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Corbyn no es Pablo Iglesias: se estrella en las elecciones locales del Reino Unido
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los laboristas se hunden en escocia

Corbyn no es Pablo Iglesias: se estrella en las elecciones locales del Reino Unido

El giro a la izquierda que Jeremy Corbyn ha dado al Partido Laborista no ha convencido en muchos ayuntamientos. Desde 1985 la oposición nunca había perdido apoyo en unos comicios locales

Foto: Jeremy Corbyn, momentos antes de dar un discurso durante el Primero de Mayo en Londres (Reuters)
Jeremy Corbyn, momentos antes de dar un discurso durante el Primero de Mayo en Londres (Reuters)

Llegó como el gran Mesías. Jeremy Corbyn, enemigo de la austeridad, admirador de Hugo Chávez, defensor de la nacionalización del gas y electricidad y activista pro-palestino, se convirtió en septiembre en líder laborista con la promesa de llevar de nuevo al partido a sus orígenes. El giro hacia la izquierda más radical se asumió como estrategia obligatoria después de la derrota estrepitosa de las generales de mayo del año pasado. Pero el bautizado en su día como el Pablo Iglesias británico ha fracasado. En su primer examen con las urnas la corbynmanía ha pinchado. Los laboristas han cosechado los peores resultados de la historia en el parlamento escocés, quedando por primera vez desde los años 90 por detrás de los conservadores, y han perdido una veintena de asientos en las elecciones locales de Inglaterra, donde el recuento aún continúa.

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Desde 1985 ningún partido de la oposición había perdido apoyo en unos comicios locales. Incluso las oposiciones más débiles, como la del conservador Iain Duncan Smith o las de los laboristas Michael Foot y Ed Miliband saborearon éxitos municipales antes de caer en las generales.

Teniendo en cuenta que las encuestas vaticinaban la pérdida de más de un centenar de asientos, los titulares cuentan hoy que “Corbyn se salva de una derrota humillante”. Pero la verdad es que ha sufrido una derrota y sí, ha sido humillante, al menos en Escocia. En el que fuera bastión laborista, los independentistas de Nicola Sturgeon han conseguido una tercera legislatura consecutiva, algo que ninguna formación había logrado hasta ahora al norte de la frontera. Con todo, se han quedado a dos asientos de la mayoría absoluta.

¿Cuál es ahora el futuro del laborismo? Miembros del partido consultados por este diario aseguran que entre las filas hay una “gran decepción”. Corbyn, al fin y al cabo, fue elegido por las bases y aunque para los jóvenes sigue siendo el “gran salvador”, nunca ha contado con el apoyo de los diputados. “Con el referéndum de permanencia en la Unión Europea tan cerca no estamos para hacer experimentos. Las encuestas están muy igualadas. No podemos distraer al electorado pidiendo dimisión y buscando un nuevo líder de la oposición. Los laboristas podríamos ser señalados como los culpables de un Brexit y nadie quiere eso”, aseguran. “Pero hoy ha quedado claro que con Corbyn al frente no hay posibilidades de ganar unas generales”, matizan.

Un laborismo desorientado

Lo cierto es que el laborismo anda perdido desde hace tiempo. La guerra civil entre Tony Blair y Gordon Brown les pasó factura y con éste último al frente perdieron en 2010. Entonces ya intentaron un giro a la izquierda eligiendo, contra todo pronóstico y con el apoyo de los sindicatos, a Ed Miliband, el hermano pequeño de David, considerado hasta la fecha el más popular. Pero la fórmula tampoco funcionó y en las generales de 2015 quedaron humillados, perdiendo además el gran bastión escocés. Los nacionalistas consiguieron 56 de los 59 escaños que estaban en juego en Westminster representando a la región. Miliband dimitió y Corbyn tomó las riendas llevando al partido aún más a la izquierda. Pero ni las horas más bajas de David Cameron con los papeles de Panamá han servido para levantar cabeza.

El único triunfo a celebrar será esta noche la alcaldía de Londres, donde Sadiq Khan se convertirá en el primer alcalde musulmán de la capital británica. Significativo también ha sido que en sus mítines apenas haya nombrado a Corbyn.

Llegó como el gran Mesías. Jeremy Corbyn, enemigo de la austeridad, admirador de Hugo Chávez, defensor de la nacionalización del gas y electricidad y activista pro-palestino, se convirtió en septiembre en líder laborista con la promesa de llevar de nuevo al partido a sus orígenes. El giro hacia la izquierda más radical se asumió como estrategia obligatoria después de la derrota estrepitosa de las generales de mayo del año pasado. Pero el bautizado en su día como el Pablo Iglesias británico ha fracasado. En su primer examen con las urnas la corbynmanía ha pinchado. Los laboristas han cosechado los peores resultados de la historia en el parlamento escocés, quedando por primera vez desde los años 90 por detrás de los conservadores, y han perdido una veintena de asientos en las elecciones locales de Inglaterra, donde el recuento aún continúa.

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