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Los últimos defensores del chavismo
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Los últimos defensores del chavismo

Tras década y media en el poder, el desgaste del movimiento bolivariano es innegable. Muchos fieles a Hugo Chávez reniegan de su sucesor, Nicolás Maduro. Pero a este todavía le quedan partidarios

Foto: Partidarios del presidente Nicolás Maduro, durante la celebración del 206º aniversario de la Declaración de Independencia del país, el 19 de abril de 2016. (Reuters)
Partidarios del presidente Nicolás Maduro, durante la celebración del 206º aniversario de la Declaración de Independencia del país, el 19 de abril de 2016. (Reuters)

"Chávez no soy yo, Chávez es un pueblo". La frase la dijo el fallecido presidente de Venezuela en el primer discurso de su última campaña electoral, en julio de 2012. Entonces, el chavismo era todavía una fuerza arrolladora en Venezuela que alcanzó más de ocho millones de votos (el 55%), y logró un cuarto mandato para un líder que no logró siquiera iniciarlo legalmente.

Cuatro años después, y con Nicolás Maduro en la presidencia, electo por un margen mínimo en 2013 y con un millón de votos menos que su antecesor, la situación del chavismo es muy distinta. Aunque el discurso oficial sigue hablando de mayorías, las votaciones dicen lo contrario. El 6 de diciembre de 2015, en las elecciones parlamentarias, los partidos socialistas lograron solo el 41% de los votos, entregando el control de la Asamblea Nacional a la oposición. Desde entonces, la situación no ha mejorado para quienes aún se afilian a la 'revolución'. La última encuesta de Datanálisis asegura que la popularidad de Maduro ha caído hasta el 26,8%.

Luisa Pereira, de 63 años, vive en la parroquia 23 de Enero de Caracas, bastión bolivariano donde la oposición también ganó las elecciones. Desde su casa puede caminar cada día hasta el Cuartel de la Montaña, donde se afirma están los restos mortales de Hugo Chávez. Jubilada de la Administración pública, tiene tiempo para “visitar a mi comandante”, dice, casi a diario, o al menos para sentirlo cerca. Pero su peregrinar alrededor del antiguo Museo Histórico Militar es cada vez más solitario. Las multitudes que alguna vez hubo ya no están. Las cadenas para organizarlas a la entrada del recinto son innecesarias. Luisa no cree que sea por pérdida de fervor chavista, aunque admite estar molesta. Su jubilación para poco le alcanza, y su pequeño negocio doméstico de costura y zurcido ha dejado de ser rentable.

Su vecina Sonia Perdomo dejó de visitar el cuartel hace ya algún tiempo. “Yo a Chávez le agradezco muchas cosas, pero lo que pasa ahora me pone a pensar qué le pasaba por la cabeza cuando nos dijo que votáramos por Nicolás Maduro”. Se refiere a aquella decisión “plena como la luna llena” que el presidente anunció al país el 8 de diciembre de 2012, en su último mensaje a la nación.

La historiadora Margarita López Maya asegura que el legado de Hugo Chávez está personificado en Maduro, quien se ha erigido, junto con la cúpula que controla la burocracia del poder, como legítimo heredero de su estirpe -hasta lo llaman padre- y de su movimiento político. "A la figura de Chávez pretenden secuestrarla”, afirma el politólogo Nicmer Evans, integrante de Marea Socialista, una división del partido oficial, al reclamar que las cúpulas no han permitido una discusión honesta sobre el líder fallecido ni sobre su legado. Agrega que el verdadero chavismo está en las calles, y Rafael Somoza lo secunda. Con 36 años y habitante del casco histórico de Chacao, el municipio más pudiente y antichavista de la capital, ha soportado ser minoría en su barrio y lo asume con orgullo. “Es que yo tengo claro que nadie hizo más por el pueblo llano que Hugo Chávez. Hasta la llamada clase media viajó por todas partes con dólares subsidiados gracias a él, aunque no lo admitan”.

"El chantaje de la lealtad ciega"

Hernán Guerrero, residente en un 'desarrollo' de la Misión Vivienda impulsada por Chávez muy cerca del Palacio de Gobierno, tiene 46 años y comparte esta visión. "Fue el unico presidente que tomó en cuenta a los humildes, a los oprimidos, a los campesinos, y les abrió los ojos. Por eso aquí no nos vuelven a joder. La gente va a salir a defender siempre sus ideales", afirma convencido, mientras niega que la oposición pueda lograr un referéndum revocatorio que ponga en jaque el mandato de Maduro, o ganarlo si se realiza. "No les van a dar los tiempos, y tampoco han demostrado que tengan un plan a favor del pueblo", remata.

En el centro de la capital del país, José Ibarra, trabajador del metro, de 29 años y chavista "desde siempre", también cree que los resultados de diciembre pasado no son repetibles. Sin embargo, sí pone el dedo en la llaga y pide corregir errores, acabar con los vicios. "Una de las cosas que han ido destruyendo a la revolución ha sido la debilidad por el amiguismo, la falta de interés por el trabajo social, por el pueblo. Muchos han usado la palabra 'revolución' simplemente porque el comandante Chávez la dio". Después de las elecciones parlamentarias, Maduro afirmó que "hay gente que votó no en contra de Maduro sino de sí mismo", pero Ibarra habla claro: "No elegimos a quienes fueron impuestos como candidatos, que no salieron de las bases".

Luisa Pereira tiene 47 años y admite que las cosas no están bien, que hace falta cambiar políticas y acciones gubernamentales, pero está convencida de que el chavismo es el camino correcto. Habitante de Catia, donde este viernes 20 de mayo se registraron saqueos por comida, asegura que “el comandante siempre decía ‘o inventamos o erramos’, y hay que seguir intentándolo. Si la oposición se monta, ahí sí que se acaba todo lo que él le dejó al pueblo”. Evans pide no caer en el chantaje de la lealtad ciega, y desestima el uso de la frase de Simón Rodríguez porque “la malinterpretan y se usa para justificar errores”.

Venezuela vive una emergencia económica. El diputado opositor Simón Calzadilla, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, asegura que "en enero la inflación estaba en el 182% y ahora llega al 400%, las reservas internacionales estaban en 16.000 millones y ahora en 12.000 millones de dólares. El producto interior bruto estaba en -5,7% y hoy está en -8%. El dólar estaba en 198 y hoy supera los 400 [tasa oficial]".

En la industria de alimentos, los indicadores no son mejores. Manuel Felipe Larrazábal, presidente de Cavidea -cámara que agrupa al 70% de los productores de alimentos procesados del país-, asegura que las alertas que hicieron en diciembre pasado han sido desoídas y las consecuencias se ven en los números. El informe de producción más reciente de la cámara asegura que la producción fue un 4% menor en diciembre pasado, para comenzar 2016 con un derrumbe evidente y creciente: -17% en enero, -16,8% en febrero, -19,28% en marzo y -21,8% en abril, siempre comparando con el mismo mes del año anterior.

"Fiel revolucionario, pero no pendejo"

"Hemos venido reportando que muchos sectores están operando intermitentemente con algunas líneas paralizadas por falta de materia prima oportuna y suficiente. Hay niveles críticos de inventario en azúcar, harina de maíz, trigo panadero y trigo galletero", detalla Larrazábal. Otras líneas afectadas son las de aceite, arroz, avena, salsa de tomate, levadura, cerveza, malta, bebidas en polvo y otras tantas, cuya producción está severamente afectada.

Según la encuestadora Datanálisis, la confianza del consumidor venezolano se desplomó a su peor nivel histórico, 21,9%, debido a que el índice de escasez es del 82,8% en Caracas, la ciudad más abastecida del país. Según el estudio, el 96,4% de la población siente que no consigue los productos que necesita.

La producción nacional de alimentos ha caído enormemente. El país tiene 35 millones de hectáreas que pueden usarse para el desarrollo agropecuario, pero en 2015, según cifras oficiales del Ministerio de Agricultura y Tierras, la superficie cosechada alcanzó poco más de 1,7 millones de hectáreas, un 10% menos que el año anterior. En los últimos siete años, la producción de maíz disminuyó en un 58,5%, la de arroz, un 37,3%, la de café, un 71,2%, y la de patata, un 74,3%, por mencionar solo algunos productos.

Por eso Hugo Chávez atraviesa una segunda muerte. La física de 2013 palidece ante la de su mito en 2016. “Yo no votaría hoy por Maduro. Pero tampoco por la oposición”, dice Félix Aguilera, habitante de Catia y “fiel revolucionario, pero no pendejo”. El sociólogo Ramón Piñango cree que el porcentaje de apoyo que aún tiene el presidente es una base dura, quizá irreductible, "pero ya no es el 41% de diciembre pasado". El politólogo Luis Salamanca asegura que “Chávez usó mitos movilizadores y montó un liderazgo de jefe, cesarista, carismático y personalista. Eso, más la plata del petróleo caro que le permitía repartir más. Su gran poder es que fue el hegemónico, el alfa y el omega de todo el proceso que nació con él y empezó a morir sin él”.

Pero ahora que la oposición muestra fuerza, electoral y en las calles, y las protestas aumentan para pedir un cambio de Gobierno, los seguidores más fieles de Chávez asumen como un mandato la tarea de defender al presidente heredero. "Defender a Maduro es defender a la revolución. Él es parte del legado que dejó el Comandante, y si somos revolucionarios tenemos que seguir directrices", dice Pedro Hernández, integrante de la Fundación Guerreros de Capitolio, cuyo logo incluye dos fusiles. Allí, asegura, hacen "trabajo social". Es de los grupos que la oposición califica como 'colectivos' de manera despectiva y con la insinuación de ser la fuerza de choque del chavismo.

"Chávez no soy yo, Chávez es un pueblo". La frase la dijo el fallecido presidente de Venezuela en el primer discurso de su última campaña electoral, en julio de 2012. Entonces, el chavismo era todavía una fuerza arrolladora en Venezuela que alcanzó más de ocho millones de votos (el 55%), y logró un cuarto mandato para un líder que no logró siquiera iniciarlo legalmente.

Cuatro años después, y con Nicolás Maduro en la presidencia, electo por un margen mínimo en 2013 y con un millón de votos menos que su antecesor, la situación del chavismo es muy distinta. Aunque el discurso oficial sigue hablando de mayorías, las votaciones dicen lo contrario. El 6 de diciembre de 2015, en las elecciones parlamentarias, los partidos socialistas lograron solo el 41% de los votos, entregando el control de la Asamblea Nacional a la oposición. Desde entonces, la situación no ha mejorado para quienes aún se afilian a la 'revolución'. La última encuesta de Datanálisis asegura que la popularidad de Maduro ha caído hasta el 26,8%.

Luisa Pereira, de 63 años, vive en la parroquia 23 de Enero de Caracas, bastión bolivariano donde la oposición también ganó las elecciones. Desde su casa puede caminar cada día hasta el Cuartel de la Montaña, donde se afirma están los restos mortales de Hugo Chávez. Jubilada de la Administración pública, tiene tiempo para “visitar a mi comandante”, dice, casi a diario, o al menos para sentirlo cerca. Pero su peregrinar alrededor del antiguo Museo Histórico Militar es cada vez más solitario. Las multitudes que alguna vez hubo ya no están. Las cadenas para organizarlas a la entrada del recinto son innecesarias. Luisa no cree que sea por pérdida de fervor chavista, aunque admite estar molesta. Su jubilación para poco le alcanza, y su pequeño negocio doméstico de costura y zurcido ha dejado de ser rentable.

Su vecina Sonia Perdomo dejó de visitar el cuartel hace ya algún tiempo. “Yo a Chávez le agradezco muchas cosas, pero lo que pasa ahora me pone a pensar qué le pasaba por la cabeza cuando nos dijo que votáramos por Nicolás Maduro”. Se refiere a aquella decisión “plena como la luna llena” que el presidente anunció al país el 8 de diciembre de 2012, en su último mensaje a la nación.

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