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Hillary Clinton, ¿la primera Presidenta de la historia de EEUU?
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será la candidata demócrata en noviembre

Hillary Clinton, ¿la primera Presidenta de la historia de EEUU?

La mujer del ex Presidente Bill Clinton ha sido siempre una figura política por mérito propio. De Primera Dama independiente a Senadora, Secretaria de Estado y aspirante a la Casa Blanca

En estos días, los asesores de campaña de Hillary Rodham Clinton y algunos presentadores de televisión bromean sobre un inesperado problema de género: si hasta ahora se referían a la esposa de cualquier Presidente como la Primera Dama, ¿cómo deberán mencionar a Bill Clinton en caso de que ella llegue a la Casa Blanca? ¿El Primer Hombre? ¿El Primer Caballero? (A esto se oponen algunas voces que aseguran que éste es de todo excepto un “caballero”, como demostró en el ‘affaire Lewinsky’). El propio Bill ha entrado en el debate, diciendo que deberían llamarle “The First Dude” (“El Primer Tipo”, en lenguaje coloquial).

Pero lo que subrayan estas bromas es el hecho de que nos hallamos ante una situación excepcional: la posibilidad de que, por primera vez en la historia, una mujer alcance la Presidencia de los Estados Unidos. Si en 2008 Barack Obama quebró todas las barreras raciales, Hillary aspira a hacer lo mismo con las de sexo. Un sueño que, al conseguir los delegados necesarios tras las primarias en Puerto Rico, está cada vez más cercano.

Durante los años 90 circulaba un chiste por Washington: Bill y Hillary viajan en coche al pueblo natal de ella, y al parar en una gasolinera Hillary se da cuenta de que el empleado de la estación de servicio es su ex novio del instituto. Cuando se marchan, Bill dice: “¿Has visto? Si te hubieses casado con él, ahora estarías trabajando en una gasolinera”. Y ella responde: “No seas idiota, si me hubiese casado con él, ahora él sería el Presidente”.

La historia es divertida porque a todo el mundo le cuadra con el personaje: una política talentosa, dominada por una ambición desmedida. Otro de sus novios, David Rupert, con el que estuvo saliendo durante tres años a finales de los 60, asegura que Hillary le dejó porque consideraba que él no era lo suficientemente ambicioso. “Yo nunca expresé un deseo ardiente de ser Presidente de los Estados Unidos. Creo que ella necesitaba eso en un compañero”, declaró Rupert al diario británico ‘The Guardian’ a finales de los 90. Esa ambición fue, probablemente, uno de los factores por los que decidió permanecer al lado de Bill Clinton tras el escándalo de Monica Lewinsky, probablemente la infidelidad más difundida mediáticamente de la historia, a pesar de lo humillante que debió resultar.

Trayectoria meteórica

Nacida en Illinois, Hillary se graduó de Derecho en Yale, y tras ejercer de abogada durante un breve periodo de tiempo, se trasladó a Arkansas en 1974, donde se casó con Bill Clinton al año siguiente. Estuvo a su lado cuando éste fue elegido Gobernador de ese estado, desde donde dio el salto a Washington. Pero en todo momento dejó claro que ella era responsable de sus propias iniciativas políticas. Su consagración como figura política independiente llegó con su elección como senadora por Nueva York en el año 2000. Y le faltó poco para vencer a Obama en las primarias de las elecciones de 2008. Pero entonces el país todavía no estaba preparado para elevar a una mujer a la Presidencia. Obama, magnánimo, la nombró Secretaria de Estado durante su primera Administración.

La Clinton ha tratado de jugar esa carta, la de la emancipación femenina al nivel más alto, para atraerse el voto de otras mujeres. Pero su trayectoria ha sido muy controvertida: apoyó las guerras de Irak y Afganistán, y posteriormente la intervención de la OTAN en Libia, donde sus enemigos políticos trataron de responsabilizarle por la muerte del embajador Chris Stevens durante el asalto yihadista al consulado de Bengasi en 2012. Tampoco gusta demasiado su cercanía a Wall Street, algo que ha tratado de explotar su rival a la candidatura demócrata, Bernie Sanders.

(La cosa no está tan clara: hay quien opina que Trump es un experto en enfangar las aguas, y Clinton tiene demasiados mini-escándalos de los que tirar, como el uso de su cuenta oficial de correo para asuntos privados. Nathan J. Robinson, de la revista “Current Affairs”, sostiene que, en un duelo Trump-Clinton, Hillary se pasará la campaña desmintiendo y explicando las medias verdades lanzadas por el experto polemista que es Trump. “En el tiempo que pasas intentando dejar claro los hechos básicos del asunto Whitewater, Trump habrá lanzado cinco alegaciones más”, escribe Robinson).

Los asesores de Hillary no parecen asustados ante la perspectiva de la nominación de Trump, puesto que están convencidos de que en último término, en una elección entre el magnate advenedizo y populista y la experimentada veterana de Washington, la mayoría de los votantes optarán por la candidata “seria”. Tal vez tengan razón. Está por ver si en esta ocasión los estadounidenses están listos para que una mujer ocupe finalmente el Despacho Oval.

En estos días, los asesores de campaña de Hillary Rodham Clinton y algunos presentadores de televisión bromean sobre un inesperado problema de género: si hasta ahora se referían a la esposa de cualquier Presidente como la Primera Dama, ¿cómo deberán mencionar a Bill Clinton en caso de que ella llegue a la Casa Blanca? ¿El Primer Hombre? ¿El Primer Caballero? (A esto se oponen algunas voces que aseguran que éste es de todo excepto un “caballero”, como demostró en el ‘affaire Lewinsky’). El propio Bill ha entrado en el debate, diciendo que deberían llamarle “The First Dude” (“El Primer Tipo”, en lenguaje coloquial).

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