Es noticia
La periodista virtual que hace temer por el futuro de la profesión
  1. Mundo
se llama anna, es atractiva... pero no es real

La periodista virtual que hace temer por el futuro de la profesión

Un canal local de Toscana se ahorra el sueldo de una persona utilizando una presentadora creada por ordenador. La iniciativa les ha traído cierta fama, pero también la polémica

Tiene una cabellera morena y eternamente pulcra que, suelta, podría ser la envidia de muchas colegas. Y no es todo: cebajo de la pulcritud capilar, asoman una boca carnosa, coloreada con un pintalabios rojo carmín, y unos ojos muy vivos y seductores. Más abajo encontramos un cuello esbelto y estilizado que culmina en dos pequeñas tiras negras que apenas cubren su blanquísima piel. Eso sí, no es perfecta. Su voz no suele oírse espontánea y la mímica de su rostro a veces la traiciona. Pero no necesita de maquillaje ni se equivoca. O mejor, ella no puede equivocarse. Porque ella no es real: es una avatar, es una periodista-avatar que conduce un informativo.

No, estimado lector, no es una broma, ni la última estrafalaria trama de una película de James Cameron o Andrew Niccol. Ella se llama Anna y es una "periodista virtual”, es decir, no de carne y hueso como usted y yo; sólo existe detrás de una pantalla. Es el resultado de un proyecto de DìTV, un pequeño canal de televisión de una ciudad de Toscana, Lucca, en el centro de Italia, que en menos de un año la realizó y la puso manos a la obra.

El proyecto, fruto de una iniciativa de Arnaldo Moriconi, el propietario de la emisora —tanto que Anna es el nombre de su esposa—, surgió en el verano pasado, cuando el canal se planteó el interrogante de cómo realizar un informativo que fuera rentable y de bajo coste. Moriconi contactó a sus técnicos informáticos y les pidió un software que pudiera dar vida a Anna. Los técnicos trabajaron en el proyecto todo el otoño y, en Navidades, Anna se presentó al mundo con un breve video promocional. “Buenas noches, soy Anna, una periodista virtual”, enunciaba.

En enero, una versión experimental de Anna comenzó a salir al aire. “En esa fase, perfeccionamos algunos detalles, confeccionando un estudio de mercado del cual salió que los televidentes le prestan atención a Anna por un máximo de 12-14 minutos. Por eso, decidimos que nuestros telediarios no serían más largos que eso”, explica a El Confidencial Giuseppe Bini, uno de los periodistas detrás del proyecto de DìTV —el antiguo nombre del canal era DìLucca—, fundado en 2003 y, desde siempre, muy dado a todo lo que la tecnología aporta.

Bini, que es uno de los tres periodistas reales y de plantilla en la redacción del telediario de DìTV —hay otros cuatro que son colaboradores—, es literalmente el jefe de Anna y el editor a cargo de “Avatar News”, el nombre que se ha elegido para el excéntrico informativo. Se encarga de elegir las noticias que Anna tiene que leer, las adapta a ella —el programa tiene algunas dificultades con los acentos agudos por un fallo que todavía tiene que solucionar—, y las redacta en un lenguaje muy sencillo y sintético. Luego, otro editor, especializado en programación y medios digitales, se encarga de poner la información en el programa de Anna.

"Eliminar a quien piensa es una práctica vieja"

De este modo, ocurre lo que, en épocas de despidos masivos de informadores y de colaboradores mal pagados, pronto podría representar un nuevo desafío para todo presentador de noticiarios. Anna lee las noticias, habla de un homicidio ocurrido la noche anterior, introduce el servicio de un colega (real, de momento) que investigó sobre una avalancha, o da paso a las alertas meteorológicas. De momento, sólo se ocupa de difundir informaciones regionales —de la ciudad de Lucca y alrededores, con una población de 500.000 espectadores potenciales—, y no nacionales o internacionales.

Lo hace de lunes a sábado, siempre a las ocho de la noche, en DìTV o en el canal 89 del digital terrestre. A esa hora, el televidente puede escuchar las noticias o leerlas en un recuadro, una opción pensada para los sordos, ante la omnipresente imagen de Anna.

Por supuesto, desde que existe, Anna ha dado mucho de qué hablar en la comunidad de periodistas. Creando mucha polémica, críticas y debates, eso sí. El presidente del sindicato de periodistas transalpinos, Giuseppe Giulietti, ha dicho de ella que “no es algo nuevo” pues implica “la desaparición del reportero en carne y hueso” y eso, “proceder a la eliminación de quien piensa, es una práctica vieja” .

Además, opinó Giulietti, es inviable pretender que un rostro virtual pueda compararse “con la sensibilidad y la inteligencia humanas que se expresan no solo en el lenguaje, sino también en las miradas, pausas e incluso en los errores”. Otros, en cambio, pusieron énfasis en los puestos de trabajo y derechos laborales que, si el uso de Anna se hiciera masivo, podrían perder los informadores de la industria.

Así y todo, la iniciativa también despertó algunas curiosidades. Tanto que su historia salió en todos los principales medios tradicionales italianos, en diarios como 'La Repubblica' hasta 'Il Corriere della Sera' —dos de los de mayor difusión e influencia en el país—, y en la redacción de DìTV también recibieron una llamada de la Universidad de Pisa, en momentos en los que la institución se encuentra desarrollando la creación de un robot que cuide a ancianos.

Ahorro del 75%

Ante la avalancha de acusaciones, Moriconi se ha defendido argumentando que la tarea principal de los periodistas humanos es crear noticias, no leerlas. “El periodista no puede perder el tiempo leyendo las noticias”, ha explicado, añadiendo que “el periodista humano debe más bien ocuparse de confeccionar las noticias a partir de los hechos”.

El ahorro, claro está, ha sido mayúsculo. “Nos ahorramos el 75% del gasto que representa mantener un periodista real”, confiesa Bini, al aclarar que también la inversión en la creación de Anna fue mínima puesto que Moriconi usó a informáticos que trabajan en otra compañía del empresario. “En nuestro caso, que es el de una pequeñísima emisora, Anna nos está permitiendo sobrevivir. Dicho esto, entiendo que, en el caso de grandes medios, un proyecto así suscita alguna duda pues un periodista humano permite una mayor fidelización del cliente”, admite Bini.

Ahora bien, DìTV ha acompañado el proyecto junto con todos los últimos artilugios usados por el periodismo digital, desde el envío de noticias a través de sistemas de mensajería instantánea, pasando por una especie de diario que se transmite como newsletter, hasta una aplicación para teléfonos inteligentes que permite recibir las últimas noticias que produce la redacción. Incluso se ha desarrollado un canal, Drone Channel TV, donde se pueden ver las imágenes que va captando un dron de distintos eventos que ocurren en la zona. “Todo está en una fase inicial, pero vamos mejorando día tras día”, dice Bini.

Así las cosas, los creadores de Anna se dicen convencidos que este es el camino a recorrer. Pues si bien los datos sobre el share saldrán en los próximos meses, ya muchos usuarios les han contactado a través de las redes sociales. Tanto es así que en DìTV ya han previsto la presentación, en las próximas semanas —previsiblemente después del verano—, de un colega hombre para Anna, con el cual la avatar compartirá pantalla. Será su único rival.

Tiene una cabellera morena y eternamente pulcra que, suelta, podría ser la envidia de muchas colegas. Y no es todo: cebajo de la pulcritud capilar, asoman una boca carnosa, coloreada con un pintalabios rojo carmín, y unos ojos muy vivos y seductores. Más abajo encontramos un cuello esbelto y estilizado que culmina en dos pequeñas tiras negras que apenas cubren su blanquísima piel. Eso sí, no es perfecta. Su voz no suele oírse espontánea y la mímica de su rostro a veces la traiciona. Pero no necesita de maquillaje ni se equivoca. O mejor, ella no puede equivocarse. Porque ella no es real: es una avatar, es una periodista-avatar que conduce un informativo.

No, estimado lector, no es una broma, ni la última estrafalaria trama de una película de James Cameron o Andrew Niccol. Ella se llama Anna y es una "periodista virtual”, es decir, no de carne y hueso como usted y yo; sólo existe detrás de una pantalla. Es el resultado de un proyecto de DìTV, un pequeño canal de televisión de una ciudad de Toscana, Lucca, en el centro de Italia, que en menos de un año la realizó y la puso manos a la obra.

El proyecto, fruto de una iniciativa de Arnaldo Moriconi, el propietario de la emisora —tanto que Anna es el nombre de su esposa—, surgió en el verano pasado, cuando el canal se planteó el interrogante de cómo realizar un informativo que fuera rentable y de bajo coste. Moriconi contactó a sus técnicos informáticos y les pidió un software que pudiera dar vida a Anna. Los técnicos trabajaron en el proyecto todo el otoño y, en Navidades, Anna se presentó al mundo con un breve video promocional. “Buenas noches, soy Anna, una periodista virtual”, enunciaba.

En enero, una versión experimental de Anna comenzó a salir al aire. “En esa fase, perfeccionamos algunos detalles, confeccionando un estudio de mercado del cual salió que los televidentes le prestan atención a Anna por un máximo de 12-14 minutos. Por eso, decidimos que nuestros telediarios no serían más largos que eso”, explica a El Confidencial Giuseppe Bini, uno de los periodistas detrás del proyecto de DìTV —el antiguo nombre del canal era DìLucca—, fundado en 2003 y, desde siempre, muy dado a todo lo que la tecnología aporta.

Bini, que es uno de los tres periodistas reales y de plantilla en la redacción del telediario de DìTV —hay otros cuatro que son colaboradores—, es literalmente el jefe de Anna y el editor a cargo de “Avatar News”, el nombre que se ha elegido para el excéntrico informativo. Se encarga de elegir las noticias que Anna tiene que leer, las adapta a ella —el programa tiene algunas dificultades con los acentos agudos por un fallo que todavía tiene que solucionar—, y las redacta en un lenguaje muy sencillo y sintético. Luego, otro editor, especializado en programación y medios digitales, se encarga de poner la información en el programa de Anna.

Periodismo
El redactor recomienda