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Roma, ¿nueva capital del espionaje? El último escándalo entre la OTAN y Rusia
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LA OPERACIÓN DE UN AGENTE DOBLE PORTUGUÉS

Roma, ¿nueva capital del espionaje? El último escándalo entre la OTAN y Rusia

Un nuevo caso de espionaje entre Rusia y la OTAN involucra a un supuesto agente doble portugués, arrestado en Roma junto a un espía ruso. Se le acusa de vender "secretos sobre la Alianza y la UE"

Foto: Barack Obama habla con el presidente ruso Vladímir Putin antes de la cumbre del G-20, en Antalya, Turquía. (Reuters)
Barack Obama habla con el presidente ruso Vladímir Putin antes de la cumbre del G-20, en Antalya, Turquía. (Reuters)

El agente secreto C.G. esperaba en un café de Trastevere, céntrico barrio de Roma a orillas del río Tíber, a un colega ruso del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR, antiguo KGB). Había viajado desde Lisboa en un vuelo comercial de una compañía de bajo coste. Lo que no sabía el agente, identificado luego por la prensa lusa como Frederico Carvalhão Gil -veterano miembro del Serviço de Informações de Segurança (SIS)-, es que el espía estaba siendo espiado. Iban a por él.

En concreto, sus colegas de la Unidade Nacional Contra Terrorismo lusa (UNCT) y de la sección DIGOS de la Polizia di Stato italiana -que se encontraban en el terreno en una misión relámpago y actuaban en coordinación con el propio SIS-, los también portugueses Ministério Público y el secretario general del Sistema de Informações de Portugal, Júlio Pereira, de Interpol y de Eurojust, el órgano europeo para la cooperación judicial.

Perseguidos por este entramado de policías, enredados en una trama digna de una película de James Bond, el agente luso y el espía ruso terminaron detenidos en Roma el fin de semana del 20 de mayo. A continuación, la Polícia Judiciaria (PJ) portuguesa dio su versión de los hechos, según la cual tanto el portugués como el ruso eran sospechosos de “espionaje, corrupción y violación de secreto de Estado”, como había podido ser comprobado tras “una compleja y sensible operación” nombrada elocuentemente 'Top Secret'. Las detenciones de Roma se produjeron tras la emisión de dos euroórdenes y una carta rogatoria internacional, según aclaró posteriormente el gabinete de la Procuradoria Geral da República (PGR).

A los arrestos se sumó la aprehensión de material de “relevante valor probatorio” y registros tanto en Italia como en Portugal. Se sospecha que el presunto doble agente portugués vendía a los rusos documentos clasificados "a cambio de dinero". Documentos que, según John R. Schindler, un exagente estadounidense reconvertido en analista experto en temas de seguridad, contenían “secretos sobre la OTAN y la Unión Europea”. Por lo tanto, constituían “el último episodio en el espionaje secreto entre el Kremlin de Vladímir Putin y Occidente”. Esa sería la razón por la que, de acuerdo con la versión (¿partidaria?) de Schindler, la investigación para acabar con el caso de espionaje internacional habría durado dos años y contado con la participación de otras agencias de inteligencia occidentales, incluida la CIA.

Schindler hizo hincapié en que el ruso, que como el portugués no se resistió a la detención, no era diplomático ni encargado comercial de la representación rusa en Roma y, por tanto, perteneciente a rangos de élite. En paralelo, medios lusos difundieron testimonios de excolegas de Carvalhão Gil en los que se le describe como una persona psicológicamente trastornada tras un divorcio complicado, a lo que habría seguido una relación amorosa con una joven georgiana y presuntos frecuentes viajes en Europa del Este, que el agente secreto habría incluso difundido en su página de Facebook.

Así y todo, lo que habría desencadenado la operación habría sido una llamada telefónica en la que Carvalhão Gil le decía a su interlocutor que se marcharía unos días de Lisboa, algo por lo que tenía que haber pedido permiso a sus jefes pero que no había hecho.

Como guinda del pastel, la embajada rusa en Roma no desmintió la veracidad de los hechos, ni su falsedad, solo hizo saber que no tenía “comentario alguno” sobre el tema. Ahora, Portugal espera que Italia acepte una orden de extradición del portugués a su país -cuya consecución, al cierre de este artículo, no había sido revelada, pero que posiblemente se ejecutará durante el verano-. En todo caso, los portugueses afirman que el seguimiento de la investigación estará cubierto por el secreto.

Italia, ¿un país para espías?

A pesar de que las intrigas internacionales forman parte del paisaje nacional en Italia, siempre tan barroco, el caso generó un sinfín de preguntas. La primera de las cuales no tiene, hasta ahora, una respuesta pública. ¿Qué tipo de documentos clasificados ha vendido el presunto doble agente luso a los rusos? Las segunda, ¿acaso Roma se ha convertido en un nuevo centro del espionaje internacional?, ¿qué hay en la ciudad italiana que la hace particularmente atractiva para estas operaciones clandestinas? Aunque tampoco este interrogante pueda tener una respuesta científica, los últimos informes anuales al Parlamento de los Servicios Secretos para la Seguridad Interna (AISI, por sus siglas en italiano) y Externa (AISE) apuntan a que sí, hay un interés creciente de varios servicios secretos internacionales, en particular en lo que concierne el espionaje comercial.

Posiblemente, uno de los motivos por los que Roma fue elegida como punto de encuentro es que Italia “cuenta con una excelente posición geoestratégica y posee un número desproporcionado de diplomáticos extranjeros, al existir cuatro instituciones que tienen ese privilegio, el Estado italiano, la Orden de Malta, la FAO y, sobre todo, el Vaticano”, según fuentes consultadas para este artículo. Lo que se suma a que, además, “es un lugar turístico, al que no desata, en apariencia, mucha sospecha ir”, añaden. Otro elemento es que la filosofía de fondo en Italia es que si uno quiere esconder algo, mejor es hablar de ello, hacer ruido, emborronar lo que ya es misterioso.

Uno de los motivos por los que Roma fue elegida como punto de encuentro es que Italia "cuenta con una excelente posición geoestratégica y posee un número desproporcionado de diplomáticos extranjeros"

Tanto es así que acaba de salir publicado, en enero pasado, un libro titulado 'Servizi Secreti' (Servicios secretos), escrito, nada más y nada menos, que por Mario Mori, un controvertido exgeneral de los Carabinieri (policía militar) y exdirector del llamado Servicio para las Informaciones y la Seguridad Democrática (Sisde), órgano de los espías italianos. Y que el actual primer ministro italiano, Matteo Renzi, declaró en un programa de televisión -'Otto e Mezzo'- que la poderosa petrolera italiana “ENI es una pieza fundamental de nuestra política energética, de nuestra política exterior, de nuestros servicios de inteligencia. ¿Qué quiere decir inteligencia? Servicios, servicios secretos”.

Eso sí, algunas veces las intrigas internacionales en Italia han implicado muertes. Le ocurrió, por ejemplo, al disidente y antiguo diplomático iraní Mohammed Hussein Nagdi, asesinado en Roma en 1993 mientras en Venecia se celebraba un megajuicio contra 30 empresarios y banqueros acusados de vender armas a Irán pese el embargo entonces en vigor. Otras, como reveló el reciente escándalo de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA) -en febrero pasado, Wikileaks difundió que la agencia espió también al ex primer ministro Silvio Berlusconi-, han relacionado directamente a los estadounidenses. Y, cada vez más, son episodios que conciernen casos de ciberespionaje.

Uno de los más famosos, que se reveló en los últimos dos años, en medio de polémicas y acusaciones de ONG, ha sido el caso de Hacking Team, una empresa italiana de ciberseguridad que vendió sus servicios de espionaje a gobiernos e instituciones de Colombia, Chile, Ecuador, México, Honduras y Panamá, pero también de otros países muy controvertidos en lo que concierne al respeto de los derechos humanos, como Azerbaiyán, Arabia Saudí, Sudán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos.

Después de que la compañía hubiera asegurado que no trabajaba con gobiernos incluidos en las listas negras de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, un ciberataque contra Hacking Team destapó decenas de documentos que probaron lo contrario. Se descubrió entonces que el 'software' que creaban para infiltrarse en dispositivos móviles permitía a sus clientes lanzar programas de espionaje contra sus propios ciudadanos. Hacking Team, antes de optar por el silencio informativo, ha negado las acusaciones, por supuesto.

El agente secreto C.G. esperaba en un café de Trastevere, céntrico barrio de Roma a orillas del río Tíber, a un colega ruso del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR, antiguo KGB). Había viajado desde Lisboa en un vuelo comercial de una compañía de bajo coste. Lo que no sabía el agente, identificado luego por la prensa lusa como Frederico Carvalhão Gil -veterano miembro del Serviço de Informações de Segurança (SIS)-, es que el espía estaba siendo espiado. Iban a por él.

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