Es noticia
Pagar o no pagar: la política de rehenes en el mundo
  1. Mundo
EEUU, OBLIGADO A REVISAR SU ESTRATEGIA

Pagar o no pagar: la política de rehenes en el mundo

Las guerras en Irak, Afganistán y Siria y el auge de grupos islamistas radicales han multiplicado los secuestros de occidentales y generado respuestas diferentes

Foto: Un miliciano del Estado Islámico, junto a un rehén identificado como Kenji Goto, en una imagen de SITE. (Reuters)
Un miliciano del Estado Islámico, junto a un rehén identificado como Kenji Goto, en una imagen de SITE. (Reuters)

Pagar o no pagar: esa es la cuestión para algunos gobiernos a la hora de salvar a conciudadanos cautivos en otros países. Las guerras en Irak, Afganistán y Siria y el auge de grupos islamistas radicales en Oriente Medio y el Magreb han multiplicado los secuestros de occidentales a manos de organizaciones terroristas en los últimos años, y generado respuestas diferentes.

Ningún país reconoce haber pagado el rescate de secuestrados por temor a mostrar debilidad y a que el secuestro se haga más frecuente como negocio rentable para terroristas. No obstante, según una investigación de 'The New York Times', Alemania, Francia, Italia, Austria, Suiza y España han pagado, en algún momento, a los captores.

El diario describía en 2014 a guerreros barbados contando dinero alemán sobre una sábana en el desierto. Tres maletines con cinco millones de euros para liberar a 32 europeos cautivos a las afueras de Bamako, en Mali. Según el periódico, los gobiernos europeos entregaron 125 millones de dólares a Al Qaeda entre 2008 y 2013 por el pago de rescates. De esos 125 millones, 91,5 fueron a parar a la rama norteafricana del grupo terrorista: Al Qaeda en el Magreb Islámico. Algo menos de la mitad lo pusieron los contribuyentes franceses, 58,1 millones de dólares, frente a los 11 millones de España, los 12,4 de Suiza o los 20,4 de Qatar y Omán.

Japón refleja una situación parecida. También dice que no paga rescates, pero tres secuestrados japoneses fueron liberados en 2004 después de que un grupo de negociadores se presentasen en Irak desarmados y llevando ayuda humanitaria. Al Gobierno le pareció mal que los ciudadanos “causasen problemas” a Japón, así que les cobró 6.000 dólares por la repatriación. En otra ocasión, las autoridades confiscaron el pasaporte de un periodista nipón que planeaba viajar a Siria. En febrero de 2015, el grupo terrorista ISIS asesinó a dos rehenes japoneses después de pedir rescate.

Estados Unidos y Reino Unido dicen ser los más inflexibles. El presidente norteamericano, Barack Obama, ha criticado a los socios europeos por pagar rescates y ha dicho que la tasa de secuestros de estadounidenses es menor debido a su política “sin concesiones”. Según la Casa Blanca, los grupos islamistas radicales habrían ingresado 200 millones de dólares en rescates entre 2008 y 2014.

¿Es eficaz la estrategia de EEUU?

Los expertos consultados por El Confidencial prefieren no pronunciarse acerca de si es más efectivo pagar o no pagar los rescates. “No es fácil evaluar la eficacia [de la política 'sin concesiones']”, dice a El Confidencial Daniel Rothenberg, investigador de New America y codirector del programa Futuro de la Guerra. “Algunos secuestrados han sido liberados con éxito en Afganistán. El Gobierno tiene que evaluarlo, porque las operaciones de rescate pueden ser increíblemente costosas, muy muy caras, y conllevan el riesgo de perder vidas”.

Un estudio de la Universidad de Texas asegura que cada rescate pagado genera tres secuestros. Al mismo tiempo, los cuatro estadounidenses y tres británicos en manos del ISIS fueron asesinados; 14 europeos, liberados

Los intentos militares de rescate han dejado resultados diversos. En diciembre de 2014, el fotoperiodista americano Luke Somers y Pierre Korkie, profesor sudafricano, fueron asesinados por sus captores de Al Qaeda durante una operación de las fuerzas especiales de EEUU y Yemen para liberarles. En otros casos, como el rescate de Al Geiser, ingeniero de Ohio, en Afganistán, el intento culminó con éxito.

Entre 2004 y 2007, Daniel Rothenberg documentó sobre el terreno la violencia política en Irak, incluidos los secuestros, una práctica “extendida y rutinaria”. “A veces temo que muchos norteamericanos no sean conscientes de la ola de violencia desatada sobre los iraquíes desde 2003”, continúa. “Absolutamente extraordinaria. De ningún modo quiero quitar importancia a la violencia que practica el ISIS, pero ya era rutina en el Irak de la guerra civil. Secuestros, decapitaciones, cuerpos tirados en la calle, desplazamientos masivos...”. Rothenberg conoce personalmente casos de familias norteamericanas que acusaban al Gobierno de no hacer nada por liberar a los secuestrados.

Pero hasta Washington ha tenido que suavizar su postura. En otoño de 2014, los asesinatos grabados en vídeo de los periodistas James Foley y Steven Sotloff, por el grupo terrorista ISIS, sacudieron la opinión pública estadounidense, motivaron los bombardeos de la coalición dirigida por Estados Unidos a las posiciones del ISIS e hicieron al Gobierno revisar su política de rehenes.

La Casa Blanca sigue negándose a pagar rescate, pero desde junio de 2015 ya no se reserva el derecho de perseguir legalmente a las familias que intentan pagar por su cuenta. Los familiares que participaron en el diseño de esta política se habían quejado de la actitud del Gobierno, a quien acusaron de pasividad y de haberles presionado para impedirles recaudar dinero. La Administración promete hoy ayudarles en el esfuerzo privado de comunicación con los captores y con terceras personas y poner a su disposición toda la información que sea posible, y ha creado un grupo para la liberación de rehenes, formado por representantes de diferentes agencias de seguridad.

“El ISIS ha creado tomas de rehenes altamente publicitadas; más que ningún otro grupo, ha recurrido al secuestro para darse notoriedad y financiarse”, dice a este diario Dan Mahaffee, director de política del Centro para el Estudio de la Presidencia y el Congreso (CSPC, por sus siglas en inglés). “Los cambios en la política llegaron después de que los casos terminasen, desgraciadamente, con la ejecución de los rehenes. Más bien reflejaron las lecciones aprendidas”.

Un estudio de la Universidad de Texas aseguró en 2009 que cada rescate pagado genera tres secuestros. Al mismo tiempo, pese a las recriminaciones de Obama, los cuatro estadounidenses y tres británicos en manos del ISIS fueron asesinados; 14 europeos, liberados.

Canadá enfrenta hoy una situación de urgencia. Robert Hall, rehén del grupo Abu Sayyaf en Filipinas, suplica por su vida después de que su compañero de cautiverio, el también canadiense John Ridsdel, fuese decapitado en abril. El primer ministro, Justin Trudeau, ha reiterado que no se pagará a los captores, pero sus palabras pierden brillo a la luz del historial canadiense.

El antiguo responsable de servicios consulares del departamento de Asuntos Exteriores de Canadá, Gar Pardy, dijo que durante los 11 años de su gestión logró liberar a más de 100 canadienses en todo el mundo, y escribió: “No puedo dar detalles, pero se puede decir con certeza: si una persona secuestrada ha sido liberada, entonces se ha pagado un rescate de algún tipo (…). Creer que los secuestradores pueden cambiar de opinión es un cuento de hadas”.

Pagar o no pagar: esa es la cuestión para algunos gobiernos a la hora de salvar a conciudadanos cautivos en otros países. Las guerras en Irak, Afganistán y Siria y el auge de grupos islamistas radicales en Oriente Medio y el Magreb han multiplicado los secuestros de occidentales a manos de organizaciones terroristas en los últimos años, y generado respuestas diferentes.

Barack Obama Al Qaeda Irak Reino Unido Noadex Japón
El redactor recomienda