto empresas en el extranjero con trabajadores nepalíes, aseguran que aunque durante años se han reportado casos de abuso por parte de empleadores, la situación ha cambiado. “Si no lo hacemos, pueden denunciarnos frente al Ministerio de Trabajo. Todo se ha vuelto más estricto, por eso los casos disminuyen”, cuenta Rohan Gurung, Secretario General de la asociación.

Desde el Departamento de Empleo en el Exterior, Madhu Vilas Pandit sigue por esta misma línea: “Si las empresas en los países de destino no cumplen las condiciones firmadas en los contratos, los trabajadores pueden denunciar en la embajada o directamente por e-mail a la web del Ministerio de Empleo”. Opciones que no parecen muy efectivas cuando, según los expertos consultados, la mayoría de la población proviene de entornos rurales con escasa educación y no suelen tener ni recursos ni conocimiento sobre cómo iniciar este tipo de procedimientos. Ambos apuntan al mismo método usado para acabar con empresas o agencias que abusan de los trabajadores: incluirlas en la “lista negra”.

“¿Qué podemos hacer?”

Con la mira puesta en facilitar la salida de trabajadores migrantes, pocos esfuerzos reales se hacen por crear empleos dentro del país. “Llevamos años escuchando sobre planes de desarrollo y creación de empleo, pero la realidad es que no pasa nada. `Crearemos empleo y así la gente no tendrá que irse’, dicen, pero se queda todo en papel, y eso no es lo que trae el pan a casa”, dice Gurung, de NIDS. Desde su posición gubernamental, Pandit se resigna: “No podemos crear empleos de repente. No es bueno irse a trabajar al extranjero pero, ¿qué podemos hacer? Es nuestra condición como Gobierno permitir que la gente se vaya a trabajar a los países del Golfo”.

De vuelta al aeropuerto, mientras los familiares de Surendra esperan el coche proporcionado por el Gobierno que les llevará hasta su pueblo, en el distrito de Nawalparasi, a unas seis horas por carretera de Katmandú, una fila de curiosos rodea el féretro preguntando qué ocurre. Nadie se molesta en contestar. Leela levanta un momento la mirada de la foto de Surendra que está pegada en la caja que transporta el cuerpo de su amigo para responder, casi sin fuerzas, a la pregunta de la periodista extranjera de por qué Surendra, que tiene otro hermano trabajando en Qatar, tuvo que emigrar a Malasia. “¿Cómo puedo explicarte eso? Ya sabes las condiciones en las que vivimos en Nepal”.

La muerte de 11 trabajadores en el incendio de un campamento de trabajo de Qatar el 1 de junio es otro ejemplo más de las condiciones de los inmigrantes empleados en el inmenso programa de infraestructura diseñado para la Copa del Mundo de 2022 y otros megraproyectos del Golfo o Malasia. El inexplicable aumento de muertes entre trabajadores nepalíes supone la enesima señal de alarma. Medio millón emigran al año a Arabia Saudí, Malasia o Qatar. Esta es la historia de uno de ellos, Surendra, que regresó a casa en un féretro.

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